Por Pedro Squillaci | pedrosquillaci@yahoo.com.ar

Ilustración: Enrique Figna


Noche de martes, un martes raro, digamos. Juan llegó con cara de pocos amigos. Frase justa para el caótico cierre del lunes, con el apagón intespestivo del Panza, la discusión en la cabina, las risas y la pipa de la paz. La cara de pocos amigos es porque Juan, como tantos, no se fuma mucho la cuarentena. Esto del aislamiento lo jode y aunque él cobra igual su salario por estar enrotulado dentro de las profesiones necesarias, ponele, lo saca la tristeza de las calles, la psicosis generalizada y, lo peor, usar barbijo. Reniega tanto que sale al súper sin tapabocas y después cuando lo lleva puesto se olvida de sacárselo. El Panza lo miró desde el control con gesto de maestro ciruela porque estaba a punto de empezar el programa con el barbijo auriazul. Le jodía por dos motivos: porque hablar por radio con un barbijo es casi una misión imposible pero, lo que más lo ponía loco al operador, era que, cuando la cámara lo tomara con la transmisión en vivo por internet, iba a difundir los colores de Central, cuando Zampa, se sabe, es fanático del equipo del Parque.

“Buenas noches, habíamos quedado que Dorothy iba en una cruzada complicada en su mundo de fantasía no tan distinto al mundo real”, arrancó Juan y sintió la mirada inquisidora del Panza, quien amagó con volver a cortarle el audio si volvía a pisar en falso justo en el mismo lugar del relato. Pero no. Juan siguió y no paró casi casi hasta el final.

“Como sabemos, oyentes de Radio Neptuno, toda misión imposible se convierte en posible cuando se hace con alguien más, solos o solas no se llega a ningún lado. Y Dorothy lo sabía, pese a que era una niña y conocía muy poco de eso que llamaban vínculos afectivos. ¿Recuerdan aquellos tres empleados de la granja; uno que era divertido, el otro miedoso y un tercero puro corazón? Bueno, ellos le daban una gran porción del cariño que Dorothy necesitaba. Y en este camino hacia el Mago de Oz, esos tres amigos se transformarán en sus atípicos compañeros de ruta. El más divertido será El Espantapájaros; el buenazo será El Hombre de Hojalata y el miedoso El León Cobarde. Como en todo sueño, ella les veía cara conocida pero no podía revelar sus identidades. Y los tres expondrán primero sus debilidades antes que sus virtudes. El simpático espantapájaros estaba  hecho de paja y carecía de cerebro; el que era todo de lata no tenía corazón y el rey de la selva adolecía de coraje, por lo tanto veía un ratón y era capaz de esconderse detrás de un árbol. Eso sí, señora, señor, chica, chico y chique que estás escuchando, todos tenían un valor en común: la solidaridad. Esa que tanta falta hace en estos tiempos de pandemia, porque …”. Humo sobre el agua, de pronto comenzó a sonar el riff de Deep Purple y el Zampa le dijo: “Ojito, no te colgués, boludo, seguí con la historia que venís bárbaro, no la cagués”.

“Bien, más allá del corte que tuvimos con el temita de los Purple, les cuento que ese tema viene justo para este momento. Es más, yo le dije al Panza que lo ponga, porque es mi amigo y lo quiero y jamás tengo un sí y un no con él. Es que por más humo que haya sobre el agua, por más que las nubes no dejen ver el bosque y aunque todo se ponga oscuro y sientas que te ahogás en tu pileta de lona, esos amigos solidarios son los que te van a salvar siempre, como lo hicieron con Dorothy. Porque, ¿saben qué? El tan misterioso Mago de Oz, no era otro que un mago trucho, no era mago ni nada, era un tipo que estaba detrás de una cortina y hacía los efectos de sonido y de humo, no sobre el agua, humo de humo, un vende humo. Los chicos le descubrieron el truco, lo dejaron expuesto al tipo y después, Bruja Buena mediante, la chica pudo volver a su granja, la Bruja Mala terminó espichando y la pibita volvió del sueño y se encontró con todos, su perro Toto incluido. Así es que fueron felices, no sé si comieron perdices, pero quedó flotando la metáfora de “hogar dulce hogar”, aunque si yo hubiese sido el director la hubiese titulado El Vende Humo de Hoz. Pero las películas son de los directores y yo acá estoy haciendo radio. Bueno, gente, la seguimos mañana, a cuidarse, quédense en casa y mañana a la noche, como siempre, a las 23, los espero en El foco de Foco, buenas noches, buena vida”.

Juan se puso el barbijo y, como cada medianoche, se acercó a la cabina del Panza.

– ¿Y, Zampita, qué onda?

– Bien, una sola duda me quedó.

– ¿Cuál?

– Lo de la pileta de lona, digo, ¿te mandaste un moco ahí no? Porque no tenía un carajo que ver.

– Mañana que te pase a buscar tu tía.

– Pará, bolu, que hay paro de transporte.

– Ah, lo siento amigo, entonces estás en la lona. Como el Mago de Oz, ¿viste que tenía que ver?

8 comentarios para “Capítulo 4: En la lona

  1. Pedro Squillaci dice:

    Gracias a De Coplas y Viajeros por permitirme hacer este viaje y compartir el camino con ustedes

  2. Gabriel Moroni dice:

    Excelente como siempre, un viaje al pasado y presente narrado con una pizca de humor.

  3. Facundo dice:

    Que buen capitulo 🙂.. dejando en claro que la solidaridad en tiempo de pandemia, como en cualquier tiempo, es necesaria, porque nunca nadie hace el camino al andar solo.

    1. Pedro Squillaci dice:

      Muchas gracias Facundo, abrazo, nadie se salva solo.

  4. Pato dice:

    Es tan mágico leer o escuchar un relato (aunque me gustaría escucharte), ese que te saque del lugar donde estás, te transporte sobre nubes, te permita ver el bosque y su inmensidad y por un rato, solo un rato, te sientas acompañada.
    Gracias totales.

    1. Pedro Squillaci dice:

      Pato, gracias por el cariño y por tu mensaje.

  5. Carlos Elías Samir SABA dice:

    Genial… cualquier relato a lo mejor te deja algun mensaje… un buen relato te incentiva las ganas de seguir leyendo y más… genera agradables sensaciones…
    Gracias Pedrito por estos buenos relatos…
    No lo quiero comparar con Boogi el aceitoso ni con Inodoro Pereyra … pero si un día Juan se convierte en un personaje popular voy a poder decir que » yo lo vi nacer…

    1. Pedro Squillaci dice:

      Bueno, compararme con el Negro es muchísimo, no pretendo tanto, Gracias Carlos, abrazo

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