El músico, compositor y productor Abi González está pronto a editar su tercer disco solista: 11 Puerta 3. Ya se pueden escuchar algunos adelantos en plataformas, con Lula Bertoldi, Luna Monti y Raly Barrionuevo como invitados. Sobre estos cruces y asociaciones dice: “Juntarse con otras personas a intentar emocionarnos y decir algo desde el amor es realmente poderoso”.


Cuando nos sorprendió Raúl Carnota con La asimétrica y al preguntarle por sus influencias él dijo que escuchaba a Frank Zappa, empezamos a entender la longitud de lo que se estaba gestando. Desde la década de los 80 se vienen dando procesos de relectura e interpretación sobre las músicas populares, basados en el rescate de elementos tradicionales de nuestro vasto folklore, que al fusionar con el jazz, por ejemplo, despiertan novedosas percepciones. Muchos son los referentes que desde entonces nos llevan hacia ellas.

¿Qué sería de la chacarera sin las diferencias rítmicas que le otorgaron Carnota, el Chango Farías Gómez? O el canto de Jacinto Piedra. El mismo Ramón Ayala y su profundo decir modificando la música litoraleña, dentro de lo más próximo, pues ellos mismos hicieron sus relecturas de las vanguardias.

Hoy esos procesos siguen siendo cultivados incansablemente por artistas con lenguajes contemporáneos muy valiosos. Dialécticas de fusión con el folk, con el indie o el rock en relatos bien cotidianos que no exceptúan la poesía, no la esquivan. Incluso la innovación no sólo proviene de los músicos sino también de los bailarines, como la pulsión que a Abi González lo llevó a interpretar el folklore y a desestructurarlo para crear desde su lugar de bailarín, o suponer figuras rítmicas nuevas al versionar clásicos y cantar temas propios que por supuesto acarrean estas premisas.

Abi González observó el nacimiento de su creación musical desde el movimiento y desde sus pies. No abundan los compositores que vienen de la danza. Tampoco artistas con esta proyección tan dinámica, y música que trasciende fronteras y viaja. Nacido en Azul, provincia de Buenos Aires, es cantor, guitarrista, es arreglador y productor, pero fundamentalmente es un músico de mirada amplia, comprometido con las transformaciones innovadoras de estos tiempos. Editó los discos Rueca en 2015 y Violeta Azul en 2018 (Premio Gardel 2019);  Tamocomoqueremo (2014) junto al Willy González Trío y el EP Andar (2019)  junto a Violeta Videla. Actualmente está editando su tercer disco solista, 11 Puerta 3, que saldrá por el sello Los años luz. Allí comparte sus creaciones con Raly Barrionuevo, Lula Bertoldi, Sofía Viola, Luna Monti, Benjamín Amadeo y Luciana Jury.

 

11 Puerta 3 parece una invitación, o la llamada a subir a un vuelo, ¿no? ¿Hacia dónde?

– ¡Wow! Voy arrancar citando a Liliana Herrero: “la interpretación es una forma de componer” jaja, ¡que lindo! Nunca había asociado al nombre con los aviones pero es verdad que puede irse para ahí. En realidad el disco está atravesado conceptualmente por la mudanza, el hecho de que por primera vez puedo sentir casa en Buenos Aires. Originalmente el nombre era «Piso 11 Puerta 3», y me gustó la idea de omitir el piso. De todas formas es un viaje, como la propia mudanza, en donde llegás a tu casa nueva (la canción) y al mismo tiempo hay cosas que traes de tu lugar de origen, un juego de cubiertos que te dieron tus viejos, o una silla de la casa de la abuela (el folklore). Estoy feliz y conmovido con esta mudanza, con este disco y con el viaje que vendrá.

– Esto de viajar viene incluso desde el EP Andar, del 2019, que grabaste junto a Violeta Videla, y que mostraron en giras por Europa, ¿qué aportes hacen los viajes a tu concepto musical, en qué influyeron?

– Totalmente, lo digo en Al trotecito: «nacer en donde has llegado, crecer en donde has nacido, viajar pa’ buscarse adentro, y así enhuellar un camino, en el que cada pisar pese más que el destino«. Desde muy chico viajar para mí es una fuente de inspiración, es volver a desconocer, es ilusionarse, es mirarse desde lejos. Y siempre suelo volver con canciones, y con recuerdos de gente mágica que la música me pone al cruce. Viajar con la música me ha traído las historias más lindas que he vivido. Algunas pudieron ser canción, como Saujil una cueca dedicada a una gente de la localidad de Catamarca, que no ha sido grabada, pero pronto sale una sesión en vivo grabada en Tiny Palta y estará para verse en Youtube.

