Por Federico «Poni» Rossi / piukemil@gmail.com
Fotos: Gentileza de Roy Brown
Puerto Rico, junto a Cuba, fueron los dos últimos bastiones coloniales de España en América Latina, hasta que, en 1899, tras firmarse el Tratado de París, fueron cedidas a los Estados Unidos. Cuba, luego de un largo proceso, pudo romper esa cadena colonial. Puerto Rico no y “como aquella ala que cayó al mar, que no pudo volar”, en poco tiempo se convirtió en un Estado Asociado yanky. Este status dividió a la sociedad portorriqueña entre pro Estados Unidos y pro independencia, estos últimos motivados por el fuerte sentimiento de puertorriqueñidad que aflora en su pueblo. Desde Roy Brown o Dany Rivera hasta Bud Bunny o René Pérez, de Calle 13, sus artistas populares han sabido estar a la altura de las circunstancias en cada etapa histórica de los acontecimientos en la isla, y las canciones se convirtieron en verdaderos himnos del sentir puertorriqueño. En De Coplas y Viajeros dialogamos con Roy Brown, uno de los fundadores del movimiento de Canción Protesta en ese país y uno de los referentes de la Nueva Trova Latinoamericana.
– ¿Cómo surge el movimiento de la Canción Protesta en Puerto Rico? ¿Quiénes son sus referentes y a qué le cantan?
– Surge de las protestas que se estaban dando en todo Puerto Rico. El foco principal era la Universidad de Puerto Rico recinto de Río Piedras, en San Juan y surge en base a esa lucha estudiantil que se estaba dando en contra de la Guerra de Vietnam, contra la represión. Los estudiantes luchaban por sus derechos democráticos en la Universidad y se dan como un renacer, o una nueva etapa de la lucha por la independencia de Puerto Rico. Ese es el marco donde se da ese movimiento. El primer evento del que participé y que tuvo impacto fue en la Universidad de Puerto Rico. Yo estaba cantando con otro joven cantor que se llamaba Noel Hernández, en frente de los portones de la Universidad. No se permitían hacer actividades dentro. Yo trabajaba y estudiaba en la Universidad y fui expulsado de mi trabajo por cantar en horas de trabajo. Ahí empezó mi vida como cantor en la calle apoyando las luchas. Los referentes son muchos, pero los que estaban más cercanos a mí son Antonio Cabán Vale, «el Topo», uno de los cantores famosos que tiene una canción que es como un himno aquí en Puerto Rico, que se llama Verde luz, Andrés Giménez, que es uno de los cantantes de música folklórica mas famoso, Flora Santiago, que en ese momento hacía un dúo con Pepe Sánchez, Pepe y Flore, y que eran bastante populares y energéticos. Esos eran los que estaban cercanos a mí. Luego surgen otros: el grupo La Puerta, donde estaba Josy Latorre, luego fundadora del grupo mas popular de los 70 que se llama Haciendo Punto En Otro Son.
Los estudiantes no solamente se fijan en las cosas de los estudiantes sino que empiezan a apoyar las luchas de los obreros. Empiezan a apoyar los rescates de tierra. Había mucha gente sin casa entonces entraban en lo que eran terrenos baldíos, buenos terrenos, donde no había nada construido y ahí hacían sus casas ilegalmente y formaban comunidades. Se llamaban las comunidades de rescate, y entonces nosotros apoyábamos esas luchas y nos juntábamos con algunos actores que me acuerdo siempre de Miguel Ángel Suárez y Jaime Ruíz Escobar.
– Tus primeros discos aparecieron en los 70, años de mucha convulsión social y política en todo el continente, y Puerto Rico no fue ajeno a ello. ¿Cómo fueron esas primeras épocas, esos primeros discos, a qué le cantabas y qué consecuencias te trajo cantar esas canciones?
– A principio de los 70, con lo de la Guerra de Vietnam y con la conciencia de la juventud de que había que afirmar su puertorriqueñidad, se renueva el liderato ya tradicional del partido independentista y toma mucha fuerza. Surge el Movimiento Pro Independencia, que luego se convierte en Partido Socialista, estaba el Partido Nacionalista que viene desde los 30, del partido de nuestro gran líder histórico Pedro Albizu Campos. Estas épocas fueron de muchas confrontaciones en la Universidad, en las escuelas superiores (los High School). Nosotros apoyábamos todas esas luchas, teníamos nuestro propio equipo de sonido, íbamos y tocábamos en frente de las universidades y de las escuelas. En consecuencia hubo persecución y la foto mía estaba en todos los cuarteles de la policía. Me seguían a todos lados a mí y a mi familia. Nosotros no formábamos parte de lo que es la farándula en Puerto Rico aunque teníamos el apoyo, como te dije antes, de muchos actores y cantantes populares. Pude hacer mi trabajo, pude hacer lo que quería hacer. Claro que rompí con mi familia, mi familia no quería cuentas conmigo, porque eran pro Estados Unidos y esta lucha de afirmación puertorriqueña fue reprimida. Yo sufrí la represión como todos los que estábamos participando en esto.
