La cantante, guitarrista y compositora Laura Ros revela los secretos del proyecto “Descubriendo a Joni Mitchell”, en el que versiona un profundo mapa de canciones de la mítica artista canadiense. Las presentó en Buenos Aires el 7 de noviembre, y su versión y su transcripción en guitarra del clásico Woodstock tuvo una repercusión inesperada: fue subido a la web oficial de la propia Joni Mitchell.
Por Patricio Féminis | patfem@hotmail.com
PH: Pablo Scavino | Edición: Lara Pellegrini
“Te necesito en mi guitarra y en mi voz”, percibió Laura Ros meses atrás, enamorada de las melodías y de los secretos en las afinaciones de guitarras de la legendaria Joni Mitchell. En su casa de Hurlingham, en las tardes en que su hija Violeta, de dos años, iba al jardín, la compositora de rock & folk & raíz folklórica se puso a indagar y abordar con su voz, sus guitarras y su corazón, en la vasta obra de la compositora canadiense. Un faro de eterna refinación y goces para los músicos y las músicas de todos los colores del universo. De un tema descifrado al otro, Ros decidió un proyecto integral de versiones: Descubriendo a Joni Mitchell.
Un emprendimiento sin precedentes visibles en América Latina. ¿Cómo reaprenderlo, luego de que lo presentó en Hurlingham y, el 7 de noviembre, el cumpleaños de Joni Mitchell, en el porteño Bebop Club (Moreno 364)? Allí estuvo acompañada por su pareja, el certero Federico Gil Solá en batería y percusión, y por el también renombrado Alito Spina en bajo, ante el público embelesado. Una exploración que comenzó ocho meses atrás, y que hoy llega a cerca de veinte canciones, con muchas de las afinaciones de guitarra que implementó la propia Joni, quien hoy tiene 76 años.
Tras corporizar en su canto y su viola esas variaciones desafiantes, Ros envió su transcripción en guitarra y su video -filmado en su casa – del clásico Woodstock (1970) a la web oficial de Joni Mitchell. ¿Qué ocurrió? El 4 de noviembre, los administradores subieron a la sección “Guitar and Piano Transcriptions” el video y la tablatura de Ros con la afinación C-G-D-F-C-D#. Allí podrá escucharse y estudiarse a la par de otras canciones de Joni hechas por intérpretes de todo el mundo. “Lo loco es que dice ‘Woodstock by Laura Ros’, con la firma membretada de Joni Mitchell”, sonríe ella. “Lo voy a imprimir y poner en la puerta de mi casa. Lo lamento, chicos. ¡Me van a tener que aguantar el agrande!”.
Con esa noticia en sus latidos, Ros vibra alrededor de Woodstock y de sus pliegues sonoros y poéticos. “A veces me enamoro mucho de una melodía y al texto le doy bolilla diez minutos después. Woodstock es muy importante por su letra, por cómo reflejó el movimiento contracultural y ese festival tan legendario del ‘69, pero en este caso me enganché primero con la música. Su melodía me conmovió y me cautivó”, confía junto a De Coplas y Viajeros.
La inmersión de Ros en las obras de Joni Mitchell fue abarcativa y, por ello, vale repasar los temas que eligió interpretar. En el selecto orden de su lista personal: The Circle Game (1970), All I Want (1971), Free Man In Paris (1974), Chelsea Morning (1969), Woodstock (1970), Chinese Cafe (1982), Big Yellow Taxi (1970), Both Sides Now (1969), Coyote (1976), Help Me (1974), My Old Man (1971), Come In From The Cold (1991), Night Ride Home (1991), Amelia (1976), In France They Kiss on Main Street (1975), A Case of You (1971), Little Green (1991), River (1971) y Conversation (1970).
El juego fue hondo y libre; en Bebop Club eligió otro orden para las versiones; incluso decidió no hacer alguno o agregar otro, y, quizá vengan más temas en el futuro. ¿Cómo no seguir abrevando en un mapa de canciones y poesías tan expansivo, íntimo y pleno de capas y capas de inspiración? “Una de las cosas que caracterizan a Joni es su experimentación musical, y es de lo que menos se sabe de ella. Experimentación y experiencia. Ella es compositora y pintora: Joni preparaba su paleta de colores. Así como cuando va a pintar decide su paleta, cuando va a componer prepara la paleta de colores en la guitarra: las distintas afinaciones. Llegó a usar hasta cincuenta distintas, y muchas de ellas están consignadas en su web. Joni diría: ‘A ver, ¿con qué colores voy a pintar hoy?’, y en ese sentido la entiendo”.
