Este sábado 04 de Agosto, a las 21:30 hs. en el C. C. Atlas, se presenta “Dios del monte”, el primer disco del proyecto Ayem Nohuet, una propuesta étnico socio-cultural que revaloriza las raíces del pueblo Qom. En exclusiva para De Coplas Web, Eric Morales, compositor e iniciador de este proyecto, nos cuenta sobre las vivencias y el camino recorrido que se sintetizan en esta primera edición en formato disco.

Por Mariela Balbazoni


Ayem Nohet (“Soy el dios del monte” en Qom) es un proyecto lingüístico-cultural que surge en 2012 en el seno de la comunidad Qom de Rosario (Santa Fe). Este proyecto propone, a través de la música, visibilizar las memorias y las raíces de la comunidad proveniente del monte chaqueño y las problemáticas cotidianas de los barrios populares urbanos. Las composiciones de Eric Morales cruzan la lengua Qom y el castellano, contribuyendo al conocimiento de la cosmovisión de la comunidad, que nos acerca leyendas, cantos, experiencias ancestrales vividas en el monte chaqueño, donde nació.

 

M: Eric, vos naciste en Chaco, no? Contame un poco de tu infancia y tus comienzos con la música.

E: Sí, en el pueblo de Pampa del Indio de Chaco, lo que se le dice “La Nación del monte”. Es un nombre mítico, invisible, que los originarios le han dado a ese norte, como lo es Chaco, Formoza, Santiago del Estero… Ahí mismo están los Qom, Mocovíes, Wichís. “Pampa del Indio” es un pueblo que está hace un siglo, nuevito, y yo nací en el seno de la comunidad. Mi mamá es Toba, así que nosotros hemos vivido la cultura, esta cuestión de ser una comunidad asomada al pueblo, a historias…

M: ¿Y cómo era la vida en la comunidad?

E: Nosotros estábamos a uno o dos kms del pueblo… Era el campo común, estábamos en una casa de barro y al tiempo en una casa de ladrillo. Estábamos con la cosecha, yo iba a la escuela rural y mi vieja estudiaba. Es un lugar intermedio, en ese momento estaba saliendo de lo que fue la conquista del chaco, así que había un cambio cultural, vivimos la transformación de la comunidad que se acerca a un pueblo, o que escucha una radio.

M: A los 9 años te viniste a Rosario, ¿no?

E: Sí, nos fuimos en los 90 por cuestiones económicas que estaba pasando Chaco: el algodón ya se estaba terminando y estaba la cosecha a máquinas, ya no se necesitaba la mano de obra. Nos venimos a Rosario porque ya había una comunidad Qom desde los 70 y se decía que acá podíamos tener trabajo, era un horizonte de posibilidades. Ofelia, mi mamá, estaba estudiando allá y acá se recibe de docente y nosotros nos venimos y nos instalamos en una villa que estaba por Paso y la Travecía, donde está una de las primeras comunidades. Esa fue la segunda vivencia fuerte que hemos tenido: la ciudad, el televisor, la mucha gente… Todo nuevo…

Mi mamá trabajaba de mucama y con otros compañeros estaba con la lucha de poder iniciar la escuela bilingüe. Mi padrastro era Albañil, trabajaba en obras… Así fuimos rebuscándonos.

M: ¿Y la música cuando apareció?

E: Bueno, en esa época estaba todo lindo, la tele, la ciudad (risas), pero por ahí nos quedábamos sin guita y yo salía a cuidar autos y abrir puertas de los taxis por los galpones del CEC. Así conocí a muchos músicos que me invitaban a comer a algún bar y en ahí escuchaba mucha música. Más allá de la cumbia, que era lo que se escuchaba en el barrio, empezamos a escuchar rock, nacional e internacional.

