Amor, familia, música. Tres cosas -y seguramente, muchas más-, unen profundamente a Vilma Wagner (piano, voz y arreglos) y Octavio «Tato» Taján (guitarra, voz y arreglos), un dúo que en 20 años de trayectoria construyó un camino constante y tranquilo hacia la consagración y la excelencia. De las agrupaciones más emblemáticas y referentes de la música de raíz folklórica, llevan editados tres discos: Alma redonda (2006), Piedra lunar (2010) y Dos (2019) y comparten su pasión por la actividad pedagógica, en la que también son referentes.
Por estos días, los músicos lanzaron un nuevo single en formato audiovisual. Se trata de Chacarera de un amor, de Javi Caminos, cantautor de Berisso, ciudad cercana a La Plata, donde hace base el dúo desde sus comienzos. Éste es el primero de varios lanzamientos que tendrán como hilo conductor la idea de presentar obras contemporáneas (propias y ajenas). Sobre el estreno, las canciones, el proceso de creación, la música y la vida, conversamos con Vilma y Tato para De Coplas y Viajeros y esto nos contaron:
– Acaban de editar un video single, algo que muchos artistas están haciendo. ¿Por qué eligieron este formato?
– Es cierto que se ha vuelto más frecuente el hecho de editar formatos alternativos al álbum tradicional. En principio el single parece tener algunas ventajas. La primera, más de tipo económico: la gestión y producción de formatos acotados es más viable que en aquellos más grandes, sobre todo para proyectos independientes. Desde lo artístico, permite realizar lanzamientos parciales sin necesidad de producir una obra completa, como en el caso de un disco. A la vez, este cambio de paradigma parece darse también porque los modos de consumo y difusión han ido cambiando de a poco y la gente dispone cada vez de menos tiempo y condiciones para enfrentar la escucha atenta de un disco. Esto en principio, no parece ser una buena noticia, porque un álbum completo encierra un concepto integral, una suma de paisajes sonoros, de ideas y climas que implican un grado de profundidad mucho más grande, tanto en la gestación como en el abordaje sensible de la obra como un todo.
– ¿Cómo fue la elección de la obra de Javi Caminos?
– La elección de Chacarera de un amor está relacionada a varias cosas. Por un lado, al hecho de que Javi Caminos es un artista que apreciamos y admiramos desde hace mucho tiempo, como cantor pero también como compositor. A la vez, forma parte de nuestra misma comunidad musical y eso, para esta etapa del dúo, es un dato relevante. Elegir canciones de artistas contemporáneos, cercanos, es algo que nos mueve y toca una sensibilidad que intentaremos continuar y profundizar en este tiempo.
– En dos décadas de trayectoria, nunca cambiaron el rumbo, sobre todo en lo musical. ¿Qué los une a este proyecto, además de una vida juntos?
– Por suerte nos unen muchas cosas, pero principalmente el hecho de ser compañeros en el sentido más profundo de la palabra. Compañeros, porque miramos el mundo de un modo similar, porque vibramos con las mismas cosas, porque tenemos ilusiones compartidas y porque a pesar de todo este tiempo juntos, seguimos sintiendo que nuestras singularidades se complementan de un modo muy hermoso. Además del cariño que nos tenemos hay un respeto y admiración mutua, y la verdad eso es algo lindo de sentir. Con el correr del tiempo creemos haber sabido respetar los espacios de trabajo y pausa necesarios para mantener un disfrute sincero y compartido. Por esa razón, el dúo ha tenido momentos de prioridad en nuestras vidas musicales y otros en los que preferimos enfocar en proyectos distintos para darle un descanso. En definitiva, el dúo además de un proyecto musical también ha sido un modo de vivir durante todo este tiempo. Sobre todo, porque también armamos una familia y ahí Thiago, nuestro hijo, ocupa un lugar importantísimo.
