La cantante, bailarina, compositora y docente habló de su proyecto De Palomas y Lorenzas, un conjunto de canciones que abordan danzas folclóricas clásicas con letras más representativas para las mujeres.


“Hermanos son los varones porque demuestran los corazones. Hermanas son las mujeres porque aparentan lo que ellas quieren”, reza la danza A los amores. Cuando la cantante, compositora, docente y gestora cultural rosarina Clara Bertolini la escucho, sintió una revelación. Dentro de su personalidad ella reconoce el hecho inconsciente de ver algo que está mal y buscar la forma, desde su lugar, de hacer algo para cambiarlo. Y estaba ahí viendo como esas mujeres bailaban con alegría y fortaleza letras que no las representaban. “Pensé que necesitamos, que nos merecemos otra cosa”, dijo. Ese es el puntapié inicial de uno de sus más recientes proyectos titulado De Palomas y Lorenzas un disco en volúmenes que salió, en sus dos primeras partes el año pasado, y que se completará con un tercero este año después de recibir el apoyo del Fondo Nacional de las Artes.

“Nos sigue pasando que nos dicen con sorpresa: son mujeres y tocan bien. Creo que lo que cambió es que nosotras despertamos”. Fotos: F. Fernández Peralta

El proyecto reúne reversiones de la música popular argentina, con nuevas letras. “Fue repasar esos temas que escuché toda la vida, pero repensando lo que decían. Después buscando qué había de nuevo entendí que era tan nuevo como viejo, porque hay nuevas tímbricas pero el contenido de lo que se dice es el mismo”, contó. “Primero agarré la misma música y modifiqué las letras y después también me animé a abordar la misma danza, pero con música nueva también”, apuntó. El material que toma como nombre dos de ellas: La Palomita y La Lorencita, está disponible para escuchar en todas las plataformas digitales, y tiene que ver con un trabajo que esta artista lleva adelante desde hace ya muchos años.

La relación entre Clara Bertolini con el arte surge desde que es muy chica. En su casa la música en vivo sonaba todos los días. Alguno de sus hermanos llegaba con sus bandas, su mamá cantaba o su abuelo tocaba el acordeón. Las sobremesas siempre se volvían zapadas. Pero no fue hasta 2009 que ella decidió que su vínculo con la música saliera de la casa y se trasladara a un escenario.

Y en ese sentido el lugar, físico y simbólico, que ocupan las mujeres y disidencias en la música y las infancias son espacios que siempre la ocuparon como docente, como compositora y como bailarina. “Me recibí de profesora de danza folclórica en el Instituto Isabel Taboga en 2014. Ese mismo año gané Cosquín como dúo vocal. Estaba trabajando en paralelo en los escenarios y como profesora. Entonces abordando el género folclórico desde la música y desde la danza, en una instancia de taller, y sumado a mi personalidad, al hecho de que me movilizan ciertas cuestiones, me puse a escuchar con otro oído las letras de las danzas que estábamos bailando. Y lo que suele pasar es que somos las mujeres las que colmamos los espacios de talleres y de peñas y pensé que no tenemos por qué seguir escuchando esas cosas, necesitamos bailar otras cosas, escuchar y poder identificarnos con lo que bailamos. Habitar ese folklore desde lo que verdaderamente nos pasa como mujeres, tanto en la música y en la danza”, contó.

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Camino y tradición

Bertolini ya le venía poniendo el cuerpo a la inclusión y representatividad de las mujeres en la música popular. Después de subirse por primera vez a un escenario, la artista inició una carrera solista y un dúo con Julieta Demagistris que se conoció como Remolinos. Fue junto a ella que durante seis años llevó adelante el ciclo de voces femeninas Alumbrando el Canto. “En 2012 empezamos a gestar ese ciclo abriéndonos lugar a nosotras mismas y a otras”, dijo sobre el ciclo por el que pasaron más de 150 mujeres músicas. “En simultaneo a mi carrera siempre estuvo la inquietud de habilitarnos a nosotros, las mujeres, un espacio en otras formas de la música. El ciclo fue pionero en esa época, de hecho, muchos grupos se formaron ahí. Lo hacíamos todos los jueves en El Aserradero y se llenaba, quedaba gente afuera. Reuníamos a solistas, dúos y grupos de la música popular que no se conocían, algunos que hacía mucho que tocaba y otros que recién se iniciaban. Para muchas ese fue uno de sus primeros escenarios”, relató la cantante.