«Este disco tiene el desafío de que la canción es la protagonista». Fotos: Gentileza del artista

– ¿Cómo era el “artista de folklore” Abi González antes del Gardel 2019 y cómo es ahora?

– ¡Joven! Jaja. En verdad pienso que si bien los años traen cambios y perspectiva, podría sentir que hoy tengo un poquito menos de ansiedad en el proceso, pero lo más fuerte que noto es algo que sigue uniendo esas dos etapas y es: la curiosidad. En ese entonces siempre me movió el deseo de explorar, e ir a buscar una versión de La jardinera de Violeta Parra, más oscura de todas las que había escuchado, ir a buscar a Zitarrosa resignado por el desamor en Si te vas, y crear una orquestación y arreglos desde ese lugar de búsqueda. Bueno ahora es igual. Pero estoy buscando en mi faceta de compositor a ver qué canciones hay, por fuera del carácter, de la forma folklórica (chacarera, huella, etc.) y esa es la llama que me empuja hoy a armar una nueva banda, un nuevo sonido, un nuevo show.

– ¿Qué opinión te merecen el indie, la canción urbana, «los casilleros» en donde nos gusta ordenar la música, como en las viejas bateas de discos?

– Yo creo que los casilleros, y las etiquetas de las músicas, son sólo una herramienta que sirve para la industria obviamente y también para la comunicación. Por ejemplo, mil veces suele pasar que produciendo se usan referencias del tipo: acá me imagino un coro “folk” o el arreglo de los vientos bien “salsero” o lo que fuese. A lo que voy con decir herramienta, es que le quito peso. Sé que hay gente que está directamente en contra de nombrar y separar, o hay quien se fanatiza de las fronteras, el famoso “esto es rock, pero esto no”. En lo personal me es más liviano, porque en cada uno de los estilos que nombremos voy a encontrar músicas que me emocionan y me conmueven y otras que no, incluso en el género más regional, por poner un ejemplo: el chamamé tiene referentes muy distintos entre sí, entonces no me quedo en el nombre, voy a escuchar y luego veo qué me pasa.

– Siendo un artista que compone y que puede cantar con su guitarra, te jugás en unos discos de gran producción, con arreglos importantes y elegís tocar con banda. ¿Qué genera cada uno de ellos en tu música?

– Bueno, por un lado, el rol de productor siempre lo sentí muy cómodo incluso más que el de componer. Me gusta mucho buscar, en la sonoridad, en el arreglo y en la interpretación. Pero este disco tiene el desafío de que la canción es la protagonista. Al mismo tiempo, juntarme a tocar con personas que admiro y quiero, sobre todo en estos tiempos que corren, me parece un hecho sideral, que obviamente se vuelve uno de los argumentos más fuertes para hacer música. Juntarse con otras personas a intentar emocionarnos, y decir algo desde el amor, es realmente poderoso.

– Pienso en la ley de atracción, y digo: Silvina Moreno, Ainda, o grabar con Raly o con Luna son asociaciones que uno espera; sin embargo también grabaste con Lula Bertoldi, que refiere más al rock y con Benjamín Amadeo, alguien de sólida carrera actoral, un galán de ficciones y cantor, ¿Cómo se dan esas mixturas para este nuevo disco? ¿Habrá otros feats?

– Volviendo a la mudanza, Lula, Benja, Sofi Viola (que estará en una de las canciones) y Luciana Jury fueron como mi vecindad. Son referentes de los distintos lugares a donde estoy explorando con mis músicas y fueron para mí experiencias hermosas, que me hacen amar la música aun más. Raly y Luna podríamos decir que estéticamente están más cercanos pero de vuelta, más allá del género, cada canción nos puede llevar a donde ni siquiera imaginamos.

– ¿Qué vamos a encontrar en el show de La tangente el sábado 18 de mayo?

– Bueno, estoy por hacer un video en donde tienen que adivinar de qué signo soy, jaja. Voy a presentar mi disco pero no vamos a tocar el disco. Va a pasar algo que vas más allá del disco, que tiene versiones distintas, nuevos solos, canciones inéditas como transiciones entre una y otra, un guion armado con amor artesanal. Es un disco especial, rompe mis propios esquemas y abre el horizonte estético visitando el folk, el rock y el indie. El disco es el punto de partida siendo el show el punto de llegada. Con la banda y un equipo interdisciplinario proveniente del cine y del teatro, estamos armando un show integral con perspectiva escenográfica, iluminación y un hilo narrativo enlazando las escenas para volver al show una experiencia particular. El espectáculo contiene canciones inéditas pensadas especialmente para la ocasión, decisión que define la profunda búsqueda conceptual de la propuesta.

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