Por Diego Montejo | prensamontejo@yahoo.com.ar

Fotos: Gentileza familia Merlo



Omar Ramón Merlo (h) nació en Rosario, Provincia de Santa Fe el 19 de enero de 1954. Siguiendo el camino de su padre, el acordeonista entrerriano Ramón Merlo, “Monchito” aprendió a ejecutar el acordeón de dos hileras a muy temprana edad.  A los 7 años ya se presentaba en la peña “El Cañonazo” de Pueblo Nuevo junto con su padre. A los 13 años comenzó con su carrera profesional en radio y televisión, grabando su primer disco a los 15 años.

Con la alegría en la sangre: «mi mensaje musical es hacer bailar».

Su nombre es sinónimo de chamamé. Con su acordeón a cuestas llevó la música del litoral a los destinos menos pensados: Estados Unidos y gran parte de Latinoamérica escucharon su característico sonido. También los festivales de Cosquín y Jesús María (Córdoba), Baradero (Buenos Aires) y Federal (Entre Ríos) y el sur de Brasil. Además, grabó 46 discos y sus temas son un éxito en YouTube. Si de trabajo se trata, Monchito no para, cada fin de semana le agrega vueltas al cuenta kilometro y sale de gira. Según dice, son un promedio de 20 actuaciones por mes. “Subimos dos horas, yo con el acordeón, son trece kilos lo que pesa. Igual es mi vida, mi mensaje musical es hacer bailar”.

De sus seis hijos dos siguen su legado. Ramon Carlos, el más grande, es un reconocido músico que supo fusionar sus orígenes chamameceros con el reggae y el rock, además de trabajar con cientos de músicos en su estudio de grabación. Su otro hijo, Simón, y Mauri, su hermano menor, siguieron sus pasos y con vuelo propio construyeron una valiosa carrera dentro del género.  Hoy mediando las seis décadas Monchito dice ser un agradecido, un hombre que ama su barrio y su familia: un clan numeroso y con la convicción de seguir con un legado el cual es imposible eludir.

Un chamamecero en Nueva York: Monchito y su grupo fueron invitados por la colectividad argentina en NY.

Si bien no todos eligieron su mismo camino, cada uno es un engranaje fundamental. Por ejemplo, las giras, grabaciones, contrataciones y el manejo de las redes sociales, está a cargo de sus hijas. Y parece que hay “Merlos” para rato. Una cuarta generación de músicos aflora reflejado en dos de sus cuatro nietos. El más grande, Joaquín, se animó a las dos hileras y una de las niñas eligió el violín, pero, con un camino más orientado a la música clásica.

Monchito es historia viva de la zona sur de la ciudad de Rosario, donde supo estar El Rancho de Ramon Merlo (Rodríguez 5635), un hito cultural que abrazó a los provincianos por más de treinta años y por donde pasaron todas las grandes figuras del género. Su padre, fue el encargado de promover este espacio de forma desinteresada, que le cediera otro paisano, Emilio Chamorro. Es por eso que este músico nacido en Tacuara Yacaré, Entre Ríos, se convirtió en defensor principal del baluarte chamamecero de Rosario. Pocos años después tras su muerte, Monchito y su hermano trataron de sostenerlo, pero el Rancho se fue apagando y hoy es sólo una triste cochera.

Creador de un estilo inconfundible, es autor de éxitos como «Galopando por llegar», «Jineteando en Tostado», «Hay baile en el campo», «De la rodaja al piguelo», «A la Villa del Rosario» y «Este es mi pago chamigo».

Igualmente, nadie borrará las tardes y noches de baile y amistad, de cientos de trabajadores de distintas ramas, más específicamente de los frigoríficos, que acudían a ese encuentro para olvidar el desarraigo, que los había traído a la ciudad industrial que Rosario alguna vez fue. También, el Rancho es el recuerdo de la vida pujante rosarina y de sus hombres y mujeres, quienes fueron los partícipes necesarios para construir una identidad. Eran quienes vivían en sus arrabales, los olvidados del centro, los que construyeron la parte más opulenta e la ciudad que otros usufructuaron y que hasta le día de hoy disfrutan unos pocos.

El chamamé sigue siendo en esta ciudad, a pesar de los embates, tan grande como imponente, una ola imparable del lejano suburbio, algo que algunos no quieren ver, pero está. Este género que es parte de nuestra cultura, por más que no lo hayan dejado cruzar los bulevares es tan rosarino como el Carlito, Fito Páez u Olmedo, por más que no aparezca en las relucientes guías de turismo. El dato es contundente ya que enormes como Emilio Chamorro, Tarragó Ros y su hijo Antonio, Abelardo Dimotta y Tránsito Cocomarola habitaron esta ciudad y dejaron su marca es por eso que nada podrá pagar esa llama que está encendida ya desde hace mucho tiempo y es parte del pueblo. Por suerte el pueblo nunca olvida.

El grupo que suele acompañar a Monchito Merlo está compuesto por: Simón Merlo en acordeón, Mario Camacho en primera guitarra y voz, Manuel Torres en segunda guitarra, Ricardo Sánchez, también en guitarra rítmica y Ezequiel Melgarejo o Diego González en bajo.

¿Cómo está el chamamé hoy, cree que se abrieron nuevos espacios?

