El cantautor Omar Giammarco editó recientemente Las razones del corazón, un disco producido por Pelu Romero y con destacados invitados. “Me gusta pensar la composición como una artesanía”, dice el compositor.
Dejó su situación de ensimismado, como tituló a su disco anterior, para abrir a oídos nuevos Las razones del corazón, un disco pleno que ya no mira hacia adentro sino que expresa saberes propios, que cuenta lo que gira en un entorno al que le venimos prestando mayor atención.
Nacido en Villa Urquiza, Omar Giammarco es un cantautor que fluctúa entre el rock, la música urbana y el tango quizá por esa necesidad de conservar la esencia del barrio que lo identifica. Con varios discos en su haber cada trabajo se da el lujo de contener diferentes universos sonoros acompañando historias que nos sorprenden.
Producido por el músico Pelu Romero que refuerza la cuota sonora de urbanidad, en Las razones del corazón, producto hecho de canciones vivenciadas desde 2022 en Cocina de autor, un ciclo de shows que durante varios años el artista sostuvo en Pista Urbana de San Telmo, están sentadas las evidencias que comprueban un vínculo emocional entre canción y público. Esta conexión lograda en cada balada, en cada letra, nos obliga a profundizar el pensamiento como internándonos en un océano, en busca de respuestas a los interrogantes que proponen, no sólo sus composiciones sino también la participación de otros autores, como el poeta Alberto Muñoz en La balada de la cárcel de Wilde, o Polen del poeta uruguayo José Arenas.
Invitados que participan de Las razones del corazón son: en el piano Daniel Godfrid; Florencia Ruiz y Flor Bobadilla Oliva en voces; el guitarrista Mateo Castiello; el músico Vitor Ramil; el poeta Fernando Noy y también Lola, la hijita del cantautor que canta Ahora qué junto a su padre.
El sello Ultrapop postuló el disco para los Premios Gardel 2024 como Mejor Álbum Canción de Autor y al productor artístico Pelu Romero como Productor del Año.
Con respecto a si está develando un proceso de cambios interno Omar nos cuenta: “Siempre en mis discos y en mis conciertos participaron muchos músicos así que el cambio fue profundo. Eso me llevó a tener una relación mucho más íntima con el público y con mis canciones. Todo el material del disco está teñido de esa experiencia que para mí y para mi música fue transformadora”.
“En los ojos de los perros/en la almohada sin sueño/en la página en blanco/en la lengua del muerto/en la fe de quien reza/y no espera respuesta./En los días terribles de la guerra/Oh oh oh, el amor acecha, oh oh oh oh el amor”. Quizá con reminiscencias de Chico Buarque, El amor acecha es como una acertada enumeración in crescendo que sube su intensidad lírica, escalón por escalón, acompasada, con el clima de un piano en espiral. A este desarrollo se le suma la voz de Florencia Ruiz y la impronta del poeta Fernando Noy, y entre los tres logran utilizar la canción para seguir advirtiéndonos que: “una revelación/como un relámpago/un bello resplandor/muerde el corazón de los desafinados/y arde en los altares…el amor”.
Desde la tapa del disco, atravesada por un naif corazón rojo sobre la ternura de una foto en sepia de la infancia misma, ya intuimos, antes de escucharlo, que se trata de un viaje ondulante al centro de la emoción: “yo quisiera poder ver de nuevo a la alegría naciendo de tu boca/esa fe que solo vos sabes cómo llevar y nadie, nadie más/la belleza que no se cómo nombrar/una imagen imposible de olvidar/no hay riqueza ni poder que me pueda convencer de pensar en otra cosa/si a la hora de querer, solo quiero merecer tu sonrisa luminosa”.
– ¿Cómo se lleva tu corazón con el contexto?
– Como puede, haciendo equilibrio entre la maravilla del amor, el reconocimiento a lo que hago y la oscuridad de esta realidad distópica.
– Tenés canciones que interpelan, al cantautor muchas veces se le exige un compromiso con ese contexto.
– Para mí es fundamental el compromiso. Claro que siempre priorizando decir de la manera más bella y sin abandonar la búsqueda estética, no negociar eso en pos de la urgencia. Básicamente porque la historia nos muestra que las canciones comprometidas que están bien escritas siguen vivas y aquellas que se sometieron al mero panfleto se vuelven una parodia de su tiempo.
En este caso en particular, como Las razones del corazón es un disco bien íntimo, discutimos bastante con Pelu Romero (el productor artístico) la inclusión de Ahora qué, una canción que yo necesitaba cantar porque dice muchas cosas que pienso sobre el estado de la Argentina y el mundo (comienza con el verso “ahora que juega en mi jardín un niño fascista”). Trabajamos mucho para que se integre al resto del disco y creo que lo logramos.
– ¿Cómo se construye la canción? ¿Hay métodos, hay momentos?
– En uno de mis discos incluí la frase “la canción es una pregunta permanente”. En cuanto creo haber encontrado el método me doy cuenta de que eso sirve para la canción que acabo de terminar pero no para la próxima. Nunca se termina de saber cómo se hace una canción y eso hace al proceso fascinante. Puedo nutrirme de cualquier cosa, una frase oída en la calle, una idea que arrastro por años, una melodía que no paro de cantar por días, un gesto imprevisto, un poema.
En este disco hay una canción que es un tango, De copas ajenas, cuya música la escribí completa hace diez años. Intenté durante mucho tiempo ponerle letra y no pude, intenté con varios amigos con los que he compuesto canciones y tampoco me gustaba el resultado. Hace unos meses me invitó a cantar Alfredo Piro en la milonga del CCK. El ambiente de la milonga me inspiró la historia, a la madrugada llegué a casa y la escribí completa.
– La balada de la cárcel de Wilde o Migas de pan tienen guiños hacia mundos disgregados que nos permiten no sólo disfrutar sino pensar esas letras, y estamos frente a una gran necesidad de metáforas, ¿creés que se está conformando un Mundo Giammarco?
– Creo que a lo largo de los años y los discos fui armando un mundo propio, una manera de decir que me representa. Contar historias y usar los géneros musicales a fondo para vestir esas historias. Trabajo mucho, tanto las letras como las músicas, me gusta pensar la composición como una artesanía. Me pasa cuando trabajo con grandes poetas como Alberto Muñoz, José Arenas o Diego Baiardi. Me parece que el milagro de la canción se da cuando ambas partes funcionan fluidamente.