Juan Martín Scalerandi es guitarrista, compositor, investigador y docente, abocado a la producción y difusión de la música de la llanura pampeana. Lleva ya seis giras por Europa y está pronto a editar su tercer disco, La Pampa. “De ningún modo uno generará poderosa atracción en otros países llevando una cultura que no es propia”, dice. 


Ante la indiscutible falta de presencia de ciertos ritmos y estilos de nuestro folklore en los grandes escenarios, Juan Martín Scalerandi viene al galope firme como emisario de la cultura bonaerense y produciendo material musical de la llanura. Les recuerda, a quienes se hayan olvidado, que el sur también existe. Por esta razón, nadie mejor que él para contarnos cómo es que existe esta línea divisoria entre folklore norteño y el surero o entre el folklore «conocido», presente en los festivales, y folklore poco difundido.

Con un perfil de extenso recorrido, Juan Martín es un artista íntegro; no sólo por la variedad de aspectos en los que se desempeña y destaca sino porque cada tarea que emprende la hace con conocimiento, con talento, pero sobre todo con una posición tomada respecto de su pensamiento. Su propuesta artística tiene como eje a la música bonaerense para guitarra solista, abordando géneros exquisitos y con tradición exclusivamente guitarrística, mediante los cuales desarrolla su propio lenguaje, tanto en la composición como en la interpretación.

El nuevo disco de Juan Martín Scalerandi estará disponible en marzo de 2025. Foto: El ojo blindado fotografía

Es compositor e investigador, con una inmensa trayectoria en el dictado de clases. Cada concierto que da es además una clase abierta de gran contenido cultural. Es también el gestor del Fogón surero, un ciclo que viene llevando a cabo hace rato, de presentaciones para artistas del género; y también de columnas y micros generados para radio que se emiten por Radio Nacional Folklórica.

Es de Temperley, egresado del Conservatorio Julián Aguirre de Banfield, donde estudió guitarra, violín y composición, y hace más de diez años que ejerce la docencia. Trabajó en más de una veintena producciones discográficas como músico, arreglador, productor y director musical, y tiene dos discos propios de música de la llanura pampeana: Esperando la lluvia (2009) y Semblanzas (2015). Muy pronto editará el tercero que está en proceso y se llamará La Pampa.

Durante más de cinco años fue guitarrista estable del artista más emblemático de este estilo, don Omar Moreno Palacios, labor que duró hasta el fallecimiento de éste, en 2021. Con «El Gaucho» grabó un disco en 2017, llamado ¿Cómo le queda el moño?. Participó de incontables festivales de guitarra. Realizó giras por el interior del país, también participó de Festivales en Cuba de décima y repentismo, en Uruguay, España, Francia, Holanda y Bélgica brindando conciertos, seminarios y clases magistrales sobre el género surero.

En 2022, publica el texto La milonga en el Río de la Plata y sus orígenes negros en Estamos aquí. Debates afroamericanos en perspectiva Brasil/Argentina, paper editado a través de la Universidad Federal do Carirí, Brasil en conjunto con diversos investigadores e investigadoras de ambos países. Su próximo trabajo escrito será un tratado sobre los ritmos que integran el género de la llanura.

– ¿Cómo nace en vos la música de la llanura y este interés en la variedad de ritmos bonaerenses tan poco reconocidos en nuestro folklore?

– Mi interés por la cultura bonaerense y por su música, empieza principalmente por haber nacido aquí y entender a mi provincia como una representatividad cultural clara. Yo nací en Temperley, en la esquina de la casa de Omar Moreno Palacios, máxima figura de esta cultura y me relacioné con él y con su familia desde muy chico. Aunque mi relación era solamente de vecinos y no de maestro/alumno, siempre lo admiré y me ha deslumbrado su figura. Esto sumado a que nací en el seno de una familia muy criolla, sin relación con la música directamente, pero muy apasionados por toda la música de nuestra provincia.

– Venís trabajando desde hace mucho sobre la construcción del lenguaje del cantor surero ¿Cómo se da la evolución de ese cantor surero en estas épocas de músicas estridentes? ¿Por qué creés que este estilo musical no alcanza la popularidad necesaria en los escenarios grandes de nuestro país? 

– Hace casi 20 años que vengo trabajando sobre distintos aspectos de la investigación de la cultura bonaerense, como por ejemplo la diversidad de los géneros, la composición de su música, el análisis estrictamente formal, armónico, melódico y rítmico de los mismos, pero también en parte de la historia, de cómo se ha conformado el cantor y la cantora surera, a través del tiempo. Esta figura se ha ido elaborando con muchas vertientes en las que confluyen los payadores, los cantores orientales, y la gran figura: Carlos Gardel.