Si bien con el paso de los años, los debates y las leyes de cupo las cosas aparentan haber cambiado un poco “las mujeres siguen expuestas a situaciones como que las miren mal o que no consideren que saben lo que van a hacer”, apuntó y agregó: “Nos sigue pasando que nos dicen con sorpresa: son mujeres y tocan bien. Literalmente. Creo que lo que cambió es que nosotras despertamos. En las grillas la ley de cupo se cumple muy poco. Me canso de ver grillas en las que no se cumple, de decirlo de buena manera a gente conocida. Uno puede hacer una denuncia a través del Inamu. Es una responsabilidad de todos, tanto los festivales grandes y como las peñas de barrio tenemos que tener compromiso con esto. También tiene que ver con nuestras infancias, son espacios a los que van familias y si esas niñas ven que solamente hay hombres sobre el escenario no podemos pretender que se interesen en ir a aprender a tocar un instrumento. La pluralidad en los escenarios, las voces, lo que se dice es muy importante”.

 

 

Las primeras canciones

“Siempre tuve mucha afinidad con las infancias”, dice Bertolini. Su título de profesora de danza la habilitó para ingresar al sistema escolar formal y también dio muchos talleres a niños y niñas de manera particular. “También soy madre, tengo tres hijos y, de alguna manera, tengo muy presente a la niña que fui. Las infancias me resultan algo muy prioritario para nuestra sociedad y también algo dejado de lado. Eso también me provocó la necesidad inevitable de llevar a cabo un trabajo que sea exclusivo para las infancias. Así nació ¿Cómo Suena? Musiquitas con orejas, que es una combinación de mi querer hacer algo para las infancias, darle protagonismo, y a su vez hablar de un tema que me moviliza mucho que es la contaminación acústica”, contó. Y explicó: “Se trata de repensar los volúmenes a los que exponemos a las niñas y los niños en nuestra sociedad, y también a qué contenidos. Se cree que hoy en día las niñas y los niños no necesitan escuchar otro tipo de música porque se visten como adultos, escuchan la misma música de los adultos, practican muchas cosas a la par y entonces parece que no hace falta que alguien haga música para las infancias, pero es todo lo contrario. Creo que lo interesante es al revés, no que ellos tengan que ponerse en el lugar de adulto, sino que los adultos podamos ponernos en ese lugar, estar a la altura de ellos y animarnos a jugar y a pensar en sus intereses. ¿Cómo Suena? Musiquitas con orejas es un proyecto de música folclórica, que es el género que habito, pero cuenta la historia de dos personajes que van en busca de una nota perdida en la ciudad”, dijo sobre el material que contiene ritmos como chamarritas o el chamamé. Y que “no es sólo un proyecto solo musical, sino también teatral”, aclaró. “Estudié unos años en la Escuela Provincial de Teatro, hice obras para las infancias en 2008 y en 2010. Esa experiencia que me permitió escribir este guion, llevarlo al cuerpo porque hago uno de los personajes junto a mi compañera Corel Martínez que es música y actriz de Rosario. Es una obra teatral con música en vivo y también un audiolibro que hicimos con la editorial Ciudad Gótica de Rosario. Es un cuento con las canciones que uno puede leer, pero también los mismos personajes los grabaron con un montón de paisajes sonoros”, contó.

 

 

.El Pre-Cosquín llegó a Rosario

La ligazón de Bertolini con el Festival Nacional de Folklore de Cosquín se inició en 2014 cuando junto a Emanuel Kluczkiewicz, con quien integraba Achalay Dúo, obtuvieron el premio a mejor dúo vocal en Pre Cosquín de ese año.  A partir de allí contó con presentaciones y fue convocada como jurado del Certamen para Nuevos Valores Pre Cosquín en distintas localidades. El año pasado Rosario se sumó a las más de 80 sedes del evento y Bertolini fue jurado junto a Homero Chiavarino y Joel Tortul.

“Estar en mi ciudad verdaderamente fue una experiencia única, no sólo enriquecedora y de mucho aprendizaje, sino también muy gratificante”, dijo. Y agregó: “Fue la primera experiencia y muchos artistas de acá se habían anotado en otras sedes, pero fue la primera de muchas. Es un espacio muy importante y es importante que los propios artistas de la música y la danza popular y folclórica de la ciudad se apropien. Que sea una propuesta de la Secretaría de Cultura local pero que no quede ahí, porque en realidad es un espacio para que habiten los propios artistas”, comentó.

“Siempre que me llaman trato de estar, es importante ocupar los espacios y defenderlos”, concluyó la artista cuyo repertorio incluye el tema Copla Citadina que fue seleccionada para formar parte del Nuevo Cancionero Federal Argentino que es un concurso que hizo en Tecnópolis en el que fueron seleccionadas 24 canciones de todo el país para hacer un disco documental.

 

 

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