La cantante española y el guitarrista tucumano cuentan cómo es el dúo que comparten, con clásicos argentinos, brasileños y temas propios, que plasmaron en el disco Lentamente y replicaron en vivo en Europa y Argentina: “Es un enorme placer que nos encontremos musicalmente”.


La voz se halla en los libres misterios de la guitarra. Abre su trinar y su vuelo; regresa a su eje secreto y deja flotar sus hondos acentos de España junto a las seis cuerdas argentinas. Se oye el silencio y la voz catalana viaja por las sonoridades criollas tierra adentro: así fluyen a dúo Silvia Pérez Cruz y Juan Falú. ¿De dónde proviene este encuentro? ¿Cómo se expanden en vivo y en su disco -de voz y guitarra- titulado Lentamente?

El quiebre, la dulzura y lo indecible del canto de Silvia Pérez Cruz se encuentran, en Lentamente, con el juego desafiante y revelador de la guitarra de Juan Falú. Y esto que en vivo es deslumbramiento y belleza, quedó registrado en este disco que editaron el 8 de noviembre de 2024: son diez nítidas y dolientes versiones de zambas, chacareras, sonoridades brasileras y otras perlas entre los dos.

Justo entonces ya encaraban la gira consecuente: Silvia Pérez Cruz y Juan Falú se presentaron el 7 de noviembre en París, el 8 y el 12 en Girona, el 9 en Sevilla, el 10 en Jerez y el 16 en Barcelona. Ya el 1º de diciembre estuvieron en Montevideo y luego desplegaron la gira argentina: el 13 tocaron en Buenos Aires, el 16 en Tucumán, el 17 en Salta y mañana la cierran en Córdoba. Y la sutileza y el riesgo de las seis cuerdas de Falú y el hondo deslumbrar de la voz de Pérez Cruz dejaron pasmado al público en cada concierto.

Pero, ¿cómo había comenzado todo para el dúo? Para contarlo, abre el juego Juan Falú: “En 2022, yo estaba tocando en el Café Berlín de Madrid y el dueño me dijo: ‘En el público está Silvia Pérez Cruz y quiere venir a saludarte’. Ella se me acercó y me dijo: ‘Hace años que te estoy buscando’. Y ahí me acordé de que nos habíamos visto en Buenos Aires una vez que vino: fue un encuentro muy fugaz. En el Café Berlín de Madrid, Silvia se sentó e hicimos Oración del remanso y salió algo extraordinario: hermoso. Para mí fue un gustazo y por eso decidimos repetirlo”.

Ahora, la versión en exclusiva de Silvia Pérez Cruz: “El encuentro con Juan Falú en el Café Berlín, en 2022, fue un regalo -evoca-. Hacía muchos años que estaba buscándolo. Lo había conocido en 2016 en Buenos Aires después de un concierto. Habíamos compartido algunas canciones y me había quedado prendada de esa capacidad de contar y acompañar con la guitarra que tiene. Finalmente, fue la oportunidad del reencuentro en el Café Berlín”.

–¿Y qué sucedió musicalmente entre los dos?

–Le recordé quién era, le dije que iría al concierto y salí al escenario directamente en los bises, después de tantos años sin saber de él. Cantamos tres canciones, creo que Oración del Remanso, Piedra del Camino y quizás La Nochera. Pero sé que después del primer bis me levanté y Juan me dijo «no, no, no, quédate». Después del concierto hubo una guitarreada en el bar de al lado. Ahí tocamos más canciones y nos dimos cuenta de lo felices y libres que éramos compartiendo música. Entonces deseamos encontrarnos pronto.

Y así sucedió: “Al cabo de pocos meses -prosigue Pérez Cruz- fui a Buenos Aires, nos encontramos y elegimos el repertorio y la tonalidad. Éramos conscientes de que no se trataba de ensayar, sino de conversar con lo sabido. Nos fuimos a un estudio y en un día grabamos ese disco hermoso que se titula Lentamente.

Era el estudio de César Silva y el propio Juan Falú recuerda que entraron a grabar sin un plan determinado: “Hicimos una sesión única, donde conversamos musicalmente, lo grabamos y después lo tocamos de nuevo. Fueron dos horas en total, con músicas argentinas y también algo brasilero. De ahí salió el disco Lentamente”. ¿Cómo lo vivió Falú? “Silvia es una cantora exquisita. Con ella hacemos versiones libres; yo a veces pongo un acorde y ella lo caza al instante. Si ella está haciendo una improvisación vocal, escucha lo que está tocando la guitarra y sobre eso no le yerra una nota. Es un enorme placer que nos encontremos musicalmente”.

