La primera película del bandoneonista y compositor rosarino Leonel Capitano -co dirigida por Juan Pablo Tabbita– invita al público a ser parte, por 83 minutos, de una conversación profunda entre músicas, paisajes sonoros y artistas cubanos y argentinos, en Son Tango: entre el sueño y la vigilia.


Una imagen de un avión entre amaneceres y nubes resume los siete viajes de Leonel Capitano, y otros tres de Juan Pablo Tabbita, a la isla de Cuba. Cuando ellos llegan, nosotros, como público, logramos atravesar un portal y quedarnos ahí, al lado de estos músicos que charlan con los residentes en lenguaje de danzas, armonías, ritmos, acentos y melodías. Por supuesto, también hay conversaciones sobre el tiempo, los orígenes, la resistencia. Aparecen, incluso, los nombres de cantores y artistas tangueros del sur del continente que a pesar de las décadas se mantienen en la memoria cubana.

Es que el nacimiento de la tradición tanguera de Cuba se plantea en el documental como una incógnita con varias hipótesis. Puede leerse una de ellas, desde una óptica más lejana en el tiempo, como propone Leonel en esta entrevista, “desde aquella incursión fallida de Carlos Gardel, que muere dos semanas antes de ir a Cuba, donde estaban ya todas las fechas agotadas, los teatros llenos esperándolo, después de llegadas sus películas”. En esta línea, se suman los films con Hugo del Carril y con Libertad Lamarque, la gran cantidad de grabaciones realizadas en la isla, orquestas formadas en Cuba y el impacto de la música de Astor Piazzolla.

La salida del sol y aquel momento preciso que titula el documental se conjugan en una sucesión de apariciones del que será el elenco de la película. La isla y su gente, su cotidiano y su naturaleza conviven con el bandoneón, el piano y el contrabajo en una confusión hermosa en la música que da inicio al documental. Mayo de 2019 es apenas una fecha que sirve de referencia pero que no rompe la ilusión de una aventura continua de callecitas, playas y 2 por 4. Desde el comienzo, la mirada de los hacedores de la película ya propone un camino de fraternidad con los locales. Además del encuentro entre las músicas, los realizadores querían “demostrar y visibilizar una Cuba diferente, una Cuba más existencial, más profunda. Una Cuba más de recovecos que de mares, un poco más silenciosa en algunos aspectos y estruendosa en otros”, explica Leonel.

Camino a comprender el son, el género musical propio de la isla, Capitano siempre se interesó en explorar los diferentes paisajes sonoros cubanos: “Lo que predomina en el oriente, lo que predomina más en las capitales y en los pueblos. Me gustó mucho siempre el ejercicio del repentismo, que es un poco lo hacen nuestros payadores. He hablado con payadores argentinos de altísimo nivel y coinciden en que los mejores son los cubanos en cuanto al arte de la décima”.

Para Capitano y Tabbita, además de la impronta tanguera de libertad y rebeldía, en la isla “hay también una melancolía, hay distancias que atraviesan a todos los cubanos, hay reflexión y, digamos, también padeceres porque es una isla que resiste y la resistencia es algo que caracteriza muchísimo al tango. Yo creo que el tango es la gran música de la resistencia latinoamericana”. Conmovidos por la gran calidad musical en una isla pequeña, de 11 millones habitantes, encontraron en el son y en el tango una cercanía. Las raíces africanas son quizás el gen musical que lo originó todo, que luego se fusionan y se atenúan con las inmigraciones europeas. “Cuando le sacás un poco la ropa a la música, le sacás la ropa al tango y le sacás la ropa al son vemos una gran cercanía y vemos como ese predominio rítmico afro está presente”, sostiene el bandoneonista argentino.

Agustín Guerrero, pianista, compositor y director, es para Capitano la tercera pieza fundamental en este viaje documentado. “Es uno de los más grandes músicos que tiene el tango del siglo XXI”, no se cansa de repetir Leonel, “para mí es el Piazzolla del siglo XXI, sin lugar a dudas. Al sumarse a la gira conmigo abrió un espectro muy grande, respecto al posicionamiento de poder basarnos en esta gira y en este encuentro”.

Uno de los grandes momentos de Son Tango es justamente cuando Guerrero y el pianista cubano de 19 años Rodrigo García Ameneiro comparten un piano y se enseñan mutuamente los secretos de su música. El ritmo, los acentos y las armonizaciones se practican sobre las teclas y entonces las brechas entre los géneros se acercan y los intérpretes dialogan a través de la música, sin demasiadas palabras.

 

 

Componer una película

La fraternidad con músicas, músicos y bailarines es inherente a la propuesta narrativa de este documental. Leonel dirá que es fruto de amistades breves pero intensas “que uno trama en esto de ser viajero”. Con varios de ellos compartieron la gira por las Romerías de Holguín -un festival que tiene ya unos 30 años-, danzas en las calles, en el centro cultural “El Ojo del Ciclón”, jornadas de grabación, milongas y el desfile del Primero de Mayo. Algunos de esos músicos de la nueva generación que aparecen en la película son las cantantes Sandra Ivette Berriel y Brenda Navarrete y los pianistas José Portillo y Rolando Luna.