– Luego, el autoexilio ¿Cómo fue la etapa en Nueva York?
– Al no poder ganarme la vida, con dos hijas y casado, tuve que emigrar a Nueva York. Allí había una fuerte comunidad puertorriqueña organizándose y muchos estudiantes en universidades a través de todos los Estados Unidos, entonces yo podía vivir en Nueva York e ir a cantar a estas universidades, porque aquí en Puerto Rico no tenía oportunidad de ganarme ni un centavo ya que no existían los café teatro, los teatros, eran todos del gobierno, no existía la costumbre de hacer conciertos, o sea que uno no tenía ningún tipo de oportunidad. No fue hasta bastante mas tarde que, ya como en el 76, empezaron a haber café teatros. A mí no me quedaba otra que emigrar. Y fue una etapa muy buena porque aprendí a bastarme por mí mismo, a buscar trabajo, a trabajar los teléfonos, a llamar a las universidades, a bregar con contactos de todos los diferentes lugares donde había puertorriqueños y además de eso a unirme a la lucha del pueblo de Estados Unidos. Me convertí como en un representante de Puerto Rico dentro de las comunidades, las organizaciones y los partidos de izquierda de Estados unidos. Ahí conocí a Pete Seeger, el legendario cantor, y a muchos otros cantores de Estados Unidos y latinoamericanos que venían a Nueva York como Mercedes Sosa, Inti Illimani, Quilapayún, Silvio Rodríguez, o Pablo Milanés. Yo me juntaba con ellos. Fue una etapa bastante buena. Yo ahí tomé la música en serio. Tocaba, practicaba cinco horas todos los días. Lo que no pude hacer en Puerto Rico lo pude hacer viviendo en Nueva York.
– ¿Cuándo y cómo fue el regreso a Puerto Rico?
– Voy regresando de a poco. Tres años después de mi ida a Nueva York me invitaron a venir acá a tocar en el Instituto de Cultura, que para mí fue una sorpresa, y luego empezaron a surgir café teatros en distintos pueblos de la isla, especialmente en los pequeños pueblos de la montaña (Barranquitas, Aibonito, Naranjito, Jayuya). Viajaba, hacía dos o tres presentaciones y regresaba a Nueva York. El regreso definitivo a Puerto Rico fue en 1989, porque noté que, después de toda esa ausencia, me había logrado un público bastante grande. Fue una etapa bien loca porque en Nueva York yo había formado, en el 78, un grupo que se llamaba Aires Bucaneros, con el que hicimos dos discos, y que fueron bastante exitosos. Logramos cierta popularidad en Puerto Rico pero eso no causó que yo regresara, sino, que me quedé bastantes años mas en Nueva York viviendo en ambos lados y ese grupo, Aires Bucaneros, como que me dio nueva vida. Hicimos giras por los Estados Unidos junto a Haciendo Punto [en Otro Son], el grupo puertorriqueño mas popular. Tocar con ellos nos dio mucha visibilidad y esa etapa me enriqueció en términos culturales, de tener una forma de hacer música independiente del sistema, de las compañías de discos, de la televisión, de la radio, porque por mis posiciones yo era vedado de la radio y de la televisión. Todo lo que grabé es mío. Tengo yo los copyrights.
– En los 90 grabaste Poetas puertorriqueños, un homenaje a los grandes poetas de tu tierra ¿Qué papel tiene la poesía en tus canciones?
– Yo estudiaba y, por ende, estaba expuesto a trabajos importantes de la literatura y sabía escribir. Escribía lo que me salía, sin ninguna conciencia de reescribir, de rebuscar. Me acuerdo que «el Topo» me dice “Roy, tienes que tratar mas”, pero ciertamente mi primer disco Yo protesto, que fue escrito así, tuvo mucho éxito. La gente todavía lo procura y lo escucha, pero igual quise tener instrucción. Aprendí a tocar guitarra sin instrucción. Ernesto Cordero, uno de los grandes músicos clásicos de Puerto Rico, fue mi maestro de guitarra. Hice amistad con Clemente Soto Vélez en Nueva York, con Antonio Corretjer, estudié con gente como Luis Palés Matos y me puse a estudiar la poesía de distintos poetas como Pablo Neruda, como Walt Whitman. Yo traduje a Walt Whitman y también a Baudelaire. Después trabajé la música de ellos, porque a través de estos poemas tan de avanzada en su tiempo logré un ritmo distinto, mas ambiciosos para musicar y tengo que reconocer que mi trabajo es producto de un reconocimiento, de mi parte, de que yo vengo de esa tradición importante de la poesía latinoamericana y también yo traduje poemas del inglés al español para cantarla y la canción es una entidad aparte. La canción no necesariamente es un poema. La poesía es una cosa, la música y la canción es otra pero a veces muchos músicos han echado mano de los grandes poemas hacer su música. Porque tú tienes un gran texto, lo que hace el músico es descubrir la música que está adentro de ese texto y pues, así fui yo. Eso fue lo que me pasó a mí. Tengo que nombrar a Clemente Soto Vélez, que fue amigo mío. Lo conocí en Nueva York, cuando estuve viviendo allá. Fue acompañante del grupo Aires Bucaneros y hacíamos muchas cosas juntos. El es un luchador por la independencia que en los años 30 fue apresado junto a Pedro Albizu Campos, hizo cárcel, y vivió en Nueva York. Allí fue que yo lo conocí, y trabajé poesía de él. Árboles es una canción que Cultura Profética hizo famosa y que un disco que yo hice con Silvio Rodríguez se titula Árboles y él y yo hacemos un dúo.
