Liuba María Hevia regresa a la Argentina para realizar una serie de conciertos en el marco de su gira mundial. Actuará en Chascomús, Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Berisso, Mendoza, San Luis y Neuquén, entre el 27 de marzo y el 13 de abril. En esta nota, un repaso por su trayectoria, su relación con la Nueva Trova y las mujeres que marcaron su camino musical.
La trovadora cubana es una de las exponentes femeninas fundamentales de la cultura contemporánea de la isla. Guitarrista, cantante, autora, recopiladora, investigadora y realizadora audiovisual son solo algunas de las tareas que Liuba realiza como aporte a la cultura popular. Editó más de 20 álbumes. En 1982 se incorporó al Movimiento de la Nueva Trova, donde compartió con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Vicente Feliú, Sara González y varios de los referentes de la canción social cubana. Sus canciones poseen por un alto nivel poético y belleza; variedad rítmica, melódica y temática. En su mundo sonoro afloran géneros cubanos como la canción libre, la guajira, el son, el bolero, la habanera y el danzón.
La trovadora, que hoy pasa sus días entre España y Cuba, estrenó hace pocas semanas el volumen 2 de Canciones que no se extraviaron, “canciones nacidas en tiempos diferentes, algunas que se tejieron para la atmósfera de un documental, otras para la magia del teatro…muchas que no vieron la luz hasta ahora”, como dice su autora.
– ¿Cuándo fue la última vez que viniste a Argentina?
– La última vez fue en el 2020, justamente un poquito antes de la pandemia, y estuve allí porque estaba haciendo un trabajo sobre Cecilia Todd, colega queridísima venezolana, que hice un documental sobre ella. Tengo una trilogía de documentales que es una zona fuera de la mía habitual de la música, pero que también la siento como parte de ellos, porque fueron tres documentales homenaje: uno fue a Cecilia Todd, y una zona del rodaje importante fue para mí en Argentina, porque es un sitio que ha sido grandioso para su carrera y para su vida. Estuve en enero del 2020 la última vez. Y bueno, hice un concierto también en esa visita, pero que realmente fui para rodar el documental.
– ¿Sobre quiénes fueron los otros documentales?
– Además del de Cecilia, está uno dedicado a Lucía Huergo, la coautora de la canción Mi Vieja Habana. Yo, habitualmente, no hago coautoría. Casi siempre compongo yo las canciones, letras y música, pero en este caso fue una cuestión atípica. Mi Vieja Habana nace de un instrumental que había hecho Lucía Huergo. Ella escribió una melodía que era en tiempo de danzón, y yo la combiné para hacerla en tiempo de habanera y le hice letra, pero era un instrumental. Es un homenaje a Lucía, que fue una música extraordinaria cubana, multi-instrumentista, ya fallecida, productora, un genio de la música realmente. A ella le dedico el documental. El otro fue para Teresita Fernández, la que inicia esta trilogía. Teresita Fernández fue nuestra María Elena Walsh, una mujer que hizo grandiosas canciones para niños y también para adultos. Esos son los tres materiales que yo realicé en ese proyecto mío que se llama Alma Creadora.
– Estás muy relacionada con la música argentina. Grabaste un disco de tangos, otro homenaje a María Elena Walsh y siempre hay canciones de autores argentinos en tu repertorio…
– Sí, sí, yo soy una enamorada de la cultura argentina de manera general del humor argentino, de la cultura argentina, me gusta la literatura, me gusta el cine argentino, me gusta la música y sí, de muchas maneras he estado cerca de Argentina y de su cultura y para mí es un país con una riqueza espiritual y cultural muy fuerte, un referente muy importante.
– ¿En qué año fue que viniste por primera vez?
– Si mal no recuerdo fue en el 2005. Canté en el Tasso, donde voy a cantar también ahora en Buenos Aires, un lugar que yo quiero mucho por esa razón sobre todo. Recuerdo que me estaba esperando Juan Carlos Baglietto, que es un príncipe además, y con su niñito acabadito de nacer, que tenía días, estaba en su cochecito, estaba con su esposa. En esa noche el niñito en el coche, ellos ahí tan amables, tan bellos, y compartimos una canción: Ausencia, una de mis canciones emblemáticas. Esa fue la primera vez que fui.
– Desde muy joven, siempre tuviste una curiosidad muy particular por los diferentes géneros de la canción cubana, por el son, por el bolero, ¿dónde nació esa pasión?
– Bueno, por la música en general. Yo creo que eso se lo debo a mi madre que era una mujer melómana, que siempre estaba escuchando música, que siempre tenía puesta la radio, que siempre buscaba cómo llevarme a conciertos. Yo escuchaba mucha música clásica, música tradicional, diferentes géneros cubanos populares que a mí siempre me parecieron hermosos y que mi mamá era una mujer que hablaba desde la cocina con fragmentos de canciones, con estribillos, en fin, yo creo que es a partir de ella.
– ¿Y todo eso lo pudiste canalizar al ingresar a la Nueva Trova?
