Se estrenó la película documental Pulsando la vida, bajo la dirección de la destacada cineasta mendocina Laura Piastrellini. La película busca visibilizar la música folklórica de Cuyo, generando un rescate cultural de la región, desde una mirada de reivindicación de la raíz huarpe (muchas veces ocultada) y también forjando un debate sobre la cuestión de género, ya que el ámbito de la música folklórica le ha dado la espalda a las mujeres por muchos años. El film busca interpelar esos tres ejes.

Según destaca la entrevistada, para llevar adelante la película fue fundamental el apoyo del INCAA en tiempos donde baten tambores de ajuste y cierre, siendo este tipo de producciones de muy difícil realización sin el apoyo público, ya que lo folklórico no tiene un “valor de mercado y mercantilización” como pretenden algunos candidatos desde el poder central.

En el transcurso del documental se pueden oír las voces de artistas notables de la cultura popular como Silvia Barrios, Beatriz Ferreyra, Marcelino Azaguate, Juan Falú, Raly Barrionuevo, Fernando Barrientos (de Orozco-Barrientos), Algarroba.com, El Trébol Mercedino, Dúo Nuevo Cuyo, Julio Paz, Melisa Budini (de Tardeagua), Anabel Molina, Octavio «Pepe» Sánchez, Daniela Calderón, Leopoldo «Polo» Martí, Luciana Jury, Ángel Cataldo, Armando Navarro y Peteco Carabajal.

La autora comenzó a trabajar con un Proyecto Transmedia, que formó parte de su Tesis de Posgrado en la Universidad Nacional de Rosario, y previamente también realizó audiovisuales de similar temática como Sonidos del Desierto, Guaquinchay y Huarpes en su propia voz.

Vinculada al ámbito del folklore, la autora se vio motivada en la producción de Pulsando la vida ante la escasa filmografía que existe sobre la música cuyana, queriendo aportar su visión al debate cultural. El film fue rodado fundamentalmente en San Juan, San Luis y Mendoza, cuenta con imágenes y planos de bellísima calidad, tiene una duración de 80 minutos y se está presentando a lo largo del país.

– ¿Cómo surge el proyecto y desde cuándo comenzaste a trabajarlo? ¿Cómo fue el paso del proyecto transmedia a la película?

Pulsando la vida nace como una idea que se me ocurrió; yo no vengo de familias cuyanas pero en un momento empecé a entrar en el mundo de la música cuyana y de la cultura cuyana. Me parecía que todo lo que sucedía alrededor de ese mundo, como las serenatas, como las formas de danza y de expresión que existían, era algo súper rico y que yo desconocía por completo. Por ahí me había llegado más información que tenía que ver con la chacarera, con la zamba y demás, pero yo viviendo dentro de una región en donde la tonada es como la madre de las músicas, no lo conocía. Eso me llamaba profundamente la atención también porque veía que dentro del ambiente en donde yo me movía tampoco había conocimiento sobre el tema y siempre las búsquedas de mis proyectos han tenido que ver con una cuestión identitaria y entonces este tema me cautivó el tema por completo.

La idea original fue un documental. El proyecto transmedia se desarrolla cuando empiezo a cursar la maestría de Comunicación Digital Interactiva (UNR) y el proyecto final de esa maestría era un transmedia. Me parecía que el proyecto documental dejaba fuera un montón de cosas,  entonces me venía perfecto porque yo aprovechaba cuando iba a hacer rodaje a generar otras piezas audiovisuales o de otro tipo para generar otros formatos dentro del mismo proyecto. De ser un proyecto documental pasó a ser un proyecto transmedia y todos los contenidos hoy se pueden ver por el canal de YouTube de Pulsando la Vida Transmedia.

– ¿Lo tomas como una reivindicación de la música de Cuyo?

– No sé si es una reivindicación. La intención siempre fue la visibilización y la puesta en valor de la música cuyana. Ojalá se tome como una reivindicación. Hasta ahora las presentaciones que hemos tenido han sido súper satisfactorias, con comentarios muy positivos al respecto, con miradas de distintas personas que son del mundo musical, de otras regiones, que me han llegado a decir que la película saca un velo dentro de la música cuyana, saca el velo que tiene de misterio la música cuyana y se interioriza y se profundiza dentro de cuestiones culturales que tienen que ver con nuestra cultura fundamentalmente. Entonces no sé si la intención es esta que planteaste, una reivindicación. Yo creo que puede serlo, pero la intención siempre fue otra, simplemente la puesta en valor y la visibilización sobre todo.

– En un momento, Navarro y Azaguate tratan la cuestión del ocultamiento de la mujer en la música de Cuyo. Para ello entrevistaste a varias mujeres, ¿sentís que está cambiando la participación de la mujer en la música de Mendoza?

– Bueno, la película tiene una mirada de género, en principio porque yo cuestiono todo el tiempo también el papel de la mujer en los distintos espacios, e incluso rodando esta película en muchos momentos me encontré con situaciones también de esta suerte de violencia de género que existe, no con el equipo por supuesto, porque uno sabe con qué equipo trabaja, pero bueno, en cosas que uno tiene que gestionar para otros espacios y demás, te encontrás con esta violencia que está instalada, no solamente en la música cuyana.

