Eduardo Spinassi es uno de los más grandes pianistas de la música popular argentina, pero además un ferviente fanático del fútbol. En su pasado, llegó hasta la 4ta de Ñewell’s Old Boys y a veces se cuestiona qué le gusta más, si la música o el fútbol. Además, hace unos meses está rescatando la obra de su tío Edgar “Tucho” Spinassi, con la cual grabó un reciente disco junto a la cantante Marcela Pujals.
Por Diego Montejo | prensamontejo@yahoo.com.ar
Fotos: Eduardo Fisicaro
Eduardo Spinassi es uno de los más talentosos pianistas de nuestra música popular argentina. Músico versátil, capaz de adaptarse a cualquier ritmo y estilo. Nacido en Rosario, Eduardo se mudó a Buenos Aires en 1978, comenzando una carrera profesional que lo llevó a compartir escenarios de Argentina y del mundo, junto a Domingo Cura, Raúl Carnota, Cristina y Hugo, Cuti y Roberto Carabajal, El Chango Nieto, Suna Rocha, Ángela Irene y Soledad Pastorutti. También con Franco Luciani, Mónica Abraham y Juancho Perone.
Ha grabado discos en colaboración, pero también desarrolló su actividad como pianista solista y desde ese lugar dota de nuevos giros a las composiciones clásicas del folclore argentino pero cuya resultante es distintiva. En ese aspecto es un digno heredero de la escuela pianística que congregó talentos como los de su padre Roberto Spinassi, su tío Edgar «Tucho» Spinassi, Hilda Herrera, Adolfo Ábalos y Remo Pignoni. De Adolfo Ábalos aprendió el estilo y es por eso que suele usar la mano izquierda como si fuera el bombo.
Dice que El Mono Villegas y Horacio Salgan son lo máximo. Recuerda que cuando se fue a vivir a Buenos Aires para armar el trío con Raúl Carnota, el primer ensayo fue en la casa del Mono Villegas. Lo único que tenía en el living de la casa eran dos pianos de cola. “Antes de comenzar el ensayo me invitó a tocar, y de repente estaba a tocando a dos pianos, ni siquiera conocía lo que era Buenos Aires. Me emocionó que apenas llegado ya estaba tocando con él”.
Su tío, Edgar “Tucho” Spinassi, fue un músico de fuste, tanto en la producción de obras de música popular, de cámara y sinfónicas, y también como ejecutante de piano. Su padre, Roberto Spinassi, fue también un gran pianista, que integró conjuntos folclóricos como Los Ribereños y también Inti Sumaj.
“Mi tío en la década del 60´ fue director artístico de EMI Odeón y ahí se vinculó con mucha gente que lo empezó a valorar. Por ejemplo, él hizo el primer disco de los Huanca Hua, una vez me lo dijo el Chango Farías Gómez. El pasaba mucho tiempo en Rosario, y se quedaba en mi casa, es ahí cuando muchos músicos venían de visita, después fue tan grande el vínculo que, aunque no estuviese mi tío venían igual”, explica sobre la relación de «Tucho» con los artistas más reconocidos de aquellos tiempos.
Este año «Tucho» Spinassi fue homenajeado por su sobrino junto a la cantante Marcela Pujals. Fue en una serie de conciertos que se llevaron adelante durante el mes de octubre en Rosario, después a principios de diciembre en La Casa de la Cultura de Santa Fe y finalmente en Buenos Aires. Esta experiencia parte de diez obras de «Tucho» y composiciones de Julio Gómez Oromi y Margarita Durán, registradas en el disco “Desandando el rumbo”, editado por Acqua Records con el apoyo de Espacio Santafesino Ediciones, con producción de Mariana Gómez Castilla.
Fernando Spinassi, su hermano, fue quien rastreó en el archivo del coleccionista y periodista rosarino José Luis Torres viejas grabaciones rudimentarias y caseras de «Tucho», que se habían hecho en la casa de los Spinassi o de Hilda Herrera en Córdoba cuando ella era la pareja de «Tucho». Estas sirvieron como guía para reconstruir esta historia musical, sólo con la intención de rescatar la obra de «Tucho», más que el disco en sí, para que quede algo registrado a las generaciones futuras. “Él componía maravillosamente, pero a veces algunas de sus obras quedaban guardadas. Por suerte está registrada en SADAIC”, reconoce el maestro Spinassi.
“Disfruté mucho de este trabajo, no sólo por el amor que le tuve a mi tío, sino también por su talento”. Ni la convocatoria ni el encuentro para realizar este disco fueron casuales: las familias Pujals/Spinassi están unidas desde hace muchísimos años cuando la magia, el talento y la seducción de «Tucho» acortó la distancia entre nicoleños y rosarinos. Juntadas interminables donde se respiraba amistad profunda y se hacía un culto de la música y la charla. “Hoy somos nosotros los que tomamos la posta; herederos de ese amor familiar, hemos querido lograr a través de este disco, la eternidad de una pequeña muestra de la maravillosa obra de Edgar «Tucho» Spinassi”, dice Eduardo Spinassi.