– Son ganadores del Pre Cosquín. Un certamen, por un lado prestigioso y por otro con la imposibilidad de dejar huella, para artistas noveles, que muchas veces explotan allí y desaparecen. ¿Piensan que a ustedes les sirvió ese lanzamiento?
– Seguramente nos sirvió para muchas cosas pero, sobre todo, como una gran experiencia. Aprendimos tanto de lo bueno como de todo lo malo que rodea al festival. Al ser tan jóvenes e inexpertos, nos puso muy tempranamente en situación de tomar decisiones y hacer elecciones concretas acerca del tipo de camino que queríamos recorrer y el modo en que preferíamos hacerlo. Estábamos recién comenzando nuestras carreras universitarias de música, instalándonos en La Plata, descubriendo universos artísticos y humanos y, de repente ¡apareció Cosquín! En un pleno inicio de etapas y, visto a la distancia, bastante lejos de una búsqueda de consolidación en la escena profesional de la música folklórica. Ese deseo llegó unos cuantos años después, una vez terminadas nuestras carreras universitarias y enfocados en la grabación de nuestro primer disco, Alma redonda. A partir de ahí empezamos a andar otros caminos y sobre todo, a construir el propio. De hecho, después de haber ganado el Pre-Cosquín dejamos de ir al festival y posteriormente fuimos volviendo de a poco, ya con otra experiencia e intenciones. En definitiva, el balance coscoíno para el dúo es positivo, más allá de que no creamos que haya funcionado como el “trampolín a la fama” que muchos esperan encontrar. Cosquín, al igual que la escena de la música folklórica en general, tiene infinitas caras, espacios y matices que son complejos y diversos. Ahí está el misterio y también su riqueza.
– ¿En qué punto se unen las obras propias y los clásicos que interpretan?
– Se unen de maneras diversas, pero todas confluyen en la búsqueda del sonido propio. Ya desde la instancia de elección del repertorio (sean obras nuestras o ajenas) priorizamos la conexión que tenemos con las canciones. Necesitamos que nos pase a ambos algo parecido. Que nos emocione, que nos llegue, que la canción se apropie de nosotros y nos haga vibrar. Si eso pasa, ahí comienza el trabajo de arreglo. Si no pasa, ahí mismo queda. Hacemos músicas que provienen de distintas regiones de nuestro país y Latinoamérica, e incluso de distintas épocas y estéticas. El desafío, entonces, es poder pasarlas por el tamiz de nuestra identidad sonora en el sentido más amplio y profundo de la palabra. Y creemos, en definitiva, que esa construcción de identidad es el mayor capital artístico del dúo.
– El trabajo pedagógico y docente que realizan tiene mucho que ver con la trayectoria del dúo. Ha sido constante y son referentes. ¿Cómo se ven ustedes en ese papel?
– Nos vemos bien porque disfrutamos mucho haciéndolo. Sentimos una vocación genuina por la docencia que se complementa con los espacios de producción musical y artística. Hemos ido armando la vida musical y laboral en torno a eso y, a la hora de hacer un balance, podemos decir que seguimos eligiendo los ámbitos de trabajo que hoy transitamos como docentes y eso a esta altura para nosotros es muy significativo. Por otra parte, las disciplinas se retroalimentan, se conectan y nos ponen por delante permanentes desafíos que confluyen irremediablemente en oportunidades de crecimiento personal. Enseñar, aprender y compartir forman parte de nuestro reflejo cotidiano y, en definitiva, reafirman una de las razones que definen lo que hacemos y elegimos para nuestra vida.
– ¿Sigue siendo La Plata ese semillero de músicos que llegaron de todo el país y se instalaron para recrear un ambiente especial en la música popular argentina (acaso el ambiente más vanguardista del género)?
