#LasRaícesDelCanto
Por Marcelo «Bochi» Muiños | prensanewenmapu@gmail.com
Fotos: Gentileza de Ulises de la Orden
Ulises de la Orden es uno de las directores argentinos actuales que con mayor profesionalismo y seriedad lleva su compromiso social a la pantalla. A través de sus películas ha logrado capturar su manera de cuestionar la realidad, de indagar sobre el pasado, la historia de los pueblos originarios, sobre cuestiones ambientales. Su más reciente película, Vilca, la magia del silencio, es un rescate biográfico en tono de homenaje al músico humahuaqueño Ricardo Vilca, quién hizo la música de su primer película Río Arriba, y con quién compartió amistad a partir de ese momento hasta su temprano deceso. El rodaje le llevó años, pero nos confiesa que es uno de los proyectos que más disfrutó y eso lo plasma en su obra. Expresa con pesar: “lástima que nos agarró la pandemia y no la pudimos estrenar como queríamos”.
En la entrevista, el director habla sobre su cine y su búsqueda constante para preguntarse por un pasado y presente que siempre está en discusión. Al consultarlo si su mensaje a través de sus películas también intenta un rescate antropológico o folclórico, nos dice que no directamente, que no fue buscado pero sí que se da naturalmente, sí desea poner en valor las culturas originarias y lo que pasa en este momento.
Entre sus obras cinematográficas podemos citar Vilca, la magia del silencio (2020), Amanecer en mi tierra (2019), Tierra adentro (2011), Desierto verde (2013) y Río arriba (2006). “Todas mis películas están en kinoa.tv un portal con cine latinoamericano” nos dice.
“La película de Vilca es un homenaje a un amigo, a una persona que para mí fue como un maestro, una persona que admiro. Tiene ese agregado de que es la primera vez que hago una película sobre un artista, y no sobre un tema, el tema es él. La idea era homenajearlo, recordarlo. Ojalá que sirva como un granito de arena para que la obra de Ricardo se conozca, se preserve y prevalezca. Hay mucho material inédito en cassette que estaría bueno que alguien lo pueda recopilar y escribir” afirma.
– Empecemos por tu primer película Rio Arriba, ¿cómo surgió la idea para su realización?
– Conocí Iruya y a la Fiesta de la Virgen del Rosario que es la Patrona del Pueblo. Había recorrido y caminado por esa zona muchísimas veces hasta que en algún momento alguien me comentó de las terrazas de cultivo, que nunca había reparado en eso, no las había visto. Me dijeron que eso se había dado en la primera mitad del siglo XX y luego la despoblación, el abandono, vinculado a la zafra, todo lo que la zafra significaba. Ahí empecé una investigación más profunda, se me metió el tema familiar y el rescate de lo folclórico se dio naturalmente.
– Durante ese rodaje conociste a Ricardo Vilca…
– Yo tenía otro músico en mente para la música de Rio Arriba y no lo conocía a Ricardo (Vilca). Me prestaron un cassette y me hice un viaje de Salta a Buenos Aires escuchando Nuevo día. Lo escuche dos mil veces lo daba vuelta y quede fascinado. Después fui a Humahuaca a intentar conocerlo, primero lo llamé por teléfono. Me parecía que había encontrado una música que expresaba absolutamente lo que yo veía, lo que yo estaba contando, desde la cultura, fuerte, viva, pero también el dolor, la conquista, el sufrimiento. Finalmente lo conocí a Ricardo y empezamos de a poco un vínculo, yo todavía no tenía la película, nos hicimos amigos, comencé a frecuentar más tiempo con él en Humahuaca (esa época viajaba mucho a Jujuy) y cuando él venía a Buenos Aires muchas veces paraba en mi casa. Hasta que grabamos la música de la película; nos fuimos con un equipo a la casa de él y armamos un estudio en la peña de Humahuaca donde grabamos 15 días y así salió. Casi toda la música fue inédita para la película.
– ¿Cuándo empezaron a grabar Vilca, la magia del silencio?
– En esa época prácticamente empezamos a filmar la película. German Cantore que es el montajista de Río Arriba y de casi todas mis películas y comenzamos a filmar ya pensando en una película, te hablo de casi 20 años atrás. De ahí sacamos mucho material, teníamos como 20 o 30 horas, filmábamos todo lo relacionado a Vilca y tristemente se murió. Ese proyecto quedó en un cajón más de diez años – que pasan muy rápido – hasta que un día dijimos «hagamos esta película». Y fue uno de los procesos que más disfruté. Cuando murió Ricardo quedó mucha gente medio huérfana porque era un punto de encuentro, íbamos a verlo a él, luego por 10 años con mucha de esa gente no nos vimos más, hacer la película fue reencontrarnos con amigos, ver material de casi 20 años, fue muy gratificante el proceso. Y creo que eso se refleja en la película: el amor, la amistad, el disfrute.
– ¿En Rio Arriba buscaste también un aporte antropológico o folclórico, por ejemplo con la toma final de los Cachis de Iruya?
