El celebrado contrabajista, compositor y orquestador cordobés vive en la ciudad desde 1996. Referente del tango y del jazz en Nueva York, lanzó numerosos discos, ganó un Latin Grammy en 2018 y en noviembre editará un álbum con su Pedro Giraudo Tango Quartet junto a una orquesta sinfónica. En esta nota habla de sus proyectos y dice: “Nueva York también podría ser una ciudad tanguera”.


Pedro Giraudo abraza su vigor jazzero y su impulso tanguero en Nueva York. Residente en la ciudad desde 1996, el contrabajista, compositor y arreglador cordobés de 47 años dirige orquestas y big bands y también el Pedro Giraudo Tango Quartet. Editó varios discos en ambos géneros y su álbum Vigor Tanguero ganó el Latin Grammy 2018. ¿Qué aires respira Giraudo desde allá? “Nueva York también podría ser una ciudad tanguera -dice-. Tiene energía, empuje, y mi tango entra perfectamente. Además, mi música tiene muchos elementos neoyorquinos. No podrían haber sido concebidos en otro lado”.

En noviembre, Giraudo vivirá otra gran satisfacción en Nueva York: lanzará el disco de su Concerto Grosso para orquesta sinfónica y cuarteto de tango (violín, bandoneón, piano y contrabajo). “Serán ocho piezas originales mías. Yo me enamoré de la orquesta sinfónica como instrumento. No todos los compositores tienen el privilegio de escribir para orquesta. Sumergirme en mi música con toda la orquesta alrededor, sintiendo todas esas vibraciones, ha sido algo mágico”.

«Me interesa seguir excavando: hallar una mayor profundidad para enriquecer mi lenguaje». Fotos: Gentileza del artista

Para poder llegar a la orquesta de tango, Giraudo atravesó una evolución musical singular: es un argentino que fue del jazz al tango en Nueva York. “En mi etapa jazzera arranqué con un sexteto, que se convirtió en un octeto y, más tarde, en una orquesta de jazz de doce músicos. Luego llegué a la big band porque necesitaba más voces y timbres”. ¿Y con el Pedro Giraudo Tango Quartet? “Sentí que me hacían falta los colores de la orquesta y una mayor cantidad de músicos. Por fin se alinearon las estrellas. Es realmente un regalo”.

Giraudo atesora una profusa y celebrada discografía en tango y jazz: Destino de flores (2000), Mr. Vivo (2002), Desconsuelo (2005), El viaje (2009), Córdoba (2011), Cuentos (2015), Vigor Tanguero y Un argentino en Nueva York (2018) e Impulso Tanguero (2021). Colaboró con Pablo Ziegler, Paquito D’Rivera y William Cepeda, así como con invitados del proyecto Tango meets Jazz: Branford Marsalis, Kenny Garrett, Regina Carter, Néstor Torres y Miguel Zenón, entre muchos otros. También grabó el bajo en el disco Tangos, de Rubén Blades, que en 2014 ganó dos Grammy: Mejor Álbum de Tango y Mejor Pop Latino.

Giraudo colaboró como intérprete y arreglista para la Filarmónica de Nueva York, tocó el bajo para la New York City Ballet Orchestra -y para incontables discos y sellos- y fue parte de numerosos festivales de jazz en todo el mundo. Allá por 2015 debutaba con su Orquesta de Tango en el Lincoln Center de Nueva York: desde entonces se volvió un referente y un embajador cultural tanguero en la Gran Manzana. ¿Qué representa, para él, el futuro nuevo disco con el Pedro Giraudo Tango Quartet y la orquesta sinfónica?

Contesta Giraudo vía Zoom, desde su casa en la residencia de artistas Westbeth, en pleno barrio neoyorquino del West Village: “El nuevo disco requirió mucho estudio y le debo mucho a Diego Taranto, un profesor de Buenos Aires. Con Diego tomé muchas clases online, le empecé a mostrar mis piezas y él me ayudó mucho en el proceso de orquestación. Gracias a Diego llevé a un mejor nivel mi manera de escribir para orquesta”, confía.

–¿Qué te pasó en la grabación del disco al ver corporizadas tus ideas orquestales?