Por otro lado, desde el 2000 tenemos en el barrio un centro cultural que armamos los jóvenes para hacer un espacio de apoyo escolar y de contención, donde teníamos copa de leche, un horno, ahí apareció la guitarra. En ese momento conocí un amigo que llega a la comunidad con un contrato para la difusión de HIV y con él empezamos con el tema de música, en ese espacio empezamos a escuchar la música de León, por ejemplo, una música más folklórica y social.

Ahí empecé a tocar canciones de León, Peteco, y por el 2003, más o menos, empezamos a escuchar a Rubén Patagonia, Víctor Heredia, el proyecto de Taki Ongoy, y también una de mis bandas preferidas, “Sepultura”, que hicieron un disco que se llama Roots, una fusión de Música Étnica con el Rock. A partir de entonces es que me asomo y me vuelvo a la historia que hemos tenido desde Chaco, a la música, a los cuentos, a las leyendas, a la gente que conocí y viví. Y así, tocando la guitarra salió una frase, y a partir de esa frase hemos escrito; empecé a componer, mezclado siempre en castellano y en Com. En ese momento me daba cosa de mostrarla por el “qué van a decir”, porque era algo medio raro. Pero escuchando a Rubén Patagonia y otros músicos, como Sixto Palavecino, me animé y se dio esta cuestión de componer. Yo nunca estudié música, quise, pero no se dio la posibilidad, entonces todo se venía a mi cabeza muy naturalmente.

En 2004 yo me vuelvo a cruzar con ese amigo que me enseñó a tocar la guitarra y empezamos con un grupo a hacer música, a hacer estas canciones. Ahí tuvimos la experiencia del ensayo, de tocar en bandas, no fue fácil porque era otro tiempo, otra estructura. Así que empecé con banda en el 2004, pero en 2008 se disolvió.

En realidad yo ya venía con estas canciones y sabía que el proyecto se iba a llamar Ayem Nohuet, pero estaba esperando que aparecieran los músicos y las personas que uno pudiera tener la química para hacerlo, porque hay un montón de músicos, incluso uno puede pagar a los músicos, pero hay pocas personas que se involucran en un proyecto étnico sociocultural. En ese momento aparece Martín Rivero y con él empezamos a soñar el trabajo.

Ayem Nohuet significa “Yo soy del monte”: Ayem significa “Yo soy” y Nohuet es un dios, un ser espiritual que ha tenido la comunidad Qom hace mucho tiempo; lo sigue teniendo pero está escondido por el tema de la conquista, de la persecución, de un montón de cosas que tienen que ver con la historia. Nosotros elegimos ese nombre a este proyecto pedagógico, en un sentido, como un homenaje, porque pensamos que es una frase que la podemos hacer en las escuelas en el sur con los mapuches o en ecuador, en cualquier lugar del mundo. Nosotros creemos que este proyecto es una forma que tienen los pueblos originarios de resistencia, una forma de no perder la lengua y todo ese universo, mezclándolo con la música.

 

M: ¿y cómo lo recibe la gente, se interesan, investigan, te preguntan?

E: en la comunidad hay algunos que se ríen porque la mayor parte que decían estas frases eran los ancianos, pero también se asombran, porque nadie las hace, salvo ciertas bandas, Tonolec, por ejemplo. La mayoría lo toman bien, algunos critican, dicen “estos están locos”, y para otros es una pata más de los proyectos que están armando: en Chaco, por ejemplo, hoy se están devolviendo los restos de los caciques que estaban en el museo, lo está haciendo la Fundación Napalpí, Napalpí es una masacre que sucedió en 1924 en el Chaco. Entonces, hay compañeros que están con el proyecto de hacer una nueva historia y hacer una canción que refleje, es apoyarnos. Para muchos el proyecto es un ejemplo para apoyar la lucha, decir cosas.

M: ¿sentís que tuvieron apoyo institucional para este proyecto?

