Tras un exitoso 2017, Lula Solis despide el año el próximo Viernes 15 de Diciembre en El Aserradero (Montevideo 1518 – Rosario). En exclusiva para De Coplas Web, nos cuenta sobre su recorrido en la música y su actual espectáculo «Ser Feliz».
M: ¿Cuál es tu primer recuerdo, el recuerdo inaugural y fundante con la música?
L: Creo que lo más significativo para mí, a pesar de tener miles de anécdotas de con la música desde chiquitito, fue la primera vez que mis viejos me bajaron la guitarra que estaba arriba del ropero y era de mi hermano…Tenía 8 u 9 años, estaba enloquecido… Ahí comenzó todo porque terminé yendo al profe de guitarra (duré sólo 3 meses), y a los 10 u 11 años me empecé a hacer autodidacta, muy orejero de lo que estaba escuchando… Ahí empezó una relación con el instrumento.
M: ¿Y de dónde viene el gusto por la música?¿De familia?
L: Pasó algo muy curioso en mi familia, yo empecé a tocar la guitarra y como a los 5 años, llego un día a mi casa y escucho que alguien estaba cantando y tocando… Era mi papá… Yo no sabía que él tocaba, nunca me había dijo nada y de pronto me encuentro con que sabía tocar y cantar… Imagino que por ahí viene la cuestión, a pesar de que también tuve tíos que fueron músicos y estuvieron muy relacionados con eso.
Otra cosa determinante es que crecí en un barrio donde había bastante música, enfrente teníamos vecinos que tocaban, estábamos en comunicación permanente con la música: si no era cantando era viendo otros que tocar… Siempre hubo como una relación muy cercana con la música, desde el barrio y desde mi casa.
M: ¿Y cómo podrías describir o contar el camino de Lula Solis desde ese primer recuerdo hasta lo que sos ahora?
L: Yo creo que fue un camino hacia adelante y de aprendizaje, de mucho crecimiento. No puedo separar ese camino de mi vida, no es que yo hice una carrera en la universidad y mientras tocaba la guitarra, sino que todo fue con la música, fue todo a partir de la música. Empecé casi sin darme cuenta a trabajar ad honorem en una escuela especial, yendo con la guitarra, y a los 17 años mi ámbito laboral se empezó a rodear de música o de talleres artísticos. Digamos que a partir de que me encontré con el instrumento y con la música, no pude separar nada. Todo fue hecho gracias, para, y por la música. Mi carrera es mi vida con la música, todo el tiempo hay música, todos los proyectos tienen que ver con lo cultural, con lo artístico, entonces es como que es todo una sola cosa y creo que va a ser así por siempre.
M: También sos acompañante terapéutico y te dedicaste un tiempo a eso, ¿no?
L: Si, trabajé 5 años en el Cotolengo Don Orione y bueno hice trabajos de acompañamiento, pero más que nada grupales, o talleres. Fueron 5 años de mucho aprendizaje, entonces es como que eso también me permitió generar muchas más herramientas de los que cualquier título puede darte. Estuve muy comunicado con la cuestión de la salud, obviamente desde un lugar más tranqui, pero con un compromiso muy elevado de trabajar en una obra en la cual convive la multidiscapacidad.
Entender un poco más de que se trata la inclusión o la integración fue muy interesante volcarlo a mi carrera o a cada experiencia que voy haciendo.
M: También leí por ahí que te dicen (o te decían) el cantor de los pueblos ¿puede ser?
L: Sí (risas)… Yo venía de un año de tocar en muchos pueblos, en un verano pasé por 15 pueblos alrededor de Rosario, y entonces una vez a un presentador se le ocurrió decir eso. En ese entonces me llamó la atención por qué al tipo se le dibujó eso en la cabeza, y quedó bueno… Siempre queda alguna gacetilla dando vueltas que habla de eso y me parece que estuvo bueno porque a los lugares que iba todos iban nombrando esos caminos por los que yo había pasado, y te das cuenta de todo el viaje que tiene este camino… Pude visitar infinidades de pueblos de la región y tuve la suerte de viajar… Te recuerden esas cosas te permite también agradecer el camino.
M: Y también estuviste en grandes escenarios como el Sony o el escenario mayor de Cosquín ¿cómo conviven esa multiplicidad de escenarios donde tocaste?
L: Yo creo que hubo algo que aprendí desde muy recién empezado en esto de la música que es tratar de transformar cualquier espacio en un gran escenario. Nosotros hemos tocado con nuestro proyecto en la puerta de un bar a la gorra, en la calle en Uruguay, o en un teatro, en un festival gigante de Chile o en el escenario de Cosquín o los teatros de Rosario, pero con el tiempo aprendí que la prioridad pase por el proyecto y lo que yo voy a decir, más que en eso que eventualmente es un escenario.
