Por Federico «Poni» Rossi / piukemil@gmail.com
Fotos: Gentileza Prensa Gabino Palomares
El movimiento de la Nueva canción, o de la Canción Nueva, a acompañado a cada uno de los grandes procesos políticos y sociales de América latina durante el sigo XX. Benedetti decía que las canciones no hacen la Revolución, pero que las revoluciones se hacen cantando, y es por eso que durante los 60 y los 70, incluso en los 80 o parte de los 90, han surgido músicos y músicas que decidieron poner su arte, junto con el cuerpo, al servicio de dichos procesos. El Manifiesto de la Nueva Canción en Argentina, el movimiento de la Canción Nueva en Chile, y la Revolución Cubana fueron los antecedentes e inspiradores inmediatos de los movimientos artísticos del resto del continente, de donde se desprenden un montón de nombres propios, que, pensando y actuando de manera colectiva, crearon verdaderos himnos populares y fueron la banda de sonido de cada manifestación popular. Uno de los referentes es el mexicano Gabino Palomares, autor de cientos de canciones, entre ellas de La Maldición de Malinche, que acompañaron cada uno de los procesos políticos mas trascendentes de su país y del continente, desde hace casi 50 años. En De Coplas y Viajeros dialogamos con el trovador potosino, repasamos su vida, sus luchas, su relación con Argentina y haremos un recorrido por la historia de la canción popular en México.
– ¿A qué se denominó «Nueva Canción»? ¿Cuándo surge y en qué contexto?
– Tuvo su mayor auge en los 70, 80, y un poco en los 90. La canción no es un género, sino mas bien es una actitud. La historia de estas canciones viene por el Nuevo Cancionero Argentino que fue una de nuestras referencias mas importantes en América Latina, iniciado con Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez, entre otros. Este movimiento junto a la Nueva Canción Chilena y nuestro folclor fueron como nuestro padre y madre.
Es el folclor nacional, pero cambiando la temática. No solamente hablar del paisaje físico y de las mujeres bonitas de nuestra tierra, sino también hablar del paisaje humano, de cómo viven los hombres y mujeres en ese lugar, cuáles son sus problemas, sus esperanzas, sus alegrías, sus tristezas. Es decir, considerar a los seres humanos de manera integral, que podamos ver cómo vivimos, cómo amamos. Básicamente es eso, pero sobre todo los problemas sociales y políticos que fueron incluidos en la canción.
– ¿Cuáles son las referencias históricas de la Nueva Canción en México?
– Nuestros referentes históricos son las canciones que opinan desde la época de la colonia, de La Reforma y de la Revolución Mexicana de 1910. Tenemos algunos ejemplos también de canciones durante la Independencia, es decir, una canción que habla por los que no tienen voz, que habla de los personajes de determinada época de la historia. El antecedente mas importante sería el de los corridistas de la Revolución Mexicana, que hacían un relato histórico que se aparta de la historia oficial. Estos hablan de héroes y de situaciones que no registra la historia oficial. Una suerte de contrainformación. El antecedente aún mas cercano fue el Movimiento Estudiantil del 68, que terminó dramáticamente con una matanza en la plaza de Tlatelolco el 2 de octubre de ese año. Tenemos una herida abierta todavía de ese movimiento. Éramos una generación que estábamos hartos del gobierno, de la religión, de la moral, de los conceptos del amor. Era una suerte de continuación del movimiento hippie en los Estados Unidos, pero donde también se incluían cuestiones mas profundas, mas políticas, y los planteamientos fueron mas allá que el movimiento hippie. La liberación de los presos políticos, por ejemplo, fue una posición muy importante. Lamentablemente el gobierno de México en esa época manejó las cosas con una gran torpeza presionados, quizás, porque el 12 de octubre del 68 se celebró la Olimpiada en México y la imagen que querían dar era de que aquí no pasaba nada. Entonces se apresuraron el 2 de octubre a acabar con este movimiento. Después, tenemos una serie de canciones históricas en la época de la Expropiación Petrolera, del general Lázaro Cárdenas. Los artistas más representativos fueron Oscar Chávez, que nos ha dejado hace unos meses, Amparo Ochoa, el grupo Los Folkloristas, el grupo de Los Nacos.
– ¿Qué recuerdos tiene de Amparo Ochoa?
