Ella se llama Silvana, su apellido es Millacura, pero el nombre con que se presenta como solista esta cantautora es Millacura Sur. Sus amigos le dicen «Milla». Tiene 34 años. Es de Río Grande, Provincia de Tierra del Fuego. Tiene ascendencia de pueblos originarios del sur. Hace 10 años que viene trabajando con la música en forma independiente. En su búsqueda musical canta todas composiciones propias, mezcla la raíz folclórica como ritmos del norte (huaynos) con el hip hop y bases de percusión, intentado forjar una música propia y actual para su territorio: “la isla”, como ella llama a su provincia, Tierra del Fuego. En su canción Sureña habla de la guardiana de los bosques, del Calafate, del Lago Khami, todas referencias a su provincia, rematando con un férreo “somos fueguinos”.
En su búsqueda, realizó caminos por el sur, encontrando raíz originaria, y luego viajando como mochilera por el país y Sudamérica. Luego estudió en la ciudad de La Plata, la carrera de música popular. Al regreso a su lugar lanzó su carrera solista, acompañada de músicos locales. Este verano participó del Festival Nacional de Folklore de Cosquín y se consagró ganadora en el Certamen del Pre Cosquín, obteniendo el reconocimiento y premio en el rubro Canción inédita por su tema Esmeralda.
Para llegar a Cosquín tuvo que hacer una odisea viajando a dedo; el logro fue un reconocimiento al esfuerzo de viajar desde lo más austral de nuestro país. Hoy está lanzando su carrera con mucho crecimiento, trabajando en un disco de estudio, grabando videos y siendo reconocida por su provincia. “Me gustaría grabar en invierno porque acá por la nieve y el frio hay que encerrarse” nos dice. En De coplas y viajeros nos adentramos en el diálogo con esta nueva exponente de la música de raíz folclórica, nuevas canciones y una propuesta audaz desde el sur.
– ¿Cómo fueron tus comienzos con la música?
– En mi familia existía el compartir musical constante, fiestas, eventos, cumpleaños; mi mamá cantaba con sus hermanas y mis tíos también, por parte de mi papá también mis abuelos y tías tocaban la guitarra. De más grande me llamó la atención y quise aprender. Necesitaba mas seguridad para cantar, me empecé a anotar en clases de canto, con profesores. Dónde iba, en mis viajes, buscaba un profesor. En la ciudad de La Plata estudié en la Facultad de artes guitarra y música popular, viví unos años ahí y aprendí mucho.
– ¿Tomas cómo fuente la música sureña, o no te sentís en esa temática?
– Me habían preguntado por el loncomeo por ejemplo, estuve en un coro en La Plata que hacían un loncomeo mapuche, eso seguramente me inspiró en lo que yo compongo hoy, pero no me puse a indagar para hacer un loncomeo, o componer con ritmos propios del sur, compongo desde lo que me va surgiendo; sí me encanta hablar de mis paisajes, de lo que me atraviesa en la isla, del desarraigo, ahí me di cuenta lo que era mi tierra para mí.
– Te presentas como Millacura Sur, ¿por qué?
– «Milla cura» significa «piedra de oro» en mapuche, lo descubrí viajando. Cuando salí de acá, no conocía otros lugares, estaba en búsqueda de mi identidad, me fui a dedo, me encontré en Neuquén con gente de las comunidades originarias mapuches, y me decían “vos sos parte, tu apellido significa esto”, etc. Cuando era chica me daba vergüenza, la gente se me reía, me decían india en forma despectiva, cuando lo descubrí fue más fuerte, dije «no es algo malo», ahí me empecé a encontrar conmigo, a expresarme, a sentirme parte de algo colectivo y mostrar mis letras. Es una historia que no te la cuentan en la escuela, tuve que salir para buscarme. Me gustan mucho las plantas, la naturaleza, investigar sobre eso, de algún lado me venía, era un vínculo con la tierra que venía de mis ancestros.
– Al redescubrir tus raíces te largaste a componer tus canciones…
– Sí, eso me generó más ganas de seguir en el camino musical, porque de esa manera muestro lo que siento. Con el tiempo fui creando composiciones que tienen su camino, con la gente de aquí tuve buenas repercusiones con mis canciones. Tenía la necesidad de hacer mis temas. En Río Grande (Tierra del Fuego), si bien hay como una camada de gente que está queriendo escribir y cantar canciones propias, no existía eso. Se está fortaleciendo la cultura regional, del lugar. Había mucha gente que no me conocía y después de Cosquín me descubrieron.
– ¿Mezclás lo folk con el hip hop?
– Sí. Me siento dentro de la raíz folclórica, pero haciendo mi propio camino. Escuche mucho hip hop por mi hermana, tengo influencias de muchas músicas. Cuando tuve internet empecé a descubrir muchísima música que antes no conocía por que no llegaba más que lo que veía en la tele. Mi idea es crear algo nuevo, crear unas músicas para poder transmitir lo que es Tierra del Fuego. Hago un hip hop telúrico, hablo de los paisajes, de mi lugar, de mi tierra, con una base folclórica, de percusión, canto ritual, raíz, de fogón, esa es mi base musical. No siento estar en un género marcado. Utilizo elementos de las distintas cosmovisiones de mi lugar. Soy una mezcla atravesada por todo eso.
– ¿Tomás alguna influencia de los Selknam por ejemplo?
– Aquí existió la labor de Lola Kiepja que era del pueblo selk’nam, escuche un poco esos cantos. Hay todavía muchos descendientes, hay un canto originario, y también descubrí que se tocaba con una flauta. A mí me inspira la raíz de los pueblos originarios de Tierra del Fuego.
– ¿Cómo fue la experiencia del Pre Cosquín? ¿Es cierto que fuiste a dedo?
– Tenía esa sensación de que quería hacer ese camino, para mí ya era histórico ir a Cosquín, entonces le puse energía y fuerza para poder ir, quería visitar a amigos. Fui a dedo, con camioneros, amistades, y luego me tome un tren de Buenos Aires a Córdoba, fuimos cantando con mis compañeros músicos, haciendo mucho esfuerzo. Cuándo llegué me dije «acá no hay vuelta atrás», tantos kilómetros, hay que darlo a todo.
– Contanos de tu tema dedicado a la Laguna Esmeralda de Tierra del Fuego
– Para mi representa un nuevo estado del ser ese lugar, hay palabras que digo que no hablan solo de la Laguna sino de la isla. Fue un viaje a dedo con un amigo (Juan) que queríamos conocer el lugar, llevé el charango, de fogón y campamento, empezamos a cantar, le digo «estoy escuchando esto», como que me estaban dictando la letra. La compusimos esa noche ahí, quedó registrada por que estábamos con una grabadora. Con el tiempo la arregló y le agregó otras partes, ahí concluí la canción. La laguna está más cercana a Ushuaia, para entrar tenés que caminar un sendero de bosques y turbas, con barro, piedras, saltando ríos, es hermoso el lugar. Es una zona muy especial, para mí fue un antes y un después. Salí después de un momento triste de trasformación y ese lugar me ayudó a salir adelante. Es maravilloso ver ese sitio, adorar la creación, descubrir mi lugar, mi isla, y superar lo que me haya pasado, fue un canto de esperanza. Cosquín me abrió puertas gracias a la Laguna Esmeralda. Era la primera vez que iba al Festival. Subí al escenario a dar todo, sentía que estaba en la Esmeralda, dando lo más, siendo fiel a ese momento y trasmitirlo.