Adrián Goizueta es una de las figuras claves en la renovación de la música latinoamericana. Nacido en Argentina, pero radicado en Costa Rica desde hace más de 40 años, se ha convertido en una pieza clave para desenmarañar la historia del Nuevo Cancionero Latinoamericano, sobre todo, a raíz de su música, ya que El Experimental, creación suya, ha sido un laboratorio extraordinario donde el jazz, el rock, el folklore y diversos géneros se fusionan de manera magistral, dando como resultado un arco iris sonoro propio del crisol de influencias culturales que conforman la patria grande. Goizueta regresa a la Argentina para brindar un concierto y presentar a la nueva formación de El Experimental. La cita es hoy, viernes 23 de septiembre, en Café Berlín, de la ciudad de Buenos Aires.

En una entrevista exclusiva para De Coplas y Viajeros, Goizueta, nos platica sobre su regreso al país, su historia y presente musical, la participación tan significativa que tuvo en los conciertos por la paz denominados Abril en Managua y su nostalgiosa relación con la música rioplatense.

Goizueta se presenta hoy en Café Berlín, de la ciudad de Buenos Aires.

– ¿Cómo fue que desembarcaste en Costa Rica?

– Es una historia muy larga. Eran tiempos de la dictadura y tuvimos que salir raudos y apurados. En ese momento busqué algunas de las alternativas posibles: España, Ecuador, en fin. No sé, había varias alternativas, pero hicimos contacto con alguna gente de la embajada de Costa Rica y en ese momento ellos me dieron algunos contactos interesantes. La parte anecdótica es cómo llegué a elegir Costa Rica y en realidad fue por una especie de cuestión azarosa. Esa era una época en la que realmente había que irse, entonces estábamos con un mapamundi tirándolo para acá y para allá, mi compañera y yo, y dijimos: «bueno, ¿a dónde?», «y…a dónde caiga el dedo». Primero cayó en la India, y dijimos no, demasiado lejos, luego, la segunda cayó en Centroamérica: Costa Rica. Empezamos a leer acerca de Costa Rica. Era un país que no tenía ejército. Todavía no lo tiene. Había un ejército de educadores y un movimiento cultural muy interesante, entonces no dudamos en venir para acá. Vine primero yo solo. Luego de las cartas que escribimos me contrataron inmediatamente de profesor en el Conservatorio Castella y luego trabajé en la Universidad de Costa Rica. Por muchísimos años he sido catedrático de la Universidad Nacional. Siempre he tenido mi actividad de músico y cantor junto con la académica. Siempre he sido docente en el campo de la música. Es algo que para mí no es simplemente una forma de vivir sino que es gran parte de mi motivación. Me completa el ser profesor de música.

– ¿En qué año te fuiste?

– En el año 77.

– ¿Ya te dedicabas a la docencia?

– Sí, ya daba clases. Por supuesto era muy joven. Hacía poco había terminado mis últimos estudios que fueron de composición y armonía con el maestro Sebastián Piana. Fue una etapa muy importante de mi formación. Pasé por distintos tipos de música. Empecé haciendo rock en Argentina, con el grupo Aspirina, que ganamos el primer festival de la música beat hace muchísimos años, luego también había trabajado con la música folklórica, porque siempre fue importante para mí. Luego se me empezó a abrir un poco la noción del tango, al tener al maestro Sebastián Piana y a pesar de que su curso era muy clásico. Era un curso de armonía clásica que fue muy interesante. Debo ser eternamente agradecido con él en todo sentido de la palabra. Como ser humano y como maestro, Sebastián es un prócer de la cultura argentina, sin ningún lugar a dudas.

Acá tuve mucha suerte, creo yo, porque se me abrieron muchas puertas, porque vi que en Costa Rica había muchas cosas por hacer y mucha gente ávida de que se hicieran, entonces empecé a conformar grupos entre los estudiantes y de esa experimentación y de la conjunción de los mundos fue que salió El Experimental, con el que hoy voy a ir a visitar Uruguay y Argentina.

– Te fuiste de Argentina escapando de la dictadura, sin embargo, aunque Costa Rica era un Estado “neutral”, estaba rodeada de dictaduras feroces ¿cómo fue vivir en esa tierra, en aquel momento?

