Gisela Stival y Fernando Vera idearon una obra performática que se desarrolla a través de tecnología binaural, experimentada por el público con el uso de auriculares, que busca dar visibilidad a la cosmovisión del pueblo Chaná.


Hay proyectos que van en línea recta. Tienen un principio y un desarrollo. Hay otros que nacen en un pequeño gran grito de «eureka» cuando cosas que venían sucediendo por separado se unen. Así nació Nación Chaná – Relatos cantados al oído, un proyecto que llevan adelante los artistas locales Gisela Stival y Fernando Vera,  junto a Marisol González en gestión, y que une la tecnología, el sonido binaural y la tradición buscando aportar a la difusión de los relatos y la cosmovisión de la Nación Chaná y todos los pueblos originarios de Abya Yala.

Stival y Vera se conocían hacía tiempo, los une el ambiente de la música en la ciudad y tienen algunos amigos en común. Varias veces compartieron guitarreadas y se contaron sus proyectos personales con la intención de, quizá algún día, hacer algo juntos.

La cultura Chaná llega a Stival cuando empieza a estudiar alfarería con Gabriel Cepeda. “Él además de enseñar a recolectar la materia prima y de haber recuperado las técnicas de cerámica que utilizaba este pueblo, comparte sus costumbres, cosmovisión y lengua”, recordó la cantante. “Otro punto de encuentro con la cultura Chaná fue la participación de los talleres de Monte Encuentro organizado por Maxi Leo Xul donde comparte relatos de los pueblos Chaná en el territorio donde ellos habitaban”, agregó.

Pero la charla entre ellos comenzó sobre tecnología sonora. Stival conoció los softwares para espacialización y venía realizando composiciones sonoras experimentales con fines terapéuticos dentro de un proyecto llamado Viajes sonoros. Vera está en contacto con el sonido binaural (que busca crear para el oyente una sensación de sonido 3D similar a la de estar físicamente en la habitación o el lugar donde se producen los sonidos) desde el ámbito académico ya que investiga en el área de acústica en la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

“Empezamos a avanzar en la idea de compartir un proyecto, nos empezamos a compartir videos de YouTube con algunas experiencias en diferentes partes del mundo, donde se realizaban conciertos binaurales con una «Acoustic Dummy Head» como micrófono. A Gise se le ocurre la idea de armar una de estas cabezas de manera artesanal (ya que las Dummy Head de laboratorio tienen precios altísimos en dólar y acá son muy difíciles de conseguir)”, contó Vera. Y agregó: “Es ahí en donde le encargamos a Gabriel Cepeda una cabeza en cerámica y él le dice: «Si, la voy a hacer y le voy a dar forma de Chaná». A los pocos días nos empezaba a mandar fotos de la cabeza y algunas semanas más tarde ya estaba lista”.

Ahí comenzó una investigación sobre los pueblos Chaná. “Vimos varias entrevistas y documentales de Blas Jaime (quien recuperó la lengua que se pensaba extinta), en uno de esos videos don Blas explicaba que los Chaná guardaron su lengua en secreto durante 200 años y la transmisión de su cosmovisión la hacían «de oído a oído». Ese fue el momento del «eureka», ahí pudimos unir los mundos de la tecnología con el concepto artístico”, aseguraron.

La puesta está diseñada para 14 personas con auriculares por función. Fotos: Mariano Ferrari

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La experiencia en vivo

Un conjunto de personas se sientan en círculo, en medio una cabeza de cerámica con micrófonos en sus oídos, todos llevan auriculares. Stival danza y canta al oído de la cabeza que toma el sonido y lo reproduce en los auriculares. Esa voz en vivo y en movimiento se une en una pista con los sonidos propios de las islas de Gaboto.

“Todos los territorios sonoros de la obra se grabaron en las islas de Gaboto. Las grabaciones se realizaron con una «Acoustic Dummy Head» impresa en 3D. Disfrutamos mucho de realizar las grabaciones, quien nos adentró en el monte fue Maximiliano Leo Xul, quien se dedica a hacer recorridos en monte nativo y enseñar sobre el territorio del litoral, él fue quien nos llevó a ese lugar. Se grabaron territorios sonoros en distintos momentos del día, lejos del pueblo y del paso de embarcaciones, por lo que la contaminación sonora era nula”, relataron los artistas sobre el proyecto que se realiza gracias al apoyo de la Fundación Williams.

“Las grabaciones son muy buenas porque se puede percibir la espacialidad de los diferentes sonidos, se escuchan aves en diferentes lugares del espacio, también el viento que hace mover los árboles, el sistema de grabación te da la sensación de que estás ahí”, aseguran.

La presentación en vivo de Nación Chaná – Relatos cantados al oído se realizó por primera vez en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, en el marco del Encuentro de la Red Internacional de Docentes investigadores de las Artes y las Culturas en noviembre de 2022, y luego se realizaron funciones durante el mes de diciembre en Casa Zoon. “El encuentro comenzó con una charla introductoria a cargo de Fernando Vera para que luego lxs asistentes al ingresar a la sala se sentaran en sus asientos y al ponerse los auriculares experimentaran la performance de Gisela Stival. Cada uno de los participantes experimenta la obra escuchando una integración de sonidos: por un lado, se perciben los sonidos producidos en vivo por Gisela, captados por la «Acoustic Dummy Head» de arcilla, y por el otro los territorios sonoros previamente grabados, fusionados con los instrumentos sintetizados y espacializados mediante software logrando una escucha binaural, es decir en 3D”, puntualizaron los artistas que confesaron que las respuestas de los asistentes fueron múltiples pero se repartieron entre quienes se asombraron por la tecnología utilizada y quienes se emocionaron con la historia de los pueblos Chaná.

Nación Chaná se estrenó a fin de 2022 y conjuga tecnología con relatos originarios. Fotos: Mariano Ferrari

“Realizar esta obra fue en general un desafío muy grande para mí”, dijo Stival. “Siento una responsabilidad inmensa a la hora de transmitir un legado tan importante como lo es el del pueblo Chaná. Colaborar a que esta lengua y cultura, que debieron mantenerse ocultas por tanto tiempo hasta el punto de llegar casi a su extinción, pueda acercarse cada vez a más personas me llena de emoción. Todo esto me atraviesa profundamente y creo que fue lo que me conectó por primera vez con una faceta artística que desconocía, y que fue convirtiendo a la obra en una performance que integra no solo el lenguaje musical y de la palabra sino también el corporal”, aseguró la también compositora.

En la actualidad Stival, Vera y González están trabajando para poder repetir la experiencia tanto en Rosario como en otros lugares del país “donde ya nos expresaron que tenemos las puertas abiertas”, aseguran.

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