“La idea fue meter la cámara ahí en el medio para mostrar esta cuestión improvisada, sin planes y también un poco mostrar la cocina de cómo se gesta esto”, cuenta Leonel, y sigue: “La gente, al no conocer de música, cree que muchas veces las canciones son producto de una inspiración natural y del talento, de la genialidad. Pero más de una vez tiene que ver mucho más con el trabajo, con la posibilidad de estar en contacto con el conocimiento acumulado de generaciones en torno a los ritmos musicales, a las músicas”. Así es que en la película se muestra cómo Leonel y Agustín dan forma a las maquetas de Cayuquero del Yumurí y El sueño y la vigilia, compuestos para la película, y que Leonel compartió con músicos cubanos para que lo interpreten de acuerdo a sus conocimientos y recursos sonoros, armónicos y rítmicos.

Unas 120 horas de material es el resultado de este viaje registrado en video. El montaje fue una tarea intensa de mucha discusión, negociaciones y acuerdos entre los realizadores, en un contexto de pandemia. Además, Agustín Guerrero compuso mucha de la música que acompaña las escenas.

“Queríamos dotar a la película de un carácter onírico, expresar el ideal que uno relaciona con los sueños, por eso es que la película tiene momentos de surrealismo, de irrealidad o de cuestiones más vinculadas a lo onírico”, describe Leonel, y plantea la necesidad de alcanzar desde lo conceptual la idea del “eterno retorno, de cómo uno viaja también estando quieto en un lugar, y viaja en el recuerdo y viaja también en la proyección de un viaje”. Incluso el desfile del Primero de Mayo, con un millón de personas en las calles, tiene presencia en el documental, en imagen y sonido, con el canto, con la intención de mostrar el compromiso musical dentro de ese marco político.

 

Del recuerdo al son

Entre las diversas motivaciones que motorizan la película, está la de encontrar al cayuquero del Yumurí, este río que serpentea entre valles y cañones, y que inspiró en uno de los viajes de Capitano la creación de un son. El deseo de hallar al protagonista y obsequiarle la canción es una de las secuencias más cautivantes del documental.

En la boca del Maisí, a pocos kilómetros de Baracoa, la primera ciudad fundada en Cuba, vive Alexander Acosta Covas, el cayuquero que Leonel conoció hace unos seis o siete años. A bordo de su cayuca, una pequeña canoa, Alexander le relató la leyenda de Yumurí, que cuenta que los habitantes originarios de esas tierras, los taínos, se arrojaban desde la punta del peñón para no ser esclavizados por los conquistadores españoles. “Compuse el son inspirado en lo que él me transmitió ese día, yo veía en él expresada la revolución en su máximo esplendor, una persona de etnia negra que se había educado, que había podido nutrirse de sus poetas como Nicolás Guillén y que me recitaba a Guillén con gran pasión, que amaba su lugar y su oficio”. En aquel primer encuentro, Leonel prometió volver con una canción.

Durante el viaje del rodaje, Leonel, Juan Pablo y Agustín partieron en su búsqueda. Desde la Habana, son unos mil kilómetros, que los realizadores hicieron a bordo de antiguos colectivos que debían esperar hasta que se completen con la totalidad de los pasajeros, para aprovechar el combustible. Al llegar, sólo podían preguntar por su nombre, recordando dónde había vivido. La fortuna hizo que Juan Pablo pueda tomar el caminar de Alexander, a unos 400 metros debajo del puente, hasta el esperado encuentro, que culminó con Leonel y su bandoneón en aquella “herida del agua verde, verde mango, verde espejo, verde sombra y regreso”.

 

Estreno y caminos de proyección

Son Tango: entre el sueño y la vigilia se estrenó en abril en Rosario. Ya se presentó en varias ciudades europeas y tiene proyectadas unas 20 presentaciones en Alemania, Luxemburgo, Holanda, Italia y España.

Durante la entrevista con De Coplas y Viajeros, Leonel Capitano se encuentra en la ciudad alemana de Heidelberg, al sur del país. Allí, presentó el documental y cantó en una milonga. Esta ciudad es parte de una gira que hará por más de cuatro meses en Europa. Hasta finales de octubre, subirá a los escenarios tanto como solista cantando y con su bandoneón, como con grupos de Francia y Alemania. Un nuevo álbum, su primero íntegramente grabado en Europa, en Múnich, es otro de los proyectos que lo unen con el cuarteto Soltango, un grupo de músicos del viejo continente.

A fin de año, Leonel Capitano presentará un disco junto al guitarrista Juan Martín en homenaje a Guillermo Barbieri, guitarrista de Gardel, con arreglos de Scalerandi en el trío de guitarra junto a Martín Bracone y Pablo Juárez Levar. Y nuevamente se unirán los caminos con Agustín Guerrero para la concreción de dos discos, uno de piano y voz de temas que ya vienen interpretando juntos, y otro, que Leonel define como uno de los más importantes de su vida, que es el de la formación de una orquesta típica para interpretar tangos de ambos autores.

“Después, llegando a la Argentina haremos alguna otra presentación de Son Tango en Rosario y ya empezaremos con una gira nacional con la película donde yo siempre voy cantando y llevo mi bandoneón. La idea es que sea un viaje con la película a cuestas”, promete Leonel.

 

FICHA TÉCNICA

Dirección:  Juan Pablo Tabbita. Leonel Capitano.

Producción ejecutiva: Leonel Capitano.

Asistente de producción en Cuba: Francys Fuentes Nazco

Color: Marcos Garfagnoli.

Diseño de sonido: Nicolas Vaiana.

Música: Agustín Guerrero. Leonel Capitano.

Protagonistas: Leonel Capitano, Agustín Guerrero, Sandra Ivette, Rodrigo García Ameneiro, Malena Díaz Calderín, Pepe Ordas, Guillermo Gonzales, Alexander Acosta Cobas.

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