– Sí, por supuesto. En ese momento, lo que estaba, sobre todo, que duró muchísimos años, fue la situación de Nicaragua. Estaba la guerra contra Somoza, y que posteriormente cristalizó en la Revolución Sandinista, pero –que fue en el 79, y posteriormente estaba El Salvador como otro foco muy fuerte de guerra, de enfrentamientos-, lo cierto es que sería injusto decir que Costa Rica tuvo un papel “neutral”. El que tuvo un papel neutral fue el presidente Luis Alberto Monge que decidió una ley ridícula con la que nunca estuvimos de acuerdo, y que fue como que Costa Rica iba a ser una Suiza centroamericana, y que va a ser un país neutral donde no se iba a meter nadie, pero realmente la solidaridad que desplegó desde Costa Rica hacia Nicaragua, hacia El Salvador, hacia Guatemala ha sido infinita y lo sigue siendo. Por eso siempre me gusta defender, porque aparte soy de este lado. He vivido más años aquí que en mi país natal. Realmente me parece un poco ingrato esto. Sí, Costa Rica fue un país bastante estable, realmente sí lo ha sido, pero también acá se movían con gran soltura los paramilitares argentinos, dicho sea de paso, sin nosotros saberlo nos seguían persiguiendo porque nosotros ya estábamos trabajando, involucrados con lo que pasaba en Nicaragua, con lo que pasaba en El Salvador. Ahí vino, precisamente, lo de Abril en Managua. Todo ese concierto por la paz, que fue lo que más se conoció, pero eso fue una semana entera de conciertos y encuentros maravillosos de gente de toda Latinoamérica. Fue un poco el Woodstock de la Nueva Canción: Chico Buarque, Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, los hermanos Luis y Carlos Mejía Godoy, Raimundo Fagner, Amparito Ochoa y Gabino Palomares, entre tantos otros. Producto de ese Abril en Managua pasaron muchas cosas porque nos abrió la puerta para muchos países.

– Así como Costa Rica fue muy solidaria con sus vecinos, fue epicentro de la Nueva Canción centroamericana ¿cómo fue tu relación con dicho movimiento y con la música de Costa Rica?

– Yo soy fundador del Movimiento de la Nueva Canción porque vine justo. Ellos ya habían comenzado, por supuesto, pero no se llamaba Movimiento de la Nueva Canción aún. Había un centro que era la Casona de Higuerón, que yo no la conocí. Después vino la época del CECUPO, Centro de Cultura Popular, que fue más o menos la época que yo llegué. Era una casa que tenía un pequeño auditorio y luego tenía unas aulas donde dábamos clases y teníamos encuentros. Ahí estaba Luis Enrique Mejía Godoy, exiliado. Después estaba Dionisio Cabal que tenía el Grupo Cantares, estaba el Grupo Tayacán donde tocaba Luis Enrique, que era un grupo maravilloso que retomaba todo lo de la música afrolatina, o afrocostarricense. Había grupos más andinos como un grupo que se llamaba Erome, con Manuel Monestel, en fin, había mucho movimiento.

– En tus canciones hay como una impronta muy tanguera en tus canciones, cuasi nostálgica, de la música bonaerense, como un recuerdo que debe estar a flor de piel ¿no?

– Sí. Es muy interesante esto que me decís porque uno no sabe que tiene eso. Yo me dediqué al rock, me dediqué al jazz, a la música clásica –estudié guitarra clásica-, pero lo que uno no sabe es que el tango lo llevamos por dentro, como también llevamos el folklore. Hay mucha gente que me dice “me gusta cuando te cantás una chacarera”, cosa que realmente hago en mi casa, en alguna reunión, pero también, últimamente, las he llevado al escenario y la gente dice “te transformás cuando cantás una chacarera”, pero sí, porque realmente uno tiene eso adentro. Es diferente, y aunque no te creías tanguero, porque nuestra generación era un poco antitango si se quiere, porque era cuando empezaba lo piazzoleano y la revolución del tango. Si le decías al maestro Piana que el que cambió el tango fue Piazzolla te mataba. Ponía una cara y te decía “Cobián en el año 50…”, con toda razón. Cobián fue un revolucionario tremendo. Si vos te ponés a pensar que Cobián en los años 50 (Adrián canta un fragmento de Los Mareados), era una música sumamente moderna. También Homero Manzi que además de poeta era un gran músico, ni hablar Troilo, pero bueno… Todo ese movimiento de renovación del tango un poco a mediados de los 70 ocurrió. Empezó a ocurrir poco a poco y entonces nuestra generación no era muy del tango, escuchábamos más música del rock inglés que el argentino, pero sin embargo el tango ya estaba sembrado en nosotros, entonces, yo me di cuenta con el correr de los años que el tango fue apareciendo cada vez más. Y siempre recuerdo, por cierto, algo que decía Piazzolla. Él decía “yo me voy lejos porque es cuando mas me crece el tango”, o, “el Buenos Aires me sale cuando estoy en París o en Italia”, decía él.