–Armamos la sesión con el cuarteto en el centro y la orquesta alrededor. Había momentos donde sentía que mi cuerpo vibraba, literalmente, porque sonaban fuertísimo el timbal o el bombo. Eso fue inolvidable. También hubo momentos de mucha delicadeza, sobre todo con las partes solistas del clarinete bajo o de la flauta. Después de haber escrito tanto para big bands, pero ya concentrado en el tango en los últimos años, extrañaba los instrumentos de viento. Estar de nuevo en contacto con esa respiración, esa sonoridad, también fue mágico.

En la grabación fue revelador “estar en la situación de no tener que dirigir al cuarteto. Me concentré en tocar el contrabajo y en seguir a la directora. Pude disfrutar muchísimo más el proceso, mucho más relajado”. Y eso modificó su forma de tocar el contrabajo. “Cuando dirijo al cuarteto y toco, necesito usar las dos manos -describe Giraudo-: hay mucho movimiento corporal. Al no tener que marcar yo un «accelerando» o un «ritardando», me pude enfocar mucho más en mezclar mi sonido de contrabajo con el cuarteto y con toda la orquesta, sin pensar tanto en la dirección”.

Algunas de las obras del nuevo disco “son cosas que grabé anteriormente. Tengo una pieza del disco Vigor Tanguero, otra de Impulso Tanguero, pero la gran mayoría son piezas que no fueron grabadas todavía”, cuenta.

En 2023, Pedro Giraudo recibió el encargo del Multicultural Music Group de escribir una pieza orquestal para celebrar la cultura afroargentina. La obra, titulada Sin Palabras, se estrenó en Lehman College en junio de 2023. “Esa fue una comisión lindísima que me hicieron. Y me hizo estudiar bastante sobre la cultura afroargentina, que está muy negada en nuestro país. Fue muy lindo investigar un poco de eso. Esta obra, Sin palabras, está dividida en dos partes. Una se llama Senza Parole (sin palabras, en italiano), y, la otra, Momento de Conquista. Estarán en el nuevo disco orquestal”.

Este trabajo se lanzará en noviembre -aún sin título definitivo- por el sello que coordina la directora y educadora Nell Flanders, Directora de actividades orquestales en la Idaho State University. Dice Giraudo: “Yo adoro la música de Astor Piazzolla: cuanto más estudio composición, más me doy cuenta de su genialidad. Pero yo llegué al tango orquestal sin querer imitar los pasos de Piazzolla. Llegué por otro lado y pude construir una larga relación con el lenguaje de la orquesta sinfónica”.

 

Subsistir en Nueva York

El eje tango-jazz en Nueva York no tiene barreras para Pedro Giraudo. Sus discos de jazz respiran aires y ritmos de la música de raíz folklórica argentina, llevados a terrenos orquestales originales y expansivos, y los discos de tango exploran un intenso lenguaje entre lo clásico y lo post-piazzolliano. Entre tantos caminos a la par, Giraudo actuó con sus conjuntos de jazz en los clubes más resonantes y míticos (Jazz Standard, Birdland, The Jazz Gallery, Blue Note, Joe’s Pub, etc.).

El crítico John Murph, de Downbeat, describió la música de Giraudo como “una experiencia auditiva opulenta de jazz moderno y orquestal, rebosante de improvisaciones apasionadas, melodías contrapuntísticas deliberadas y armonías lujosas”.

¿Qué más planea Giraudo ahora? “Estoy trabajando en una comisión para orquesta sinfónica, sin el cuarteto de tango -revela-. Vivo una etapa muy productiva en cuanto a la composición. En Nueva York hay etapas en que me concentro más en el contrabajo, otras más en componer y otras en tratar de conseguir trabajo. Pero está todo muy entrelazado y hace a la persona que soy yo ahora. Me interesa seguir excavando: hallar una mayor profundidad para enriquecer mi lenguaje”.

–¿Qué implica subsistir en la Gran Manzana?

–Nueva York es una ciudad que nunca te permite dejar de luchar. Es la conversación que tenemos todos los días con distintos músicos. Creo que definitivamente Nueva York ya no es la misma que antes. Está mucho más difícil el brazo tendido que en una época la ciudad les daba a todos los artistas que llegaban y querían encontrar una vida nueva. Y en mi caso las cosas también fueron cambiando.

