La plaza estuvo colmada para ver al Chaqueño Palavecino. Los Carabajal recibieron el premio Camin. También brillaron Los 4 de Córdoba, Por Siempre Tucu, Adrián Maggi, Marité Berbel y Los Nombradores del Alba
El clima se presentaba ideal y el público fue cubriendo butacas desde temprano. Como todas las noches, en la apertura, el ballet Camin, dirigido por Rodolfo Uez, homenajeó al personal esencial que trabaja en pandemia.
Los 4 de Córdoba, junto a un ensamble de cuerdas dirigido por Gustavo Yapura, presentaron la Cantata a Juan Bautista Bustos, muestra diseñada por el gobierno de la provincia de Córdoba. Con textos y relatos del historiador Esteban Dómina, la cantata rescató la figura del primer gobernador constitucional de esta provincia. La consolidada formación de Los 4 de Córdoba (Víctor Hugo, Choya, Veco y Lionel) ejecutó la obra integrada por zamba, jota, chamarrita, vals, chamamé, chaya, retumbo y ritmo canción, apoyados por el ballet Aire de tradición (Charata, Chaco) que bailó las danzas con vestuario de época. La cantata tuvo clave didáctica para contar la historia del gobernador cordobés y federal nacido en Santa María de Punilla y fallecido en Santa Fe.
Roberto Pérez y César «Coco» Martos, al frente de Por Siempre Tucu, mantienen la idea de tributar a Los Tucu Tucu y a su repertorio. Un puñado de zambas de Yupanqui y de canciones de Guarany, fueron las elegidas para el inicio. «Emoción por volver», manifestó Pérez. Para el tramo final del tributo invitaron a Carlos «Cóndor» Sbarbati, uno de los integrantes de La Bersuit. Juntos se despidieron con Zamba de amor y mar, Luna tucumana y Candombe para José.
La puesta de la delegación de Salta fue impactante y quedará en la historia del festival. Salta se hace mujer se denominó la propuesta protagonizada por cantoras, bailarines y grupo musical que compusieron una delegación de trecientos veinte integrantes. Con el potente y enérgico estilo salteño, se homenajeó a Eulogia Tapia (la pomeña), Alicia Martínez, a la mujer indígena y a las mujeres del ejército de Güemes. También intervino la comparsa Los Incas que está cumpliendo cuarenta años de labor. Se destacaron las voces de Alma Carpera, Lucía Guanca, Laura Serrano, Jacinta Condorí, Marcela Ceballos, Noelia Carrizo y Paola Arias, quien reclamó con firmeza más mujeres en los escenarios. La performance del conjunto femenino de malambo hizo estallar la plaza. Oscar Humacata, coordinador general de la delegación, recibió un reconocimiento en el escenario.
El canto patagónico tuvo también su espacio. Marité Berbel sostiene el legado de su padre, el gran Hugo. Junto al Dúo Berbel, integrado por sus hijos Traful y Ayelén, la cantora neuquina repasó obras fundamentales del cancionero de esa región argentina.
Las actuaciones de Adrián Maggi nunca pasan desapercibidas. El cantor y decidor de San Andrés de Giles lleva adelante su propuesta con un firme discurso nacionalista que despierta la adhesión inmediata del público. «Es saludable que Cosquín dé lugar a todos los ritmos de nuestra geografía musical», destacó. Rescató fragmentos del Martín Fierro y resaltó los cuarenta años de la gesta de Malvinas. Claudio Juárez, maestro de ceremonias del festival, tiene dos hermanos que pudieron regresar de la guerra. Maggi invitó a Mario, uno de ellos, para que, en su figura, reciban un homenaje todos los ex-combatientes. El relato 2 de abril recibió una ovación y al presentador, conmovido profundamente, le costó cerrar el momento.
Con letras accesibles y simples y con rítmica contundente, Los Nombradores del Alba capturaron la atención de la multitud. La formación compuesta por Facundo Toro, Nacho Prado y Daniel Campos reunió repertorio de Los Cantores del Alba y de Daniel Toro. «Para vos viejito», dijo Facundo anunciando Zamba para olvidarte, dedicada a su padre Daniel que los veía desde Salta. La obra llevada al triunfo en Cosquín en 1976 por Miguel Angel Morelli, fue cantada por los artistas y por el público. Estrenaron Se me escapa el corazón de la boca, una balada al estilo Nocheros, «bagualearon», sumaron canciones mexicanas y luego se despidieron ofreciendo una entrega total.
Los Carabajal mantienen su vigencia. El conjunto santiagueño surgido en 1967, hoy integrado por Kali, Musha, Walter y Blas, continúa la historia musical y familiar. Dejame que me vaya y otros clásicos estuvieron en el repertorio. Uno de los momentos emotivos de la noche fue la entrega en el escenario del Premio «Camin Cosquín», la máxima distinción que otorga el festival, en reconocimiento a la trayectoria del grupo. En diálogo con la prensa manifestaron el deseo de celebrar los cincuenta y cinco años del conjunto con una actuación en el teatro Colón y, además, Kali confirmó que se está escribiendo su biografía donde repasará su historia personal y su paso por Los Carabajal, del cual es miembro fundador.
A las 2.20 de la madrugada, la plaza se encendió con la llegada al escenario del Chaqueño Palavecino. Notoriamente recuperado de su serio trance de salud, el cantor del chaco salteño completó más de 2 horas de actuación. En «el lunes de Guarany», el Chaqueño nombró a Horacio, quien lo definió como «mi sucesor». La ansiedad de la gente por reencontrarse con su ídolo se vio satisfecha y correspondida porque el artista se mostró entero y verborrágico. Hizo bailar en los pasillos de las plateas, saludó a quienes seguían el festival por televisión y agradeció a todos «por seguir apoyando al folklore». Reinvindicó las formas tradicionales, le cantó también a Chile y a Perú y destacó la labor de su esposa Betty Robles, directora del ballet que acompañó su presentación. En la última parte del show, pidió que nadie se vaya y solicitó que se abran las puertas de la plaza, mientras descansaba la garganta y leía carteles.
Hizo canto con caja (Vidala para mi sombra), se acercó a la platea y también ofreció un discurso sugiriendo vacunarse. Lo único que no pudo concretar fue que suba un cantor invitado, que, por ser menor, no fue autorizado por la Comisión, según lo manifestó él mismo. El nuevo grupo se está ajustando con la eficaz dirección musical del violinista Daniel Villa, que regresó al conjunto. Para el saludo final, mostro su espíritu generoso invitando a músicos, invitados, bailarines y técnicos que lo asisten. A treinta años de su primer premio en Cosquín (Notables 1992), el Chaqueño Palavecino sigue siendo estandarte y se le reconoce el estilo tradicional para ejecutar repertorio folklórico.