Estamos atravesando la llegada y el cumplimiento de los 100 años del nacimiento de Arsenio Aguirre, quien nació en Juncal, Provincia de Santa Fe un 28 de agosto de 1923. Un prócer de la música folclórica argentina, un autor vigente en sus canciones, que desde muy pequeño residió en Rosario, criándose aquí, hasta su mayoría de edad, donde comenzó sus viajes con la guitarra a cuestas. Siempre volvió a su querida ciudad de Rosario, tuvo una peña con gran éxito y finalmente vivió sus últimos años hasta que lo encuentra la muerte, estando sepultado en el Panteón de Sadaic del Cementerio La Piedad. Falleció el 18 de octubre de 1990 en Rosario. El 6 de octubre de 2005 fue declarado Ciudadano Ilustre post mortem de la ciudad.

Las canciones de Arsenio se cantan en todo el país: en Jujuy se puede escuchar su cueca La plumita en la voz de José Simón, o la famosa Para Santa Catalina; de paso por Tucumán, su zamba Horizonte de octubre en la voz del Mono Villafañe o Claudio Sosa. Y en La Rioja Ni en mis sueños puede sonar interpretada por Sergio Galleguillo (que la grabó como Ni en sueños). Soledad grabó en vivo Cuequita del desengaño, además de que algunas de sus zambas más reconocidas, como La dejé partir y Guitarra trasnochada, cuentan con numerosas grabaciones.

En el marco de la celebración de su obra, el recuerdo de su persona y su calidad autoral, es que entrevistamos a su hija Perla Argentina Aguirre, destacada música y autora también, que lleva adelante la curaduría de la labor de su padre, el cuidado de su archivo, además de la difusión y la selección de composiciones originales.

Arsenio Aguirre.

– ¿Cómo estás viviendo este centenario de tu padre?

– En principio te digo que una de las primeras expectativas primordiales que tengo es la de publicar el libro de mi papá. Yo conseguí la diagramación, me lo ofreció Juan Sasturain (Presidente de la Biblioteca Nacional). Ahora me falta publicarlo. Estoy tratando con el Consejo Deliberante de Rosario para hacerle una suerte de homenaje, él es ciudadano Ilustre de Rosario. Entonces me parecía que había que hacerle un homenaje, la idea será presentar el libro y realizar el recordatorio, junto a músicos amigos.

– ¿El libro seria una biografía?

– No. No es una biografía tradicional. El libro está casi terminado porque lo escribió papá, es decir, él lo dejó inconcluso, claro que son anécdotas de viajes, algunos cuentos, todas las canciones, algunas son insólitas y comiquísimas, te digo porque son increíbles de cuando no había Secretarías de Cultura ni nada que lo llevaran al Ministerio de Cultura. Como él decía siempre “es algo auspiciado por mi propio entusiasmo” y era verdad, salía auspiciado por su propio entusiasmo, pero tomaba la guitarra y salían de gira como habrá salido Atahualpa y como habrá salido mucha gente que se manejaban de esa manera sin ningún oficio, no? Y como le escuché decir una vez “yo nunca tuve un subsidio para viajar a Europa ni para nada”. Son anécdotas muy interesantes las de ese libro nada más que papá no alcanzó a contar casi nada, contó algunas nomás.

– ¿Y que narrás en el cuerpo del libro?

– Está cómo compuso Guitarra trasnochada en Santiago de Chile, cómo compuso El quiaqueño, por ejemplo; algo de Uruguay, mucho de sus viajes por Bolivia, que es adonde él arrancó: fue de Rosario a Bolivia por primera vez a los 17 años, era muy viajero, muy andariego, un andariego incansable. Él no se sentía feliz si no viajaba, si no hacía esa gira y salía a los caminos. Cuento anécdotas que agregué, hasta la última gira que él hizo a Santiago del Estero. Yo creí que era una broma cuando él me llamó y me dijo que se iba en gira, es muy insólito, se fue con un payaso y su señora, ellos hacían magia. Como él estaba acostumbrado, formaba parte de los espectáculos que se llamaban entonces «artistas de variedades». Él había hecho mucho eso, entonces le resultaba lo más normal irse en gira así, pueblo por pueblo buscando trabajo.