– No es buscado, salió naturalmente. No soy antropólogo ni tengo formación en esa área, pero si es un aporte bienvenido sea. No me proponía esa búsqueda, sí poner en valor, sí ir a contar lo que yo había vivido o vi cuando anduve por esos lugares, la cultura viva, como es su presente, crecimiento, dinámica, sus costumbres. Pero es más que los Cachis de Iruya, es la gente labrando la tierra, tejiendo, jugando a la pelota, haciendo su vida en ese lugar, eso es lo que me interesaba poner en valor. Porque también la película cuenta un desprecio desde el relato hegemónico hacia los pueblos originarios. Quería dar vuelta ese relato.
– Y en Tierra Adentro tratas el genocidio de la Conquista del Desierto.
– La premisa es parecida, pero más compleja. Tierra Adentro es una de mis películas que más me gustan. Hoy creo que sería imposible realizarla, fue una superproducción. Para esa película hicimos 40.000 km manejando. Las distancias en la Patagonia son enormes, pero no ahorramos ningún esfuerzo. Su complejidad está en que tomamos 5 puntos de vista, el guion es más complejo como se entrelaza.
– En la película participan Marcos O´Farrel y Anahí Mariluán, músicos folkloristas.
– Justamente a Marcos O´Farrel lo conocí en la casa de Ricardo Vilca, un 7 de enero, cuando se hacía lo del árbol de la amistad en Humahuaca. Él se me acerco, se presentó, me contó su historia y me dijo si me interesaría hacer una película sobre la Conquista del Desierto donde su familia había participado (es descendiente del Coronel Racedo, partícipe de la Campaña del Desierto con Julio A. Roca). Le dije que me gustaba la idea, pero tenía que investigar y trabajarla para hacer le película que a mí me salga. Marcos se jugó inteligentemente por la idea de hacer este proyecto. Yo tardé como un año en volver a hablarlo, en ese año me leí toda la biblioteca sobre la Conquista del Desierto, cuando vi que no había más nada para leer me di cuenta que no encontraba la voz mapuche, entonces me fui a hablar con los mapuches, de Chubut, Río Negro, Neuquén, La Pampa, Provincia de Buenos Aires, de Temuco (Chile). Al final ya con una idea enorme en mi cabeza lo llamé a Marcos y le dije voy a hacer esta película, con tu historia o sin tu historia, y ahí se sumó y siempre estuvo colaborando. Él la convocó a Anahí Mariluán. Fue un proceso muy largo y muy rico Tierra adentro.
– ¿En tu mensaje como director de cine, buscás cuestionar la historia tal cual está impuesta desde el poder?
– Siempre intento pasar el peine a contrapelo de la historia. Mi idea es armar un entramado narrativo. Esta la historiografía nacional, los estancieros que se quedaron con las tierras, la conquista, el empréstito, el genocidio, en ese entramado afloran historias ocultas. Así surgió también Chaco donde la idea fue mía pero el rodaje lo hicieron dos alumnos míos. Cuando estaba haciendo Tierra adentro vi que era la mitad de la historia, ya que solo tocaba la Conquista del Desierto y faltaba la del Chaco. Porque esos mismos militares después hicieron la conquista del “Desierto verde” o Gran Chaco le llamaban. De eso se sabía menos aún. Me quedaba pendiente hacer esa película para completar la historia de Tierra Adentro.
– Otra temática que abordas es sobre la cuestión ambiental, por ejemplo, lo reflejás en Desierto Verde.
– Uno siempre está atento a encontrar la próxima historia para contar. Estaba el Juicio del Barrio Ituzaingó. Convoqué a un guionista, Mariano Starosta, le conté la idea, me dijo «no tengo idea, dejame que investigo». Cuando vino con los resultados de la investigación era fantástico, era todo como me lo imaginaba pero más. Lo ambiental es uno de mis grandes temas, junto a pueblos originarios. Afloran naturalmente por que los siento. En Amanecer en mi tierra también hay una apelación al medio ambiente.
– Toda película tiene un mensaje, y las tuyas se destacan por un compromiso social. Te generó algún inconveniente esa situación.
– Hago películas para que se vean, hablo para alguien, después si me escuchan o no es otro problema, si me creen o no es otro cantar. Desde ya que tomás posición y tenés una responsabilidad ante la sociedad que vivís, pero no tengo ninguna afiliación orgánica partidaria, sólo gremial, del rubro del cine, por cuestiones laborales. Muchas veces te encontrás con cosas interesantes. Con Tierra adentro hicimos todo un viaje de presentación desde Buenos Aires hasta el sur, en esa época todavía era en fílmico, me iba con 5 copias en camioneta, dejando una copia en cada pueblo; esa noche se pasaba en 5 lugares distintos, después la retomaba en otro lugar que me lo enviaban en colectivo. Así íbamos por Trenque Lauquen, Lincoln, etc. En Salíquelo me invitaron a pasarla en la Sociedad Rural local, se ve que había un grupito un poco más progresista, luego se armó un debate y se sacaron chispas. Apareció un hombre grande que nos dijo su historia, tenía miedo que le sacaran su campo «si me quieren sacar tierra, a mí no me sacan ni una maseta», dijo ofuscado.