Aprendí a poner por delante de todo al proyecto, la calidad de lo que yo quiero decir, cómo lo quiero decir y lo que quiero cantar, más allá de quién está enfrente uno siempre lo tiene que pensar y trazar de la mejor manera. Como que fuimos repitiendo una misma manera de trabajar para todos los escenarios que fuimos recorriendo, y hay recuerdos especiales en cada uno de ellos.
M: ¿Te acordás de alguno ahora por ejemplo?¿Alguna anécdota?
L: Sí, por ejemplo lo rápido que se nos pasó Cosquín, algo que esperamos tanto y subimos y fueron como dos cachetazos… Cuando hicimos el teatro Broadway que fue realmente una locura, una batalla tremenda, porque siempre fuimos un proyecto independiente en crecimiento, y tocar folklore en el Broadway tampoco era algo común y nosotros lo organizamos así como si organizáramos algo en un bar o cualquier otro lugar.
Siempre cuento la misma anécdota: después del teatro, que había salido increíble, cuando llego a mi casa me habían cortado la luz (risas)… Imaginate, estaba con la cabeza en cualquier lugar.
La verdad que en el camino me encontré con un montón de gente que permitió que esos escenarios y anécdotas sean realmente inolvidables. Tuve la fortuna de encontrarme con músicos amigos que transformaron esos lugares en lugares que no se van a olvidar más, ni para mi ni para todos los que compartimos esos momentos.
M: Recién me hablaba de lo que buscás como artista… Como productor ¿qué buscás a la hora de elegir un escenario?
L: Como productor pienso mucho en la gente, en qué les llamará la atención. También pienso en el circuito en el que estoy trabajando, en los medios de comunicación, en todo lo que rodea, en qué es verdaderamente necesario… Con el tiempo uno va aprendiendo las cuestiones financieras y burocráticas, también.
Trato de analizar un espectro general de lo que estoy ofreciendo y si le va a gustar a la gente. A veces me parece que hay que probar con lo sencillo, con un encuentro muy natural, pero después tratamos de ponernos un poco más complejos e ir directamente hasta lo profundo, no sólo del mensaje, sino de la instrumentación, de la puesta en escena o qué es lo que queremos que la gente vea cuando llegue a ese lugar… Me parece que en este último tiempo aprendí mucho de ese “juego”, que la gente va a jugar con los que están en el escenario y eso también me hizo aprender a ver las cosas.
También con el tiempo se aprende a tener paciencia, a estar tranquilos de que lo que estamos haciendo es lo que nos representa, es el foco principal. No puedo armar ninguna producción si no creo en lo que hago, y no estoy seguro, porque puede que la producción me salga bien, pero hay algo que siempre me va a faltar si no estoy convencido de cada palabra que canto, de cada palabra que digo o de la persona que me está acompañando al lado o de los invitados que tengo. Creo que todo tiene que ver con eso, con lo profundo de lo que yo quiero mostrar.
También me di cuenta de que ser productor me apasiona, tratar de leer qué le puede gustar a la gente, tratar de ver en otros qué es lo que hay que hacer, siempre tuve algo que para mi es una virtud (porque me ayudó muchísimo) que tiene que ver con que podía reconocer rápido lo que no había que hacer, siempre traté de ir descartando las cosas que yo considero que pueden afectar a un proyecto. Entonces terminé puliendo esa idea desde lo sencillo, armar una banda con gente que yo la pase realmente bien, con la que podamos compartir o no algunos gustos o ideas, pero que fundamentalmente estemos atravesados por la pasión.
Cuando subimos a un escenario, sea cual sea, vamos a brindar algo totalmente genuino y así creo que es la manera más fácil de producir porque, aunque no parezca, tenían razón esos grandes tipos que decían que hacer lo que a uno lo hace feliz hace que la gente vaya a verte, que los shows sean lindos, que puedas disfrutar de una canción. Cuando era un poco más pibe no creía eso, creía que había que armar un montón de cuestiones sofisticadas y complejas alrededor y con el paso del tiempo me di cuenta que no, que la gente va porque empatiza con lo que realmente sos.
Nosotros tenemos la suerte que el folklore es la música que más se baila o que más variada tiene la forma de baile en todo el país y nuestro proyecto siempre estuvo más a disposición de lo musical que para el bailarín, entonces está bueno que todos podamos ser sinceros y honestos con lo que hacemos verdaderamente. Por ejemplo, que la gente del circuito siga apoyándome o siga yendo a verme a un teatro cuando en realidad son re bailarines y quieren bailar toda la noche, me parece que tiene que ver con eso.
M: ¿Y algo tiene que ver este show que tiene de título “Ser mejor”?
L: Si, creo que ese nombre encierra un montón de cosas, algunas que tienen que ver con la música, otras no, pero creo que es un hilo fundamental de este último tiempo.