– Una de tus canciones emblemáticas, y que se ha convertido en un himno, es Boricua en la Luna, Contame sobre esa canción, y sobre la repercusión que ha tenido.
– Esa canción la cantan en todos lados. Tú vas a una pizzería y están cantando esa canción, pero también la han cantado grandes cantores. Es una canción popular.
Me ha traído bastante reconocimiento porque, aunque la canción no se popularizó por mí, sino porque la recogió el pueblo, y eso me dio a mí aire, el pueblo fue quien hizo esa canción famosa. Se identifican con Boricua en la Luna. Tiene una repercusión bien linda porque don Juan Antonio Corretjer, quien fue un líder político, un periodista, un luchador, tuvo, a través de la canción, una importancia a universal. Todos los pueblos tienen sus grandes poetas. Cuando tú tienes un pueblo que reconoce a sus grandes poetas, tienes un pueblo de verdad, o sea, porque uno de los problemas grandes de Puerto Rico es que nos han metido la ideología esta de que somos un pueblo chiquito, de que dependemos de los norteamericanos, que sin ellos somos nada y eso es una constante batalla ideológica acá y es la afirmación de nuestra puertorriqueñidad lo que nos ha mantenido juntos, independiente de la cuestión política de los partidos y de las penetraciones de los servicios secretos de Estados Unidos, que bajo la forma de fake news, trabajan en la conciencia de la gente. Nosotros hemos hecho una lucha cultural en Puerto Rico. En Estados Unidos, las comunidades puertorriqueñas siguen descubriendo la puertorriqueñidad y se sigue identificando. Esa es la lucha ideológica: eres yanky o eres puertorriqueño. Entonces la música, no solo la de mi generación, es música de afirmación, porque nosotros somos una gente que nuestra música es conocida por todos lados. En todos lados se sabe quién es Bud Bunny, se sabe quién es René Pérez o Ricky Martin, y se sabe que son puertorriqueños. Se sabe quien es la banda El Gran Combo y en Latinoamérica todavía recuerdan a Daniel Santos, a Bobby Capó, o sea, hay una tradición de música que nos coloca a nosotros dentro del universo de toda la producción cultural.
– Tu último disco es Habanandando, un trabajo colectivo ¿De qué se trata?
– Es un esfuerzo de una serie de músicos de aquí por darle un reconocimiento a los 500 años de la fundación de La Habana, y entonces Habanandando es andar por La Habana, como hemos hecho todos estos artistas. Es un canto a La Habana. Yo tengo ahí una canción que se llama Panadero. Los últimos cuatro años he estado yendo a Cuba. Dejé de ir por la pandemia, pero mi hija es bailarina y estaba estudiando en la Escuela nacional de Ballet. Estudió allá por tres años, así que yo la iba a visitar a menudo y aprovechaba a caminar por La Habana. Se me ocurrió este título, Habanandando, porque Tito Auger, Luckre Gerard y su hermano, Tony Rivera, Zoraida Santiago y La Banda Acústica Rodante, que es la unión de algunos de nuestros mejores cantantes y compositores, hicieron, cada uno, una canción y sacamos este disco que se llama Habanandando.
– ¿Qué ha cambiado, y que es lo que permanece, del Roy Brown de Yo Protesto, su primer disco, con respecto al que grabó éste último?
– Si algo he sido es leal a ese jovencito que comenzó a pelear por la independencia de Puerto Rico e hizo un disco que se llama Yo protesto. He sido leal a ese jovencito y por eso mis dos hijas me aman, por eso tengo amigos que han sido amigos todos estos años porque he sido leal y he continuado. Por supuesto que ahora tengo 75 años, pues ya no tiro piedras ni hecho a correr, como dice la canción “todo el mundo a correr”, esa es Mister con macana, dice “a correr, a correr, / todo el mundo a correr / ahí viene el mister con macana”, entonces ya yo no puedo correr tan rápido. Camino rápido, pero no corro. Pero en ese aspecto yo he tratado de mantenerme. Uno va aprendiendo, va diversificándose en términos de la temática, porque escribo sobre Puerto Rico y eso es constante, pero también escribo sobre lo que ocurre sin hacerlo directamente pero sobre lo que está ocurriendo en Latinoamérica y sobre lo que está ocurriendo en Estados Unidos, en África, porque estamos hablando de la sobrevivencia del planeta el cual habitamos y el cual estamos destruyendo. La lucha importante a través de la música es también tomar conciencia de que nosotros somos habitantes de la tierra como son todos los otros animales y seres que tienen derecho de desarrollarse, y desarrollar esa conciencia es parte de lo que yo empecé y que sigo cantando.