Fue modelo, actriz y es cantora, de las que bucea en el repertorio auténtico. En Aleteo, su primer disco, incluyó por primera vez canciones de su autoría.
Carolina del Carmen Peleritti habla desde el otro lado del teléfono, mientras la banda de sonido que la acompaña es la lluvia. Está en las sierras de Córdoba, rodeada de verde. Ese es su presente, cargado de proyectos realizados y por venir. Allí, surgió la inspiración, y desde allí su aleteo se convirtió en canción, en disco y en la afirmación de su condición de cantora.
Todo lo que emprendió a lo largo de su vida, lo hizo de manera cerebral, con muy poco librado al azar, aunque éste muchas veces le haya indicado el camino. Nada ha sonado desparejo en la vida de esta ex modelo internacional, actriz, música y cantora, una profesión que la atraviesa en el presente, pero que también, como todo en su vida, una vez que llegó, lo transita pausadamente y con pasos seguros.
Este presente tuvo un punto de partida fue en el Tantanakuy que organizaba Jaime Torres, en Humahuaca, donde músicos, músicas y público de todo el país, llegaban a compartir momentos mágicos junto al maestro bajo el cielo norteño. Hoy, con un camino recorrido dentro de la música popular, ya tiene un EP grabado, Aleteo que es otro hito en su vida, por lo interesante en cuanto al repertorio y la producción, y porque por primera vez, interpreta canciones de su autoría.
– Aquel Tantanakuy del 2006, fue el inicio de esta etapa musical en tu vida…
– Sí, fue un momento de apertura hacia la música y hacia la voz. Lo recuerdo y fue la primera vez que yo canté en público. Lo había hecho antes, pero ese fue el primer día, además en ese contexto hermoso que fue el Tantanakuy en Humahuaca, con ese paisaje. Fue increíble.
– ¿Cómo fue el primer acercamiento a Jaime?
– En realidad lo conocí meses antes, teníamos un amigo en común que se llama «El Negro De la Puerta», así le decimos cariñosamente al «Negro» Horacio, que era quien trabajaba persiguiéndote amorosamente en el Maipo. Yo en ese momento hacia teatro (La señorita de Tacna), y cada vez que yo llegaba al camarín, él me acercaba un disco de folklore o yo venía escuchando mi música, donde tenía bastante de folklore. Entonces un día él me dice: «vos lo tenés que conocer a Jaime Torres». Y le digo y «¡bueno, presentámelo!». Así que un día fuimos a ver un concierto de Jaime, y ahí fue el encuentro. Desde ese momento tanto con él como con su familia empezó una amistad entrañable, de comidas, guitarras, vino y ese fue nuestro encuentro con el maestro, y el empezar a compartir esa cotidianidad. Empezamos a hablar de música, a cantar. Pasaron varios meses, él sabía que yo cantaba coplas con la caja (en ese momento yo no tenía músicos) y entonces, me dice «¿chinita vos te animás a cantar esas coplas y yo te acompaño con la banda en el Tantanakuy?» Yo pensaba ¡que salto! Me hizo cantar esas coplas con esa banda acompañando y abrazando. Y yo con una sensación de mucho vértigo de no cantar, a hacerlo abrazada musicalmente con el maestro. Así fue el comienzo.
El folklore no llegó de repente, como cuenta Carolina Del Carmen, hubo un antes en la infancia y la adolescencia, con discos de Mercedes Sosa, que sonaban en su casa. Quizá por esa primera escucha, su percepción y elección de repertorio está ligada a la investigación de la música popular. No ha elegido un camino fácil, claro. Pero es un dato interesante a la hora de destacar su impronta como cantora de folklore.
– La verdad te digo que es todo un viaje porque yo antes de conocerlo a Jaime vuelvo a reencontrarme con ese folklore, vuelvo a empezar a escuchar, y volver a recorrer esos discos y esas canciones que había en mi casa. Yo no cantaba, escuchaba rodeada de ese universo musical junto con otras músicas, no solamente con el universo folklórico. Yo siento que elegí un repertorio que de verdad es un viaje en sí mismo, porque no elegís solo la canción, sino el paisaje que conlleva. También me gusta mucho descubrir autoras y canciones que son poco cantadas. Que a la vez son joyas del repertorio folklórico. Cuando uno empieza arrimarse a lo que siente, o a lo más orgánico, es muy fuerte. Igual las cosas deben tener un punto de inicio para ir llenando ese contenido. Es un gran viaje el paisaje de ese cancionero, es hermoso transitarlo y es hermoso con los momentos también, con las agrupaciones que uno elige, con los músicos que estás tocando e interactuando, la verdad es que es hermoso bucear en ese repertorio.
– En ese proceso apareció la composición Aleteo, por ejemplo más allá de eso, se me ocurre que tiene como una simbología, por la pandemia, ¿es así?
– Es la primera canción que hice, sobre un pájaro, o varios pájaros y salió así, casi como relatar una escena o un sentimiento. La guardé y varios meses después, llegué a las sierras y mi amiga Sofía Viola me prestó un ronroco. Me pongo toda la tarde a tocar unos acordes, ahí agarro la letra y empiezan a unirse la letra con esa música, y eso es Aleteo, es como el puntapié, como dice un amigo es el talismán, lo que te permite darte cuenta que salen de adentro. Y bueno, uno dice componer, en realidad salió de adentro, y eso me dio a mí también la posibilidad de empezar a cantar cosas que salen de adentro mío, a interpretarlas. Y es muy simbólico que sea en este paisaje serrano y en el monte, siempre que vengo sale cosas hermosas
El EP Aleteo tiene seis canciones, con la particularidad de que cada una ha sido producida especialmente junto al invitado. Participan entonces, Daniel Martín en el tema que da nombre al disco, Peteco Carabajal, en la bellísima El suspiro (letra de Carolina, música del santiagueño), Luciana Jury, Sofía Viola, Victoria Morán y Pety Chazarreta en Zamba del Renacer (también de su autoría), Santiago Vázquez en Ay Mis Tiempos, y Diego Rolón y Amílcar Ábalos en Verde Romero. También participó Patricio Sullivan en ronroco y charango.
