Un pedazo de molino, el sonido de la tranquera, el retumbar lejano de los malones, los amores de las cautivas, todo eso que llamaron la conquista del desierto, las chatas, los trenes y los caminos de tierra, los gallos empujando al amanecer y el ladrido de los perros despidiendo el día, una guitarra de pulpería y un paisano que frente al río le habla a su hijo de don Segundo Sombra, todo eso y muchas cosas que sin querer omitimos son las que hacen del río Areco, un río gaucho.
Alguna vez los ojos de Ricardo Guiraldes vieron este río, y en él hallaron la inspiración para crear al personaje Fabio Cáceres, un hijo de estas aguas bonaerenses ¿Qué cosas puede hallar en un río, un niño que extraña a su madre? “Aquel día, como de costumbre, había yo venido a esconderme bajo la sombra fresca de la piedra, a fin de pescar algunos bagrecitos, que luego cambiaría al pulpero de «La Blanqueada» por golosinas, cigarrillos o unos centavos”.
El río para los solitarios suele ser el único amigo, en el caso de Fabio hasta que conoció a don Segundo Sombra, personaje inspirado en Segundo Ramírez, un peón de campo y resero que trabajaba en la estancia de Güiraldes en San Antonio de Areco. A partir de allí nace algo más que una amistad entre don Segundo y Fabio, ya que Fabio Cáceres deja todo y se une a la empresa errante de Sombra, es decir, se hace obrero de las distancias, resero de leguas y silencios, porque un chango incomprendido, alumno de la soledad humana, esa soledad que tantas escuelas y noches ha fundado en nuestras pampas, halla en don Segundo Sombra a un padre del horizonte, a un profesor del desasosiego humano.
El río Areco guarda en su memoria, la mítica reunión entre las epifanías de Guiraldes y la imaginación del pueblo. Borges manifestó que la novela Don Segundo Sombra es una elegía, una especie de lamento por todo un mundo que acabó: “No en vano el protagonista se llama Sombra…don Segundo ha sido esos gauchos o es, de algún modo, su tardío arquetipo” ¿Será acaso el Río Areco todas las lluvias que han sido, todo el sudor de aquellos hombres de a caballo que alguna vez se batieron a duelo que con las fronteras de la Pampa, las de eso que llaman civilización, pero también las fronteras de identidad?
San Antonio de Areco es un pueblo hijo del río, como tantos. Algunos sostienen que nació como frontera, otros como el comienzo de un camino donde el dios de la llanura no está tan solo, convengamos que las divinidades de los Ranqueles, los Querandíes y los Pampas ya estaban aquí, antes de que los españoles y los jesuitas llegaran. Por lo que el río Areco, y todos los nombres que tuvo antes, es ante todo un santuario donde se desata el horizonte de la llanura.
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