Ros hace una digresión hacia sí misma. “Yo no suelo hablar de mi trabajo diciendo está buenísimo lo que hago. En un punto soy bastante modesta, pero porque soy bastante insegura. Pero este proyecto, Descubriendo a Joni Mitchell, sé que está buenísimo. Me conecté con la parte que hay que conectar para abordar su obra. No sé si lo haré bien o mal (eso corre por cuenta de los demás), pero sí que estoy conectada con el espíritu necesario para cantar a Joni. El nivel de apasionamiento que tengo ahora no lo había sentido nunca”.
La hija de Antonio Tarragó Ros piensa: “Es inevitable que esto se meta en mi tejido personal. Que estos hilos nuevos entren en mi piel”. En tiempos de su último disco, Atar (2016), Ros vivía cierto desgano ensayando sus propios temas. “Justo antes de tener a Violeta presenté Atar, pero yo estaba en una crisis extraña. Los hijos, en todo caso, te conectan más con tus deseos verdaderos porque te deja de sobrar el tiempo. Yo me dije: ‘¿Para que voy a seguir haciendo algo que por ahora no tengo ganas?’. No tenía que ver con la calidad, sino con lo emocional. Entonces, buscando una nueva conexión, y un compromiso total, encontré a esta poetisa, a esta genia, que estaba diciendo lo que yo necesitaba. Además de ser autora y compositora soy intérprete. Siempre canté cosas que no fueron sólo las mías. Me encanta meterme en obras valederas de otros. Y ahí apareció Joni Mitchell”.
Fue en marzo de este año, en las tardes en soledad, cuando comenzó todo. “Ahí arranqué a sacar sus temas en la guitarra. Y como saco rápido las cosas, me fui envolviendo en esta obra inagotable. Ahora mi flujo creativo está completamente en la faceta de intérprete de Joni. De una artista que tiene la complejidad suficiente para que escarbes y siempre haya más. No sé si lo vaya a hacer un año, siete meses o dos más. Y no importa. Yo sé que al motor creador lo voy a tener siempre. ¡Tantas veces dije que nunca más iba a hacer un tema y después salían diez en chorro! Eso ya volverá. No me pongo ansiosa”.
Fascinación exigente
Desde su voz y su guitarrismo, ¿cuál fue el hilo que siguió Laura Ros para elegir qué obras de Joni Mitchell querría cantar luego en vivo? “Fui eligiendo temas a veces por la letra y otros por su melodía. Comencé con Help Me, escuchando dos colecciones de éxitos de Joni que se llaman Hits y Misses, de 1996. Son perfectos esos títulos, por sus juegos de palabras tan irónicos. Hits es por éxitos o por tiros: en la portada aparece ella tirada en la calle boca arriba”. Quizá sea una alegoría de sus críticas a la industria discográfica y a los contratos leoninos que sufrió en su primera época con Geffen Records. Joni jamás fue complaciente con las mega-corporaciones de la música. “Y Misses alude a fallas, o errores. En la tapa del disco está la foto de ella, levantándose del piso de espaldas, como si jodiera con que le apuntan al culo sin que le puedan acertar”.
-¿Cómo avanzó el proyecto en tu casa?
-Le hice escuchar a Violeta esos temas. Desde ya se enganchaba más con Hits, porque los otros temas son más difíciles de escuchar. Al menos al principio. Y empecé a cantarlos arriba: escuchando obsesivamente aprendo las cosas. Y a Joni la empecé a escuchar obsesivamente con Violeta. Comencé a balbucear arriba del disco y pensé: ‘Mmm, me parece que a este tema, Help me, lo tengo que cantar’. La melodía parecía simple, pero no lo era tanto. Ahí está toda la influencia del jazz en Joni. Ella componía como una trompetista de jazz. Luego llegué al tema Coyote y lo intenté sacar en la guitarra. Como la afinación era extraña la busqué en Google. Afiné la guitarra, agarré un concierto en vivo de ella, pispeé los acordes y así fui avanzando”.
Los dedos sobre las seis cuerdas también cambiaron su pensamiento. “Lejos de la afinación tradicional Mi-Si-Sol-Re-La-Mi, estas otras afinaciones cambian la lógica de grave y agudo: a veces la nota grave está en las primeras cuerdas. Todo se modifica completamente. Joni vivió una época de mucha experimentación. Tomó algunas afinaciones ya existentes, pero a otras las fue inventando según sus necesidades. Hay algunas que llevan las cuerdas a un nivel tal de tensión, que yo afino todo un tono abajo y pongo el capotraste (el transporte), porque sino se me va a reventar la guitarra”, concede Ros.
