Los Mirlos regresan a la Argentina. Luego a 13 años sin visitar nuestro país, el legendario conjunto peruano liderado por Jorge Rodríguez Grández se presentará hoy y mañana, en Rosario y Buenos Aires respectivamente, en el marco de su Tour del Ayahuasca 2024.
Con más de 50 años de historia, Los Mirlos se convirtieron en los auténticos embajadores de la cumbia amazónica que Perú exporta al mundo. Creadores de un sonido único, caracterizado por los frenéticos punteos con guitarras eléctricas acompañadas de sintetizadores que emulan los sonidos psicodélicos y selváticos. Esa conjunción sonora nos transporta a las profundidades de la Amazonía peruana. Cada una de sus danzas es un ritual que nos lleva a su universo salvaje y psicodélico: La danza de los mirlos, La danza del lorito, La danza del petróleo, El lamento de la selva, entre tantas otras contenidas en los más de 30 álbumes que editaron en diversos países del continente.
El conjunto Los Mirlos fue creado en Lima, en 1973, por los hermanos Rodríguez Grández junto a varios de sus amigos, quienes se trasladaron desde su Moyobamba natal, en el Departamento de San Martín, hacia la capital peruana para profesionalizar el proyecto artístico que había iniciado en 1968 bajo la denominación de Los Saetas: “fuimos un grupo que se hizo muy popular en la región, pero conjuntamente con mi hermano menor, con mi primo, con mis amiguitos de esa época, 15, 16, 18, hasta 20 años aproximadamente”, afirma Jorge Rodríguez Grández al referirse a aquella época, y continúa: “cuando mi hermano mayor llega a Moyobamba y nos ve en una fiesta que estaba lleno total, se quedó sorprendido. Voy a hablar con papá y con mamá para irnos a Lima, a ver qué pasa, dijo. Y así empezó la historia”.
Actualmente el conjunto sigue liderado por Jorge Rodríguez Grández junto a Danny Johnston, miembros fundadores, junto a Jorge Luis Rodríguez Grández, hijo de Jorge, director musical y heredero del legado amazónico. En una entrevista exclusiva para De Coplas y Viajeros, Jorge R. G. repasa esta historia.
– ¿Hacía muchos años que no venía a Argentina, no?
– Ah, sí, muchos años que no vamos, realmente, bueno, se dio la oportunidad. Ahora estaremos por allá compartiendo la buena música de Los Mirlos y su cumbia amazónica psicodélica.
– La vez que los vi aquí fue en el FIFBA, el Festival Internacional de Folclore de Buenos Aires.
– Ese evento, el FIFBA, fue algo espectacular, muy lindo. Ahí en los Bosques de La Plata, totalmente lleno, total, ese FIFBA. Después recuerdo que tocamos al siguiente día en el Niceto Club, ahí en el barrio de Palermo, en una discoteca muy popular, muy bonita, donde también estaba lleno, total, puro de Argentina. De mis compatriotas no había ni uno, todos eran argentinos. Pero lindo lo pasamos.
– Sin embargo, a pesar de tantos años de ausencia, ustedes han tenido una época de mucho éxito en nuestro país.
– Bueno, sí, efectivamente hay mucha historia con Los Mirlos en Argentina porque desde el año 1978, 79, 80, que comenzaron a salir las producciones fonográficas en Argentina, porque fue el primer país donde se hicieron. Fue el señor [Alberto] Maraví, productor fonográfico de esa época, quien estaba replicando las canciones para el sello Microfón. La acogida fue total en Argentina ya que Microfón inundó el mercado de con nuestra música, tal es así que nosotros vamos por primera vez a participar en 1980 de la película Las Vacaciones del Amor y junto a Camilo Sesto, Ángela Carrasco, Jorge Martínez, Graciela Alfano, que fueron los protagonistas. Muy bonita, musical, pero ahí está la participación de Los Mirlos, o sea que ya teníamos fuerza y presencia en Argentina y es así como comenzamos a viajar en el 81, 82, 83, 84, hasta el 87, todos los años, especialmente en los meses de carnaval y la primavera que ustedes lo celebran muy lindo, en septiembre también.
– ¿Qué es la cumbia amazónica?
