Por Pedro Squillaci | pedrosquillaci@yahoo.com.ar
Ilustración: Enrique Figna
Juan llegó con el estómago en orden pero con la cabeza torcida. Estaba rayado todavía porque no le cerraba demasiado que cada vez que comía algo que le gustaba tenía que pagar un precio. Y esto no se solucionaba con el Ahora 12 de la Mastercard, esto se pagaba con la pataleta al hígado y toda la cantinela posterior después de aquel pollo al disco: quedarse en cama sin ganas de estar horizontal, el malestar, no ir a la radio a hacer el programa de sus amores y, encima, la televisión basura que nunca te tira un centro ni en los amistosos y jugando con Messi de 9.
Era miércoles y Juan no quería caer con el chiste gastado de “hoy es un día de miércoles”. Lo tenía en la punta de la lengua para decirlo, pero no. “Un poco de cultura”, se dijo. Y arrancó el programa con una peli que a él siempre le gustó. Pero antes, claro, el ritual de siempre. Llegó con el tiempo suficiente acompañado del Panza, hablaron de temas triviales, sobre todo porque no hay tema más lindo que hablar de la nada cuando lo que habla toooooooooooooooooooooooooooooooooooodo el mundo es el hisopado negativo, el hisopado positivo, los muertos en España, los recuperados de Italia, los nuevos contagios en la Argentina, la nueva normalidad en Alemania, la obligatoriedad del barbijo, la suspensión de las reuniones familiares, upalalá. Qué nochecita se viene hoy.
Juan le pidió luz roja al Panza, se sacó el barbijo, se acomodó en el costado todavía sano de la silla eternamente rota que tiene el estudio de Radio Neptuno, pidió que le pongan de fondo todo el último disco de Taylor Swift, que es bien tranqui, y para contrastar con esa onda amor y paz empezó a hablar sin saber para dónde iba a disparar, como casi siempre:
“Hola amigues, ¿cómo andan? Sí, ya sé, prendidos fuego con todo esto de la pandemia. Estamos prendidos fuego y nadie puede poner la tira a la parrilla porque sin reuniones familiares no hay asado, así que habrá que buscar la felicidad por otro lado.¨¿Por dónde? Tendrían que pedirle un instructivo a Héctor, para que él les haga un protocolo -ya que taaaaanto estamos con esta palabrita pedorra- con el fin de encontrar el camino a la felicidad…
Acá me hace señas el Panza y me pone lluvia de chanes porque no sabe quién es este tal Héctor. Claro, no es conocido. No tiene tanta pantalla como Andy, Lizy, o la que tuvo Marcelo, Mirtha y Susana cuando salían todos los días, no, nada que ver. Este es Héctor, sin apellido, casi como los otros que nombré, pero aquí se trata del personaje protagonista de Héctor en busca de la felicidad. La película me la recomendó Carla, una amiga que me ayuda a hilvanar ideas y acomodarme el balero que viene un poco cascoteado, ¿el de ustedes no? Pero claro, a quién no le cascotearon el balero con una piedra que justo fue a llegar al corazón. A todo nos pasa. Por eso vean la peli, porque ayuda a encontrar un puente para llegar a eso que se conoce como felicidad. ¿Una pavadita, no? No, Panza, no me pases ese llamado en el que Roque dice que le dinamitaron el puente, porque eso lo hablaremos otro día. Quiero tirarles una punta para que busquen esta peli y la vean.
Héctor es un psiquiatra londinense exitoso, ah, me olvidaba, la peli es de Reino Unido, no es de yankilandia, o sea, dejen el pochoclo y saquen un bombón Jackelin con dulce de leche, porque la van a disfrutar. Bueno, decía, al tipo le iba todo perfecto, su mujer es una tipa linda de toda lindura, que le hace el nudo de la corbata antes de cada sesión, le prepara el desayuno, lo espera con la cena y hasta le hace el amor, bingo. Pero, viste, lo lindo se termina más rápido que la salsa bolognesa de los ravioles. Y un día el tipo se da cuenta que todo lo perfecto que tiene no es tan perfecto que digamos, simplemente porque en todo lo que hace no encuentra lo que siempre uno busca en la vida: la felicidad.
Ahí decide hacer un viaje sin fecha de regreso, sin su querida esposa Clara, y sin saber si la va a encontrar cuando vuelva. O sea, quizá encuentra la felicidad pero a Clara la encuentra con otro o con otra. Todo tiene un precio, como el pollo al disco que me comí el otro día. Bueno Panza, ya sé que no le conté nada a la gente y no tiene nada que ver pero lo tenía que decir, qué tanto protocolo, uy, perdón, se me chispoteó la mala palabra.