“Yo a veces tocaba el bombo”, recuerda dentro de su gran anecdotario musical. “Además, siempre hubo piano en su casa, por lo tanto, la diversión era sacar cosas, jugar con las teclas”. El piano con el que Eduardo comenzó era de su abuela, pero un día se lo llevaron. Sin embargo, ese vació duró poco, la casualidad hizo que el piano de Chacho Muller termine su living. Chacho se iba a mudar a un lugar más pequeño y no tuvo más opción que desprenderse de él. Después de eso, el instrumento estuvo como cuatro años en la casa. “Prácticamente aprendí a tocar en ese piano”, añade.
Y continua con sus anécdotas: “Mi casa estaba siempre llena de músicos, todo el tiempo. Yupanqui llegaba con un pollo a las nueve de la noche, también se ha quedado a dormir. A veces no era que tocaba en Rosario, pasaba por acá y se quedaba. Era muy íntimo, sólo la familia. Él agarraba la guitarra y tocaba y hablaba, nos quedábamos hasta muy tarde, sabía que lo disfrutábamos”.
“Viví en Ituzaingó y Necochea en Barrio la Sexta. Después me fui a vivir a Echesortu en Río de Janeiro y Santa Fe. Seguimos en Santiago y Montevideo y terminamos en la casa que yo mas quise en calle Moreno y Rioja que era una casa grande, como si fuese un club. Me encantaba vivir en Montevideo y Santiago porque estábamos cerca de la cancha de Newell’s, club del que soy hincha. En esa época iba mucho al club, a las prácticas” cuenta sobre sus casas en Rosario donde forjó su estilo musical, su personalidad y compartió tiempo con su familia.
Pero no todo es música en la vida de Eduardo Spinassi: su amor por el fútbol es potente e irreemplazable. No solo es un fervoroso hincha, también fue un gran jugador. “Legué en Newell’s hasta la cuarta, jugaba de 10, después de güin derecho. Después de la cuarta tuve una hernia de disco y eso me obligó a dejar el fútbol. Ahí fue cuando dije que era el momento de dedicarme a la música. Siempre estaba tocando el piano y jugando. Yo creo que a mi me gusta más el fútbol que la música, pero la música es mi pasión, no podría estar sin tocar el piano o escuchar música, uno está todo el día con eso”.
Sobre sus formaciones musicales
Dice que lo mejor fue compartir el trío que conformaba con Raúl Carnota y Rodolfo Sánchez. Era un proyecto de los tres. Después, como Carnota componía, empezó a despegar un poco más, pero internamente era de los tres, aunque para afuera era Raúl Carnota. Su obra se escucha mucho y está intacta. “Yo escucho el Grito Santiagueño y me siento en un barrio negro de EEUU, porque es un blues, es una zamba. Los santiagueños lo cargaban con eso decían que era un blues santiagueño”, observa.
Posteriormente siguió con Cuti y Roberto Carabajal, Chango Nieto, Soledad, y reconoce que hizo muchas cosas, más que nada para parar la olla, que no le interesaban tanto, pero era mejor que escribir a máquina en una oficina. “Siempre me acomodé a lo que me piden, sigo siendo un músico sesionista. A la vez sigo con mis proyectos. Tengo mis propios proyectos como este homenaje a «Tucho» o «A pura ushuta» (2005) y mis conciertos de piano solo. Eso lo disfruto mucho, pero si me llaman para un disco voy y lo hago. Hasta con Los Chalchaleros toqué y le hacia las introducciones a Pancho Figueroa”.
Su trabajo con Soledad
Cuando lo llamó Soledad ella le dijo que sabía cómo tocaba y que lo admiraba profundamente como músico, pero le sugirió que debía acomodarse su dinámica ya que la música de la cantante de Arequito pasaba más por lo emocional que por lo cerebral, como el carisma con la gente. “Era una buena oportunidad de trabajo, aparte yo la conocía de cuando estaba con Cuti y Roberto, hacíamos giras juntos. Sabía de su calidad humana, tanto ella como su hermana y su papá es muy buena gente. Me enganché y la llevé un poco más atrás en las chacareras, le propuse que lo probara hacerlo más lento y lo hizo. Estuve once años con ella. Fue un trabajo arduo, vivía arriba de un micro o un avión, pero viajé muchísimo, íbamos a muy buenos hoteles y restaurantes, todo muy profesional”, reconoce.
Futuro
Actualmente está trabajando en un nuevo disco con Juan Iñaki, y Aqua Records le propuso hacer otro trabajo de piano solo con algunos invitados especiales.
Bravísimos los Spinassi!
Eduardo , estuvimos juntos en una gira por el norte con Cuti y Roberto .
Tengo la sospecha que fuimos compañeros en el Normal 3. Recuerdo que solía tener tremendos dolores de espaldas que lo obligaban a quedar de pie, en el fondo del aula, contra la pared. En las clases de música, Constantino Lussardi lo hacia sentar al piano y se acomodaba entre nosotros para escucharlo.