La propia Joni Mitchell resolvió esas dificultades con tesón, y, en sus recitales más cercanos en el tiempo, con tecnología. “Con tantas afinaciones, en la mitad de un tema en vivo por ahí la guitarra se desafina. Por eso ella implementó un sistema MIDI: apretaba un botoncito y cambiaba de una afinación a otra. Claro que la complejidad que queda es la de la posición de los dedos, jeje. Y la sucesión de arpegios en la mano derecha: la memoria muscular es del grave al agudo. Pero acá… ¡not anymore! ¡Es al revés! ¡Y es muy divertido a nivel musical e intelectual!”, amplía Ros.
Y entonces vuelve a la canción Coyote: “Cuando la terminé de sacar en guitarra, entendí que es una especie de rap, con cuatro estrofas largas y unos finales más o menos como estribillos. Acá me pongo técnica. Coyote está en Do mayor, y Joni agrega la novena (la nota Re más aguda), para que tenga un sonido más dramático. Como es otra afinación en la viola, ese Do con novena inicial se convierte en otra cosa cuando hacés los acordes que siguen. Joni es muy de la novena… y yo también. ¡Si escuchan mis discos lo van a notar!”.
Los responsables de la web de la artista canadiense reconocieron el valor de la jugada. “Estaban muy sorprendidos por mi versión de Woodstock. Joni lo compuso en piano aunque yo, para versionarlo en guitarra, tomé la afinación que ella usa en Coyote, pensando: “¿Cómo lo haría ella en la viola?”. Busqué ser fiel a la paleta de colores de Joni. Y es evidente que a los de la web les pareció interesante que yo me acompañe tocando esas afinaciones y cante al mismo tiempo, con notas muy graves y también muy agudas. Como Joni era muy fumadora, con los años fue cambiando hacia una voz muy grave. Y yo decidí trabajar en toda su discografía: desde My Old Man (de su disco Blue, del ’71), que es bien aguda, hasta Night Ride Home, que es muy grave (de su disco homónimo, del ’91). Esta exploración me sigue abriendo la cabeza”.
Laura Ros les contó a los de la web de Joni: “‘Acá se la quiere mucho’. Obvio que saben que no es súper popular, pero que se la valora en ciertos círculos. En un punto, tenés que ser músico o música para entender algunas de las cosas que ella experimenta. Por eso gente como Pedro Aznar es muy fan de Joni. Igual, sin entender la dimensión de ella como música, podés disfrutarla totalmente. Muchos dicen que es cantante de jazz y, otros, que es cantautora. Pero Joni aclaró muchas veces: ‘¿Songriter? ¿Singer? No, Composer’. Que es una compositora y que no le bajen el precio. Y tiene razón”.
-¿Cuál fue tu mayor dificultad al hacer tantos temas?
-Algunos me costaron más por la letra, porque no es mi idioma nativo. En otros lo más complejo fue las partes de guitarra. En A Case of You (del disco Blue) tuve que practicar bastante con la viola para que eso no interfiriera con lo que estoy diciendo con la voz. Y para eso te la tenés que saber muy bien. Con esto yo siento que empujo mi propio techo para ir más arriba. Con los agudos de Woodstock rompí varios límites vocales que creía que tenía. Además, Joni tiene unos graves divinos que a mí me cuestan mucho. Y te digo otra cosa. Yo había dejado de fumar, pero volví a tres cigarrillos por día luego de tener a Violeta. Y cuando empecé con la obra de Joni abandoné el pucho. Qué loco que la maternidad me conecte con Joni y que Joni me conecte con dejar de fumar. ¿No es una ironía increíble de la vida?
-¿En qué otras cosas asociás la maternidad con Joni?
-En todas las elecciones que hizo en su vida. Ella decidió no ser madre, y entregó su hija en adopción. Con los años se reencontró con su hija ya adulta. Es tan distinta a mí, y a la vez la entiendo. Me compenetré con su música ya siendo mamá, y no me parece casual. De hecho, cuando empecé a cantar el tema Little Green, de Blue, que habla un poco de su propia maternidad y de su dolor, yo no llegaba a la mitad del tema que me ponía a llorar. Cuando subí el video a las redes sociales, cantándolo, fue la primera vez que logré hacerlo sin llorar. Ese tema me atraviesa completamente y para mí el arte tiene que ser eso. Por esto mismo estoy tan fascinada. Y lo que pasa en los conciertos es muy loco, porque la gente también llora. Cuando vos te conmovés realmente, el otro también. Eso no falla jamás.
(En una próxima nota vendrán escenas del concierto Descubriendo a Joni Mitchell y Laura Ros repasará cómo la interpelan, una a una, las canciones que aborda de la canadiense)
Una creación impecable, sutil y con corazón. Acompaño emocionado tantos des-cubrimientos.