La celebrada cantautora colombiana Marta Gómez volvió al país para presentar su espectáculo Un silencio que llegó de lejos, a dúo con Andrés Rotmistrovsky en bajo. Este sábado, ambos se presentan en la Sala Lavardén: en diálogo exclusivo con De Coplas y Viajeros, revela los secretos y desafíos que dieron pie a este nuevo proyecto y atesora la producción independiente como eje de su ética musical.

Por Patricio Féminis | patfem@hotmail.com

PH portada: Gentileza Julio Serna | Edición Mariela Balbazoni


PH: Gentileza Julio Serna

Los ojos de la colombiana Marta Gómez y los del bajista argentino Andrés Rotmistrovsky conectan con la energía del aire, sin palabras. Luego ambos los cierran, y ella respira una honda canción de Jorge Drexler, vestida por los selectos toques del bajo, con ecos de milonga y de una melodía sin fronteras. Se oye así: “El museo de las distancias rotas se quedaba con lo que me decías. Tú dejabas caer con cuentagotas tu vida en la mía, tu vida en la mía. Y un silencio que llegó de lejos fue a ocupar mi corazón vacío, de la pena que se llevó flotando el río…”.
Ayer, así levitaron Gómez y Rotmistrovsky en el Teatro Margarita Xirgu (Espacio Untref) de Buenos Aires, en el despegue del concierto y de la gira local que tramaron los dos, Un silencio que llegó de lejos, inspirados en esa frase de un tema de Jorge Drexler: El museo de las distancias rotas. Esta noche llegarán bien cerca con esta y otras melodías. Gómez y Rotmistrovsky se van a presentar a las 21.30 en la Plataforma Lavardén de Rosario.

Un bajo y una voz generan un montón de silencios y de miradas, entre nosotros y con el público. Es algo precioso”, descifraba días atrás la cantautora, en diálogo telefónico con De Coplas y Viajeros desde su casa en Barcelona. A los 40 años, Marta Gómez es celebrada (desde hace mucho tiempo) como una de las exponentes clave de la canción latinoamericana del siglo XXI. Ella goza de una vasta trayectoria con sonoridades folklóricas, jazzeras y universales, en las canciones de sutil dulzura (las suyas, y sus versiones incomparables de otros) que plasmó en, ya, 15 discos.

PH: Gentileza Adrián Zapata

Radicada en Barcelona desde 2009, Gómez volvió a la Argentina -como cada año- pero esta vez sin su grupo. Sólo ella junto al bajo de cinco cuerdas de su amigo Rotmistrovsky expandirán Un silencio que llegó de lejos. Las melodías que hoy refrendarán en Rosario generan un clima sin adjetivos: un mapa musical inagotable. Además de la de Drexler, harán Canción en sol, Canta, Confesión y Tengo el alma herida (de Gómez), A primera vista (de Chico César), Plegaria para un niño dormido (de Luis Alberto Spinetta), Cancioncilla del primer deseo (de Gómez, sobre un poema de Federico García Lorca) y, entre otras, Soy pan, soy paz, soy más (de su admirado Piero, un ídolo total en Colombia). E incluso algún tango…
Y seguirán revelando más silencios de a dos por distintos puntos del país: el domingo en Mar del Plata, el miércoles de nuevo en Buenos Aires, el jueves en San Juan, el viernes en Mendoza y al día siguiente en La Plata dirán adiós. Pero, ¿cuándo fue la primera señal para estas canciones íntimas entre los dos? La idea surgió en enero, en Suiza. Evoca Gómez: “Un amigo, el productor Stephan Diethelm, nos convocó a tocar en su localidad, Muri. Es muy interesante su camino. Él vivía en Nueva York y le encantaba, pero quiso volver a Suiza, donde tiene su familia, y un día se dijo: ‘Ahora no puedo escuchar música porque estoy en un pueblo alejado’”.
¿Qué hizo Diethelm para calmar su avidez musical? Comenzó a producir y grabar conciertos, para editarlos en discos de acetato por el sello Newvelle. Recuerda Gómez: “Con Stephan nos conocimos a través de otro amigo y yo fui a cantar a Muri varias veces con mi grupo. Como Stephan siempre propone que hagamos cosas nuevas, le presenté a Andrés Rotmistrovsky y le conté que a él le encanta acompañar a cantantes. Y Stephan nos propuso: ‘Vénganse y hacen tres conciertos en Muri’”. Ahí comenzó todo.