El género se ha expandido por todo el país, no es de ahora, esto data de mucho tiempo: La música del litoral estuvo siempre. En el rancho de mi padre pasaban 1700 personas por fin de semana. Lo bueno es que es un género para todos los gustos, hay estilos más bailables y otros más estilizados como Mario Bofill o Teresa Parodi que hacen cosas maravillosas, o Antonio (Tarragó Ros). Hay para todos los gustos, nosotros hacemos el chamamé maceta, bien acompasado del cual su precursor fue don Tarragó Ros. También de ese tiempo quiero rescatar al estilo de don Isaco Abitbol quien le daba una tranquilidad muy propia a la música desde su forma de tocar. Otros fueron Transito Cocomarola y Abelardo Dimotta de Villaguay. Escuché a todos y tuve la suerte de ser amigo de todos ellos.

¿Por qué tras la muerte de tu padre no se pudo seguir con el Rancho?     

Mi padre se fue joven, tenía 68 años. Mi hermano se hizo cargo por tres años, pero después no pudo más por razones de salud. Yo tampoco pude, lo mío es viajar, nunca estuve preparada para llevar adelante ese tipo de emprendimientos. Además, los tiempos habían cambiado. Comenzamos a tener problemas para mantenerlo y eso por eso que lo vendimos. Ahora es un lugar donde se guardan colectivos de larga distancia.

Ramón y Monchito. Foto gentileza Fundación Memoria del Chamamé.

¿Podes decir que ese espacio fue un emblema para la zona sur y tu padre un referente barrial?

Seguro, todos los partidos políticos hacían sus fiestas ahí, mi padre jamás les cobró un peso. Incluso en los 70´ Montoneros organizó un encuentro. Mi padre fue radical, pero siempre tuvo buena relación con todos los partidos y los políticos. Por ejemplo, detrás del Casino hay una plaza que lleva su nombre y que fue inaugurada por el gobierno de Héctor Cavallero. Mi padre era una persona de pueblo, popular, muy conocida. Incluso muchos le pedían el rancho para hacer sus casamientos y cumpleaños de quince y él se los cedía sin cobrar nada. Me cruzo con mucha gente que me dice cosas maravillosas de él, era muy generoso. Me siento orgulloso de eso que es lo que realmente hace a la vida y su felicidad.

Tu hijo Simón sigue tus pasos, ¿Qué podés contar al respecto?      

Hacemos entre los dos la conjunción del acordeón. El suele tocar conmigo cuando no está de gira con su primo con quien ya tiene grabado ocho discos. Jugamos, él hace de primera acordeón y yo de segunda o viceversa. Él entendió muy bien el mensaje. Además, siempre está en mis grabaciones. En mi último disco fue el encargado de dar el sonido que uno quiere. Por ejemplo, hay un video en YouTube de un tema que se llama De vuelta al rodeo que toco con él y tiene 2 millones y medio de visitas. Él suele ir al frente con el acordeón y entendió de chico desde que estaba en la cuna y trata de mantenerse en ese camino que es el que yo aprendí de mi padre.

Bien de acá: «si bien el chamamé parte de Corrientes, su segunda cuna es Rosario».

Sos un prolífico compositor, ¿Cómo trabajas tus obras?

La mayoría es con literatura de otras personas, últimamente con Manuel Torres. También trabajé con Mecho Velásquez. Generalmente, lo que uno modestamente hace, es música. Mi padre me hizo grabar a los 15 años con Cacho Montes y los hermanos Pedro y Omar Aquino, ya de chico compongo música. No me quiero detener, son muchas las obras. Había épocas donde grabábamos hasta tres discos por año en diferentes sellos. Mi ultimo trabajo se llama Felicidades al corazón donde hay temas como Sin tregua que caló hondo en los amantes de nuestra música donde hacemos un dueto con Simón.

¿Sentis que Rosario está en deuda con vos y tu padre, dado lo significativo que son y fueron para la cultura local?

Yo me siento orgulloso de lo que me dio esta bendita ciudad. Desde aquí el barrio Saladillo donde nací y me crié y después en Arijón y Rodríguez, siempre me sentí muy querido. Esto más allá de que nuestra cultura era provinciana y la educación fue con esos términos, pero Rosario nos dio todo lo que uno es. Mi padre vino con segundo grado y fue uno de los primeros que tuvo un programa de música litoraleña en la televisión rosarina, se llamaba Nuestro canto y salía por Canal 5. Entonces las radios trasmitían el programa del Rancho de Ramon Merlo. El ciclo pasó por LT8, LT2. A veces cuando viajo algunos me recuerdan que escuchaban el programa, esto en lugares impensados como Santiago del Estero o en Entre Ríos. Rosario siempre nos dio todo y nos cobijó. Quiero decir que si bien el chamamé parte de Corrientes, su segunda cuna es Rosario. Rosario es chamamé y el río lo demuestra.

2 comentarios para “Mochito Merlo: “Rosario es chamamé y el río lo demuestra”

  1. Iris montiel .Junin De Los Andes dice:

    Sin palabras lo conocí p

    Sin palabras un ser maravilloso ,una humildad tremenda. Espero su regreso

  2. Emelda dice:

    Sos uno de los más grandes del Chamamé

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