– Es parte de nuestra música tropical peruana, que es lo que lo identifica al Perú, la cumbia con guitarra. Por ejemplo: Colombia tiene lo suyo, que es la cumbia colombiana con acordeón, con sus vallenatos; y el Perú se identifica con la cumbia peruana, que es con sus guitarras eléctricas. Entonces, esta cumbia peruana se subdivide en la cumbia costeña, que es también con la guitarra pura y cadenciosa. La cumbia amazónica que aparece después es con guitarra. Nosotros traemos nuestras raíces amazónicas y selváticas para plasmarlas. Ese es el encanto, el sonido de la selva, los mensajes selváticos a nuestras canciones. Es un poco más alegre, y va con la identificación de nuestras guitarras eléctricas, que es lo que acabo de decir. Y con la percusión, las voces, los mensajes amazónicos, pero más bailables, más alegres. Entonces, la cumbia andina, o chicha, que le dicen, aparece después en el Perú para, trayendo también sus raíces costumbres, con temas más melancólicos, más tristones, pero también bailables a su región, cantando a su región en un instante, y después ya llegó a Lima. Así es, más o menos, que se subdivide la cumbia en el Perú.
– Y no utilizan vientos…
– Efectivamente, no. Lo que pasa es que nosotros aparecimos así, con ese estilo muy especial y que se hizo muy popular, el cuál yo ya lo registré: Los Mirlos en Perú, en 1973. Luego lo registré en Argentina, Colombia, Chile, México, y así voy protegiendo mi obra. Todos los instrumentos son muy lindos, muy bonitos, en una orquesta apoyan bastante las trompetas, por ejemplo, saxos, pero yo no lo adapté, no lo puse en mi actuación. Quise mantener la esencia que es la guitarra, para que cuando tú escuchas a Los Mirlos sientas como el cantar de las aves, los mirlitos y todo eso. Que se sienta realmente la Amazonía que está trasladándose a un escenario con nosotros, porque nuestros sonidos, nuestra forma de hablar, nuestra vestimenta, son un reflejo de lo que es la Amazonía del Perú. Ese es el mensaje que transmitimos nosotros. Y lo hemos mantenido así, simplemente apoyados por un teclado. Muchos me sugirieron que ponga trompetas, saxos, pero hubiera cambiado la esencia a lo que son Los Mirlos.
– Pasaron más de cincuenta años de recorrido.
– Imagínate. Y bueno, aquí están jóvenes valores que me están acompañando en esta época de mi vida. Estoy con Danny Jhonston, que me acompaña desde hace cincuenta años en la guitarra, pero también estoy con mi hijo Jorge Luis, que es el director musical. Él me acompaña desde hace más o menos veinte años viajando por parte del mundo. Él ha viajado conmigo también a Argentina, Colombia, Europa. Esta historia tiene que continuar porque es una música muy bonita, un estilo original. Los Mirlos es un grupo que difunde música y cultura de la Amazonía de Perú. No es un grupo cualquiera. Muchos cantamos al amor, al desamor. Muchas orquestas son lindas, hermosas, pero todo el mundo le hace eso. Ese estilo, ese sabor, esa originalidad, esa personalidad que tienen Los Mirlos casi no lo tienen. Entonces, eso es lo que marca la diferencia ante otras agrupaciones.
– ¿Cómo fueron tus inicios con la música?
– Fue una experiencia muy linda, porque nosotros desde niños le vimos tocar a mi papá su bandoneón y eso nos llamaba la atención. De repente, desde que estaba en la barriga de mi mamá, ya mi papá tocaba su bandoneón. Tenía su guitarrista, su maraquista, su trío, y siempre tocaba en la mañana, en las tardes, todos los días. Nunca dejaba de tocar su acordeón. Desde niño la escuchábamos, toda la familia, y así crecimos. A mi hermano también le gustaba mucho la guitarra y el acordeón, y así comenzamos en Moyobamba, mi tierra donde yo nací ‒estoy hablando del año 68, 69 y 70‒. Ahí formé la agrupación Los Saetas. Luego vino mi hermano desde Lima, nos escuchó, y así continuó la historia.
– ¿Cuántos años tenías?
– Yo tenía 20, 21 años.
– ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando tu hermano te propuso ir a Lima?
– Era interesante, por decir, no voy a buscar trabajo en Lima. Yo estaba estudiando la carrera de maestro y cuando la terminé, y mi hermano su secundario, sacamos las maletas y nos fuimos a Lima. En el año 71 estábamos ahí con mi tío, hermano menor de mi mamá, que nos acogió. Después nos independizamos y comenzamos a armar el grupo ya con otros amigos de las zonas de la selva y otros familiares de Lima que también que estaban viviendo ahí. Yo me fui con mi bajista, Manuel Linares, que es de Moyobamba. Él estaba viviendo en Lima con su hermana y me acompañaba en el bajo. Estuvo desde el año 73 que grabamos El sonido selvático de Los Mirlos. Él me acompañó por tres años, después se regresó porque no se acostumbró en Lima, quiso estar en su tierra y regresó. Pero la historia continuó con otras personas que lo reemplazaron.