– La trova, más que un género, es una forma de expresión que está asociada a muchos géneros. Está la canción pero esta puede estar entrelazada con una guajira, con un son, hasta con un chachachá que son géneros bailables. La canción trovadoresca está muy asociada a los géneros musicales más diversos y también tiene la canción libre, la canción, digamos, no comprometida con algún género por ser una canción libre, pero ella puede estar abrazada a cualquier tipo de género. Yo creo que a través de la Nueva Trova también recibí esa variedad de géneros que, hasta un guaguancó podías escuchar en la voz de Pablo Milanés, o sea, que la variedad de géneros viene por varios motivos, porque tuve la dicha de nacer en un tiempo maravilloso para la música mundial, muy variado, muy abierto. Mi madre, que fue un elemento fundamental y luego de tener toda esa referencia en la radio y demás y admitirlo como algo cercano, también poder crecer escuchando las canciones de Silvio, de Pablo… Date cuenta que la trova se funda en el año 69, o sea, que yo crecí, era una niña cuando eso sucede y jugué escuchando esa música, o sea, que para mí fue maravilloso recibir toda esa información y por eso es que aflora en mi trabajo esa variedad de géneros.

«Yo nací escuchando canciones que rompían moldes comerciales». Fotos: Gentileza de la artista
– Tal es así que te incorporaste al Movimiento de la Nueva Trova…
– Sí, eso fue en el año 82, 83, que cuando ellos hacían una especie de evaluaciones para entrar al Movimiento. Era formalmente algo que existía y que mucha gente no conoce que era así. Se hacían una especie de exámenes con jurados en las provincias y demás. Yo, desde la primera vez que fui, tuve la dicha de ser parte del Movimiento siendo muy jovencita. La verdad es que muy agradecida siempre con eso.
– ¿Cómo eran esas evaluaciones?
– Era llegar a un sitio y cantar tus canciones o las canciones que te habías aprendido. Generalmente eran canciones de los que se presentaban y quedabas como candidato, o sea, que era posible que en un futuro podías ser miembro de la Nueva Trova. Ese fue mi caso y que estoy siempre muy agradecida porque la verdad es que yo desde que me presenté, que fue en La Habana en la Casa de la Trova, desde ese día yo fui miembro del movimiento.
– ¿Cómo se vivió esa experiencia?
– Yo nací escuchando canciones que rompían moldes comerciales y podían plantear temas muy variados, de todo tipo, sobre la mujer, sobre críticas de algún tema, incluso hablando del amor podía saltar y hablar de algo social, o sea, ese tipo de canción y sobre todo muy implicada en lo que eran los buenos textos, desde el punto de vista literario había unos valores indiscutibles que siempre ha defendido la canción trovadoresca y eso para mí fue algo cotidiano, normal. Yo me crie escuchando y pensando la música de esa manera porque fue lo que escuché.
– Pasaron varios años hasta que apareció tu primer álbum Coloreando la Esperanza…
– Sí, lo grabé en el año 93, y gracias a Pablo Milanés, que en ese momento tenía la Fundación Pablo Milanés, que estuvo años trabajando duro para lograr preservar importantes representantes de la música cubana: música afrocubana, música más clásica, de la trova, y artistas muy conocidos, pero que no habían grabado nunca, y artistas jóvenes que empezaban, que fue mi caso. Uno de los casos de las personas que fue beneficiada en ese sentido. Yo ni era amiga de Pablo, no conocía siquiera a Pablo personalmente. Por supuesto que sentía el respeto y la admiración y el amor que uno siente por sus maestros, pero tuve esa oportunidad de hacer mi primer disco con la Fundación Pablo Milanés, y en su estudio PM Record, ahí hago mi primer disco Coloreando la Esperanza.
– Hay un trabajo muy serio y profundo con respecto a la poética de tus canciones, ¿cómo se trabaja eso?
– Es un poco eso que te decía de admirar una manera de decir la canción, de diferenciar una canción de Silvio o de Pablo con otras canciones que son más antiguas y que eran lindas pero con otro tipo de belleza. Era como descubrir otra manera de sentir a través de la canción. En mi caso, por ejemplo, yo no me dedico a musicalizar textos poéticos, o sea, poetas. Hay personas que sí y que lo han hecho muy bien, pero por ejemplo, una influencia ha sido escuchar las cosas que hacía Serrat y los primeros discos de Serrat, cuando además de cantar y hacer su obra maravillosa, musicalizó a Miguel Hernández, Antonio Machado, a León Felipe. Esa sensación que te provoca la palabra puesta en su sitio, sin duda me marcó y creo que eso es una manera de pensar la música y de sentirla y de crearla a partir de algo que te identifica.
– Si tuvieras que trazar un mapa de la isla a través de las cantautoras o de las trovadoras cubanas, ¿cómo lo empezarías? Porque no es muy común encontrar mujeres en las antologías de canciones de tu país, pero sin embargo hay muchísimas.