Lo más importante de todo es no atomizarse nunca, sino de sumar todo lo posible, sumar los ritmos, sumar las melodías, sumar las épocas… Yo pienso que eso es lo que enriquece lo que podamos hacer ¿no? No desechar nada porque fue una cosa que ya pasó, o que vos crees que no es parte de tu idea, que ese tipo de género musical no entra en lo tuyo y creo que ese es un error ¿no? Yo pienso que siempre se trata de sumar, y de aprender, y de sorprenderse cada día conociendo nuevas vertientes de la música, del mundo entero, de Latinoamérica que sigue siempre maravillando.

– Y esa influencia que emana de tu esencia, trabajarla durante mas de 30 años con el Grupo Experimental…

– Imagínate, son mas de 40 años.

– ¿Cambió mucho la formación del Grupo?

– Muchísimo. No solo en la formación cambió. Vamos a decir que yo tuve el grupo con diversos músicos, lo que pasa es que el grupo que estaba en Abril en Managua es el que se consolidó y tuvo mas permanencia. Hay un libro que se llama Adrián Goizueta y mi grupo experimental (Cortés, María Lourdes – Ed. De la UCR, 2002), que no lo escribí yo, lo escribió una periodista e historiadora. Ella cuenta que termina entrevistando a mas de 50 músicos que pasaron por el grupo. Después llegó como un taller de música, y lo sigue siendo. Cada ensayo tiene que ver con el conocernos, reconocernos y con aprendernos. Aprehendernos, con la “H” intermedia y aprendernos, sin la “H”. El que mas se consolidó fue aquel grupo famoso con Fidel Gamboa, Jaime Gamboa, Iván Rodríguez, que después fundaron Mal País, porque el Experimental fue vertiente también para que surgieran otros proyectos nuevos: el grupo Mal País, el grupo Éditus, son grupos que tuvieron que ver con la influencia del Experimental, que el Experimental era el primer grupo que tenía un violín y un sintetizador, que tenía chelo pero también tenía una batería. Era el primer grupo que tenía esa mezcla de entre rock, jazz, clásico y latinoamericano. Por ahí venía la cosa, sin embargo, en un momento determinado yo decidí no usar mas el nombre del Experimental, y así saqué varios discos, con diversas formaciones. Después que hicimos el disco Dúos del alma; yo decidí no seguir con el grupo, ya era una etapa concluida, y entonces comencé con un proyecto que se llamaba Goizueta 5+, después vino la época de Goizueta CU4T3O, en fin, vinieron diversas agrupaciones con las que hicimos varios discos.

– ¿Tangoizueta es posterior a Dúos del alma?

– Exactamente. Tangoizueta es posterior. Ya estábamos 5+, aparte, ahí hay un retorno absoluto a Argentina. Está el puente transitado de ida y vuelta más claramente, y además trabajé con dos músicos argentinos, a quienes quiero mucho, que son Nicolás Guerschberg, quien toca con Pipi Piazzolla en Escalandrum,  y su hermano Alejandro Guerschberg, que es un bandoneonista extraordinario, y el experimento ahí fue mezclar dos músicos argentinos con dos músicos más bien caribeños, en el bajo y la percusión, y ahí surge este Tangoizueta donde hay cosas como la Milongoyazz que es una milonga que tiene salsa en el medio, y después vuelve a la milonga, con alguna reminiscencia de tango piazzoleano, etc. Pero después de tanto tiempo, para no aburrirte con el cuento, como dicen los costarricenses, vimos que la gente seguía pidiendo El Experimental. Es así que sigue vigente pero no con ese nombre.

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