E: por un lado no sentimos que haya un apoyo político, porque las canciones son bastante… (silencio). El derecho está, somos todos iguales, pero yo siempre digo que al derecho se lo gana, se lo busca, se lo lucha, entonces hay espacios que apoyan, que le prestan el oído a estos proyectos que no sólo tienen que ver con hacer música, sino con una historia antropológica, y después hay otros espacios en donde es medio difícil… Es decir, no te tiran con un tomate, pero… (risas). Nos ha pasado de estar en una peña y por esas cuestiones que te ponen al medio o después de una banda bailable, y se te quedan mirando, viste (risas). Pero por otro lado la resistencia viene por ahí, es esta historia que nadie te regala nada, nadie te dice “ché, mirá, acá tenes esta radio…”. No, hay que salir con mucho respeto a explicar, para que la gente no se asuste. Uno tiene que ir a hacerse conocer y hay gente que dice “salí, quiénes son estos” y otros que dicen “ah, sí, tiene que ver con el folklore”. Creo que es otra rosca, otra vuelta de lo que es la música, tiene que ver con la historia o con la memoria y con los ritmos de cada lugar.

 

Los relatos de dioses lejanos o perseguidos e historias olvidadas, como la masacre de Napalpí en 1924, en sus ritmos se mixtura la música tradicional de los pueblos originarios, con aires folblóricos y tintes del rock. Los objetivos del proyecto se centran en acercar su proyecto pedagógico a las escuelas bilingües, bibliotecas populares y espacios de formación, con una profunda búsqueda artística y compromiso con las causas sociales.

 

M: ¿Cómo es la cosmovisión Qom que se plasma en tus canciones?

E: Es otra forma de vivir, otra forma de ver la historia, otro mundo, otro estar (silencio). Por ahí las canciones hablan de un Dios: en la comunidad el 75{5cba4945e150df4dc12c32b6d791dc28344c87a3f4a5c8a6e4783e988fb07f6d} es evangélica y el resto, o parte de ese 75{5cba4945e150df4dc12c32b6d791dc28344c87a3f4a5c8a6e4783e988fb07f6d}, saben que hay otro Dios, otra fe, otra creencia, otros paraísos. Que este Dios, que podemos llamarlo Jesús, para la comunidad tiene otro nombre, es el mismo pero es otro. Y así pasa con un pájaro, con un ave, la lechuza, el agua, el viento, el cerrar los ojos y que no sólo la historia tenga que ver con tener televisor, auto, sino va más allá. Lamentablemente esto nosotros lo podemos hacer en forma de música, pero no podemos vivenciarlo, hoy sí o sí tenemos que tener el celular, una casa, un auto. Los medios de occidente lamentablemente están a primer lugar, sino se viviría de otra manera: en vez de ir al médico en un hospital, iríamos al señor que cura con las hierbas de la naturaleza. Las canciones hablan de esas cosas.

M: Contame un poco de la presentación del 4 de Agosto en el C.C. Atlas

E: Invitamos al show están los chicos de ABC Trío, invitados en el discos está Luciano Jazmín en una Chacarera, en un huayno está el Chiry Tevez, en un Chamamé va a estar Claudio Vergéz. Ellos están en las canciones del disco. En los arreglos, dirección, producción estuvo franco Colautti, que nos ayudó un montón en el armado, él también va a estar tocando. Nosotros somos 5: Martín Rivero (primera guitarra y coros), Gonzalo Bulacio (bajo), Matías Rodríguez (percu), Federico “Tuco” Mijoevich (batería) y Tania Castillo (acordeón).

M: ¿y luego de la presentación?

E: La idea es hacer un disco más porque hay muchas más canciones (risas). También pensamos hacer un libro, un proyecto que tiene que ver con música originaria para chicos. En la época de los Kirchner hemos visto en canal encuentro música de los mapuches para chicos, por ejemplo, y vos decís qué lindo que se pase eso en las escuelas, que no sea Billeken o esas historias que vienen de afuera… La propuesta es sumarnos a eso.

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