El notable guitarrista folklórico y la intérprete de jazz darán un concierto conjunto en Buenos Aires. Con el disparador del disco El juego, de Carlos Moscardini, donde Julia aborda tres canciones de él en castellano, cuentan cómo es compartir repertorio en familia y sus desafíos: “La base de todo es el respeto por el otro”.


La guitarra criolla los reúne y los revela: Carlos Moscardini acompaña a su hija, la cantante de jazz Julia Moscardini, en un desafío emotivo para los dos. El ejemplar guitarrista y compositor de música folklórica se presentará el sábado 22 de marzo a las 22.30 en el porteño Bebop Club y en varias obras de raíz va a cantar Julia Moscardini, avezada intérprete de jazz en inglés. Pero lo hará en castellano: en el lenguaje que dispara la guitarra tierra adentro. ¿Cómo será este nuevo encuentro de padre e hija en sutil conmoción? “A Julia le gusta muchísimo la música argentina y decidimos que ella interviniera en mi concierto. Es un juego que compartimos”.

Y El juego es, también, el disco que Carlos Moscardini editó en 2024 con obras instrumentales de guitarra, otras cantadas por él y tres que aborda Julia Moscardini: la Vidala del lloradero, el rasguido doble Lancha almacén, y la canción-arrullo Duérmase sin penas (todas de Carlos Moscardini en música y Francisco Lanusse en poesía). El 22 de marzo en Bebop Club replicarán aquellas tres canciones, y otras perlas, en los códigos de la raíz folklórica. Un diálogo entre padre e hija a partir de la guitarra sola: “Hace años que Julia empezó a hacer intervenciones en mis conciertos y es lo que haremos en Bebop. Voy a presentar las obras nuevas que están en el disco El juego y otras mías que ya tienen un lugar en el mapa de la guitarra argentina”.

Además, Julia Moscardini “cantará algún tema de Juan Falú, de Omar Moreno Palacios, del Cuchi Leguizamón y otros clásicos del folklore -revela el guitarrista-. Tratamos de continuar la tradición argentina en la música, pero con cosas nuevas. Habrá varias sorpresas el 22”. En sus respectivas casas, Carlos y Julia Moscardini sonríen para esta charla vía Zoom con De Coplas. ¿Qué piensa ella? “A mí me gusta mucho cantar con mi papá y hacerlo en castellano. Yo empecé a cantar haciendo jazz en inglés, me resulta familiar y cómodo, pero pasan muchas otras cosas cuando interpreto en español. Es una oportunidad muy especial”.

Además, “hay canciones de mi padre que no canta nadie más que yo. Me las presentó a mí directamente y soy la primera que les tiene que poner voz. Es un lindo desafío abordar obras nuevas sin tener otra referencia, y entre los dos buscamos mi forma de abordarlas”, dice Julia Moscardini. Su padre asiente; algo que valora de la música popular, y de la voz de su hija Julia, es la austeridad de la interpretación: “Me refiero a un canto menos dramático, porque el dramatismo para mí ya está en la obra. Eso es lo que me gusta de Julia: me llama la atención lo que ella expresa cuando la acompaño”.

Es un deseo que comparten padre e hija, sabe Carlos Moscardini: “Yo tengo el desafío de volver a proponer el canto austero, donde todo esté en la voz y en la canción, más que en el artista. La obra supera todo. Así, Julia pone la obra por encima de ella misma”. Y ella corrobora: “Se lucen el texto y la música, algo que también tiene que ver con el jazz, porque ahí el cantante tiene que manejar el fraseo, la improvisación y un montón de parámetros que superan a la persona misma y se traducen en el canto”.

¿Cómo vive Julia Moscardini esta experiencia? “Con la música argentina yo no creo que entre en un modo de cantar diferente a cuando hago jazz. Yo entreno mi voz para sentirme cómoda con la ejecución del instrumento, que en este caso no es una big band de jazz, sino la guitarra de mi padre”. Así puede haber una natural interacción “entre cantar jazz o música folklórica. Una expresión enriquece la otra”. De hecho, dice Julia, “los artistas que más admiro no se ponen por encima de las obras”. Piensa en Mercedes Sosa o en Nelly Omar (“que conocí a través de mi papá”) y también se halla en las voces de Billie Holliday o de Chet Baker, “por cómo usan su instrumento, más allá del idioma en que cantan”.

Julia Moscardini: «Si te acompaña alguien que toca muy bien, como mi papá, es un tremendo placer». Fotos: Gentileza de los artistas

Oriundo del Conurbano bonaerense, Carlos Moscardini, de 66 años, es dueño de una profusa discografía en los territorios guitarrísticos de la música argentina, “siempre con la idea de respetar la tradición, pero sin caer en el regionalismo tradicionalista”. Se presentó en más de veinte países, sus obras se estudian en conservatorios de Argentina y Europa y su labor docente sustenta su exploración por milongas, huellas, cifras, tangos, vidalas, gatos y otros ritmos tierra adentro. ¿Y Julia Moscardini? A los 37 años ella atesora dos discos con los standards de jazz en inglés: los celebrados Stablemates, de 2019, y Mood Indigo, de 2022. Además, desde 2021 es la Directora Artística del Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires.

¿Cómo es para Julia cantar acompañada por su propio padre? “Es una experiencia muy especial, que se sigue transformando. Al principio tenía muchos nervios, porque me decía a mí misma ‘uy, voy a cantar con mi papá’. Pero los diálogos que compartimos, a partir de estas músicas criollas a las que él les dedica toda su vida, fueron muy buenos para posibilitar nuestro encuentro. Me voy sintiendo cada vez más cómoda y me encanta poner mi voz al servicio de la guitarra sola en este dúo. Si te acompaña alguien que toca muy bien, como mi papá, es un tremendo placer”.

