Por Pedro Robledo | pedritoro@hotmail.com
Fotos: Gentileza de Marcos Nahuel Díaz
De bombacha y alpargatas, su habitual y cómodo vestuario, el artista misionero ingresó al escenario dispuesto a hacer partícipe al público de la celebración de su sólida trayectoria. “Espero que Luis se recupere pronto”, dijo mientras buscaba su ubicación, refiriéndose a un espectador que se descompuso en la platea antes del inicio.
PH: Marcos Nahuel Díaz
El único guiño melancólico, retrospectivo, fue el toque inicial con su primer acordeón. Hace diecisiete años recuperó ese instrumento, el que tocaba a los once años. Peinado con gomina, acompañaba a su padre Lucas y a su tío Marcos en las fiestas familiares. Lo vendió, fue comprando otros, hasta que unos amigos lo encontraron en las afueras de Apóstoles en una chacra, se lo compraron y se lo regalaron para un cumpleaños.
Volvió destruido, lo reconstruyó, lo mandó a arreglar y lo hizo sonar. Nunca lo tocó en vivo, ni en recitales ni en festivales, lo pensó para estos conciertos celebratorios solamente. Comparado con los acordeones que toca hoy, el instrumento aparenta frágil, pero cuando era niño lo veía enorme y hoy le da ese valor simbólico: una certificación de sus inicios.
PH: Marcos Nahuel Díaz
Luego de ese viaje imaginario a su infancia con el valseado “Siete higueras” y el chamamé “Laguna totora” en formato íntimo, ingresaron los músicos del grupo y se tomaron un breve tiempo para afinar y ajustar la técnica. El sonido camarístico de Pablo Farhat (violín) y Helen de Jong (violoncello) impuso aires melancólicos al tema “Tristeza” y Diego Arolfo lució vocalmente en “Acento misionero” y “Tarefero de mis pagos”, dos chamamés en formato tradicional.
Con los punteos de Marcelo Dellamea, músico invitado, y la percusión de Marcos Villalba, fue alternando temas cantados e instrumentales. Spasiuk, y también el público, reconocieron especialmente la performance de Farhat en el final de “Chamamé crudo”.
El dueto protagonizado con el violinista santiagueño en la intro del tema, fue uno de los momentos más aplaudidos del concierto.
PH: Marcos Nahuel Díaz
Para esta celebración, el Chango armó un grupo de notables músicos de diversas provincias integrado por cordobeses, bonaerenses, santiagueños, chaqueños, santafesinos, además de Helen, la cellista holandesa.
Resaltando sus orígenes en la inmigración ucraniana, incluyó un set de polcas donde reunió “Vera” (dedicada a una de sus hijas), “Starosta” y “La alegría que hace llorar”, con el público que sumó sus palmas.
PH: Marcos Nahuel Díaz
“Gracias por venir, esperamos que lo disfruten como lo hacemos nosotros”, dijo en el saludo.
Aunque anunció “voy a hablar poco y tocar mucho”, se extendió en el saludo para dar tiempo al trabajo de afinación de los músicos y bromeó con lo que generan las polcas. “Tocar muchas polcas es peligroso, te dan ganas de casarte”.
PH: Marcos Nahuel Díaz
Con las atmósferas de la música de cine, los sonidos dispararon en el oyente múltiples imágenes y paisajes. Allí incluyó en formato íntimo “”Canción de los hermanos”, “Canción de amor para Lucía” e “Infancia”.
“Hay tanta música para tocar de estos treinta años”, relató antes de anunciar que “traje algo virtual porque ella no puede faltar esta noche”. Así presentó “Solo para mí”, con la voz en off de Mercedes Sosa. “La tenemos siempre presente”, dijo conmovido.
PH: Marcos Nahuel Díaz
En “Pynandí” (Los descalzos), se lucieron en sus solos el pianista cordobés Matías Martino y el guitarrista chaqueño Marcelo Dellamea.
“Lo pialamos para acá porque vemos que está haciendo un gran camino”, dijo presentando a Joel Tortul, el primer invitado de la noche.
Con el pianista santafesino versionó “Mejillas coloradas” (dedicada Lucía, su hija mayor) y “Ranchera”, esta última dedicada a “Astor Piazzolla y la soledad de la provocación apasionada”. La labor de Tortul fue reconocida con una sostenida ovación en su saludo de despedida.
PH: Marcos Nahuel Díaz
“Estamos de fiesta. Rosario da para todo. Otro que está haciendo carrera, canaya creo que es”, dijo presentando a Franco Luciani.
Con el armoniquista rosarino sumado al grupo interpretó “Agua del fin del mundo”, “Panambí» (mariposa) y “Nazareno”. Conectaron profundamente y, con “Oblivion”, volvieron a Piazzolla para extender la reunión.
“Ay, Dios mío!”, exclamó el Chango en el final, feliz por esa conexión con Luciani.
PH: Marcos Nahuel Díaz
Después de “Enramada”, el grupo modificaba la afinación mientras el Chango explicaba en tono didáctico que “hay un patrón de afinación del chamamé. Cocomarola y Montiel no hubieran podido tocar con un piano de cola”
Regresó al formato camarístico para ofrecer la Suite del Nordeste. En la obra, que consta de cuatro movimientos, volvió a lucir Pablo Farhat con su solo de violín.
Arolfo y Villalba enlazaron sus voces en fragmentos enganchados de “Canto a Ñande Reta” y “Viejo caballo alazán”. Arolfo, el cantor de Coronda, demostró una vez más sus cualidades en la versión de “Coplas de la orilla”, el rasguido doble que significó un guiño a Santa Fe.
PH: Marcos Nahuel Díaz
Se mostró generoso otorgando espacios para el lucimiento de los músicos y sonaron potentes “Kilómetro 11”, “La ponzoña” y “Tierra colorada”, con sapukays del público incluidos.
Agradeció, pidió agua y siguió, buscando el final del concierto.
Saludó en ucraniano a integrantes de la colectividad presentes en el teatro, contó anécdotas de su infancia en Apóstoles y reflexionó:
“la música no es entretenimiento, es una oportunidad para encontrarse. Nada puede ser mejor que este día, estamos a salvo por un rato”.
PH: Marcos Nahuel Díaz
Para el cierre eligió “Libertango”(Piazzolla), “Seguir viviendo sin tu amor” (Spinetta), “Adiós Beatriz”. En “Don Gualberto”, sumó otro invitado: Simón Merlo. “Rosario, cuna de chamameceros, de la familia de Monchito, a quien admiro”, dijo al presentarlo.