– ¿Y Danny Jhonston? Él te acompaña desde aquel entonces, ¿también es de Moyobamba?
– Danny aparece en el año 1973, ya cuando estaba armando el grupo. A los seis meses. Llega casualmente por mi bajista Manuel Linares, que lo conoció, y lo trajo. Era muy jovencito, 17 o 18 años, y ahí se quedó. Él es de Lima, pero está identificado conmigo como selvático, porque conoce de todo. Es una persona muy especial que siempre ha estado conmigo en las buenas y en las malas.
– Durante los 70 y los 80 surgieron varios de los éxitos más importantes de Los Mirlos ¿Cómo surge, por ejemplo La danza de Los Mirlos?
– Cuando comenzamos a armar las canciones, cada uno venía con su idea, aportaba, con el timbalero, el conguero. Ahí comenzaron a aparecer las canciones, todos comenzamos a aportar musicalmente. Eso sucede hasta ahora también. Y bueno, así, uno de los autores es Gilberto Reátegui, compañero de la Amazonía, que ya está fallecido. En la película, justamente, le hacemos un homenaje. En realidad, a todos los que han pasado por Los Mirlos, hay varios fallecidos: a Carlos Vázquez «Carlincho» que también fue parte de Los Mirlos, entre otros. A ellos todo nuestro reconocimiento, nuestro homenaje.
– En esa época aparece otro de los grandes éxitos de Los Mirlos, y que en este caso no es instrumental: Éres mentirosa.
– La grabé, imagínate cuánto tiempo ha pasado, en 1980. En realidad ese no es un tema selvático, sino que es un tema indirectamente dirigido a una mujer. Es solo un título: “Eres bien bonita, pero mentirosa...” Para esa y otras canciones, en 1980, compré un sintetizador por primera vez para apoyar y hacer un sonido, no de un órgano, sino de un sintetizador que marque un poquito más la diferencia que apoya la guitarra. Si escuchás bien hay un sonido de pato, y el efecto y cómo se hizo la estructura de la canción pegó muy bonito porque es una cumbia costeña pero con el sabor de la cumbia peruana. También impactó, fue una canción muy linda, muy bonita, de un amigo, de Humberto «Tito» Caycho, que conversamos. En ese tiempo yo tocaba el teclado, comencé a agarrar el teclado por aquí, por allá, mi hijo todavía estaba muy chiquito, todavía adolescente, y así como sale la canción y bueno, es parte de nuestro repertorio también. Así que hasta ahora lo mantenemos y lo interpretamos en nuestro show.
– Parte del repertorio que construyeron en aquellos años, hoy forman parte del repertorio de otras bandas que les rinden culto a Los Mirlos…
– Ah sí, efectivamente. Me gusta mucho, les llama la atención. Nosotros, como grupo musical, hemos sido referentes de muchos grupos musicales acá en Argentina, en Chile, en México, y de varios países nos escriben, nos saludan y nos felicitan. Nos dicen que ya tienen 15 años, tienen 18 años de formato, piden un saludito para que les hagamos llegar porque nos siguen como referentes para ellos que aprecian nuestra música y que hasta ahora interpretan canciones de los Mirlos en sus shows. Nosotros totalmente agradecidos. Un ejemplo de eso es Sonido Gallo Negro de México, con quien he tenido la oportunidad de compartir escenario en México, saludarlos personalmente, conocerlos, también nos dijeron lo mismo ellos.
– Se me ocurre Chicha Libre también, que son de Nueva York y de Perú; y en Argentina quien siempre toca temas de Los Mirlos es Pablo Lescano…
– A Pablito Lescano tuve la oportunidad de conocerlo en el FIFBA. A la siguiente noche tocamos en el Niceto y cuando ya me estaba despidiendo del show llegó Pablito con sus amistades y su familia a ver el show. Recuerdo que cuando yo estaba por tocar la penúltima canción, que fue Eres mentirosa, el teclado estaba libre y Pablito entró a tocarlo. Yo realmente nunca lo había visto es mi vida, no lo había conocido, pero mis hijos sí, y uno de ellos me dice: «papá, el joven que entraba ahí a tocar es un músico conocido aquí en Argentina, no lo vayas a sacar. Pablito Lescano tiene su grupo acá», me dijo. Yo le contesté que está bien, no hay problema que toque, si está libre el teclado que toque. Entonces se quedó ahí, y cuando me despedí del público él se aproximó y me saludó.
De todos modos, y más allá de las diferencias que tuvimos, entiendo que los músicos que se quedaron en Argentina hicieron patria y ayudaron al crecimiento y presencia de Los Mirlos con los tremendos éxitos de canciones románticas que grabaron en su época y que ahora la banda en la actualidad también las está tocando.