–Carlos, ¿qué estás pensando?

–Que es mi hija y se nota. La base de todo es el respeto por el otro. Yo a Julia la respeto porque eso se lo ganó. Cuando empezó a cantar jazz yo era muy crítico: por un lado aparecía el padre que estaba contento de escucharla, pero le decía “fijate en esto, tené en cuenta esto otro”. Julia se manejó muy bien y fue adquiriendo una gran experiencia y muchas vivencias. Ella tiene un bagaje muy grande de escenarios, por haber cantado con orquestas y en distintos formatos con grandes del jazz. Julia es talentosa, pero admiro lo que ella hace con ese talento. Y siento que su voz aporta mucho a lo que yo hago con la guitarra. Para mí es un privilegio que Julia, que es una gran cantante de jazz, tenga ganas de cantar canciones mías, que no dejan de ser expresiones muy sencillas y populares.

–Julia, ¿qué desafíos tuviste para abordar, en el disco El juego, Vidala del lloradero, Lancha almacén y Duérmase sin penas?

–No sé si fueron desafíos tan conscientes o técnicos. Además de aprenderme estas obras que no cantó nadie más que yo, me gusta no imitar otras formas de cantar vidalas o rasguidos dobles. Yo escucho lo que me transmite el compositor, que es mi padre, y desde ahí abordo las obras. A veces me da un poquito de vergüenza decir que canto música argentina, pero encararla con mi padre tiene este plus. Yo canto estas canciones con mucho respeto y escucho lo que mi papá quiere que suceda en la interpretación. Luego se trata de cruzar los dedos.

Carlos Moscardini se queda pensando: “Julia por ahí no lo puede ver, pero yo sí porque ella se crió conmigo y sin darse cuenta escuchó mucha música argentina. Entonces canta las canciones de una manera natural, por ser argentina y por ser hija de un músico argentino. A eso lo vivió tan naturalmente que por ahí ni siquiera puede verlo”. A la par, Julia apela a pasar las obras en el piano, a descifrar sus secretos, a entrenar su voz, “y todo confluye al momento de cantar una canción”.

Y a Carlos le ocurre lo mismo con el rock, la otra música de su generación. “Yo en mi adolescencia escuché mucho rock progresivo, como Jethro Tull, Emerson, Lake and Palmer y todo esos grupos. Y a la hora de componer no me doy cuenta de que esas sonoridades también aparecen en la música argentina que hago. ¿Por qué? Porque las viví de manera natural. Entonces, yo hago una chacarera como Camino de las tropas y todo el mundo me dice: ‘Eso es Deep Purple’. Yo no pensé en Deep Purple cuando la componía, pero salió así. Y algo afín ocurre con el canto de Julia: ella no sabe que cuando canta Vidala del lloradero hay algo de las vidalas que ella, sin acordarse, siempre escuchó”.

Carlos Moscardini: «Mi desafío es que lo que hago tenga un sentido para entregárselo a los demás». Fotos: Gentileza de los artistas

–Carlos, ¿cuáles tus desafíos como guitarrista, a los 66 años, para expandir tu arte?

–Mi desafío es seguir encontrándole sentido al hecho musical, a presentarme y a componer, porque vivimos tiempos complicados con el lugar del hecho artístico en la sociedad. Las músicas populares cambiaron mucho. Antes iban de abajo hacia arriba y hoy vienen de arriba hacia abajo: los medios establecen cuál es la música popular. Yo prendo la televisión, la radio, voy en el auto, y todo lo que escucho no es lo que le surgió a la gente de su corazón, sino lo que recibió de los medios. La música tuvo un cambio de paradigmas y de valores. Hoy mi desafío es sentir que lo que hago tenga un sentido para entregárselo a los demás.

Meses atrás, Carlos Moscardini hizo una gira por Japón. ¿Qué sintió? “Eso me sacudió. Me hizo sentir que tenía sentido seguir tocando y componiendo -dice-. La gente recibió mi música como un valor y ahora van a sacar un disco mío en vivo en Japón. Eso hizo que lo que yo hago volviera a tener un sentido. Pero hasta que no pasan cosas así me cuesta encontrarle sentido a salir a tocar. Por me presento muy pocas veces. Espero que el 22 de marzo venga gente a Bebop Club, porque eso me pondrá nuevas pilas. Además, el hecho de tocar con mi hija también me hace dar ganas de seguir. Yo necesito estos incentivos”.

–Julia, ¿sentís un desafío parecido, de cara a tu público, al cantar jazz en inglés?

–Yo no me fijo tanto en quién va a ir a escuchar. En el mismo público puede haber de todo. Si me preocupara por eso cuando estoy cantando me perdería de lo que tengo que hacer. Sí atiendo a los desafíos emocionales y técnicos con respecto a mí misma: qué cosas elijo cantar y cuáles tienen sentido para mí. Por ejemplo, hace un tiempito estoy pensando en componer. Es un deseo que me estoy planteando, pero todavía soy joven y sigo pensando en eso, o en acercarme a composiciones de músicos cercanos, más allá de los standards de jazz que hay que cantar. Estoy empezando a vincularme con las composiciones por alguna experiencia personal y también gracias a los viajes que realizo. Aún estoy en plena búsqueda con mis formas de encarar el jazz.

 

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