Por Pedro Robledo | pedritoro@hotmail.com
El último 24 de abril, a las once de la mañana, Lito Vitale daba a conocer a través de su canal de youtube el disco Nocturnos. Sus 23.500 suscriptores tuvieron el privilegio de ser de los primeros en hacer la escucha pública de este álbum, grabado durante el período de cuarentena.
El disco se publicó luego en las demás tiendas digitales. El trabajo incluye versiones, en solo piano, de diez melodías populares de géneros diversos, incluyendo ritmos de zamba, tango-canción, chamamé, vals y rock, entre otros.
“Son canciones en un formato muy pianísimo, para aplacar un poco el sentimiento que había en el principio de la cuarentena donde había tanta desilusión y tanta adrenalina e inclusive mucha impotencia”, expresa.
Hacer la escucha con auriculares y los ojos cerrados, es una experiencia recomendable como forma de recorrer el disco. Además de que se reconocen las melodías, el pulso de la zamba está claro en Cuando llegue el alba y La pomeña. La riqueza melódica de Soledad (Gardel-Lepera) queda también expuesta en esta versión despojada, como todas.
Aunque están claras las líneas melódicas de las canciones, se trata de versiones libres, en formato extendido, otorgándose a sí mismo espacios para la improvisación. Algunas interpretaciones suman casi diez minutos, pero, lejos de esperarse la resolución del tema, logra que el oyente abra los sentidos y se entregue al placer sonoro que éstas generan.
La premisa confesada por Vitale es “proponer al oyente un momento de relajación e introspección” y comparte su propias sensaciones: “cuando lo estaba haciendo, a mí me calmaba, me echaba un cable a tierra”.
Antes de que Jorge Fandermole grabe su chamamé Oración del remanso, la obra ya circulaba en ámbitos alternativos. El creador nunca especuló con el recorrido que hoy tiene la canción. La muestra que acá ofrece Lito Vitale tiene la originalidad necesaria para que se valore su mirada sobre una obra que tiene múltiples versiones.
“A medida que lo iba grabando, iba entregando las canciones a amigos músicos y a otros a quienes les gusta lo que hago y me interesa su opinión, los cuales me daban buenas devoluciones”, afirma con respecto al período en que iba gestando y concretando el álbum.
En Serenata para la tierra de uno emerge con más énfasis el arte de la improvisación y Vitale muestra, además de la melancolía que propone la melodía de María Elena Walsh, un sutil guiño al jazz. Tanto en ésta como en El país de la libertad y en Si yo fuera, conociendo las versiones con letra, al interpretarla de manera instrumental el objetivo introspectivo y reflexivo se cumple con creces.
Con Sábados blancos, del repertorio de Los Tipitos, y con la obra de Charly García Confesiones de invierno, Lito demuestra su amplia memoria musical, que incluye el conocimiento necesario del género rock para que su formato de solo piano eluda la pérdida de esencia de las composiciones originales.
El disco cierra con Salmo a cristo, el tema de Gustavo Santaolalla. Vitale aplica el procedimiento inverso y toma la melodía central sin incluir la introducción que posee la versión original de Arco Iris. Le resta minutos, pero no está ausente esa atmósfera mística que tiene el tema.
La libertad creativa de Lito Vitale está en su historia, en cualquiera de sus formatos conocidos: dúo, trío, cuarteto, quinteto o al frente de una gran banda. Con este álbum, acerca su particular manera de mirar la música y permite que las melodías de este rico repertorio tengan su propia lectura, en este caso sólo con su instrumento, logrando un clima sonoro ideal para conectarse con uno mismo.
Muy buen artículo!