En 1986, Los Mirlos se encontraban de extensa gira por el norte de Argentina. Al momento del regreso, la mayoría de los miembros de la banda decidieron radicarse en ese país junto a Raúl Pastor, cantante que había sido convocado ocasionalmente para esa gira. Esa gira fue un furor. La banda había sido contrataba para animar los carnavales junto a Los Continentales. El viaje fue un antes y un después en la historia de Los Mirlos. La decisión de los músicos de radicarse en territorio argentino provocó un punto de inflexión. Y la idea del exilio, debido a la difícil y violenta situación social, económica y política que vivía Perú, comenzó a tomar forma entre los músicos. Los músicos que decidieron instalarse, además del vocalista Raúl Pastor, fueron Gilberto Reátegui, Juan Alarcón, Carlos Vázquez y Hugo Jáuregui. A Perú solo regresaron Jorge Rodríguez Grández y Danny Jhonston, quienes tuvieron que reorganizar la agrupación.
– Acá, en los 80, surgió otro grupo que fue bastante popular y que utilizaba el nombre de Los Mirlos del Perú ¿Qué ocurrió con eso?
– Bueno, yo ya venía trabajando en la primera época con músicos que me acompañaban. Realmente yo estoy agradecido por todos los músicos que pasaron por Los Mirlos. Mira, yo estoy escribiendo un libro con la historia completa que seguramente lo presente el año próximo, porque este año no me quedó tiempo, aunque ya tengo el machote. Ahí voy a contar esa historia. Nosotros estábamos viajando a Argentina mucho tiempo e hicimos presentaciones en televisión, notas de prensa. En esa época estuvimos viajando por Orán, Tartagalal, y fuimos a los carnavales de San Salvador de Jujuy. Era como la cuarta o quinta vez que regresábamos a Argentina. Nos quedamos un mes y medio trabajando allá. Cuando estábamos por regresar ellos quisieron quedarse en Argentina, y bueno, yo regresé con Danny y tuve que reconstruir la agrupación en Lima. Después, ellos comenzaron con los empresarios, los que se quedaron, a utilizar la marca Los Mirlos, que yo ya tenía registrada. Yo les había dicho que no toquen la marca, que trabajen, que hagan su grupo, lo que deseen, pero con otro nombre. Voluntariamente son personas mayores, pero igualito, con mucho cariño y con mucho respeto, son mis hermanos de música, yo les aprecio, les quiero, les respeto lo que ellos aportaron conmigo en esa época. El problema es que ellos comenzaron también a utilizar una parte de la producción fonográfica y también lo que estábamos por grabar, las canciones que estábamos preparando y aún no habíamos grabado. Ellos comenzaron a grabar esos temas, a hacer esto, a hacer lo otro, pero bueno, lo que cuenta en esta historia es la originalidad y quien es autor y dueño de las canciones y la marca.
– ¿Cómo surgió la idea de la película La danza de Los Mirlos?
– En realidad se pensaba hacer un documental sobre Los Mirlos. Álvaro Luque, el director, viajó con nosotros a una gira a Europa, tomó vistas, vio cómo a la gente, a los festivales, les gustan Los Mirlos. Algo que a él le llamaba mucho la atención. Por eso estaba preocupado, quería acompañarnos. Y así, cuando regresamos, él viene con esta historia, me visita a la casa y yo tengo mis archivos, a mí me gustaba mucho filmar. Desde el año 1975, 1976 ya tenía mi filmadora, una Sony a colores. Entonces me gustaba filmar, así que guardaba recuerdos de la primera época de los Mirlos, de mi familia, de mis hijos, de mis padres, de mi querida tierra de Moyobamba, cuando me iba a tocar antes del terremoto la ciudad antigua de Moyobamba, porque ahora es moderna. Pero todos esos recuerdos están en mis archivos personales. Entonces él dijo: «Jorge hay que hacer esto, por aquí y por allá, voy a postular al Ministerio de Cultura para conseguir un apoyo, se merecen esta película Los Mirlos«. Y cambió totalmente, y se hizo realidad. Logró culminar ese proyecto. Con sorpresa se dedicó a filmar antes de la pandemia y después lo terminó en la pandemia, y ha sido un honor para Los Mirlos y para él, que de 300 películas acumuladas en el 26° Festival de Cine de Lima, fuera elegida La danza de Los Mirlos para que lo proyecten en el Gran Teatro de Lima, que tiene capacidad para 1.500 cineastas. Fue una presentación muy especial, muy hermosa y Los Mirlos salimos tocando de abajo en el teatro como un regalo para la gente asistente que vio la película. De verdad, muy linda. Y ahí está la historia.