– Casi lo tenés terminado, ¿qué te falta?

– Me falta agregar algunas cartas de Atahualpa Yupanqui. Va una postal que Atahualpa le mandó a Mendoza cuando vivíamos en Mendoza. Tengo una parte importante del archivo de mi papá.  Además tengo memoria, que es lo más importante. Lo tengo yo adentro de mí y eso es lo más importante. Entonces voy narrando lo que está en mi memoria.

– ¿Por qué crees que sus obras se siguen cantando en varias provincias?

– Es verdad, en varias provincias se siguen cantando sus canciones. Es muy destacado por su obra, en Jujuy, en Tucumán, en La Rioja, en Mendoza. Él tomaba muy bien el sentir de cada pueblo, de cada lugar y por eso sus obras se cantan. Ese vínculo de él con esos lugares era muy fuerte, amaba el lugar a donde se encontraba. Yo le pregunté una vez «¿usted dónde se siente más cómodo papá?. Me dijo «cuando me voy extraño los afectos, o sea, te extraño a vos, te extraño la familia Pero yo me adapto enseguida y voy con cariño. Enseguida me hago de amigos».  Tenía una conducta tan proba, tan delicado y fino, cuidadoso, (no era bebedor y mucho menos fumador por el asma que tenía). Era una persona gratísima en una charla, de una palabra cálida y era encantador tratarlo. La gente lo adoraba inmediatamente.  Cuando él llegaba a un lugar, escuchaba el canto de cada región y tenía el don de poder luego componer en ese lugar o, cuando se iba, de poder componer con el aire de la región, con la esencia de esa región. Componía las canciones, buscando y cuidando desesperadamente que no se pareciera a ninguna otra cosa.

– Buscaba originalidad…

– Él quería que sea original, nada parecido a nada, era como un don que él tuvo de poder escribir con el aire de cada región. Vivimos en Mendoza, vivimos en La Rioja nosotros dos, después él fue al Perú.

Perla y Arsenio Aguirre. Foto: Fundación Memoria del Chamamé

– Sos la protectora de su legado.

– Yo soy la fuente porque soy la continuadora de él, no como heredera de nada, sino como él me dejó un legado que yo lo cuido como oro, el legado son las canciones, es lo que escribió, lo que él sentía, lo que él pensaba y yo respeto cada palabra y explico. Por ejemplo, Horizonte de octubre la hizo en La Rioja porque escuchaba un programa de radio de Tucumán y le hacía acordar cosas que el había vivido en Tucumán, cuando se ve que tuvo algún romance y recordaba cosas. Lo que cuenta en muchas de sus canciones que habla de romances y cosas por el estilo son ciertas, porque mi papá era bueno con las mujeres, se enamoraban de él. No fue conocido como intérprete, fue respetado como guitarrista por Tito Francia, por Roberto Grela. Desde jovencito era un adelantado guitarrísticamente, era muy original. Tenía una manera de tocar la guitarra, un sonido, una pulsación y una creatividad.

– Era un defensor de America, de la Patria Grande.

– Compuso América Morena, una canción que le habrá hecho en el ’50 o ’51 aproximadamente. Él tenía la idea de una unión latinoamericana, era muy sanmartiniano, bolivariano y era peronista, cosa que yo no digo para no generar polémicas, pero es la verdad.

– ¿Cuál fue el vínculo de Arsenio Aguirre con Rosario?

