La canción popular chilena se ha nutrido de expresiones que, al calor de las luchas populares, le han puesto letra y música al sentir cotidiano de su pueblo. Artistas como Chinoy, Camila Moreno o Nano Stern, por mencionar solo algunos, están a la vanguardia y son, hoy día, la banda sonora que sostiene y renueva aquella impronta que ha tenido, en los 70 y durante la dictadura la Nueva Canción Chilena. Aquel movimiento formado entonces por los Parra, Víctor jara, Quilapayún o Inti Illimani, entre otros, ha dejado herederos. Uno de los más representativos es, sin dudas, Manuel García.
El cantautor, nacido en Arica, norte de Chile, ha sabido evidenciar ese legado y así convertirse en referente a la hora de transitar la historia musical contemporánea del país trasandino. Sus canciones son una síntesis acabada de las vertientes musicales que nutren al Chile sonoro tales como la cueca, la música andina, el rock y la trova. En 1995 se radicó en Santiago de Chile. Allí conoció a Mario Rojas, un referente en el rescate de la cueca chilena. Casi en simultáneo creó la banda Coré. Ambas propuestas relacionadas al folclore. Aquella etapa marcó a fuego su trayecto musical. Años después formó Mecánica Popular, banda en la que fusionaba aquellas músicas de raíz con el rock y otros sonidos que también le son propios.
En sus casi tres décadas de trayectoria musical Manuel García editó 10 álbumes como solista y participó de otros tantos. El último trabajo es El caminante, donde recogió varias de las canciones fundamentales de su historia y las recreó con invitados de lujo como Mon Laferte, Silvio Rodríguez, Eva Ayllón, el Kanka o Pedro Aznar, entre otros.
Manuel García se presentará en el teatro Xirgu Untref, de la ciudad de Buenos Aires, el próximo 11 de junio. En exclusiva para De Coplas y Viajeros dialogamos con el cantautor chileno sobre estas historias, su presente y su música.
– Te afincaste en Santiago de Chile, donde estudiaste guitarra, pero la música ya formaba parte de tu historia, ¿qué podés contarme sobre aquellas primeras experiencias?
– Recién vecindado en la capital, como un provinciano que venía desde el norte a estudiar guitarra a la universidad, lo conocí a Mario Rojas. Con él se me abrió un mundo que tenía que ver con la cueca. Él estaba trabajando arduamente en reposicionar a nivel cultural bandas y grupos como fueron, por ejemplo, Los Chileneros, a los que pertenecían cuequeros de tomo y lomo, gente formada dentro de las huestes populares de la canción como el «Nano» Núñez, el «Baucha», el «Perico». Mario Rojas me acogió dentro de su banda y me relacionó a un mundo muy rico a través de los talleres Balmaceda 1215, donde nos juntamos en aquel tiempo. Éramos muchas bandas, muchos grupos y muchos artistas en torno a otras áreas también que trabajaban en conjunción con todo un pensamiento de una idea de lo que era ese Chile efervescente en aquel momento en torno a la reconstrucción de una democracia. Entonces Mario Rojas en el fondo tenía las llaves del reino, si bien se entiende, aquí en Santiago de lo que era la conexión con todo este mundo muy rico en cultura. Así que fue una especie de padre nobiliario para mí, aún lo ha sido. Yo siempre estoy muy agradecido de su trabajo y de su obra. Y también, independientemente, influenció mis canciones, porque él es un compositor-autor de unas músicas muy particularmente bellas que eran visionarias en aquel tiempo, fusionando el jazz, el folclore, el rap y otras líneas de trabajo que son muy valiosas todavía para quienes saben escuchar y entender la música de manera sensible. En esa misma dirección creamos la banda Coré.