– En este disco produjiste cada tema junto con un invitado ¿cómo fue el proceso de grabación?
– Fue mi primera intención, lo de seis canciones y que cada una tenga un productor, y cada uno de ellos especial, porque los quiero, los admiro, y con cada uno creamos un universo, que las canciones tengan diferentes maneras y se armen de diferentes formas hace que sea todo realmente un proceso, que ellos pudieran darme su potencial para hacer la canción en conjunto y a la vez yo fui interactuando con cada uno, fue una coproducción con cada uno de ellos.
La versión que realizó Carolina junto a Santiago Vázquez de Ay Mis Tiempos (Florcita y Cardón), tiene un video original realizado en animación, obra de Colectivo 19, con ilustraciones del escultor y pintor argentino Alejandro Lucadamo y edición y animación de Agustina Covián.
– Sí, la elegimos juntos luego de escuchar un montón de canciones. Además le pedí a mi amiga Laura Peralta que es una coplera hermosa que me acercara canciones también, y ahí surgió el trabajo que hizo Santiago que es no solamente percusión sino una cantidad de instrumentos que toco en su nave musical: berimbaus, cañas, cajas chayeras, sintes y gaitas. Se completó con el video de con imágenes de Lucadamo. La verdad es que en plena pandemia uno decía che seria hermoso hacer eso, y de pronto aparecieron un montón de cosas que armamos con los recursos que teníamos.
– La pandemia, que primero nos dejó a todos congelados, generó luego esas cosas…
– Creo que las personas son amorosas y poderosas cuando nos potenciamos. El contexto era difícil pero inspirador. Respecto a los videos, hicimos todo a distancia Madrid-Buenos Aires. Luego filmamos el de Coplas para la luna (Chivo Valladares) en Necochea andando a caballo, en plena cuarentena, porque yo estaba ahí sin poder moverme. Ese tiempo fue de conexión, de empatía y mucha sinergia para trabajar en equipo.
– Has transitado muchas etapas en tu vida, y en todas has tenido mucho respeto por tus tiempos, primero el modelaje, después la actuación, la música y me parece que en esta etapa no has tenido detractores, se respeta mucho lo que hacés, ¿tiene que ver con una postura tuya quizá?
– Es que es lo que es. Y cuando es así, uno puede hacer lo procesos que necesita, uno está viviendo, todo lo que uno es está relacionado con lo que nos sucede, con los procesos internos, y puede trasmitir hacia afuera a través del hecho artístico, en su forma de comunicar. Soy muy verdadera con mis procesos, permitiéndome hacer lo que tengo ganas de hacer. En este momento, por ejemplo tengo un momento de integración, y en todas las cuestiones que estado me considero una artista popular que va haciendo caminos, y tengo la suerte de tener las herramientas para poder desplegarlo donde vaya, ya no hay casilleros, digamos es una continuidad que tiene que ver con la vida.
– ¿Tiene que ver con este proceso, el cambio de nombre?
– Justamente es integrar todas las partes. Ese es mi nombre, como algo que uno deja en un lugar y luego lo encuentra. Forma parte de integrar todas las partes, donde todo se toca sutilmente.
– ¿De qué manera te atraviesan estos momentos del feminismo, la posición de la mujer en la música, los reclamos, la ley de cupo, etcétera?
– Observo lo que estás diciendo y observo la realidad, lo que sucede con todas las manifestaciones. Con cosas que vienen sucediendo históricamente relegados los espacios físicos, las voces, hasta lo que tiene que ver con la libertad y los derechos. Yo soy una observadora de algo que realmente está sucediendo y lo celebro porque es lo que tiene que ser, y también soy parte de ese proceso.
– Elegiste la caja, entre todos los instrumentos, ¿por qué?
– La caja es mi compañera, como te decía, no toco instrumentos, tengo un ronroco que empieza a ser ahora mi compañero y a raíz de Aleteo empezó a ser mi compañero de viaje, pero la caja, cuando no estaba tocando con ningún músico ni tenia banda, fue la forma de ir a buscar mi voz en esa pulsión y en ese latido que tiene. Es una gran compañera, me encanta y me gustan las cantoras que se apoyan en lo rítmico.
– ¿Cómo sigue tu año?
– Tengo muchas ganas de armar una puesta en escena, una puesta de show y en eso estoy empezando a trabajar en un concepto para poder presentarme seguramente pronto pero me gustaría la continuidad de armar lo que fue este material de estudio y ahí está la posible presentación de Aleteo. Tengo ganas de ir a Japón. Hice dos giras, en el 2018 y en el 2019, participé en el festival de Cosquín Japón que fue virtual por la pandemia, es un país que amo y al que me gustaría volver. Reciben muy bien el folklore. Y la verdad poder viajar a diferentes ciudades y tocar, ir a escuelas, poder llevar la música, fue una experiencia extraordinaria y quisiera seguir transitando este puente con Japón, esto es lo que deseo, más todo lo que la vida nos traiga, porque en este momento estamos viviendo en presente, y estar así ya es un regalo, porque todo puede ser. Por eso pienso que la palabra desear, intencionar, es tener un pensamiento constructivo en cada cosa que sucede, hay que revertir el pensamiento de que nos va a ir mal. Estamos aprendiendo un montón y ojalá desde lo individual todos podamos aprender un montón para alinearnos entre todos