En la película está el testimonio de varias mujeres que hablan de esto, en el caso de Daniela Calderón, guitarrista, el lugar y el papel de la mujer como guitarrista en la música cuyana;  Anabel Molina, compositora, que habla del temor que tenía ella de mostrar sus canciones por miedo de que estuviera mal, bajo la mirada de quién, ¿no? Es el planteo. O la misma Melisa Budini, que es entrerriana y compone tonadas también, y ella también plantea que en algún punto se ha sentido excluida de este mundo que tiene ciertos códigos y que si no sos parte de esos códigos también quedas por fuera.

A mí me parecía que era importante marcar esto, pero también entender que el machismo no es propio solo de la música y de la cultura cuyana, que el machismo está instalado fuertemente en la sociedad y que por suerte está teniendo un cambio. Ya la película está dirigida por una mujer, es un punto de vista distinto. Y aporta testimonios de mujeres, eso es también un cambio. Las mujeres ya no se quedan en las casas esperando que los hombres salgan de serenata una semana. Lo normal era que la mujer se quedara cuidando de los chicos, eso ya no sucede, la mujer ahora canta sus canciones, ya se anima a expresarse. Entonces me parece que eso está cambiando, por lo menos para nosotras, para bien.

– De la película participa Marcelino Azaguate, referente de la Comunidad Huarpe. ¿Intentas mostrar la raíz originaria de Mendoza muchas veces olvidada?

– Yo tengo proyectos también que tienen que ver con los pueblos huarpes. Trabajamos junto con Marcelino Azaguate con un proyecto que se llamó Huarpes en su propia voz. Él tiene su ascendencia originaria. Y se habla en la película sobre esta negación de la impronta que ha tenido las músicas originarias dentro de las músicas populares, en todas las músicas populares del país. Mendoza y Cuyo no es la excepción frente a esto, en donde existieron y existen comunidades originarias del pueblo huarpe. Y para mí había que generar una fusión entre esta cuestión de origen y cómo impactó también en las músicas de la región.

Un poco eso se intenta mostrar a través de testimonios de personas como José «Pepe» Sánchez, que es investigador, músico y docente. Él plantea cómo ha sido negada esa raíz originaria en las músicas populares.

– En un momento del documental se critica la falta de difusión de la música cuyana por ejemplo con los Festivales que tienen nombres de música regional y no la exponen, como el de la Tonada. ¿Crees que el documental puede servir para aportar a la reflexión del lugar que ocupa la música regional?

– Yo creo que hay muchas cosas por cambiar dentro de quienes gestan este tipo de eventos. Digo, si no hay un interés real, como sucede en el caso del Festival Nacional de la Tonada, en donde se percibe el desinterés por la organización de ese tipo de eventos, eso no se va a transformar, ni con un documental, ni con nada. Y también creo que son los músicos los que tienen que empezar a plantarse y empezar a organizarse y empezar a decir, bueno, nosotros se llama Festival Nacional de la Tonada, nosotros queremos que sea de esta manera, proponer al Estado, porque claramente el Estado, desde hace un tiempo a esta parte, no está interesado en que hagan tonadas dentro del Festival de la Tonada, por ejemplo. Entonces, bueno, la propuesta debería ser a la inversa, que los músicos y hacedores culturales generen una propuesta concreta al festival y tratar de transformar esta realidad que sucede y que existe. No sé si el documental va a transformar. Ojalá que sí. Ojalá que les llegue el mensaje y que se entienda que, si no, le pueden cambiar el nombre y que alguien más agarre el nombre y le ponga Festival de la Tonada a un festival en donde existan las tonadas, por ejemplo, o Festival de la Cueca y el Damasco a un festival donde hayan cuecas. Entonces, creo que sí, que puede llegar y que si tienen un poco de interés por este tipo de críticas y por transformar lo que no está bueno, bueno, puede servir. No lo sé. La verdad, no lo sé.

– Sin el apoyo del INCAA, ¿hubiera sido posible la realización?

– Es claro que tenemos una ley de cine que es ejemplar a nivel latinoamericano y a nivel mundial. Lo dije en la presentación que tuvimos en San Luis y lo sigo sosteniendo. Sin el Instituto Nacional de Cine, este tipo de historias no son posibles de ser contadas, porque hay una ley de fomento que justamente se interesa por historias que tienen que ver con cosas que no son las vendibles. En este caso, este documental, pero hay un montón de documentales que se hacen en el año a lo largo y ancho del país, que son historias de territorio. Y el Instituto Nacional de Cine es el financista principal. Yo creo que no hubiera sido posible realizar una película, por lo menos con esta calidad. Por ahí uno lo puede hacer porque le pone onda y sale a la vida a filmar cosas que le gustan filmar, pero siempre a costa de recortes técnicos, obviamente. Entonces yo no hubiera podido tener un director de fotografía como el que tuve, o tres cámaras en ciertos momentos, o un sonido decente. Se podría haber hecho con una calidad y un registro de muchísimo menos calidad que lo que existe, lo que está hecho. Y también eso no está bueno, porque está bueno estar a la altura de la industria para poder mostrar nuestros productos hacia afuera. Así que no, este documental no creo que con estas características pudiera haber sido posible sin el apoyo del instituto. Creo que es absolutamente necesario, con todas las salvedades y las necesidades de cambio que pueda llegar a tener el instituto hacia adentro, apoyo. Y creo que es fundamental tener esta ley y este instituto que genera y aporta al desarrollo de la cultura cinematográfica.

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