– Pero la música te venía acompañando desde Arica…
– Había tomado clases más o menos formales en un colegio artístico en la ciudad de Arica, de donde soy, en el desierto del norte chileno, donde había tenido mucho contacto con el folclor porque somos un territorio que comparte raíces andinas con Argentina, Bolivia, Perú y naturalmente con nuestro propio terruño, el Chile andino. A mis 13 años tenía un grupo folclórico que se llamaba Pacha Huayna, con influencia no solo chilena, sino que también de música de otras orillas del mundo. Era la efervescencia de la Nueva Canción Chilena donde, en un clima de dictadura, se trataba todavía de conservar el acervo en la tradición popular del lenguaje más de raíz y profundo a través de lo que llamamos el folclore, es decir, la conexión con nuestros valores esenciales como pueblos.
– Mencionaste a la banda Coré, que surge casi en simultáneo a tu trabajo con Mario Rojas ¿qué fue lo que te motivó a crearla?
– La banda Coré la creamos con compañeros de la universidad y algunos también que se habían venido a estudiar música desde Arica, comenzamos a acercarnos a bandas, a grupos como Inti Illimani, por ejemplo, acogidos también por la figura y el amor de Patricio Manns, que tuvo siempre una deferencia, una palabra hacia nosotros como juventud y que finalmente fueron quienes nos enseñaron desde muy cerca el oficio y el trabajo para montar un escenario, para tocar, para abordar los repertorios, en fin, terminamos siendo un núcleo de gente en común, casi un clan diría yo, muchos muchachos de la banda Coré actualmente son parte de Inti Illimani y eso quiere decir en el fondo que esos diálogos de aquellos años si estaban tramando y formando algo que ha sido parte de nuestro relato y de nuestras canciones. Yo conociendo las historias ya más de cerca, desde su propia voz en mesas de trabajo, en conversaciones de amigos, que se yo, en torno a un vino. Fui también referenciando mi propia época histórica dentro del arte a partir de las vivencias que Inti Illimani como exiliados, como personas que se habían jugado la vida por sus ideas, etcétera, otros conjuntos, otras bandas a las que también teníamos acceso o artistas que podíamos conocer a través de los escenarios. Todo eso fue nutriendo, por supuesto, la reflexión en mi canción de aquellos años y son personas y almas a las que yo estoy muy agradecido, incluyendo a cada uno de los integrantes de la banda Coré con quienes vivimos momentos épicos, por supuesto, teniendo que pasar también muchos momentos duros y difíciles para poder llevar adelante una agrupación que tenía una cantidad de integrantes bastante numerosa, cosa que por supuesto era muy difícil para el mercado de la música de aquellos años. Sin embargo, siempre tuvimos un espacio en los corazones, en los actos sociales, en las vidas de otros artistas y también de nuestro público en general de aquellos años.
– La experiencia inmediata fue la formación de Mecánica popular, donde el rock tiene un rol sonoro destacado ¿Cómo pasás del folclore al rock?
– Esa banda nació como una pulsión que traía de llevar las músicas a espacios donde la innovación a través de la experiencia, la experimentación sonora pudiera dar un paso adelante. Una de las influencias importantes para crear Mecánica Popular fue empezar a poner atención a grupos como Serú Girán, Sui Generis, por ejemplo, también, Café Tacuba, por México, ¿no? Pero la manera como Argentina trabajaba entre el folclor y el rock, cómo veíamos de pronto una canción de Spinetta vinculada a folclor o alguna canción de Fito Páez también, donde dentro del rock and roll cabía describir un tema que tuviese que ver con raíz folclórica, finalmente hizo que nuestra propia banda Coré mutara. Se produjo un sisma, algunos estaban de acuerdo, otros no, en enchufarnos un poco, en incluir nuevos instrumentos y también por supuesto nuevas temáticas. Entonces, Mecánica Popular fue un experimento, yo creo, entre mi trabajo más cantautoral o trovadoresco y ciertas influencias que tenían que ver más con el rock and roll y otras formas musicales tal vez contemporáneas en el sentido de lo que decimos que es la proyección del sonido a través de instrumentos eléctricos. En este caso, en combinación y en conversación con instrumentos acústicos. También el enfoque de las temáticas y la preocupación de hacer desde una banda enchufada algo de reflexión social o de ocupar también la historia como un lugar interesante desde donde escribir. Todas esas cosas hacían que Mecánica popular también fuera una banda que hasta el día de hoy genera polémica en muchos oídos. A algunos les parece una cosa un poco pretenciosa tal vez y engolosinada, y en otras ocasiones hay quien ve que una banda de rock con un perfil intelectual era muy interesante también para Chile. Eso quedó en una especie de entredicho y limbo en la historia de mi música y de mis canciones. Por ahí me animo a publicar algunos materiales, incluso inéditos, que tengo guardados de la banda desde aquellos años.