¿Cómo fue para Silvia Pérez Cruz el reencuentro con Juan Falú en Buenos Aires? “Lo hice coincidir, porque justo iba a grabar unas canciones para mi disco anterior, Toda la vida, un día, con Juan Quintero, y con Liliana Herrero y Pedro Rossi. Aprovechando que me encontraba con ellos, le propuse a Juan Falú que nos juntáramos. Me fui a su casa, me preparó una rica comida e hicimos una lista de las canciones que conocíamos los dos”.

Así, quedaron en el disco Lentamente estas obras: La nostalgiosa (de Jaime Dávalos y Eduardo Falú), La nochera (de Dávalos y Ernesto Cabeza), Chacarera de las piedras (de Atahualpa Yupanqui), Piedra y camino (de Yupanqui y Nenette Pepin Fitzpatrick), Nostalgias (de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo), Sampa (de Caetano Veloso), Carinhoso (de Pixinguinha y Braguinha), Oración del remanso (de Jorge Fandermole), Algarrobo (de Juan Falú) y Mi última canción triste (de Silvia Pérez Cruz). “Yo adoro el folklore argentino y la música brasilera -cuenta ella- y esto fue el punto de conexión más natural en ese momento. Ahora también tocamos boleros y más canciones propias”.

Pérez Cruz: «Juan Falú acompaña de una manera muy concreta, muy amorosa y consciente de lo sagrado de la música y la poesía». Fotos: Josefina Chevalier

–¿Qué significó, para vos, aquel encuentro en el estudio, en Buenos Aires?

–Fue una conversación con ese respeto y amor que tenemos por la música y disfrutando de estas bellezas de canciones que tiene el folklore. Es un disco que estuvo guardado durante dos años y, cuando terminé la gira de mi disco anterior de canciones originales, le propuse a Juan si quería compartir el disco Lentamente. Así que estamos muy felices.

¿Cuál es tu conexión con el folklore argentino y con el repertorio que cantás con Juan Falú?

–El folklore argentino siempre me conmovió. Mi primer contacto consciente fue a los ocho años, cuando mi padre me hizo escuchar a Mercedes Sosa cantando Alfonsina y el mar. Eso me atravesó: me sorprende ahora mismo que a esa edad yo tuviera esa conexión tan fuerte. Esa voz me marcó para siempre y esa canción me acompañó durante muchos años.

De hecho, Pérez Cruz cantaba Alfonsina y el mar siempre que se encontraba con su padre, el cantor de habaneras Càstor Pérez Diz, hasta que él murió en 2010. “De los 12 a los 27, siempre que estaba con mi padre cantaba Alfonsina y el mar y dos habaneras anónimas. Esa era nuestra conversación”, revela.

Silvia Pérez Cruz había tenido a los 21 años otra conexión con el folklore argentino: “Canté en 2015 en un proyecto que se llamaba Inmigrasons, que mezclaba músicos catalanes y argentinos. El guitarrista Ernesto Snajer fue el director de la parte de Argentina y ahí conocí otras zambas, algún carnavalito y el bombo legüero. Me enamoré profundamente de este instrumento y, cuando empecé a cantar esas canciones, era como si yo estuviera en casa. Esas melodías me hacían sentir libre y, sobre todo, me conmovían las poesías. Hay una relación con la poesía en la Argentina que me conmueve. Me enamora la manera de contar cada sentir: la manera de mirar lo que te rodea y de compartirlo”.

Luego Pérez Cruz profundizó en las sonoridades folklóricas locales a partir de sus diversas visitas a la Argentina. “He viajado bastante, sobre todo a Buenos Aires. Luego pude viajar a Tilcara, a Mendoza y a Rosario, y pude constatar que ese repertorio me atraviesa. Aprendí una chacarera, alguna vidala, una baguala, y tengo muchas ganas de aprender muchas más. Es un folklore que me emociona profundamente”, detalla.

–¿Qué te sucede cuando te acompaña la guitarra de Juan Falú?