– La Plata es una ciudad cultural. Extremadamente diversa y plagada de gente haciendo arte. Esa impronta sigue intacta y es, quizás, una de las razones por las cuales decidimos vivir acá. Más allá de las redes, sigue habiendo una especie de burbuja en la cual para saber lo que pasa y lo que suena, hay que andar por los lugares, escuchar y descubrir. Sigue habiendo muchísimos proyectos interesantes que, desde su concepción, se gestan totalmente por fuera de los cánones del “mercado” y se sostienen prácticamente por la impronta y el empuje “vocacional” que los artistas le imprimen. Sigue primando una suerte de impulso de “el arte por el arte” que es muy particular. Casi asombroso, porque lo que suena y lo que se ve son productos de una gran calidad que la mayoría de las veces no trasciende los límites de la ciudad. Respecto de la música folklórica en particular, la Facultad de Artes de la UNLP ha sido históricamente una usina en la que muchos músicos y músicas de distintas latitudes confluían, se mixturaban y potenciaban generando proyectos de toda índole. En la actualidad, la asistencia de estudiantes es menos diversa que en otras épocas por una hermosa razón: han proliferado las Carreras de Música a lo largo del país y por ende terminan optando por instituciones geográficamente más cercanas (sobre todo los estudiantes que residen en el centro y norte argentino). No obstante, siguen llegando estudiantes de otros países y la mixtura continua ocurriendo, aunque con otros matices. El influjo de aquellos músicos y músicas que venían desde el centro y norte dio forma, en nuestros años como estudiantes, a una comunidad muy particular que marcó una época en cuanto al repertorio de raíz folklórica. Un ejemplo de esto es Aca Seca, que nació entre los pasillos de nuestra facultad. Probablemente mucho de esto sigue ocurriendo pero también quizás orientándose hacia otros repertorios.
– ¿Qué proyectos tienen para los meses próximos?
– Venimos trabajando sobre una próxima canción para publicar como sencillo, esta vez es una composición propia, de Tato. Estamos en etapa de arreglos para ensamble de cuerdas y maderas, ya que fue grabada en dúo y vamos a sumar ésos instrumentos para su lanzamiento. Respecto a las actuaciones estaremos trabajando en el armado de la agenda 2024 en las próximas semanas. Por ahora confirmada en febrero tenemos una gira por Tandil y alrededores. El cierre de año fue difícil, incluso con algunas fechas que costó sostener desde la producción a causa de la incertidumbre general.
– El país acaba de entrar en una nueva era política. Con muchas controversias, y mucha incertidumbre en el ámbito cultural, especialmente. ¿Qué opinan al respecto?
– Estamos en un momento crítico para el país en general y para nuestro ámbito en particular. Se habilitaron discusiones que creíamos resueltas y se pusieron en jaque nociones fundamentales como los derechos humanos, la justicia social o las ideas de igualdad. Además de una andanada negacionista y violenta, comienza a imponerse una mirada del mundo que va totalmente a contramano de las banderas que sostenemos cotidianamente. El extremo individualismo, la ausencia del Estado como garante de derechos y posibilidades y, sobre todo, la primacía del Mercado como principal legitimador de todo intercambio.
Para nosotrxs la cultura es en comunidad, es con otrxs, es por otrxs y tiene sentido a partir de ahí. Creemos que no es posible asignar el valor de un bien cultural por su precio de mercado, que no es posible pensar, gestar ni imaginar una sociedad que se rija únicamente por esos criterios, porque eso implica, como mínimo, una suerte de ley de la selva donde la diversidad como un bien y el acceso los derechos culturales corren un grandísimo riesgo y, con ellos, toda la comunidad involucrada. Entramos en una época signada por la resistencia, por la necesidad de defender lo que pensamos, de proteger nuestro patrimonio cultural y dar la batalla allí, en nuestro terreno y sobre las ideas que no estamos dispuestos a resignar. Hay un mundo que queremos cuidar, proteger y proyectar para nosotros y nuestros hijos. Ese mundo es con otrxs y en comunidad. Ese mundo es a partir del amor y de los vínculos. Con esa intención hacemos y haremos cada canción, cada clase y cada gestión. Abrazadxs a las causas comunes, del mismo modo que lo han hecho, hacen y harán nuestros referentes.