– Escuché mucho hablar de un “Nuevo Folclor Chileno”, ¿de dónde proviene esa denominación? ¿En qué consiste?
– Yo no creo mucho en las nominaciones, en los nombres de los movimientos, en la música, si bien es cierto a veces por una cuestión que tiene que ver con fenómenos etarios, o por, qué sé yo, épocas históricas por donde va pasando un país o la misma humanidad, a veces se recortan como hechos que tienen que ver con la particularidad de una época en total. Si tocaban con un tipo de guitarra u otra, si había amplificación o no había, si las temáticas de una música eran de esto o de lo otro según la época histórica que se vive, etc. Pero me parece que es como tratar de definir hasta dónde llega una ola en el mar y dónde comienza otra, dónde termina una y dónde empieza otra. Porque yo diría más bien que lo nuevo se refiere a una generación en años que dialoga con una generación anterior. El hecho es ir dialogando a través de la historia a partir de la canción y es un poco pretencioso tratar de generar cosas nuevas sobre otras que son más viejas a menos que alguien no tenga un postulado muy claro, muy trabajado, muy necesario también. A veces ni siquiera es algo que se busca.
– Entonces, ¿nuevo con respecto a qué?
– Por ejemplo, cuando nació la Nueva Trova Cubana, que estaba bien en llamarse nueva porque era una generación que tocaba la guitarra de otra manera, que quería abordar la canción con tal vez una perspectiva distinta a lo que había sido hasta entonces la canción en Cuba y que, por ejemplo, también tenía la necesidad profunda de hacerlo por los cambios sociales que estaban viviendo a partir de la revolución cubana. En Chile todo eso ha sido un poquito menos claro, las épocas históricas se han trasladado de una forma u otra y tal vez haya una nueva posibilidad de haber seguido a través del folclor incorporando, incluyendo elementos nuevos. Yo diría que una generación nueva de artistas acá en Chile se generó a partir de la experiencia de ver, sentir a Pedro Aznar en sus conciertos hacer rock y hacer al mismo tiempo folclore, es decir, estar tocando algo de los Beatles o de Charly, de sus colaboraciones con Charly en algún momento y de pronto terminar con una baguala, invitándonos a escuchar folclor o generando una canción versionada de Víctor Jara, por ejemplo, Deja la vida volar en una forma nueva de tocar los instrumentos. Eso fue una influencia importante acá para un montón de músicos, no sólo de la música popular, folclore, sino que también del rock, del jazz, de la música clásica, de las músicas contemporáneas, etc. Por ahí pudiéramos hablar tal vez que hay, como te digo, elementos dialogantes que pudieran generar, elementos que pudiéramos percibir como nuevos. Pero yo lo que más trato siempre es de ser, y te lo digo honestamente, una ola más en ese mar que finalmente no sabemos dónde empieza ni dónde termina.
– Entonces, ¿Podemos decir que El Caminante es una posible síntesis de todo ese camino solista iniciado en 2005 con Pánico (2005)?