– De Amparo Ochoa puedo dar testimonio casi cotidiano. Desde 1974 que yo conocí a Amparo hasta el día en que la subimos a un avión antes de morir para que fuera a pasar sus últimos días con su familia en Culiacán, Sinaloa. A Amparo la conocí porque alguien fue y le dijo que yo era un compositor potosino que había llegado a la ciudad de México. Ella cantaba en una peña y me invitó. Le canté la canción de La Maldición de Malinche y Amparo la tomó y la llevó por toda América Latina y el mundo. Eso a mí me abrió una puerta inmensa y me regaló la joya de su amistad. Yo tuve la posibilidad de estar con Amparo como hermanos desde el 74 hasta que murió en el 93. Amparo es muy importante para México. Es una mujer maravillosa, no solamente como su voz, como su testimonio, como el trabajo político que hizo por todo el país. Es un referente importante para nosotros porque, con muchos sacrificios, porque esta canción ha sido siempre marginada en México, logró llevar una canción distinta, una imagen distinta de México y fue una defensora de las causas y las problemáticas mas importantes en México. Yo creo que sin Amparo Ochoa no se entiende la Nueva canción en México.
– ¿Y de «Chava» Flores?
– Fue un compositor y cantante sui géneris, surgido de los barrios, en su hablar propio, y que nos dice una canción que, con un extraordinario sentido del humor, puede pintar la situación de esta gente que siempre han sido los eternos olvidados y marginados, que han creado su propia cultura citadina que va desde el folclor mexicano, pero también con una serie de ritmos citadinos. «Chava» Flores, en particular, nos hace una referencia musical con las formas tradicionales mexicanas y el que quiera conocer México necesita escuchar las canciones de «Chava» Flores. Es como un propedéutico para poder entender a los mexicanos con esta parte también característica de los barrios que es el doble sentido, el que le llamamos el albur. Un lenguaje que es usado con una cantidad de palabras que son de doble sentido, pero que en realidad este caló es una forma de comunicación secreta que tienen en los barrios. Este albur fue capturado de una manera cotidiana por «Chava» Flores pero dicho de una manera artística, oculta.
– Ha participado de conciertos y giras por todo el continente, en especial en países que estaban atravesando procesos sociales y políticos muy profundos como Nicaragua y Cuba. ¿Cómo fueron esas experiencias? ¿Cómo han influido en su trabajo?
– El origen de mi participación ha sido por que México fue el epicentro de la solidaridad con Sudamérica. Esta convivencia con los exiliados fue muy importante e influyó en el quehacer de nosotros. Pero más exhaustivamente el trabajo de solidaridad yo lo hice con Centroamérica. El proceso de Cuba ha sido una preocupación y una inspiración para la lucha política en México. En 1968, el conflicto estudiantil llevó como bandera la efigie del Che y como aspiración el triunfo de la Revolución Cubana. Con Cuba sigo teniendo una vinculación muy estrecha, tanto con la Nueva Trova como con los compañeros de la cultura en general: Silvio, Pablo, Vicente Feliú, son mis hermanos, con los que estoy en frecuente comunicación. No solo he trabajado como cantor sino también en el trabajo de solidaridad con Nicaragua, al principio, y luego con El Salvador. Participé del Comité de Solidaridad con Nicaragua, y luego fundé el Comité con El Salvador, donde participé hasta que se lograron hacer en México los acuerdos de paz. La conflictiva, en América Latina, ha sido también parte de la temática de mis canciones en México durante muchos años.
– México ha atravesado, en los últimos 25 años, diversos procesos políticos y sociales muy profundos. Por enumerar a algunos: el levantamiento de los NeoZapatistas, la desaparición de los normalistas en Ayotzinapa, o los conflictos con el narcotráfico ¿Qué lugar ha ocupado la canción social en estos contextos?
– Hace año y medio, saqué el libro 100 canciones de amor y patria, que comprende 50 canciones amorosas y 50 canciones políticas. Cuando estaba seleccionando el material para la parte política del libro y empecé a recordar y a datarlo me di cuenta de que había hecho canciones para los acontecimientos políticos mas importantes en los últimos 50 años, y me dio mucho gusto ver que la canción que he hecho está ahí como parte cronista de la historia de México.
Yo participé en el Movimiento Zapatista, surgido en 1994. Sin embargo, la parte artística fue cubierta por los jóvenes. Quisimos que fueran ellos los que se tomaran este movimiento como parte de su actividad política. Les hacía falta un incentivo, una bandera para dejar esa posición comodina de estar viendo la historia a través de la televisión.
El narcotráfico es un segmento de la población que maneja muchos recursos y que ha influenciado al hacer de las canciones con los narcocorridos que se mandaban a hacer los capos y que han tenido un éxito impresionante. Es un movimiento musical en México que ha contribuido de una manera negativa porque está haciendo héroes a los narcotraficantes, y está dando a los jóvenes personajes y formas de vida que los llevan a su destrucción. Por supuesto que no eximimos las condiciones sociales y económicas de la gente que se inserta al narcotráfico como la única posibilidad de sobrevivencia, pero ahora también la televisión y el cine tienen su minita de oro en este tema. Quienes resultan directamente afectados es la gente de las comunidades, originalmente en el norte, aunque ya estas canciones se oyen en todo el país. Por supuesto que en este mundo no aparecemos nosotros la gente que seguimos haciendo esta canción.