Un dúo liberador

No sólo hicieron los tres conciertos: los grabaron. El disco se llamará igual, Un silencio que llegó de lejos. Será editado por Newvelle en acetato, en cinco meses, junto con otros discos de conciertos registrados en Muri. Pero después de cierto tiempo ya tendremos los derechos y lanzaremos el disco en vivo en todas las plataformas. Toca esperar… un año y medio, alerta sonriendo Gómez.
Claro que girar fue la mejor forma de calmar la expectativa. Así le propuso ella a su manager y esposo Julio Serna: “¡El disco quedó tan hermoso! Y el concierto fue bellísimo. ¿Y si aprovechamos el espectáculo montado y volvemos de gira por Latinoamérica? A la gente le va a encantar”.
Los silencios no tienen explicación, pero sí el viaje virtual por el que Gómez supo del tema El museo de las distancias rotas, que cobija esa frase: “Un silencio que llegó de lejos”. “Un día, buscando canciones en Internet, di con esa canción y dije ‘¡qué hermosa!’. Le pregunté al propio Drexler y me contó que lo compuso para el soundtrack de la película The City of Your Final Destination, de 2009. Alguien subió a YouTube el tema, con un video que toma fragmentos de un cortometraje animado. El museo de las distancias rotas es una joya que quedó ahí, libre. No ha sido publicada en ningún disco de Jorge. Entonces la tomé para este proyecto”.

¿Cómo eligieron, con Andrés, las demás canciones de Un silencio que llegó de lejos?
Decidimos sumar distintas versiones de temas muy queridos y otras que yo compuse en los últimos meses: las preparamos para que sean estrenos en este espectáculo. Es más, recuperé canciones de mi primer y mi segundo disco, y que no había vuelto a cantar hacía años. Por ejemplo, de mi disco Entre cada palabra, de 2006, vuelvo a hacer los temas Lucía y Como un secreto. Como esto es sólo bajo y voz (aunque toco la guitarra en algunos momentos) fuimos quitando capas para resaltar las posibilidades del instrumento de Andrés. También va participando la gente con palmitas, algunos coros y otras sorpresas. Nunca pensé que me iba a animar a esta experiencia.

¿Por qué?
Pues, mira, más de una vez me dijeron “ven a tocar tú sola”, y yo respondía “no, no, ¡voy con el grupo!”. Siempre tenía que tener la percusión, el piano, la flauta, el violín y todo un acompañamiento. Distintas texturas para mi voz. Pero este formato, más que una limitación fue una liberación para explorar otras sonoridades y otra forma de tocar los ritmos. Pude encararlo con Andrés y estoy encantada.

¿Qué desafíos aparecieron para tu voz, acompañada por el bajo?
Cuando hicimos el primer concierto en Muri me daba miedo. Pensaba que mi voz iba a estar todo el tiempo al frente. A pesar de que Andrés toca el bajo en forma muy distinta a lo convencional, es un instrumento con un rango delimitado y yo temía quedar agotada. Justo ese primer día de concierto y grabación, yo estaba un poquito mal de la garganta y pensé: “Ahora sí, va a ser lo peor”. Igual canté, e increíblemente fue mucho más sencillo, porque al no tener tanto volumen pude jugar: susurrar, cantar suavecito y no esforzarme. Gracias a que estaba algo ronca descubrimos que era muy bonito aprovechar esos silencios junto con el bajo. Después pude ir a conciertos de Jorge Drexler y de Pedro Guerra, con ellos solos en el escenario, y me dije: “Es genial cuando estás en un grupo. Pero tocar sola o en dúo genera otra magia. Por eso mismo me decidí a hacer este nuevo viaje”.

