Por Pedro Squillaci | pedrosquillaci@yahoo.com.ar

Ilustración: Enrique Figna


«Hay películas que uno las mira y no puede dejar de verlas hasta el final. Es como si un imán te atrapara en la tele y una mano invisible te impidiera cambiar el canal del control remoto. Ah, claro, no estoy hablando de streaming ni de plataformas web, menos de Instagram o el canal de Youtube, queridos oyentes de El foco de Foco. No, para nada, aquí hablamos de esas películas que uno mira en la tele haciendo zapping. ¿Cómo? Ah sí, acá Panza desde la cabina me dice que los pibes de 14 años no saben qué es hacer zapping y casi que tampoco tienen idea de qué es un control remoto. Y bueno, está bien, puede ser, pero entonces ¿qué hacemos? ¿No hablamos más de las cosas del pasado porque los de ahora no saben de qué se trata? ¿Cuántos no vieron jugar a Maradona y dicen que es el mejor? No hay un video de San Martín cruzando los Andes pero es el Padre de la Patria, no jodamos…

El Pancita me dice que ya me estoy pareciendo a mi viejo y no sabe que mi viejo era más de avanzada que muchos de nosotros, pero no importa, vayamos al punto. Digo, hay películas que uno las engancha en la tele y no puede dejar de verlas, no sé, a algunos les pasará con Titanic, a otros los atrapará El joven manos de tijera o quizá cuando sean veteranos como yo, los pibes que ahora tienen 14 les pase lo mismo con Coco, de Disney o con Toy Story, de Pixar, que es todo más o menos lo mismo, pero bueh. A mí me pasa con una peli que la vi por primera vez a los 14 años justamente y no entendía mucho de qué se trataba porque era muy pendex. Hablo de La tregua. 

La peli salió en el 74 pero yo la vi diez años después, en el 84. Justo ahora me entero que se cumplen 60 años de la novela. Ah! porque es una peli dirigida por Sergio Renán, pero escrita por el inmenso poeta uruguayo Mario Benedetti en el año 60. Sí, ya sé, hace mil años, pero no, apenas son unas décadas. Bueno, la peli La tregua también tiene otra versión, de 2002, más acá en el tiempo, que está en Amazon y…¿cómo Panza? Ah, acá me pregunta qué tal es. No, no puedo decir nada porque no la vi, no puedo ver toooooodo Panza, mis oyentes sabrán entender, cuando la vea daré mi opinión. A priori me parece bastante extraño que pueda superar aquella inolvidable película del 74, de eso hablaba, protagonizada por Héctor Alterio y Ana María Picchio.

Pero, escuchen foquenses lo que voy a decir, escuchen el elenco que tenía esta peli: Luis Brandoni, antes de ser fundamentalista de la anticuarentena, Oscar Martínez, antes de Ciudadano ilustre y Marilina Ross, mucho antes de ser cantante, que hacían de hijos de Alterio; más Antonio Gasalla, Carlos Carella, Walter Vidarte, Lautaro Murúa, la enorme Cipe Lincovsky y hasta Norma Aleandro que hacía un papelito de reparto. Todos principiantes, ¿no? Y sumale a China Zorrilla, Juan José Camero, Hugo Arana, Aldo Barbero y Luis Politti, sí, el papá de Andrea, un actor de la hostia».

«Bueno, y bien amigos, como dice Mariano Closs en la tele antes de los partidos, yo les digo que esta peli habla de una tregua en la vida de Martín Santomé (Alterio), un tipo gris, digamos, que es el jefe de una oficina, padre viudo de un hijo parco (Brandoni), una hija desilusionada de la vida (Ross) y un hijo homosexual (Martínez), en tiempos en que nadie hablaba de su sexualidad y mucho menos si les gustaban personas del mismo sexo: otro punto a favor en la película de Renán que fue la primera peli argentina candidata al Oscar. Sí, oyentes, escucharon bien, la primera.