–Primero tengo que decir que mi relación con la guitarra es muy familiar: de toda la vida. Mi padre tocaba la guitarra y la manera que yo tenía de conversar con él era cantando. Él me descubrió todo un repertorio con una poesía y una emoción muy fuerte. También aprendí canciones de La Habana y boleros. Así que tengo una relación muy íntima y natural con la guitarra y con la taberna.

«Me emociona lo que cuenta y lo que no cuenta. Son muy impactantes los silencios que Juan decide hacer». Fotos: Josefina Chevalier

Y esas vivencias personales en Palafrugell, Girona (de donde ella es oriunda), tuvieron un lazo afín en el encuentro de Silvia Pérez Cruz con Juan Falú: “Yo conocí a Juan un poco en la taberna -dice-. Sé que a él también le gusta esta música compartida en sitios pequeños, con mesas de madera. Esa celebración, ese ritual musical para entender y compartir la vida. Me emociona lo que cuenta y lo que no cuenta. Son muy impactantes los silencios que Juan decide hacer”.

Pérez Cruz acentúa: “Yo lo considero uno de los mejores guitarristas del mundo, sin duda. Tomemos la parte rítmica. De repente, en un solo compás te puede contar el latir de una zamba y luego guardarlo en secreto. También la capacidad de contrapunto que tiene: compone al momento como si fueran varias guitarras tejiendo. Una musicalidad que hace fácil lo imposible. Me gusta cómo juega con la melodía al contrapunto, la armonía, el ritmo y el silencio”.

Y, además, “hay un peso y un amor por la poesía. Juan Falú acompaña de una manera muy concreta, muy amorosa y consciente de lo sagrado de la música y la poesía. Cuando estamos juntos, yo siento una confianza plena, el uno con el otro, y eso quiere decir que hay mucho juego y que se puede volar lejos. Sólo compartes con el otro lo que la música te pide. No hay que hacer nada pautado previamente: se crea en el momento. Para mí es un regalo poder compartir música con Juan Falú”.

–¿Cómo habían sido los seis primeros conciertos con él en Europa, en noviembre? ¿Qué sucedió allí?

–Fueron una maravilla. Estrenamos en París, en el hermoso Théâtre de la Ville, delante del Río Sena. Se veía la Catedral de Notre Dame al fondo y estuvimos con una mesita en medio de los dos, con dos copas de vino y unas flores humildes, pero bellísimas. Así empezamos a conversar y fue hermoso desde el primer momento hasta el último. Después viajamos a Girona: era un teatro más pequeño e hicimos dos fechas. Fue hermosísimo también y muy distinto cada vez. La gente celebraba a Juan y al encuentro. Luego nos fuimos a Sevilla, al Teatro de la Maestranza, y la gente aplaudía.

En Sevilla, recuerda Pérez Cruz, “habíamos hecho un paseo y por la calle nos encontramos a dos bailaoras flamencas. Una de ellas era de Tucumán y fue una mezcla: otro puente. Acabamos tocando con ellas en la calle y luego fuimos al gran teatro de la Maestranza. Al día siguiente viajamos a Jerez”. ¿Qué ocurrió allí? “Jerez es una de las cunas del flamenco, donde la guitarra es una habitante más, y fue muy precioso ver la reacción del público: hubo unas palmas que aún retumban. En Andalucía, cuando al público le gusta el concierto termina con unas palmas al compás para expresarlo”.

La gira europea culminó el 16 de noviembre en el Palau de la Música, uno de los espacios más emblemáticos en Barcelona. “Era muy emocionante poder ver a Juan tocar de cerca y con esas 1.700 personas entregadísimas. Conversamos más libres que nunca y escuchamos también a Juan hablar de su tierra, de los puentes, de la poesía, de la música y del compartir. Él explicaba cada género y cada poesía. Fue muy hermoso. Hay un vínculo muy fuerte y emocional”, dice ella.

¿Cuál era el deseo de Sílvia Pérez Cruz, a fines de noviembre, a días de pisar de nuevo la Argentina? “Necesito conocer la tierra interior, la Argentina interior: Salta, Tucumán y Córdoba, esas provincias de las que tanto me han hablado. Estoy con una ilusión tremenda y invito a todos los amantes de la música, de la intimidad, de la celebración de la poesía, la amistad, la naturaleza y el amor, a que escuchen el disco Lentamente”.

 

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