– El vínculo con Rosario siempre fue de profundo amor porque mi papá se crio en Rosario, lo trajeron cuando él no tenía siquiera un año, desde Juncal a Rosario. Eran tremendamente humildes, mi abuela lavaba ropa, su marido se enfermó, era guitarrista y cantor, mi papá aprendía de escondidas la guitarra mirándolo. Fue una vida muy dura, vivían en conventillos, siempre vivieron en barrios populares, una vida muy tremenda la niñez de mi padre. Rosario para él significó muchísimo, de hecho,  en La Rioja se había construido una casa divina, pero por problemas de salud (le generaban taquicardia la altura), se tuvo que ir. Entró en tristeza y dijo «bueno, chau, vendo la casa y me vuelvo a Rosario». Y en Rosario se reencontró con un montón de amigos y de afectos, fue una alegría para él: estaba su mamá, su hermana, su hermano, para él fue volver a componer canciones para Rosario, cosa que ya había hecho, tenía una zamba que creo que se llama Rosario de mi querer. Sobre los últimos años que él vivió en Rosario, compuso varias canciones, una se llama Estación de Funes, es un vals, otra se llama Para Manuel Belgrano, un triunfo Pago de los Arroyos y un vals llamado Parque Independencia.  En definitiva tenia mucho amor por Rosario, era canalla, hincha de Rosario Central. Era coherente con su pensamiento.

– ¿Dónde empezó la Peña de Arsenio Aguirre?

– Sí, el Rancho de Arsenio Aguirre. Había comenzado primero en Mendoza, en Guaymallén, alquiló una casa divina debajo de un parral, puso el escenario y la inauguró el dúo Arbos-Narváez, fue Carlos Vega Pereda, gente que allá en Cuyo tenían gran éxito, pero duró poco tiempo. Iba Yupanqui Atahualpa ahí a visitarnos a la familia. Eran tiempos que no había democracia y un militar vecino le hizo cerrar esa peña por ruidos molestos, lo acusó de afectar el barrio por el sonido, era una peña folclórica con un micrófono, ¡un micrófono!  No es que había los equipos que existen ahora, te hablo de la década del ’60. Date una idea, ahí cantaban fuerte y la gente aplaudía enloquecida a los cantores.

– ¿Luego la Peña la tuvieron en Rosario?

– Cuando él estaba en Comodoro Rivadavia alguien lo llamó desde Rosario para que papá fuera director artístico de una Radio de Rosario muy tradicional. Entonces se vino a Rosario, dejó el sur, y nos escribió, nos mandó a levantar la casa de Mendoza y venir a Rosario, lo cual fue trágico para nosotros porque nosotros amábamos Mendoza, yo crecí ahí, viví tantos años. Fue muy duro para nosotros salir. Cuando llegó a Rosario por problemas políticos y otras cosas, no le dieron el cargo, entonces a nosotros mi tía nos había alquilado una casa en Fisherton y era la tristeza, un caserón, finísimo, elegante, pero teníamos todos una crisis. Entonces alquiló una casa en la calle Corrientes entre la Av. Pellegrini y Cochabamba, era Corrientes 1774, un caserón antiguo. Ahí papá volvió a abrir El Rancho de Arsenio Aguirre. El tema era cómo hacer para abrir una peña, tenía que tener vasos, copas, platos. Por intermedio de un amigo de otro amigo, le fueron presentando gente a donde él iba a comprar y con la firma nomás le entregaban las cosas, no tenía tarjeta de crédito, no existían, en esa época era la palabra y papá decía «nada menos que di mi palabra así que esto se va a pagar hasta el último centavo».

– Tuvieron gran éxito

Sí, fue tan linda, arrancó súper elegante y popular, fue un emprendimiento familiar, todos trabajamos allí y además vivíamos allí. Era como era un caserón grande con varias habitaciones tenía dos patios y entonces en el patio del fondo estaba la parrilla, mi mamá y mi tía hacían empanadas santiagueñas que mataban porque cuando estaba cerrada la peña venían a tocar el timbre a ver si había empanada o encargar, o sea, que fue un éxito rotundo que duró desde el ’68 hasta el ’72 en que papá se fue Europa. Fue la etapa más hermosa, que tuvo más éxito, una peña popular y maravillosa. No había puesto una peña para hacer plata sino para tener la alegría de tener música y los cantores.

– ¿Sus últimos años los paso aquí en Rosario?

– Partió con 67 años. Joven. Está enterrado en el Cementerio La Piedad, donde queda el Panteón de Sadaic, ahí es el lugar donde él quería estar. Está al lado de Ramón Merlo. Un día me llevo Marcelo Nocetti, se paró detrás de mí pensando que yo me podía desmayar, pero no paso. Aguanté. Fue muy fuerte descubrir el lugar a donde está.

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