– Así es. Una síntesis tal vez en la medida que da cuenta de una especie como de cronología o cantología donde se compilan muchas canciones de diversos discos. La gracia que yo creo que tiene ese disco es que las canciones que yo esbozo tienen la oportunidad de tomar más dimensiones. Es la paleta de pintores que enriquecen muchísimo cada una de estas canciones porque finalmente se comparten. Es un disco que recorre amistades, influencias, etc. Entonces las canciones toman la perspectiva de la cultura donde se trabajan y desde donde se entienden también. Si alguna de las mismas canciones del disco que grabamos en España lo hubiésemos grabado en Bolivia, en México o en Argentina, seguramente hubiese tenido otro aire, otros instrumentos, otras formas. Aquí yo completo una especie de apuesta artística que hice hace muchos años atrás y que comúnmente la hago, que es no exigirle a mis propias canciones algo que yo no les sé dar. Es decir, dejarlas abiertas a su posibilidad también en el mundo. Entonces, muchas veces, por lo mismo me conviene y me gusta cantarlas así, a pura guitarra, una voz, una melodía. Luego alguien dice la pulsación de esta canción o el tempo me parece que sería bonito como un huayno o me parece que estaría súper especial si lo transformamos en un tema más contemporáneo, o de rock, o electrónico o mira me parece que esta canción me mueve a que la hagamos con una orquesta de cámara y un coro. Ese tipo de cosas para mí son las que subrayo cuando hablo de dialogante. Finalmente El caminante es como dentro, de ese experimento, una alta cumbre dentro de mi trabajo en la medida que muchos maestros y maestras del mundo van aportando lo suyo con cada una de las canciones, las acogen, las abrigan y luego las dejan volar.
– Chile viene atravesando un proceso de cambios muy significativos, ¿Qué balance hacés sobre esas experiencias?
– Chile actualmente está pasando por uno de los momentos más profundos de cambio que hemos vivido. Acordémonos que hemos estado con posibilidades de cara a una nueva constitución que proponía no solo a la sociedad como sujeto de derechos, sino que también el valor importante de nuestras culturas indígenas como una voz urgente dentro de nuestra sociedad, de la reflexión práctica y filosófica de lo que compone la vida de cada uno cada una. Entonces aunque esa constitución no haya sido aprobada, finalmente sí está consignada en sus páginas una cantidad de ideas y de necesidades que tenemos como pueblo. Constitución rechazada que, por cierto, yo aprobaba en mi voto y llamaba también por supuesto a los vecinos y vecinas a mirar con cuidado este proceso así como muchos otros y otras hicieron. Creo que los artistas en general y la canción está manteniendo algo que es lo único que nos va quedando como pueblo: el valorar nuestros conocimientos y nuestro acervo como cultura. En el relato oral.
Estoy hablando de lo popular, en el conocimiento que cada uno tiene, hasta de una receta de cocina, una anécdota, una historia, un pequeño cuento que está vinculado a la época, qué sé yo, campesina, o la manera como alguien tiene de entenderse dentro de la sociedad y luchar su día a día para que se reconozca su valía también como un obrero, una obrera. Digo eso porque la institucionalidad se nos está volviendo muy débil y difusa. Una vez más, muchos artistas vemos con tristeza y oscuridad el proceso social por el que estamos pasando actualmente y pensamos y sentimos que ni el Estado, ni el gobierno han estado a la altura de las circunstancias de las demandas que tanto luchamos, apoyamos y marchamos, dejando no sólo los pies en la calle sino que también las gargantas en las plazas, en universidades, en barrios. Por tanto, la actitud del artista actualmente ya no debe ser esa cosa pedante de decir traigo una verdad a través de una estética de la revelación del canto.
– ¿Y el rol de los músicos populares?
– Si el arte puede humildemente reflejar algo de aquello, si estamos dispuestos a convivir como comunidad y luego, a través del canto, convocar o reflejar, bueno, entonces vamos a estar tal vez cumpliendo una labor humilde, pero que va a ser parte también, por supuesto, de un hacer en común, que es lo que como pueblo tenemos que entender: que somos todos en común una comunidad que debe avanzar juntas en sus ideas. No tener miedo de jugarse la vida en ello porque finalmente este paso por la vida es breve y si no sabemos jugarnos lo que tenemos por las cosas que creemos y soñamos, incluso por las utopías, entonces vamos a ir perdidos. Pero, nada mejor que si hay desesperanza, irla juntando de a poquito, como quien junta agüita con las manos para tomar. Como quien junta agüita de una hoja de árbol en el desierto, para poder nutrirse de algo. Si el canto está ahí de por medio y tiene que ver con todo aquello, entonces siempre vamos a estar listos y dispuestos.