Podríamos manifestar que Pilcomayo es un río del norte de Argentina, aunque a decir verdad, quien sabe si el Pilcomayo es un río, un Dios de los pájaros, o el alma de todo lo que se ha llorado y sudado durante siglos en este lado del continente.

Hijo de los andes bolivianos, aprendió a hablar guaraní en el Paraguay para desatar los trinos ancestrales de los chacos argentinos. Hermano del desierto, en sus aguas persisten los rostros de nuestros chorotes, wichis, pilagás, montaraces y la luna de Abya Yala, la luna antes de que en estas tierras se conociera la palabra luna, aquí el chorote la llamaba «we’la».

El nombre Pilcomayo es eco del quechua: «pishku»: pájaro; «mayu»: río, por lo que Pilcomayo significa «río de los pájaros».

El Pilcomayo provee a las comunidades del pan del agua, de los peces que el pueblo recoge con sus redes, que de alguna manera son sus banderas cotidianas.

El Pilcomayo transporta muchos sedimentos esto provoca a menudo el topamiento del cauce, por lo que algunos lo llaman «río suicida», esto afecta la calidad del agua, impide que los peces puedan seguir su curso, provoca inundaciones y sequías,  modifica el paisaje físico, cultural y espiritual, ya que transforma la vida de los pueblos ribereños.

Hay quienes consideran que entre esos sedimentos que arrastra el Pilcomayo se encuentran los idiomas remotos que fueron callados, los hijos y las hijas del sol que fueron sacrificados, la otra historia que luego de tantos siglos de silencio se vuelve barro.

El Pilcomayo enloquece a los cartógrafos, cambia de curso, se agiganta y empequeñece, se hace hilo y luego se hace toro de agua, embravecido, como si todos sus ahogados y todos sus fantasmas de sequía lo empujaran, él no quiere ser un río domesticado, un río que cualquiera dibuje de memoria y prolijamente en un mapa oficial, el Pilcomayo quiere parecerse al destino de su gente, a sus milagros orilleros, a sus rituales de resistencia.

Muchas veces han querido convertirlo en frontera entre Paraguay y Argentina, pero él que es hijo de la leyenda de los hermanos indios Bermejo y Pilcomayo, sabe bien que las fronteras entre hermanos sólo son telarañas de los que miran la historia con microscopio.

Recorrer el Pilcomayo nos hace comprender que su alma es la cerámica y el cuerpo de una Sudamérica sin fronteras.

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Intérprete: Silvia Barrios, cantora, recopiladora y antropóloga salteña, difusora de la música tradicional y patrimonio de los pueblos originarios del norte argentino
Producción artística: Christian Brennan
Guión e investigación: Pedro Patzer
Contenidos de redes y web: Marisa Ruival
Producción: Fernando Clavero
Dirección de Nacional Doc: Fernando Piana
Dirección de Radio Nacional: Alejandro Pont Lezica

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