El 23 de Marzo de este año, el mundo de la música popular argentina celebró el centenario del nacimiento de Oscar «Cacho» Valles. Su nombre real era Oscar Arturo Mazzanti. El inolvidable creador e intérprete era hijo de músicos. Su padre era violinista y su madre, que cantaba folklore, fue quien le enseñó a tocar la guitarra.

Su labor como músico profesional se inició en 1936 en el programa radial La bohardilla (Radio Stentor), compartiendo el elenco con Luis Sandrini, Fidel Pintos, Héctor Gagliardi y Fernando Ochoa, entre otras figuras del medio. En esas épocas, también integró prestigiosas formaciones como Los Manseros de Tulum y Los Pastores de Abra Pampa, además de La Tropilla de Huachi Pampa, el legendario grupo de don Buenaventura Luna.

Oscar Valles en su juventud. Fotos: Fundación Memoria del Chamamé

Entre 1948 y 1953, integró un trío con Pablo Eduardo Correa y con el pianista Luis Alberto Peralta Luna, grupo que también actuaba en los auditorios de las radios de la época. Compartió luego un proyecto con Fernando Portal y, mientras tomaba clases de guitarra con Ovidio Hunt, formó luego otro dúo con Enrique Pelletier.

En 1949, Cacho Valles crea la zamba La compañera, una de sus grandes obras. Le surgió la melodía cuando trabajaba en Mi Rincón, reducto laboral que Cacho compartía con Fernando Portal y  Luis Alberto Peralta Luna. Mientras Cacho la tocaba con la guitarra, Peralta Luna la tocaba en el piano y escribía la melodía en la partitura. “Esa noche me mamé y al día siguiente no recordaba nada del tema. Cuando le pregunté a Peralta Luna, me dijo: sí, aquí la tenés”, contó Cacho años después. La primera grabación de La compañera fue con el trío que Cacho formaba con Correa y Peralta Luna, en formato instrumental. La obra fue registrada en 1952 y Julio Molina Cabral fue el primero en grabarla ya con letra.

En noviembre de 1956, Oscar Valles ingresa a Los Cantores de Quilla Huasi, el conjunto fundado por Lastra, Portal, Vega Pereda y Núñez. Esa fue su etapa más prolífica y la de mayor exposición. Habiendo ingresado en reemplazo de Fernando Portal, sus obras resultaron fundamentales en el repertorio. Zamba de la toldería, compuesta con Buenaventura Luna y con Portal, era usada como saludo por Los Quilla, tal como se estilaba en la época. Y, por supuesto, La compañera también era un tema que distinguía al conjunto al cual se le reconocían dos virtudes: pulcritud y prestancia. Cacho Valles fue integrante de Los Quilla Huasi hasta noviembre de 1986.

Con Cacho Valles en el conjunto, Los Quilla Huasi debutaron en Cosquín en 1964, con escasa repercusión. Ese año debutaron en el festival Los Fronterizos y Puente Pexoa, por Los Trovadores del Norte fue el tema que cosechó los mejores aplausos. En 1965, en la madrugada del martes, Cacho y sus compañeros,  tocaron en el festival hasta las ocho de la mañana, luego fueron cargados y llevados por la multitud hasta La Toma, donde siguieron cantando hasta el mediodía. En ese momento, el conjunto formaba con Valles, Palmer, Lastra y Núñez y fue el año del éxito de Collar de caracolas. Además de la consagración de los Quilla en Cosquín, ese fue el año en que Cafrune presentó a Mercedes Sosa.  Al año siguiente, en el 66, algunos intérpretes se quejaban porque Márbiz tenía preferencias por ellos “a estos muchachos hay que llevarlos en andas”, decía el locutor refiriéndose a Los Quilla Huasi.

Los Quilla Huasi en los 80: Carlos Lastra, Ramón Navarro, Oscar Valles y Roberto Palmer. Fotos: Fundación Memoria del Chamamé

En su largo recorrido, Cacho Valles se fue relacionando y cosechando importantes amistades: Troilo, Yupanqui, Guarany…Tuvo también militancia gremial formando parte del directorio de Sadaic, ocupando un sillón en la institución en una gestión junto a Ariel Ramírez, Eduardo Falú y Atilio Stampone, entre otros.

En su extensa y rica historia creativa, registró unos setecientos setenta temas con ritmos de todas las regiones de Argentina y existen más de dos mil versiones grabadas de sus obras. Según Ramón Navarro, uno de sus compañeros en Los Quilla, “Cacho era un autor de indudable nivel y muy prolífico. Tiene canciones de todos los ritmos del folklore argentino, con una naturalidad y esencialidad que nacía seguramente de su conocimiento y de su percepción.  Cada vez que viajábamos e íbamos a Santiago, se juntaba ahí con los hermanos Díaz, se quedaba horas con ellos y de ahí sacaba temas. Hacía un tema de Santiago y parecía santiagueño, hacía una chaya y parecía riojano, hacía una cueca y parecía un cuyano. Cacho siempre encontraba la oportunidad y la inspiración del lugar, del paisaje y de la gente, era como un don que tenía.”

Oscar «Cacho» Valles murió el lunes 17 de marzo de 2003, bien temprano, a las 8 de la mañana. Sus restos descansan en Villa Mercedes (San Luis), junto a los de Alfonso y Zavala.

 

Cuti Carabajal

“Fue un gran poeta, escritor, compañero y amigo. Lo conocí en Buenos Aires, en Sadaic. Aunque también ha hecho mucha música muy linda, él era más poeta y escritor que músico. Un día le conté que tenía una melodía de una chacarera doble y ahí arrancó la historia de componer canciones con él. Le conté de esa música inspirada en una bailarina, le hablé sobre la comparación de una fruta del monte con una pera común y una noche luego de cenar con la familia escribió la letra de La sachapera, la doble que hoy canta todo el mundo. La segunda chacarera que hicimos juntos fue Para qué me habrás mirado, otra melodía que me surgió por una cuestión romántica. Fue otra pegada de él porque son estribillos que se repiten y a la gente le encanta acompañar, cantar con nosotros.”

Roberto Carabajal

“Cacho Valles fue un grande de verdad, por su trayectoria y también como persona y como músico por lo que dio al folklore argentino. En los años 80, le puso letra a una chacarera que le pasé, no cualquiera como principiante podía tener esa posibilidad. “

Ramón Navarro  (en 1970 reemplazó a Núñez en Los Quilla)

“Ariel Ramírez fue a Mar del Plata a llevarme la invitación a participar de Los Quilla. El primer encuentro lo hicimos en casa de Cacho, donde probamos las voces y, con el silencio y el abrazo, el acuerdo estaba hecho y duró once años. Era muy buena persona, muy solidario. Fundamentalmente, era muy buen guitarrista. Yo siempre estuve muy contento y feliz de estar con ellos. La obra de Cacho tiene una trascendencia importante. Era muy buen compañero y un gran compositor y creo que la suya es una obra que seguirá vigente por muchísimos años más.”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *