La joven intérprete que ganó el Gardel 2024 por su disco Canciones del viento cerrará el año, en diciembre, en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Aquí habla de su búsqueda, entre el folklore de festivales y el de vanguardia, y cuenta cómo conecta con sus públicos diversos: “Yo busco crecer y nutrirme de todo”.


Maggie Cullen no desea que las etiquetas urgentes la desvíen de lo musical: “Yo no quiero perder el foco”, dice. La cantora de 24 años hará el 13 de diciembre su primer Teatro Coliseo, en Buenos Aires, a modo de cierre de un año clave: su disco Canciones del viento ganó en mayo el Premio Gardel en el rubro Mejor Álbum Artista de Folklore. Mientras expande su resonancia masiva, ¿qué siente cuando algunos medios la rotulan como “la nueva voz del folklore”?

«Busco compartir mi alegría, el disfrute por la música». Fotos: Gentileza de la artista

Ella oye la pregunta y suspira junto a De Coplas: “Yo trato de que esas cosas entren por una oreja y salgan por la otra: tanto lo bueno como lo malo. Quiero estar concentrada en la música. Es genial que me digan cosas lindas, pero esas etiquetas, si bien alientan y empujan para adelante, también a veces me alejan de lo musical, que es lo que me interesa y donde puedo dar lo mejor de mí”.

La porteña Maggie Cullen atesora varios hitos cercanos desde que en 2021 emergió del reality La Voz Argentina, de Telefe: culminó en octubre su primera gira por el país, siempre a sala llena. No deja de conmover a públicos diversos, planea un nuevo disco -que incluirá temas propios- y ya divisa la temporada veraniega de festivales. “A mí se me dio un don y yo pongo la sensibilidad y la voz al servicio de la música: de nuestra cultura argentina. Busco con eso alegrar un montón de corazones, haciendo básicamente lo que me hace feliz”, delimita Cullen. Ahí “no hay ningún sacrificio, más que hacer lo que yo amo, y ser como un cable de algo más. Porque el arte nos excede: allí hay algo mucho más grande”.

¿Cómo lo explica? “Yo creo que el arte tiene la capacidad de no pasar siempre por la cabeza, sino que, blum, es una flecha directo al corazón. ¿Por qué algo emociona? Bueno, porque esa imagen y ese sonido tocan fibras internas que a veces ni llegás a pensar o a razonar. Para mí tiene que ver con Dios, con mis valores más profundos y con mis ganas de vivir. ¿Qué busco transmitir en un concierto? Mi alegría: el disfrute por la música y el valor de la cultura”.

Allí reside el espesor del recital que dará el 13 de diciembre -desde las 21- en el Teatro Coliseo de Buenos Aires (Marcelo T. de Alvear 1125). Lo explica: “Estoy recontrametida, preparando de todo: el repertorio, la escenografía, los bloques y los invitados, a los que quiero un montón y estoy feliz de que puedan venir. El Teatro Coliseo es muy especial para mí, allí vi a muchas personas que admiro. Canté varias veces con Raly Barrionuevo, con Guillermina Beccar o con los chicos de Ahyre. El Coliseo es el punto justo entre un teatro muy grande, donde entra mucha gente, pero sin perder calidez y cercanía. Me habían ofrecido hacer el Teatro Ópera, pero dije: ‘No, no, primero quiero el Coliseo’. Y lo pienso disfrutar”.

En ese sentido la fecha del 13 de diciembre “será un festejo de todo este recorrido”, dice. “Van a estar todos los chicos que estuvieron el 21 de octubre de 2023 en el Teatro Broadway y algunos invitados más”, adelanta Cullen. “Cuando empezó este año, yo ya estaba planificando en la cabeza el concierto del Teatro Coliseo. Lo iba a hacer el año pasado, pero me encontré con León Gieco y me dijo: ‘Pará, te recomiendo esto otro’. Está el riesgo de saltarse pasos, ¿no? Así que está bueno ir disfrutando y de a poquito ir mandándote”.

 

El Gardel y la visibilidad

El concierto del Teatro Coliseo será el corolario de la gran aceptación, entre el público y los colegas, que tuvo el disco Canciones del viento, el fruto de una larga búsqueda para Maggie Cullen. Con piano, teclados y dirección musical de Matías Martino logró condensar un mapa de sonidos folklóricos -entre la tradición y la proyección- por distintas regiones del país. A la banda estable (Ariel Sánchez en percusión, Carolina Cajal en contrabajo y Seva Castro en guitarras) se sumaron numerosos invitados en cuerdas, vientos, y participaron León Gieco (con su armónica y su voz en Un poquito de tu amor, un tema de Gustavo Santaolalla), Nadia Larcher (en La Humpa, una zamba carpera de Atahualpa Yupanqui) y el grupo Dos Más Uno (en Corazón de curupí, un chamamé del Chacho Müller).

–¿Cómo planificaron el sonido junto con Matías Martino?

–Uh, le dimos mil vueltas. Cada tema pedía algo distinto y nos fuimos imaginando las canciones. ¡Hubo seis guitarristas en el disco! Vinieron los de Dos Más Uno a tocar el chamamé y todo lo norteño lo tocó Seva Castro. También estuvo en guitarra Sebastián Henríquez y se sumó Sergio Zabala para tocar la tonada Cuando el corazón se quiere quedar. Además hay temas de Pedro Aznar, de Peteco Carabajal, de Manuel J. Castilla y Eduardo Falú y de Jaime Dávalos, entre otros. Mi investigación fue ver cómo se tocan tradicionalmente las distintas canciones y buscamos llevar eso al disco, con un sonido propio.

El álbum se llama Canciones del viento “porque aquellas fueron llegando a mí de distintos modos -explica-. Todas están elegidas en forma muy pensada. A algunas ya las venía cantando y a otras tuve que trabajarlas más, porque me requerían un registro más difícil. Por ejemplo, Maestras de Jujuy, de León Gieco, abarca más de una octava y es muy ardua de cantar. Luego fue muy hermoso cantar La Humpa con Nadia Larcher, que tiene una voz tan de la tierra: yo no podía cantarla igual que a la Milonga de ojos dorados, de Alfredo Zitarrosa. Me pedía otra cosa. Por eso trabajé mucho tiempo en cada obra en casa y en mis clases de canto”.

En 2023, Maggie Cullen se había llevado su primer Premio Gardel por su versión de Canto versos, de Jorge Fandermole, en el rubro Mejor Canción de Folklore. Si su repercusión ya iba en ascenso, ¿qué cambió para ella a partir del Gardel 2024 por Canciones del viento? “En las entrevistas me dicen ‘qué bueno lo del premio’, y yo digo que lo lindo es que te abre puertas. Es una pantalla más grande para que otra gente siga escuchando el disco, al que le pusimos mucho amor y mucho tiempo, con tantos músicos que le dedicaron su esfuerzo. Para mí es una alegría poder seguir cantando y llevando Canciones del viento a distintas partes del país. El proyecto está creciendo y lo vemos en el público cuando viajamos. También en las convocatorias de festivales y de referentes como Lito Vitale o Popi Spatocco”.

–¿Recordás un momento conmovedor de esta última gira por las provincias?

–Son demasiados, pero si hay algo lindo que me deja esta gira y el viaje es el encuentro con otros músicos. Ya en enero de 2024 compartí en Cosquín con Raly Barrionuevo, que es mi gran referente dentro del folklore, por lo genuino y por lo auténtico en todo. Me siento muy cercana a él y tuve la suerte de compartir en Cosquín y de ir a grabar hace poco a su casa. La cercanía con Raly fue un gran regalo de este año.

Pero Cullen se queda pensando: “Además recuerdo un momento muy fuerte, conmigo misma, en un concierto en el Teatro Independencia de Mendoza. Terminé el show y me dije: ‘Esto es un regalo enorme’. Tuve el registro casi corporal de que eso era para apreciar y para valorar mucho. Que estaba viviendo un sueño: algo que me excede. Trabajé mucho para ello, pero también es más grande que yo”.

 

En el centro del folklore

Luego de su paso en 2021 por el reality La Voz Argentina -donde fue semifinalista-, Maggie Cullen se lanzó como solista y no tardó en resonar en vivo. Fue invitada por Abel Pintos -abrió cuatro de sus fechas en el Movistar Arena- y recibió espaldarazos y reconocimientos de Soledad Pastorutti y de otros artistas de proyección masiva. A la par, fue legitimada por exponentes del folklore de vanguardia como Nadia Larcher y Juan Quintero. De hecho, en septiembre de 2024 participó del homenaje a Raúl Carnota, organizado por Lito Vitale en el Teatro Margarita Xirgu, y en octubre cantó como invitada en La Olimpeña del prestigioso octeto Don Olimpio.

«Gracias a Mercedes y a otras mujeres es que hoy nosotras estamos acá».

¿Cómo se mueve Cullen entre ambas corrientes de la música de raíz folklórica? Ella analiza: “Por eso me identifico tanto con Raly Barrionuevo, porque él no deja de cantar en festivales y de tener una propuesta que llega a lo popular, pero siempre siendo súper auténtico y genuino con lo que le da ganas de cantar. Yo creo que pasa por ahí. Qué es lo que uno quiere hacer en el escenario, qué es lo que quiere mostrar y cantar. Yo busco crecer y nutrirme de todo”.

Y lo detalla: “Por un lado, yo veo las propuestas de La Sole o de Abel, y digo, ‘qué bueno que hagan tanto bien, que lleguen a tanta gente y que tengan esa capacidad de alegrar muchos corazones’. Lo resumo en eso. Pero, a la vez, yo voy a un concierto de Juan Quintero y lloro. Yo quiero hacer lo que sea propio de mí, lo que me nazca. Mientras sea genuino, voy a respetar lo que tenga ganas de hacer”.

Para Cullen “se puede, dentro de lo popular, cantando chacareras en festivales, hacer algo de mucha calidad artística y con arreglos muy ricos, incluso muy ricos en su simpleza. Hace poco escuché una entrevista a Raúl Carnota y él decía: ‘Yo dejé de ir a festivales porque ahí hay mucho ruido’. Pero yo digo: hoy, si alguien como Carnota fuera a un festival con tres, cuatro músicos, y con sus arreglos, sería una bomba. No creo que no se lo escuchara. Creo que hay un público grande que sí lo valoraría. Entonces, apuesto un poco a ir por esos lados. A la vez, yo voy a un festival y, toque quien toque, me encanta bailar, aplaudir y sumarme a la fiesta. Para mí nuestra música es un motivo de celebración”.

–Ya te estás probando en el rol de compositora de cara a tu segundo disco. ¿Cómo va esa búsqueda?

–De a poquito me voy animando. Estoy haciendo un curso de composición con Juan Quintero. Es muy divertido y eso me lleva también a hacerlo de una forma más lúdica y de pasarla bien. Además estoy componiendo bastante con el pianista Nacho Abad, quien últimamente me acompaña, y busco hacerlo como un juego.

Las inspiraciones, dice Cullen, dependen del momento. “Hace un tiempo le mostré una de mis canciones a Jose, mi profesora de canto, y le dije: ‘Me queda una letra muy sencillita’. Y ella me contestó: ‘Pero, ¿vos buscabas que fuera compleja?’. ‘Y, no, la verdad que no’, le respondí. Tenía que contar las cosas por las cuales yo agradecía. Ese tema es acorde a lo que quise decir. Después hay otros temas a los que, de a poco, me gustaría ir metiéndome, hablar de lo que a mí me importa defender o promover”.

–¿Qué tipo de temas?

–Por ejemplo, todavía seguimos en marcha de abrirles paso a las mujeres dentro del folklore y de la música en general. Hace un tiempo fuimos al Museo Mercedes Sosa en Tucumán y hablábamos con Adrián Sosa, su sobrino, y con Cacho, el hermano de Mercedes. Y nos contaban justamente eso: lo difícil que fue en muchos sentidos para ella. Gracias a Mercedes y a otras mujeres es que hoy nosotras estamos acá y podemos dedicarnos a esto con más libertad y naturalidad, aportar lo nuestro, que es tan valioso y que nutre. Siempre lo hacemos para sumar a nuestra cultura y a nuestro folklore. Y me interesa aportar desde ahí.

–¿Podrías elegir un sueño aún no cumplido?

–Quiero componer canciones que hablen de mí. Que yo las escuche y que diga: “Esto soy yo”. Hablar por mí y alegrar a la gente con eso, ¿no? Acompañar vidas, como hacen otros artistas conmigo. Me gustaría que mis discos y mis canciones pudieran acompañar a la gente en cada rincón del país. Y ser siempre genuina en todo lo que haga.

 

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