Por Pedro Robledo | pedritoro@hotmail.com
Fotos: Gentileza Prensa Joel Tortul
El músico jujeño y el cuarteto liderado por el pianista santafesino se presentaron juntos en Complejo Cultural Atlas de Rosario. “Muy contento de comenzar el año en este complejo cultural iniciando este ciclo”, expresó el anfitrión, luego de arrancar el show con sus versiones de A Don Agustín Bardi y Milonga de mis amores. Siguió con Chacarereando en la noche y volvió al tango con Transmutando, la obra de Martín Tessa dedicada al colectivo MUTAR, a dúo con el autor.
Joel Tortul lidera un cuarteto que suena ajustadísimo, con una formación ya consolidada integrada por Martín Tessa (guitarras) y una sólida base rítmica con Mariano Sayago (bajo y contrabajo) y Mauricio Palavecino (percusión). La capacidad de Tortul excede los límites de cualquier género. Con su versión, a solo piano, de Un vestido y un amor (Fito Páez), demostró que los artistas del tango y el folklore tienen la apertura que hace posible los encuentros.
“Un gran intérprete y compositor con quien hemos compartido varios escenarios en Buenos Aires”, dijo presentando a Bruno Arias, el invitado de la noche. “Un aplauso para Joel Tortul, es de ustedes”, expresó el jujeño retribuyendo el elogio. “Es notable la cantidad de músicos que salen de Rosario”, agregó.
En el arranque, pareció que ambos recién se conocían y proponían descubrirse en el escenario. Juntos improvisaron fragmentos de Coquena, Jujeñito y Ave de luz, clásicos del repertorio del invitado. Siguieron “a la parrilla”, bromeando con los respectivos vestuarios. “Hoy Joel informal, yo de etiqueta, no pego una”, comentó Bruno antes de invitar a Joel a “que toque lo que quiera”. Dudó con el desafío cuando Tortul le propuso un chamamé, pero aceptó y salieron adelante con Posadeña linda, disfrutando la inesperada versión.
Fueron armando la lista en el momento y sumaron zambas: Alfonsina y el mar, Balderrama, Me gusta Jujuy cuando llueve, La añera y El Anacleto del viento, con bailarines en la pista. “Nos permitimos jugar con la música como lo hacemos en una guitarreada”, confió Joel. “Le cambié todas las zambas”, confesó Bruno Arias. “Por suerte, todas en Mi menor”, agregó el pianista, ya entregado a la impronta del jujeño.
“Por más mujeres en los escenarios”, manifestó Bruno Arias antes de presentar a Silvana Galli y cerrar la primera parte.La cantante de La Matanza, ganadora del Pre Cosquín 2020, aprovechó el espacio cedido para mostrar sus virtudes con Grito santiagueño y Chacarera para mi vuelta, acompañada por ambos. “Después del intervalo, volvemos con el boliche andino”, prometió el artista jujeño antes de encarar el cierre, más pautado y preparado.
Volvieron mostrando un formato de cantante con banda, iniciando el bloque con El derecho de vivir en paz, la obra de Víctor Jara. “¿Alguien se anima a bailar un bailecito? ¿Tienen pañuelo?”, consultó Arias antes de versionar Viva Jujuy. Los bailarines se quedaron en la pista y acompañaron en dos chacareras nuevas de Bruno, ambas publicadas en el nuevo disco: Eterna risa y Las miradas. La primera, una letra de Diego Petrelli dedicada a una militante fallecida y la segunda, escrita en Barcelona, producto de una reflexión sobre la realidad de los inmigrantes.
Joel destacó la diversidad musical argentina y reconoció a los músicos del cuarteto. Lo destacó a Martín Tessa como guitarrista, director y docente, a Mariano Sayago le elogió las dotes de cocinero además de las musicales y pidió aplauso para Mauricio Palavecino, percusionista que reemplazó a Alfredo Tosto, ex integrante, hoy radicado en Málaga.
Arias propuso huaynos y eligieron Florcitay y Río de cholitas, otra del nuevo disco. En el tramo final, sumaron otro invitado: con Leonel Capitano interpretaron Santiago de Cuba, la chacarera “tumbada” que el cuarteto registró con la voz de Raly Barrionuevo. Para el cierre, se reservaron manifiestos reinvindicativos de la cultura aborigen con Jacha Mallku y Kolla en la ciudad.