– ¿Qué papel juega la Nueva Canción en el actual proceso de gobierno presidido por Manuel Andrés López Obrador?
– Yo me enrolé en el movimiento de campaña popular para llevar a la presidencia al Manuel López Obrador, con quien he compartido, desde hace muchos años, la calle, las carreteras, las plazas públicas, y con quien llevo una buena relación. Hemos hecho un trabajo tan fuerte que el gobierno anterior durante la campaña de López Obrador prohibió que fuéramos a cantar a los mítines de campaña. Ya como gobierno, López Obrador, no ha hecho demasiado por que los contenidos de izquierda estén en las redes, en los medios, en las programaciones del gobierno. Esto es algo que estamos hablando y que en el próximo año vamos a superar y, por supuesto que esto va a servir para fortalecer la democracia y para fortalecer a los gobiernos progresistas que se tienen que medir contra la derecha que se está arremetiendo de una manera impresionante y aprovechan cualquier ocasión para atacar a Andrés Manuel.
– Maldición de Malinche es, sin dudas, una de las canciones más emblemáticas del cancionero latinoamericano ¿Te sorprendió esa trascendencia de la canción? ¿Qué fue lo mas increíble que le haya pasado con ella?
– Esa canción se ha extendido por toda América Latina y por otras partes del mundo. Nada garantiza que es lo que va a suceder con ellas, y menos que canciones que uno hace se conviertan en una suerte de himnos. En este caso es una canción que trata un problema humano denigrante: el racismo y la discriminación. Una cuestión racista o clasista, que sigue en América Latina y en todo el mundo. El problema del racismo es una de las incongruencias mas graves que tiene la humanidad, y esta canción alude justamente a eso. Habla de la historia de México que, por cierto, es la historia de América Latina porque nosotros tenemos una historia y una conflictiva muy parecidas. Tengo la impresión de que en algunos países como Argentina es mas popular y conocida que en México. Nuestras canciones, y esa es otra característica de la Nueva Canción, no tienen un valor de cambio. Tienen un valor de uso. Y si mis canciones se usan, ahí está, para eso son. Para que las llevemos a nuestras conciencias y formen parte de nuestra ética cotidiana, para que de alguna manera al escuchar la canción seamos mejores seres humanos.
– ¿Cuál es su relación con la Argentina?
– Yo la conocí a Mercedes Sosa en México, allá por el 76 o 78. Ella estaba muy mal emocionalmente ya que había perdido a una gente muy cercana. Llegó a México a cantar en el Teatro de La Ciudad. Todo parecía como de tristeza. Era una noche muy lluviosa y muy fría. Quise pasar a saludarla antes de que empezara su concierto, pero no tuve éxito. El teatro estaba a un cuarto de su capacidad. Fue un concierto muy emotivo, pero noté que Mercedes estaba muy mal. Al terminar me acerqué a ella. Ya conocía mi nombre y mi canción a través de Amparo Ochoa. Ese fue el inicio de una amistad humana, profunda y hermana, en el sentido de contarnos las cosas mas íntimas que llevamos en nuestros corazones y en nuestras mentes. Esa amistad duró todo el resto de la vida. Cantamos juntos en muchos lugares y cada que nos encontrábamos estábamos todo el día juntos y platicando. Mercedes era como nuestra mamá. Siempre que me veía preguntaba cómo estaban Amparo, Tania Libertad, Oscar [Chávez], y yo ahí dándole el santo y seña de cada uno de nuestros amigos.
En 1984, previo a mi participación en un encuentro de música popular en Rosario, arreglé para hacer un par de conciertos durante la dictadura de Pinochet, pero cuando llegué al aeropuerto metieron a la computadora mi pasaporte y me dijeron que no podía entrar a Chile porque andaba hablando muy mal del General Pinochet, y me retuvieron hasta el otro día. Llamé a la familia de amigos, con quienes me iba a quedar, y les conté. Se alarmaron y se les ocurrió hablar a Mercedes, y ella hizo un trabajo diplomático impresionante. Cuando por fin tomé un avión a Buenos Aires, Mercedes me dijo que vaya a su casa. Yo no quise por no dar molestias, pero Mercedes insistió. Todos los días estuve con ella. Aquello que pudo haber parecido una historia trágica, se convirtió en una posibilidad de fortalecer los lazos con Mercedes. También generé fuertes lazos con Armando Tejada Gómez. A quienes quiero mucho también es a León Gieco y a los de su generación, continuadores del cancionero argentino.
Acá tengo dos grandes amigos argentinos y compañeros: Modesto López y la otra Marta De Cea. Sin ellos el movimiento de la Nueva Canción en México no podría entenderse. Han sido los grandes organizadores, aglutinadores y sobre todo promotores del movimiento de la Nueva Canción.