Ciudad malandrina, disco que contiene doce obras originales, muestra los nuevos tangos de Adrián Abonizio, producidos con el aporte arreglístico de los integrantes de la joven orquesta.
La Máquina Invisible es un quinteto cuya estructura remite a aquel grupo formado por Piazzolla en los 60. El grupo, surgido en 2013, está integrado por Guido Gavazza (bandoneón y composición), Manuel Martínez Serra (piano, composición y arreglos), Pablo Galimberti (violín y arreglos), Facundo Jaime (guitarra eléctrica) y Mauro Rodríguez (contrabajo).
“Para mí fue un buen tropezón, porque me los llevé por delante prácticamente. Sin conocerlos mucho, les mandé mis cosas y, como se dice en el fútbol, les tiré un ladrillazo y me devolvieron un pase-gol”, confiesa Abonizio, fascinado con la orquesta. “Yo les mandé unos demos tocados así nomás con la guitarra y ellos me devolvieron unos arreglos preciosos”, concluye.
El típico “estilo percusivo” de Piazzolla está presente en el armado de Ciudad malandrina, el tango que da título al disco. La letra ofrece una mirada descriptiva de Abonizio sobre Rosario.
A la experiencia de Abonizio se suma la juventud de LMI. “El resultado es buenísimo. Se demuestra que la edad, el tiempo ó lo generacional no existe en la música”, reflexiona el cantautor. Y agrega que “sin desmerecer al resto, se trata de gente inteligente, porque razonan y son críticos. Hemos tenido charlas acerca del mundo y no pensamos lo mismo, pero ellos apuestan a donde nacieron, a donde crecieron y a qué música quieren hacer y están muy definidos por el tango, eso es muy bueno”, sintetiza.
Los antecedentes de Abonzio con el tango son múltiples: había un aire en aquellos primeros temas de la trova, Amelita Baltar grabó en un disco tres tangos suyos y con su disco Tangolpeando (2012) obtuvo el premio Gardel. “También hice muchos tangos con Lucho González y con Lito Vitale, entre otros. El tango me sale naturalmente. Pienso en tango, con esa estructura, incluso hablo con la tonada de un tanguero”, refiere.
Abonizio no conocía a LMI. “Estoy orgulloso del riesgo que tomé con este disco”, expresa. Les mandó los temas y luego Martínez Serra decidió darle algunos a Galimberti y a Gavazza para arreglar. Cuando habló con Gavazza, éste le dijo que era el primer tema que arreglaba. “Yo crucé los dedos y resulta que me devolvió un tema preciosísimo”, agrega.
El vals Bar de copas, justamente, demandó una labor especial por parte de Gavazza, responsable del arreglo. “Sentía que tenía mucha letra, él me pedía un tango, pero yo lo sentía como un vals porque ahí entra mucha más letra, se hace más fluido. Y terminó siendo un vals, haciéndolo sencillo, funcional, rindiendo mucho más, porque para mí lo más sencillo funciona mejor”, comenta el joven bandoneonista.
Para Gavazza, que Abonizio quiera trabajar con ellos es un reconocimiento al esfuerzo compositivo y arreglístico de esta búsqueda que el quinteto viene haciendo desde hace varios años. “Con los arreglos ya hechos, lo veo como una experiencia enriquecedora porque, en lo personal, no había hecho nunca un arreglo de una canción para otra persona, siempre me dediqué más a la composición”, cuenta Guido.
“Si el arreglador es malo, la canción se hunde”, sentencia Abonizio, elogiando el trabajo. Decidió repartir la co-composición con los músicos y, los que arreglaron los temas, cobrarán el dinero en parte proporcional. “Ellos le dieron valor a lo que yo hice desprolijamente, por eso pienso que el arreglador tiene la misma altura que un poeta, que un compositor o que un instrumentista”, explica.
Abonizio había grabado anteriormente un disco de tango, con guitarra y muy elementalmente. Acá se convierte en un cantor de tango con orquesta. “No es lo que quiero ser porque yo respeto mucho a los verdaderos cantores de tango. Acá, yo puedo cantar mal ó bien, pero es como cantar adentro de una sinfónica”, dice sincero.
Alba de garúa, tema antiguo, rescatado de una colaboración con Rubén Goldín, también fue arreglado por Gavazza. “Me llevó mucho más tiempo, me compenetré con la letra y casi sin respeto le propuse otro orden de las estrofas a Adrián, cambié varias cosas. Lo tomé como una composición, porque la realidad es que no estoy acostumbrado a hacer un arreglo. Me gustó mucho que Adrián sea muy receptivo con todas las sugerencias”, comenta el músico al respecto.
Un guasap de Perón, tiene una letra que no deja claro si se habla bien ó mal del General, pero muestra la indudable capacidad narrativa de Abonizio para relatar diálogos imaginarios. Una abeja en la luna es otra historia fantásticamente narrada por Adrián, en este caso referida a una noche de amor y carnaval presenciada por el autor.
El disco cierra con Acerca del tango, una obra brillante compuesta por Martínez Serra. Es el único tema instrumental, con una duración extendida (9.33), inspirado en los grandes maestros del tango.
Está generada la expectativa por el próximo disco. Allí, seguramente, estará la versión tanguera de Mirta, de regreso, un arreglo de Martínez Serra que sonó a modo de bis en la presentación oficial del disco. Abonizio se muestra tan conforme con el resultado que ya piensa en ese futuro disco con la misma orquesta. “Quisiera ir un poquito más allá, aventurarnos con otra estructura de tango. Quiero contar algunas cosas que no me atreví a contar acá, el próximo va a ser un poquito más jugado”, anuncia.