Franco Luciani, Joel Tortul y Marcelo Dellamea protagonizaron un encuentro musical de alto nivel. En el escenario del Complejo Cultural Atlas de Rosario, los reconocidos instrumentistas ofrecieron un variado repertorio de música popular argentina.
Teniendo en cuenta las individualidades, había enorme expectativa sobre este concierto. Los temas originales sólo significaron una referencia, las pautas fueron mínimas y el libre vuelo fue la característica sobresaliente.
“El tiempo pasó, el camino nos fue encontrando”, resumió Franco Luciani el vínculo artístico que lo une con el pianista santafesino y el guitarrista chaqueño. “Con Joel nos conocemos desde hace veinte años y con Marcelo desde los tiempos en que tocamos con Luis Salinas”, agregó el versátil armoniquista rosarino.
Con la fuerza de la chacarera y del chamamé en el arranque, el trío comenzó a mostrar múltiples recursos con ritmos folklóricos argentinos con impronta jazzera, con amplio margen para la improvisación. Además de versionar clásicos, fueron mostrando sus propias composiciones.
“Este chamamé se lo dediqué a mi barrio”, dijo Joel Tortul presentando El Chacarita. Pachacutec, la vidala de Luciani, también tiene dedicatoria: al soberano inca constructor del Machu Picchu. Para la vidala, el grupo se transformó en cuarteto con la incorporación del bombisto tucumano Bruno Resino como invitado y Luciani sumó un recitado pidiendo previamente silenciar los teléfonos para que se escuche claramente el mensaje.
El clima musical se modificó bruscamente y fue el turno de Marcelo Dellamea de mostrar con este formato una de sus composiciones. Pidieron palmas para acompañar La carpera, una zamba de estilo “carpero” justamente. “Estoy muy feliz de estar en esta ciudad que amo”, expresó Dellamea en su saludo. También destacó el ciclo diseñado por Tortul y elogió la calidad de la sala.
En algunos tramos del concierto, la melodía de la canción quedó oculta y, con algunos códigos del jazz, hubo turnos de lucimiento individual. En solitario, Dellamea tocó y cantó La pomeña, Luciani versionó Garúa y Tortul ejecutó La arenosa.
Recordando sus toques con Raúl Carnota, Luciani anunció un mix de zambas que incluyó Grito santiagueño y Como flor de campo, dos obras del inolvidable creador con el cual el armoniquista compartió proyectos. Dellamea y Luciani cantaron los temas.
Si bien La sensiblera tiene letra (de Alejandro Szwarcman), ofrecieron una versión instrumental de esta chacarera compuesta por Luciani. Volviendo al formato de cuarteto, casi sin ensayo, mostraron alta química una vez más.
Destacando la poesía de Romildo Risso, luego musicalizada por Atahualpa Yupanqui, Luciani y Dellamea reunieron voces en Los ejes de mi carreta, una milonga que, improvisando, llevaron al ritmo del candombe. “Al Chango Farías Gómez le debemos estos juegos, a él le gustaban mucho”, reflexionó Luciani.
El tramo más festivo del show tuvo sonidos chamameceros. Luego de una impecable intro de Dellamea, ofrecieron Kilómetro once, liberándose de la estructura de la obra de Cocomarola. “Había sido que les gusta el chamamé”, bromeó Luciani y enseguida propuso a sus compañeros de escenario Don Gualberto, totalmente improvisado, generando una efusiva respuesta del público.
El bloque de cierre se destinó al tango, luciendo especialmente Tortul. Luciani cantó Chiquilín de bachín y luego el grupo, con el retorno de Bruno Resino, incluyó Violentango, dos obras de Piazzolla del cual el músico rosarino resaltó el centenario del nacimiento del gran compositor y bandoneonista.
“Esta juntada la íbamos a hacer en 2020, estuvimos dos años ensayando”, bromeó Tortul en la despedida, agradeciendo el apoyo de la sala, destacando la calidad del sonido y reconociendo la ayuda de los auspiciantes.
Con el estilo punzante y la melodía vigorosa de A vos te encanta iniciaron la despedida. En el vuelo libre, además de la milonga compuesta por Luciani, sonaron otras milongas, el rosarino “coló” la marcha de Rosario Central y propusieron al público cantar juntos Como dos extraños.
Luego de los saludos de rigor y una selfie en el escenario, Tortul anunció el cierre. Al tango y al folklore, le sumaron balada-rock con Un vestido y un amor (Fito Páez), cantada a dúo por Dellamea y Luciani. El último de los bises fue La vieja, chacarera magistralmente danzada en el escenario por el «Negro» Valdivia y Caro Trebino.
La reunión de Luciani, Dellamea y Tortul en el Atlas generó en los asistentes la sensación de que se trata de músicos que tienen un presente artístico sólido y se les reconocen virtudes y compromisos que apuntalan un horizonte esperanzador para el desarrollo de la música nacional.