Por Pedro Squillaci | pedrosquillaci@yahoo.com.ar
Ilustración: Enrique Figna
– Buenas tardes, ¿cómo andamos?
– Juan, ¡hola! Dame un ratito que termino con la señora y voy, andá mirando el negocio mientras. Son las chucherías de Chucherías.
De fondo sonaba Ram, el segundo disco solista de Paul y el único en el que el gran beatle firmó junto a Linda McCartney, el amor de su vida. Maite le dio el vuelto a la mujer que terminaba de llevarse su agenda artesanal y con la sonrisa de siempre lo abrazó a Juan.
– ¿Viene solo el abrazo?
– No, viene con sonrisa y con Paul y Linda de fondo, ¿qué más querés?
– Un beso de reencuentro no vendría nada mal.
Maite lo miró, lanzó una carcajada y le estampó un besazo que dejó “alucinando al gordito de gafas que fue corriendo a cambiarse los lentes”, como cantaba Sandra Mihanovich en Puerto Pollensa.
– Perdón, disculpen, justo entré en medio de este momento.
– No, Mariano, por favor, disculpá vos, es que nos debíamos este beso con mi novio y ni nos dimos cuenta que entrabas vos.
– Verdad, Mariano, mucho gusto, son estas cosas del amor, vos entenderás.
– No mucho, pero me encantó verlos. Pregunto, Maite, ¿ese reloj de pared con la imagen del afiche de Manhattan, la peli de Woody Allen, que está en vidriera, ¿a cuánto está?
– 2.500.
– Uff, tengo 2.300.
– Listo, llevateló, te lo envuelvo.
– Mañana paso y te doy los 200.
– Dejá Marianito, olvidate, tómalo como una compensación por la escenita que tuviste que ver, je.
– No, al contrario, es hermoso ver gente besándose. Yo debería agradecerle a ustedes, bueno, otro día paso y te compro otra cosa, gracias Maite, y gracias….
– Juan, soy Juan.
– Ok, Juan, te felicito por tu novia, es una genia.
Mariano se estiró su remera corta y ajustada por donde le asomaba su ombligo, se acomodó los lentes de un generoso aumento y disparó una sonrisa con la ternura y la inocencia que suelen tener los sub 18.
– Un fenómeno Marianito, ¿no?
– Sí, divino, le vendo siempre. Es un dulce.
– Un detalle, digo, ¿cómo es eso de “mi novio”?
– Otro detalle, y también digo, ¿cómo es eso de “estas cosas del amor”?
– Bueno, son cosas que uno dice.
– Bien, en mi caso también, “novio” es una cosa que una dice.
– Fantástico.
– Ok, clarito entonces. ¿Hacemos mates?
– Los hago yo, novia, ¿novia?
Una carcajada a dúo tapó el tema Let me Roll it, de Wings over América, que se había disparado en Spotify después de terminar Ram.
– ¡Escuchá, Juancito!
– Qué temazo, ¿bailamos?
– Es un lento, Juan.
– Y bueno, uno puede bailar un lento con una novia, ¿no?
– No todos los que entran son como Marianito, mejor sigamos tomando mate, dale.
– Verdad, che, a todo esto, yo ya me tengo que ir a la radio a hacer el programa.
– Uy cierto, te voy a escuchar, yo cierro en un rato y te escucho desde casa, dale.
– Bueno, Maite, me voy yendo. Digo, cuando termina el programa va a ser medio tarde, pero, ¿podemos seguir los mates en tu casa?
– Obvio que sí, yo también te lo iba a decir, son estas cosas del amor, ¿viste?
– Sí, cosas que uno dice.
– De manual sos, pero ¡cómo te quiero!
Ella le dio otro besazo, el le dio otro más intenso todavía, se abrazaron, se rieron y justo, pero justo ahí entró una señora muy bien producida, vestidito y cartera animal print y con un gesto bastante adusto.
– Ejem, bueno, chicos, ¿se puede?
– Uy, disculpe señora, no la habíamos visto, justo estábamos despidiéndonos con mi novio…
– Sí, querida, no me expliques nada, no hace falta, tengo ojos para ver y entiendo, tampoco me trates como una vieja tarada. Vi todo y ya está. Bueno, querida, a lo nuestro, ¿tenés alguna chuchería para mi nieta?, que mañana es el cumple y me olvidé del regalo. Así que lo primero que hice fue agarrar la tarjeta y me vine para acá…
– Ay, qué pena, señora, justo, pero justo ahora cerré la caja, además en verdad tampoco vendo con tarjeta de crédito porque abrí hace poquito y no tengo el sistema para eso. En fin, tendrá que ir a otro negocio a comprarle algo a su nietita.
La señora dio un portazo, sin decir una sola palabra más, mientras Maite y Juan se mataban de risa y se daban otro abrazo con beso incluido sin público a la vista.
De fondo, sonaba Maybe I’m Amazed.
– Maite, este tema Paul se lo dedicó a Linda, ¿sabías?
– No, la verdad que no, pero es hermoso.
– Bueno, cuando me vaya, buscá la traducción del tema, creo que está en algún show que Paul dio en México y anda por YouTube, vos miralo y después lo charlamos con unos mates en tu casa.
– Eh, pero cuánto suspenso.
– No pasa nada, pero lo que Paul le dice a Linda es lo que yo te diría a vos, eso solo te digo, pero miralo.
– Dale, te quiero, lo voy a ver y leer. Te espero esta noche mi Paul McCartney preferido.
– Chau, Linda.