Pedro Aznar y La Sole sobresalieron en la sexta noche de Cosquín. Santa Fe puso en escena su delegación. Ceibo y Destino San Javier representaron a los cordobeses.
Fue una noche fría, con una leve caída en la convocatoria. Sonó en la apertura una nueva versión del himno del festival con las voces de los marplatenses Cristian Rodríguez y Mariano Núñez. Claudio Juárez, responsable de la conducción y los libretos, dio la bienvenida a una platea entusiasta, dispuesta a participar activamente.
En el inicio de su actuación, Pedro Aznar decidió homenajear a Mercedes Sosa. Con imágenes de La Negra en pantalla, versionó Si llega a ser tucumana, en formato de guitarra y voz. Aznar vino a Cosquín con su nueva banda conformada por Matías Martino (teclado y voz), Sebastián Henriquez (guitarra y voz), Julián Semprini (batería) y el histórico percusionista Alejandro Oliva.
Presentó las canciones de su más reciente disco Flor y raíz, un álbum de canciones del folklore latinoamericano. La capacidad y versatilidad le permite repertorio amplio y diversidad de instrumentos. Rescató obras de Ramón Ayala (El cosechero), María Elena Walsh (Chacarera de los gatos), Violeta Parra (Maldigo), entre otras. También incluyó Zamba del carnaval (Cuchi Leguizamón), obra que descubrió en Cosquín hace unos años, viendo la presentación de Angela Irene, un día antes de su primera vez en el festival. Al día siguiente fue invitado de Suna Rocha y debutó en la plaza. Con múltiples recursos y sonidos, la actuación de Aznar mantuvo la calidad de la grilla artística. El público se mostró respetuoso y aceptó el convite cuando el artista ofreció canto colectivo acompañado las coplas con caja.
El grupo coscoíno Ceibo ratificó su estilo, con potentes sonidos y apelando a la rítmica de las canciones. A Mavi Díaz y Las Folkies les costó conseguir la respuesta del público. La hija de Hugo Díaz, al frente del cuarteto femenino que se completa con Pampi Torres (guitarra), Martina Ulrich (percusión) y Silvana Albano (piano), mejoró la conexión con la gente con remedio atamisqueño, zamba alegre, gatos y chacareras, entre ellas Gaucha, que titula el flamante disco.
Antes de dar continuidad a la grilla, los colaboradores barren el piso para despejar los papelitos que dejó el paso de Ceibo por el escenario. Los locutores anuncian el triunfo de la selección argentina en Chile y la plaza se alegra y celebra la noticia.
La Sole llegó a Cosquín, a veintiseis años de su inolvidable e impactante debut. Le reconoció a la gente el esfuerzo por estar desafiando al frío y expresó «tengo muchas cosas para decir, pero prefiero cantar más». Con su mayor afecto, homenajeó a los mayores con Para la abuela Emilia, apoyada vocalmente por Lucas Boschiero. Eligió vestuarios de verano, pero rápidamente calentó el cuerpo con la intensidad del show. Siempre con novedades en su puesta en escena, esta vez mostró en pantalla un código QR mediante el cual el público podía votar canciones para escuchar. Lo anunció Bruno Orgaz, el pianista y director musical, con quien Soledad reflotó parte de su show «A la carta», espectáculo que montó durante el 2021. El ranking puesto en pantalla mostró que la elegida por el público para este novedoso segmento fue Que nadie sepa mi sufrir. Con cambio de vestuario y escenografía, en este formato de piano y voz, La Sole demostró su crecimiento como cantante, uno de sus últimos objetivos artísticos.
A tres fans que ya no están físicamente, les dedicó la segunda más votada: Vivir es hoy. Regresó a las formas tradicionales y ofreció un bloque de zambas y uno de chacareras (con revoleo de poncho incluido), que provocó profunda euforia y nostalgia por aquellas primeras épocas en el festival. Se emocionó con Piel morena y la dedicó: «para vos Horacio», dijo lanzando un beso al cielo dirigido a Guarany. Se despidió con un set de cumbias y huaynos, relajada y disfrutando del reencuentro con su gente. En el diálogo con la prensa reclamó por «más defensa de los artistas argentinos. Somos muy generosos con los internacionales, necesitamos esa correspondencia».
Destino San Javier ya cosecha el fruto de sus esfuerzos y apuestas. Parte del público se quedó en la plaza y acompañó la presentación del grupo cordobés que en poco tiempo ha cosechado logros importantes. Ofrecieron baladas y temas folklóricos tradicionales popularizados por sus padres (A Monteros, La oma y otros). También convidaron a Angela Leiva en dos temas: Podrás, recordando a Tamara Castro y Bailando contigo, tema que tiene un videoclip en colaboración. Para el bis, eligieron Por qué será.
Santa Fe presente
Como siempre en Cosquín, los santafesinos se hicieron sentir con fuerza en la plaza. Siete canciones y un enganchado de chamamés por Monchito Merlo formaron parte del contenido de la puesta basada en cuatro ejes temáticos: el chamamé, el abrazo entre regiones, los pueblos originarios y Ariel Ramírez. Una cuidada producción del Ministerio de Cultura de la Provincia permitió el regreso a Cosquín. (en 2020, por cambio de gestión y poco tiempo para el armado, Santa Fe no envió delegación). Con textos, canciones y danza, la muestra reconoció el aporte de Santa Fe al cancionero del chamamé, tributó a la figura de Ariel Ramírez por el centenario de su nacimiento, mostró la diversidad regional y resaltó la importancia y la influencia de los pueblos originarios de la zona. Patricia Duré, Patricia Gómez, Daniela Massaro, Diego Zabala y Diego Zalazar pusieron las voces, Joel Tortul ejecutó en el piano el homenaje a Ariel Ramírez y Monchito Merlo con su conjunto armó un bloque chamamecero con cuatro canciones reflejando el espíritu del norte santafesino. El soporte musical fue dirigido por Renzo Cremona, los arreglos de Iván Tarabelli y el grupo de bailarines fue preparado por Fernando Vera, Jaquelina Saucedo y Germán Moreno. Con canciones emblemáticas como Santafesino de veras, Oración del remanso, A Villa Guillermina, Agua y sol del Paraná, Los inundados y el set de Monchito, la delegación conquistó aplausos y ovaciones.