En toda esta mezcla desde fines del siglo XIX, hemos construido culturalmente a un personaje que se sienta en un fogón, en un escenario o en una radio con guitarra en mano y nos canta las cosas más profundas de nuestra Pampa. Pero si tenemos que decir cuándo fue que discográficamente el cantor o la cantora de estas Pampas se ha consolidado, tenemos que mencionar a Suma Paz que fue la primera del formato moderno de cantor o cantor surera que se ha establecido como tal, grabando por primera vez en el año 1960. Si bien muchos cantores y cantoras venían haciendo cosas en este sentido desde muchísimo antes, por ejemplo Atahualpa Yupanqui grabando en 1936, Suma llegó primera al disco con este formato que se conserva hasta hoy, ya que Yupanqui se volcó tanto al folklore pampeano como al folklore norteño quedando un poco excluido de esta vertiente netamente surera.

Respecto a cómo hoy puede verse esa expresión en medio de tanta estridencia, puedo resumirlo en una sola frase que suelo decir:  «Si hoy un cantor como Gardel, Yupanqui, Néstor Feria o Arturo de Nava cantaran en un gran festival folclórico argentino, sería un fracaso, por la sonoridad a la que hoy estamos acostumbrados y que nos han impuesto a través de las producciones de gran cantidad de decibeles, batería y bajo eléctrico. La misma suerte correrían Félix Dardo Paloma, Los Quilla Huasi, los Chalchaleros o los Fronterizos”. En otras palabras, ese sonido ya no es el que le han impuesto a la gente para que consuma. Ni hablar de lo que refiere al contenido de las letras o el mensaje establecido.

Sos un erudito de la guitarra que atraviesa varios géneros, y llevaste la cultura bonaerense por Europa, has tenido un hermoso encuentro con el flamenco, ¿cómo te fue con esas fusiones y con otras?

– Respecto a mi camino como guitarrista, en mis giras donde llevo la música bonaerense principalmente a Europa, ya por sexta vez, debo decir que, como decía Unamuno: “Hay que ser muy regional para intentar alcanzar la universalidad”. Esto lo digo porque en cualquier lugar que uno vaya el interés que generan las propuestas artísticas tienen que ver con el sitio al cual representan. En otras palabras de ningún modo uno generará poderosa atracción en otros países llevando una cultura que no es propia, pero sí será bienvenido y comprendido si lleva su tierra dentro.

Puntualmente la experiencia de mi cruce con Víctor Franco, un gran guitarrista flamenco muy joven de Cádiz, en el marco del festival El Dorado de Barcelona, cuando estuve en marzo de este 2024, ha sido muy fructífero ya que hicimos nuestro repertorio individual, además cruzando músicas criollas y flamencas tocadas a dúo, pero cada uno aportando desde la guitarra en su propio lenguaje, logrando así una buena yunta. Este concierto se puede ver íntegro en mi canal de YouTube.

– ¿Cómo definirías tu relación con la figura del gran Omar Moreno Palacios, músico que si bien fue un tradicionalista también fue un innovador dentro del género surero, ¿qué es lo que conservás de él hoy?

– Como dije anteriormente, mi relación con Omar fue de amistad muy próxima por mi cercanía y por la relación con su familia. He sido su alumno desde los discos y desde tantas horas compartidas juntos en escenarios, viajes, juntadas, asados y larguísimas charlas. Pero él nunca ha ejercido como profesor mío ya que ni él lo merece, ni yo soy digno de decirlo en esos términos. De ningún modo me siento un continuador de su obra ya que su obra es única e irrepetible, tanto como extensa, profunda y necesaria para todo el folklore argentino. Simplemente soy un colega suyo que ha transitado la misma huella de la cultura bonaerense con la mayor de las admiraciones a su obra y a su vida. Él ha sido, a mi entender, el artista más grande de la música bonaerense, por la calidad guitarrística, de poesía, compositiva, de canto y por lo rupturista en casi todos los aspectos, conservando la raíz más pura aprendida del mismísimo Mario Pardo y de todo el gauchaje de nuestra llanura pampeana. En resumen, soy un gran admirador de él, habiendo tenido la suerte de que mi ídolo haya sido mi amigo y luego me haya obsequiado el regalo de la vida de haber sido «sus manos», como decía él, acompañándolo en la guitarra en grandes escenarios como Cosquín, en su último disco, o en tantísimas giras. Solo tengo palabras de agradecimiento para la vida respecto a esto.

– ¿Qué estás preparando para tu nuevo disco? ¿A cuánto estamos del lanzamiento?

– Mi próximo disco, el tercero, compuesto como los dos anteriores íntegramente por obras mías, ya está completamente grabado. Probablemente se edite este año antes de mi próxima gira por Europa, que será en marzo de 2025. Se llamará La Pampa y con la misma lógica de los discos anteriores, encuentro en él un medio para poder conectarme con la composición de estilos, cifras, triunfos, gatos, cielitos y toda la música de nuestra provincia de Buenos Aires.

 

Foto de portada: Jerónimo Aguirre

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