Hace quince años, “cuando estaba más con la big band, el noventa por ciento de mi laburo era tocar el contrabajo para otra gente. Toqué música clásica, música contemporánea, afroperuana, cubana, un montón de jazz, latín jazz y un montón de tango. Todo eso me enriqueció mucho musicalmente, personalmente y culturalmente. También es muy lindo estar en contacto con gente de tantas nacionalidades. Después, cuando arranqué con el grupo de tango, eso fue cambiando gradualmente. Pero ya con la big band había que lucharla. Tenía que mandar mil emails para que me contestaran diez, de los cuales uno iba a terminar en un trabajo”.

–¿Cómo empezaste con el grupo de tango?

–Tuvo un origen medio triste. Yo toqué muchos años con Octavio Brunetti, un pianista rosarino al que quise muchísimo. Falleció en 2014 y el Lincoln Center me pidió que armara una orquesta para celebrar su música y su legado. Así fue como arranqué con la banda de tango. Y cuando empezamos a tocar, vi que el mundo del tango era mucho más fácil a nivel laboral. A veces me quedaba en casa y no tenía ni que mandar un email: sonaba el teléfono y ya me estaban ofreciendo trabajo.

Entonces Giraudo se dijo a sí mismo: “Che, la paso igual de bien escribiendo para orquesta de tango, para cuarteto de tango, que escribiendo para la big band. Vamos para acá”. Y así se volcó de lleno al tango. “Ahora el ochenta por ciento de los trabajos que hago son con varias de mis bandas -cuenta-. La verdad, hoy hago de todo con mis distintos proyectos de tango y jazz. Creo mucho en tocar: que uno ayude a que crezca la confianza entre los músicos. Que se arme un equipo”.

En plena preparación del disco con el cuarteto de tango y la orquesta sinfónica. Fotos: Gentileza del artista

–¿Podrías elegir cuatro lugares que hayan sido claves en tu música?

–El primero que pienso es en el Lincoln Center. Ahí fue la explosión de donde salió todo esto: una especie de big bang. Es un lugar lindísimo para tocar, con un espíritu muy festivo. Otra experiencia muy linda fue la que hicimos con Nell Flanders y el cuarteto de tango en la Universidad de Baltimore: solos y con orquesta. Y otro lugar que marcó, o más bien una experiencia, fue con la banda del pianista Pablo Ziegler. Tuvimos muchos años una residencia anual, una vez por semana, en un club lindísimo que ya no existe más: el Jazz Standard. Todos los años llegaba un invitado de jazz distinto: Branford Marsalis, Kenny Garrett, Miguel Zenón, gente de mucho nivel. Fue increíble aprender tanto de Pablo Ziegler: su mano izquierda es una masterclass del bajo en el nuevo tango. Me acuerdo de todo eso y se me pone la piel de gallina.

Y otro lugar revelador “ha sido Japón. Es un país que me cambió mucho. Tuve la suerte de ir mucho a Japón con distintos proyectos. Viajé mucho con Octavio Brunetti, con Pablo Ziegler, y también fui a dirigir big bands. Japón es un país que me mostró un ángulo distinto: toda otra manera de hacer las cosas a nivel musical y profesional. Es algo que siento en el corazón”, dice Giraudo.

–¿Qué balance hacés de la calidad de vida en Nueva York?

–Yo me mudé de Córdoba directo a Nueva York en 1996. Desde que llegué y bajé al subte, en marzo de 1996, hasta ahora, Nueva York se volvió otra ciudad. Su esencia cambió mucho. Antes, hace quince años, la ciudad nunca dormía, pero ahora ya no espera a los artistas con los brazos abiertos. Vivir acá es carísimo y hay que remarla a diario.

Amplía Giraudo: “Ahora vas caminando un sábado a las 9 de la noche y el ochenta por ciento de los restaurantes están cerrados. Poco antes de la pandemia estaba lleno de lugares y de bandas tocando. En una época yo tocaba seis o siete noches por semana. Eso ya no se ve más. Hay un montón de gente que se fue: muchos artistas se cansaron. Pero a mí la ciudad todavía me enamora profundamente. A pesar de todos los cambios, me gusta mucho la energía de Nueva York. Su diversidad me sigue inspirando mucho. Yo no sé si Nueva York tiene tango, pero mi tango entra definitivamente en Nueva York”.

Un comentario para “Pedro Giraudo: “La diversidad de Nueva York me sigue inspirando mucho”

  1. Patricio, fue un placer charlar con vos y me encantó la nota. Muy agradecido, Pedro

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