Este sábado en D7 (Ovidio Lagos 790), Ana Prada vuelve a Rosario con “Renovarse”, un show que presenta canciones estreno y novedosas versiones de sus clásicos. 

En exclusiva para #DeCoplasWeb, la cantautora uruguaya recordó algunos pasajes de infancia, sus comienzos en la composición que la llevaron a editar 3 discos solistas y de qué va este espectáculo que dejará su «anapradismo» en el aire.

Por Mariela Balbazoni | #DeCoplasWeb


«Hay un cierto anapradismo en el aire. Una especie de imposibilidad de pasar un rato más o menos largo sin que alguien se confiese rendida admiradora, exaltado seguidor o cautiva escucha de sus discos», publicaba el “Brecha” de Montevideo algunos años atrás. Qué forma más precisa de describir lo que sucede con su música, es que cuando uno se entera que Ana Prada está por presentarse, el aire parece transformarse y no tarda en llegar la ansiedad: “que sea sábado, que sea sábado, que sea sábado”.

 

Es Ana Prada,

nació y creció en Paysandú, una localidad del interior de Uruguay, limítrofe de nuestra provincia de Entre Ríos. El Río Uruguay fue testigo de su infancia y es por eso que cuando la inscriben en el folklore rioplatense ella resalta sus orígenes litoraleños. 

 

“Yo me siento mucho más litoraleña, más identificada con la canción del litoral, con la música de tierra adentro más que con lo rioplatense, que yo lo ubico con la ciudad de puerto”.

 

 

«Tengo el recuerdo de una infancia muy libre, muy de estar afuera, de cuando te llamaban a la tardecita/noche con un grito – a comeeeerrrr -, y teníamos que volver a casa. Muchos gurises diversos, distintas clases sociales, distintas biologías, era muy entreverado todo… Y siempre las casas de los vecinos de puertas abiertas (…) Mucha libertad y mucha convivencia en la comunidad».

Prima de Daniel y Jorge Drexler, la música siempre estuvo presente en su vida, desde pequeña. En su casa la guitarra andaba de mano en mano y su padre, «gran guitarrero», no dejaba reunión sin «cantarola generalizada».

Así recuerda sus primeras experiencias, en su casa de Paysandú, grabando canciones con sus hermanas:

 

 

A los 18 años se instala en Montevideo para estudiar. No fue fácil, en la gran ciudad sintió la discriminación por ser del interior. 

Pasó por varias carreras, hasta que finalmente terminó psicología, mientras tanto cantaba: participó de grupos, dúos, hacía coros… Formó parte de grandes proyectos con Rubén Rada, Jorge Drexler y Edú Lombardo, entre otros. A partir de 1998 (y hasta 2011) forma parte del cuarteto vocal La Otra, con el que grabó dos discos y participó en conciertos de artistas como Simply Red y Buena Vista Social Club.

Más tarde, luego de “la crisis de los 30” apareció la composición…

 

 

Es inquieta y muy personal, 

a través de sus tres discos como solista (“Soy sola”, “Soy pecadora” y “Soy otra”), Ana Prada comparte sus experiencias más íntimas y su visión de las cosas.

 

‘Soy Sola» -producido por Carlos Casacuberta– le abrió las puertas de su carrera como compositora y cantante solista en el año 2006. Editado en Argentina, España y Uruguay con excelentes críticas por parte de la prensa, este disco fue nominado a los Premios Gardel y los Premios Grafitti, que la afirmó entre los mejores exponentes de una nueva generación de cantautores del Río de la Plata.

Su segundo disco «Soy Pecadora» (2009) -producido por Matías Cella– instaló el ‘anapradismo’ en la región y europa, y el 2010 fue un año consagratorio en su carrera, con un cierre de oro, en el Teatro de Verano de Montevideo convocada por la ONU para el festejo internacional de los Derechos Humanos.

En el 2012 crea el proyecto “Crema y Chocolate” junto a la bajista cubana Yusa e inmediatamente después edita su tercer disco solista “Soy Otra”, producido por Ariel Polenta, que presenta en Uruguay, Argentinay Brasil.

A partir de 2012 comienzó un intercambio autoral con la correntina Teresa Parodi, que traería como consecuencias el espectáculo Cosido a mano y a medida en 2012 y el disco Y qué más en 2013, presentándose juntas en el Festival de Cosquín ese mismo año.

En el 2016 genera junto a la uruguaya Pata Kramer, su actual compañera de vida, el proyecto “canciones yeguas”. El dúo -al que dan a llamar Kramer vs Prada– plantea una disputa en el escenario a modo de trinchera “para enfrentar la batalla real con un pedazo del mundo -hostil a las sensibilidades- contra el cual lo mejor que podemos hacer es seguir sintiendo todo lo más posible”.

 

 

Es su hora de renovarse,

en 2018 se plantea un año de crear, afianzar, proyectar el futuro y seguir aprovechando la excusa de hacer canciones para reconocerse y encontrarse.

Así aparece este espectáculo, Renovarse, que la lleva a distintos escenarios con canciones nuevas y reversiones de sus clásicos. Con banda completa y un artista invitado muy especial, el próximo sábado en D7 promete ser una noche para bailar.

«Hay varios temas de estos nuevos que si bien no dejan de cuestionar algunas cosas, porque lo analítico uno no lo pierde tan fácil, tienen unos ritmos más alegres, más bailables. El show es muy variado, hay momentos sumamente íntimos, yo con la guitarrita, y momentos más rock and roll. Hay un poco de todo…»


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