PH: Gentileza de Karlos Kontreras

Fe independiente

Marta Gómez nació el 11 de septiembre de 1978 en Girardot, Cundinamarca, y, ya en Cali, desde los cuatro años cantó en el coro del Liceo Benalcázar. Luego se mudó a Bogotá, y en 1999, a Estados Unidos. Vivió en Nueva York y se graduó con honores en la Berklee College of Music en 2002. Dos años después, el sello Putumayo la sumaba a su compilado de cantantes latinoamericanas (junto a Susana Baca, Totó la Momposina, Tania Libertad, entre otras). En 2009 se mudó a Barcelona para un master en creación literaria; se casó con Julio Serna y tuvieron a su hijo Alejandro. Pero no frenó la labor de la música: sus trabajos no cesaron de recibir elogios y emociones de todo el mundo.
La gira Un silencio que llegó de lejos se ajusta a la escala de producción autogestiva de Marta Gómez en Latinoamérica. “Como trabajamos en forma independiente, para Julio y para mí nos es difícil llenar un teatro de más de 500 personas en Argentina. Nuestro ideal siempre son 200, 300, y si se llena muy rápido hacemos una segunda fecha. Es mejor eso a comprometernos con el alquiler de un teatro de mil personas, lo que significa invertir un montón en publicidad y confiar en que ese día todo salga bien. Pero, ¿sabes?, nuestro público se mantiene”.
Las estrategias productivas son clave en un contexto de crisis y gastos calculados al milímetro. “Una cosa es cuando contratan nuestro espectáculo desde un festival en Europa, que se llena porque tiene su público y siempre ofrece cosas de calidad. Si tomamos como ejemplo a Barcelona, hay festivales que cada año convocan a un mismo perfil de artistas. Por ejemplo, para hablar de mi género, al que muchos llaman ‘world music’, por ahí llaman a Lila Downs, que va a llenar seguro, o a Richard Bona”.
En cambio, “si son producciones nuestras el formato es distinto. Cuando hicimos varios ND/Teatro, como en 2014, fue porque ya habíamos ido a Buenos Aires desde hacía muchos años. Pero en el resto de las ciudades elegimos lugares un poquito más pequeños porque es difícil convocar a la gente y que todos se enteren, sin tener afiches en las calles ni salir en todas las radios. Las redes sociales son clave. Cuando hicimos un ND/Teatro, eso nos dio un parámetro de nuestro público en Argentina, lo mismo que en Colombia. O me atrevería a decir: en Buenos Aires y en Bogotá”.
Con 15 discos, numerosos premios (Grammys Latino, entre ellos) y público adorador aquí, en Europa y en otros puntos del Planeta, puede sonar extraño que Marta Gómez afronte dificultades de promoción y resonancia. Ella analiza: “Gracias a esos productores que adoran su trabajo, y que a la vez confían en nosotros, podemos vivir de la música. Los festivales más grandes, con enormes auspiciantes y todo el presupuesto, llevan a los mismos mega-artistas hace muchos años. Es un círculo que se retroalimenta”.

¿Las barreras más grandes son las que impone el mercado? ¿O la falta de avidez por escuchar a artistas menos comerciales?
Yo creo que la gente está súper preparada para escuchar de todo. El tema pasa por las grandes discográficas, a las que les interesa que sus artistas estén sonando siempre en los festivales, en las radios y en todos lados. Cuando por elección propia tú no estás en las grandes disqueras (Sony, Warner, por ejemplo), tus canciones no salen casi nunca en las emisoras masivas. Sólo en las independientes.

¿La idea del dúo te ayudó en este momento de crisis?
Completamente. Eso fue lo que también nos convenció para venir, aun en este contexto difícil. Se nos hizo más sencillo en lo relativo a pasajes, gastos, hoteles, y esto también nos impulsó a hacer una gira más larga. Ya teníamos el repertorio, y, además, Andrés se mudó de Nueva York a Argentina hace muy poquitos meses. Eso hizo más viable todo. ¿Sabes? La vida nos dio todas sus señales de que debíamos hacer esta gira. ¿Qué más podemos pedir?

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