– Yo primero estaría reivindicando a muchas mujeres que seguramente nadie conoce, ni yo, ni yo conozco por ser mujer, pero pudiera iniciarlo por una que fue muy valiente y que fue capaz de insertarse en un mundo de hombres, que era hasta ese momento muy de hombres, y que supo ella hacer una voz muy personal que es María Teresa Vera, que es de la llamada vieja trova o la trova de antaño, como le dicen también, la trova vieja. Ella cantaba con los grandes trovadores de su época e hizo canciones muy queridas, como 20 años, que es una habanera muy famosa en el mundo. La compuso ella con otra mujer llamada Guillermina Aramburu, pero lo que más hizo fue cantar canciones de varios trovadores, entre ellos Manuel Corona, que era uno de los trovadores más representativos de ese tiempo, que hacía canciones muy particulares, con unos textos maravillosos, melódicamente y armónicamente muy interesantes. Había una característica en él y es que dedicaba canciones a nombres de mujeres. Tiene Santa Cecilia, Longina, Aurora, Mercedes, bueno, en fin, una obra extraordinaria. Pero puedo decirte después que seguramente sucedieron muchísimas mujeres haciendo maravillas. Algunas seguramente emigraron y yo no las conocí o no se divulgaron luego en Cuba, pero puedo saltar después a Teresita Fernández, que nació en 1930 y que hizo una obra extraordinaria. Ella, no solo hizo obra para niños, aunque es lo más divulgado.
Puedo decirte, incluso Marta Valdés, que era para mí una de las más grandes que ha dado Cuba. Una de las compositoras más vanguardistas, que fue el movimiento del «feeling», un movimiento que los historiadores lo ubican un poquito antes del nacimiento de la nueva trova, que tiene que ver con el bolero y que tiene una asociación muy particular con el jazz.

El oficio de cantora: «creo que una tiene un compromiso social con su vida y con la de los demás». Fotos: Gentileza de la artista
– ¿Esas son tus referentes?
– Hay muchas otras, Sara González, que es la más importante, digamos, de movimiento de la nueva trova, una compositora y cantante con mucha fuerza expresiva, muy interesante como creadora también, trabajando géneros cubanos muy variados. Hubo muchísimas más. Te puedo decir Miriam Ramos, que también no tiene ni siquiera, para mí tiene que ver con Marta Valdés y con la nueva trova. Es una forma de componer muy particular, es una gran artista que todavía vive, premio nacional de la música. Y bueno, muchísimas trovadoras que hay, que yo a veces voy a las provincias y me encuentro. Yo hago un evento que se llama Alma Creadora, precisamente para eso, para rescatar esas voces que están medio perdidas por ahí, y que tú dices, «Dios mío, qué mal ubicado está todo en este mundo, cómo hay mujeres que hacen cosas maravillosas y que nadie conoce». Y que si uno no se empeña o no crea un espacio, nunca las van a conocer. Pero bueno, te puedo decir otras personas más contemporáneas conmigo, como Rita del Prado, Heidi Igualada, Marta Campos, Lázara Ribadavia, o sea, por mencionar algunas, hay muchísimas más.
Es cierto que hay muchas menos que hombres. De hecho, cuando se hacen antologías, muchas veces, se omite la presencia femenina, y es algo que yo siempre estoy en esa batalla, defendiendo un espacio que realmente nos pertenece. Yo creo que lo que vale es la calidad, no si es un hombre o una mujer quien creó la obra, sino la obra en sí, el peso de la obra.
– ¿Cómo ves, en tu rol de cantora popular, la actualidad social y política en Cuba?
– En Cuba está difícil para todo el mundo, para los cantores, para los obreros y para todos. Es un momento muy difícil. Lo que pasa es que el cantor, siempre tiene la complicidad de su instrumento, de su guitarra, de su creación, y siempre está con el corazón delante y los pies después. Entonces, es una manera de vivir, es una manera de salvar y es una manera de defender la belleza y de darle siempre a la gente, regalarles esperanza, fe. Yo creo en eso, yo creo que uno tiene un compromiso social con su vida y con la de los demás. Pero realmente en Cuba se viven momentos muy difíciles. En muchos sentidos.
– ¿Por ejemplo?
– Si te tuviera que enumerar tendríamos para varias horas, pero te diría que, por ejemplo, económicamente está muy mal Cuba. Y eso ya es algo bastante grande, en muchos sentidos. Muchas cosas que no están bien y que no hay ninguna posibilidad de esperanza por millones de razones. De falta de comprensión, por falta de posibilidades, por muchas razones. Una de ellas es el bloqueo, pero hay otras muchas dentro que impiden que haya un desarrollo, una mejoría y una transformación que es necesaria, porque las cosas tienen que tener movimiento, la vida tiene que tener movimiento. No puede ser estática. Y ese movimiento es precisamente el amor, la vida, es la existencia humana. No podemos quedarnos casados con una historia, con una fotografía, una foto fija. Tiene que haber foto y movimiento. Es más, mejor que no hayan fotos, que haya movimiento.
– ¿Se vislumbra algún viento de cambio?
– No, no, no. Eso no te lo puedo decir porque yo no tengo un globo de cristal, como tampoco la tengo para Argentina, no tengo la menor idea, sinceramente, no te lo puedo decir.