No es ser mejor que nadie, ni esa cuestión de evaluación permanente que te diga si “sos mejor o peor”, pero si con uno mismo, saber por qué uno considera que es mejor que antes o no. Y me parece que en este último tiempo aprendí a analizar un poco más lo que estoy haciendo y ojalá, como siempre digo, haya otros “ser mejor”, porque la idea también es seguir creciendo y quizás mejor signifique simplemente hacer lo que te guste sin que te importe demasiado lo que el otro piense o quiera de mi. Me parece que por ahí viene el camino, obviamente siempre tratar de aprender. También tiene un poco que ver con este coraje de no estructurar tanto el concierto en si, sino responder más a las cosas que nos hagan bien.
M: Tu repertorio y composiciones es muy variado, saliendo de lo netamente folklórico ¿esa también es una licencia que te permitís en esta búsqueda de lo que te apasiona?
L: Si, también tiene que ver con las influencias, con el no forzar algunas cosas. Creo que el repertorio nuestro si bien tiene mucha variedad, hay un hilo sonoro en este formato de banda, que me parece que lo mantiene siempre unido. Porque si vos revisas el repertorio puede que te encuentres con León Gieco, La Bersuit, Zitarrosa, El Chango Rodríguez, una canción mía, Fandermole y de repente parece super latinoamericano, de repente parece Rosarino, de repente parece del litoral… Creo que es la manera que nosotros encontramos de no ponernos barreras. También tiene que ver con nuestra concepción del folklore, aquello que nos llega de alguna tradición y que la escuchamos y la queremos hacer nuestra. Junto con el repertorio aparece la cuestión instrumental, yo pasé de tener bandas standard (por decirlo de alguna manera), lo que es el standard del rock por lo menos, que tenía que ver con la batería, el bajo, la guitarra eléctrica y una guitarra nylon…y pasamos a un bajo, una batería, una guitarra criolla y después rompemos con otros instrumentos como ser un ukelele, la flauta traversa, un violín…y me parece que por ahí va pasando eso, escuchar una canción que tal vez escuchaste un montón de veces, pero interpretada con otros instrumentos y con otra voz y vas generando otras cosas. Lo mismo que componer una canción hoy en día pensando en la banda que tengo, también va a efectuar algo en la composición. Porque también el proceso de composición tiene que ver mucho con como lo vamos a poner en escena, por lo menos para mí. Me parece que nuestro repertorio puede convivir con cualquier tipo de público, es un proyecto que está libre y para crecer todo el tiempo, y que también se la juega por un tipo de instrumentación bastante particular.
M: ¿Y cómo te ves en el futuro, de acá a diez años?
L: Es una pregunta de todos los días (risas) pero en realidad trato de que la imaginación no ocupe un porcentaje muy alto sobre lo práctico y lo real, amo y agradezco tener imaginación pero trato también de que lo que voy haciendo todos los días vayan formando ese futuro. Yo creo que hace mucho tiempo que estoy preparándome para el futuro, pero puedo decir que hace 4 años me preparaba por si algún día me tocaba estar en algún medio de comunicación importante, y ya pasó, hace 6 años me preparaba para tener una oportunidad en Cosquín, y ya pasó, hace 7 años me preparaba para viajar al exterior, y ya pasó… Todo va pasando… Yo me imagino de acá a 10 años subiendo al escenario, siempre… Conociendo mucha más gente de la que conozco hoy, disfrutando mucho más, aprendiendo, viajando… No puedo pensarme haciendo otra cosa que no sea música.
M: ¿Y en un futuro más cercano? Por ejemplo el 15 de Diciembre que vas a estar en Rosario.
L: El 15 me imagino un poco más concreto (risas)… Compartiendo con la gente de la región y haciendo un encuentro que ya es típico, porque es el tercer o cuarto año que hacemos cierre de año en El Aserradero. Lo que va a tener de especial es que lo voy a estar compartiendo con Rodrigo Siamarella, que es un gran amigo de Buenos Aires, un musicazo, un compositor que viene de hacer una gira por un montón de países de Europa, y estuvo últimamente en Entre Ríos y Córdoba. Nos queremos juntar porque sentimos, aún sin haber tocado juntos concretamente (más que tocar alguna canción en un show), que tenemos muchas cosas en común que queremos hacer y que lo que no tenemos en común también lo podemos cantar a ver que pasa, tenemos muchas ganas y vamos a ver para dónde pinta este show.
Pero lo más lindo de todo es que el 15 va a venir acá a Rosario a compartir con mi gente y después yo me voy a Buenos Aires a compartir con la suya, así que hacemos dos despedidas importantes para cada uno. Lo más importante de todo es visitar El Aserradero que es un lugar emblemático y que siempre la hemos pasado tan bien… Va a ser una noche bonita para brindar, porque fue un gran año para el proyecto, que sigue afianzando los mismos ideales y formas de ver las cosas que yo tengo ya hace tiempo.