– Panza querido, ¿cómo andamos?
– Bien, Juancito, bien, qué raro vos llamando a esta hora.
– Eh, ¿te creés que nunca me levanto a las 9 de la mañana?
– No, me estás llamando a las 9 y cinco de la mañana, lo que implica que ya tomaste unos mates, leíste los diarios, escuchaste la radio, miraste un poco las noticias de la web, pispeaste el clima por algún programa pedorro matutino de la tele y ahí recién me llamaste. O sea, te levantaste, como mínimo a las 8.
– Por algo sos mi hermano de la vida vos, cómo me conocés, che, la puta madre. Desde las 7 y media que estoy despierto.
– Te está pasando algo, deduzco, por tu tono melancólico. Aguantame que voy a buscar el termo y el mate así charlamos, dale.
– ¿Estás solo o con Maitena, vos?
– Maitena se fue más temprano, anda media rayada, venimos medio a los tumbos nosotros también así que…
– Decís nosotros también porque sabés que con Maite venimos hace ratos para el orto. digamos…
– Sí, no sé si ustedes vienen para el orto, creo que van y vienen, pero que se quieren. Y lo del viaje los partió al medio.
– Bueno, ahí va, por eso te llamo.
– Decime, titán, ¿qué onda?
– ¿Te animás a quedarte a cargo del programa por tres días?
– Sí, claro que me animo, no sé si voy a hablar tanto al aire como vos, capaz que pongo más música y zafo, viste.
– Bien, gracias che, es que tengo un plan, viste.
– ¿Un plan? Un plan perfecto o un plan ferpecto.
– Bueno eso lo voy a comprobar in situ, en la montaña.
– ¿Estoy entendiendo lo que estoy entendiendo o me estoy equivocando?
– No, bolu, es lo que te imaginás, me voy a Capilla del Monte a ver a Maite.
– Ah, buenísimo, Juan. Me imagino que ella debe estar re chocha de contenta y…
– No, no, eso es parte del plan. No sabe nada, Pancita, nada.
– ¿Cómo que no sabe nada?
– No, Panza querido, no, yo me tomo un Sierras de Córdoba, caigo allá, ya tengo pensado reservar en la hostería Posada del Infinito, no está tan buena pero me gustó el nombre, así que voy allá tres días y voy viendo.
– ¿Te vas a hacer tremendo viaje, vas a gastar una plata de locos, por tres putos días? Vos estás en pedo, Juan.
– Bueno, la quiero, me la tengo que jugar, quiero ver la experiencia de viajar, verla y sorprenderla.
– No, pará, nadie te dice que no viajes, todo lo contrario. Lo que te digo es que no podés hacer tamaño viaje a las sierras por tres noches, amigo, o sea, ándate una semana por lo menos.
– ¿Una semana? ¿Y el programa?
– Pero, bolu, ¿no me tenés confianza? Yo te armo toda una semana de rock si querés, o te hago un picadito, algo variado. Puedo hacer por ejemplo un ciclo de todas las grandes figuras que vinieron en el último mes a Rosario .Y clavo a Abel Pintos, a Serrat, a Tini y cierro a full con La Renga.
– Y terminamos de perder los pocos oyentes que nos quedan. ¿Estás en pedo? Es la Biblia y el calefón, los vamos a marear a los oyentes, van a pedir un GPS para orientarse, pará, pongámonos de acuerdo. Yo voy siete días, hasta ahí tenés razón, te lo tomo, pero hagamos una semana con buena música, no hace falta respetar taaaaaaaaaaaaaaanto “el último mes de shows en Rosario” y esa cantinela.
– Bueno, y ¿qué hacemos entonces?
– Mirá, hasta podés usar esos mismos artistas que dijiste pero tomándolo desde un concepto, y utilizando la ironía. Por ejemplo, el lunes hablás de la fuerza del amor, el martes de las luchas sociales, el miércoles del cuidado del medio ambiente, el jueves de la crítica a la sociedad de consumo y el viernes del desencuentro, ya sea en el amor o en las relaciones de familia, amigos.
– Y me metés en un bardo. Es un quilombo todo eso, Juan. Bueno, déjame ver, total calculo que tenemos tiempo.
– ¿Qué tiempo? Me voy la semana que viene, ya. Palo y a la bolsa, como hago siempre yo.
– Bueno, dale, voy viendo, qué se yo, ¿me la volaste un poco, eh?
– Dale, vos podés, organizá bloques con separadores, si no te gustan esos temas, buscá otros, y si no te gustan los artistas, buscá otros, hay mil, “tú puedes, confía en ti, hermano”.
– Parecés un pastor evangelista de la medianoche. Está bien, está bien, me pongo a laburar este finde y te voy mensajeando. Pero, vayamos a lo importante: ¿vas a recuperar a Maite o vas a despedirte de Maite?
– Eso es lo que no sé, amiguito, lo que te puedo asegurar es que voy a ir encontrarme con su mirada para averiguarlo y sacar mis conclusiones. De una sola cosa estoy seguro, bah, de dos, que la quiero y no quiero perderla.
Juan cortó, le cruzó un par de emojis al Panza, y se puso a hacer números para irse a Capilla. Se viene una sorpresa grande, quizá no solo para ella. Es tiempo de hacer una jugada para acomodar los melones y seguir viaje. Un viaje a las sierras que también es un viaje interior. Dicen que el amor mueve montañas. Bienvenida la metáfora.