¡¿Qué pasa Pancita?! Sí, claro que perdió, pero era como si vos te ponés los cortos, juntas diez amigos y te vas a jugar al Camp Nou contra el Barcelona: perdés por escándalo aunque ellos no estén en su mejor momento. Bueno, La tregua perdió el Oscar a mejor película extranjera con Amarcord, de Federico Fellini. Otra noche les hablo del gran Fellini, pero bueh, sigamos con la peli de acá…

Este oficinista, cincuentón, casi como yo, digamos, estaba desahuciado de la vida; no, como yo no, Panza, pará. Digo, estaba bajoneado y entonces…¿qué le pasa?? Eh, ¿qué le pasa? A ver Catarina, que estás mensajeando ahora; Jorgito Ronco, que estarás con la radio prendida al lado de la pile en tu preciado jardín; o Gaby Sellanes, que estás escuchando  desde la web en Barcelona (¡qué guitarrista de la puta madre es Gaby!); bueno, digo, a ver, ¿qué le pasó a Santomé , el personaje de Alterio? Sí, ¡acertaron! Se enamoró perdidamente de Laura Avellaneda, la empleada nueva, que la interpreta una jovencísima Ana María Picchio. El amor, chiques, “es el amor que tiene tanta fuerza, se lleva por delante todo sin pensar”, no sé cómo catzo se me ocurrió este tema de Luis Aguilé (las puteadas sólo por Whatsapp, no las pases al aire Pancita…).

Bueno, el tema es que Santomé se engancha de tal manera con esta chica que su vida se trastoca, se le mueve el piso, la rutina se le convierte en placentera, le sonríe a los hijos, deja de ser un ogro en el laburo, se mira al espejo y se quiere, qué se yo, eso que les pasa a casi todos, todas y todes cuando nos enamoramos. Pero la película se llama La tregua, porque eso que pasa es un oasis en la vida de Martín Santomé, así que….no, no, ni loco le cuento el final de la película. Ya sé que el libro de Benedetti lo dice todo y que la peli la vio medio mundo, pero no salió ningún pez todavía. Malísimo el chiste, pero bueno, no tengo por qué contar nada, vean la peli, rían, lloren, disfruten, háganse una tregua y vean La tregua y, recuerden, les va a pasar lo mismo que a mí: después de verla una vez, la van a volver a ver una y mil veces en la tele, es adictiva, no digan que no avisé.

Bueno, foquenses, ¡hasta la vista, baby! Buena vida para todes, hasta el próximo programa de El foco de Foco, aquí, como siempre por Radio Neptuno, la que te hace volar por todos los planetas».

– Listo Juan, ya estás fuera del aire, amigo!

– Oki, Pancita, todo bien, gracias, hermano.

– ¿Cómo estamos con el amor, eh? ¿Tan buena está La tregua, che? Yo la busqué en Netflix y no la encontré.

– Ay, otro que se cree que todas las películas del mundo están en Netflix. Netflix es una plataforma no es Google, claro que está buena, no voy a hablar todo el programa de una peli que no me gusta.

– Pero no contaste el final. Sos ortiva, eh.

– Y no, para llegar al final hay que hacer un recorrido. Quiero que la gente recorra la historia y después recorra el libro también o lo que sea, pero lo importante es el camino, alguna vez lo cantó Fito, lo dije ya una vez y yo insisto con eso. Los finales anticipados son un brindis con la desilusión. Así que mirá La tregua y déjate de joder, dale.

– Ahora que Messi salió por todo el mundo con la rojinegra, podríamos hacer la tregua y hacerte leproso por un ratito, Diego se lo merece.

– Una cosa es una tregua y otra la pasión por una camiseta. Respeto la pasión de Messi y la pasión de Diego, pero mi pasión canalla no tiene tregua.

– Puf, no hay caso, che, ¿ni para ponerte la Diez del Diego harías una tregua?

– No, amigo, los amores no se negocian, así como el oficinista que hace Héctor Alterio no negocia su amor por Laura Avellaneda, no hay que ensuciar el amor por una camiseta. La pelota no se mancha decía el Diego, ¿no?

Los dos se miraron, se putearon un poco, se rieron y se dieron un abrazo. La amistad no tiene tregua.

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