En fin, el tipo, Héctor, se olvida de la psiquiatría y se va a recorrer China, Africa y Los Ángeles. A todos lados va con un cuadernito para ir anotando los tips que hay que saber para ser feliz, ¿onda trabajo de investigación?, no; ¿una guía de autoayuda?, no, una investigación profesional. En el medio se encontrará con una chinita, de China claro, que parte la tierra; también con una morena bellísima en un pueblito de la selva africana, ¿si tiene sexo con ella me preguntan? Vean la peli y encontrarán la respuesta. Bueno, también se topará con un amigo que lo invitará a vivir los placeres de esta life, no laif, life; y también irá a ver si su viejo amor Agnes (esa gran actriz que es Toni Collette), todavía lo quiere como cuando eran jovencitos. Bueno, el tema es que Agnes está embarazada de su segundo o tercer hijo, da lo mismo para la historia; que su mejor amigo ahora se hizo gay y descubrió que salir del closet le mejoró su calidad de vida; y claro, también habrá algo de drama. Porque si no hay suspenso una peli pierde piripipí. Es que en este derrotero, en el que el tipo se encontrará con gente de todos los colores, se enfrentará además con un tipo oscuro, onda narco y terminará al borde de la muerte. Pero no, no se muere, lo spoileo porque si se moriría no podría terminar de escribir las claves para ser feliz que Héctor anotó en un cuadernito y yo escribí algunos, los que me parecieron más relevantes, para contárselos acá, a ustedes, mis querides oyentes de El foco de Foco:
1- «Evitar la infelicidad no te acerca a la felicidad»
2- «Cuando pierdas el rastro, movete»
3- «No saber toda la historia del otro/a, a veces te acerca a la felicidad»
4- «No comparar te ayuda a ser feliz»
5- «No es bueno jubilarse antes de tiempo si querés seguir siendo feliz»
6- «Seguir tu vocación siempre es un buen camino para llegar a la felicidad»
7- «Que te amen por lo que sos es clave para ser feliz»
8- «Escuchar al otro, también es amar, y el amor te hace feliz»
9- «Para ser feliz hay que sentirse vivo»
10- «Saber cómo celebrar es parte del pacto para ser feliz»
Y después de este decálogo, quizá la clave más importante, la que un monje tibetano le dice a Héctor cuando él ya está decidido a volver a casa y a su trabajo porque siente que le abrieron el puente para llegar a eso tan invisible y tan indispensable como es la felicidad: «TODOS TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE SER FELICES»
Y esta última, oyentes queridos, se las dejo en mayúsculas y como cierre del programa. Hasta mañana, sean felices, no es un derecho, es una obligación”.
El programa terminó bien arriba, con la batería de Movy Dick de Led Zeppelin al palo y fue el cierre ideal para despedir el programa hasta el jueves. Juan y El Panza se subieron al auto y aunque la charla se entendía menos que un diario mojado por el efecto barbijo, el reclamo del operador no tardó en llegar.
– Che Juan, re bueno el programa de hoy, pero, viste, te lo tengo que decir.
– ¿Qué me tenés que decir, Pancita?
– Y, viste, el decálogo de la felicidad es muy bueno, y el cierre con mayúsculas más todavía pero…
– ¡Pero qué!
– Y….que no hay un sólo tip de la felicidad que incluya la importancia de tener un buen amigo.
– Ah, bueno, era por ahí, jajajajaja.
– ¿De qué te reís?
– Me río porque hice trampita.
– ¿Cuál trampita?
– Claro, viste que digo que yo anoté algunos tips, no todos, bueno, hay uno que no dije que tiene que ver con la amistad.
– ¿Y por qué no lo dijiste?
– Porque se iba a revelar que vos no sos tan amigo como decís y, digamos, te quise cuidar, no te quise exponer tanto, entendés.
– A ver, dale, decí, dale, a ver ¿cuál es el tip que no dijiste que demuestra que no soy amigo?, dale, tirá nomás, ¡¡¡dale!!!
– «Ver a un amigo gritar los goles de tu equipo, aunque sea de tu clásico rival, es una insuperable demostración de amistad, y eso te lleva a la felicidad».
– Sabía que ibas a salir con una pelotudez de ese estilo.
– Bueno, está bien, pero quedate tranquilo que a Héctor no le gustaba mucho el fútbol, capaz que hablaba de softbol, pelota al cesto, qué se yo.
– Dejame en la esquina, sin aliento.
– Ojo, abrígate bien pecho frío.
Juan le guiñó el ojo al Panza y por el espejito retrovisor del Focus se veía que se iba cagando de risa. Héctor sabrá mucho de felicidad, pero si hubiese conocido al Panza hubiese escrito un tip más que diga «El amigo que llora con tu llanto es más amigo que el que ríe con tu risa, y eso te acerca a la felicidad». Todos los decálogos de la felicidad son incompletos. Quizá porque lo jugoso está en que siempre se puede buscar una nueva clave para volver a ser feliz.
A estos relatos que entran por los ojos, siento que los escucho… y le pongo voz, pausas y hasta me imagino los gestos del narrador. Es un disfrute. Ya me me pongo a esperar la próxima emision de JF y su amigo El Panza.
Gracias Yory querido
Muy bueno… Pásame el dial de Radio Neptuno…( Yo también quiero a Toni Colette). Buen decálogo, trataré….
Como siempre excelente, nos deja un sabor dulce y nos abre a la reflexión.Quien te dice que un día de estos me anime y me lance……jajaja la dejo picando. Un abrazo.
Toda felicidad es incompleta, pero….toda infelicidad… TAMBIÉN…
Muy bueno, Pedro, como siempre 🙂
El amigo que llora con tu llanto es más amigo que el que ríe con tu risa, y eso te acerca a la felicidad…. No está en el decálogo de Héctor pero es tan cierto que te hace saltar un lágrima de sólo recordarlo !!Por más Radio Neptuno…!!
Susana querida , gracias por tu comentario, beso grande
Muy bueno Pedro, a seguir haciendo Foco en lascosas simples de la vida que son las que realmente dan felicidad
Gracias Gaby , ya lo creo