Juan llegó ese viernes a la reunión mensual de producción con cara rara. «¿Qué te pasa, bolu?», le preguntó el Panza. «Nada, nada, ya va a pasar». Como cada primer viernes del mes, se sentaron al mediodía en la mesa de El Cairo, saludaron a la moza canalla de lentes con marcos negros, que nadie sabe su nombre, pero todos saben que es la moza canalla de lentes con marcos negros, y basta y sobra como para hablar dos palabras de fútbol antes del cortado en jarra con dos medialunas saladas de la Nuria. «Che, ¿me vas a decir qué te pasa que tenés esa cara de tujes?», dijo el Panza mientras relojeaba a la moza más por su chupín ajustado que por los famosos lentes de marcos negros.
– Sabés lo que pasa Panza, que esta noche cumplimos diez años al aire, vos lo sabés, algún que otro oyente lo sabe, no me importa que no se acuerde el dueño de Radio Mercurio porque tiene otras cosas en qué ocuparse, y se acuerda más de la pauta que no le entró que de un simple aniversario, pero…
– Pero…
– Pero me jode que ella no me llamó ni nada, un mensajito, viste, mirá que venimos diciendo, este viernes cumplimos la primera década y lo decimos una y mil veces, y Maite siempre escucha la radio, bah, creo que escucha, pero hoy nada che, ni un mensaje en todo el día….
– Bueno, Juan, a lo mejor tenía mucho laburo en Chucherías, viste que a veces pasa que no te entra nadie a un local y al toque tenés toda una movida.
– Sí, ya sé, incluso yo miré el celu todo el día, desde las 8 de la mañana, digo, capaz que me sorprende, pero no, nada, a todo esto, a vos tampoco te llamó, ni te dijo nada, ¿no?
– ¿A mí? Ni en pedo, si no me llama mi casi novia, ni mi ex novia, menos me va a llamar la tuya.
– Bueno, qué se yo, Panza, pero bueh, uno a veces piensa que el otro, o la otra en este caso está todo el tiempo pendiente de lo que le pasa a uno y no es tan así.
– Y vos , ojo, de onda pregunto, ¿vos estás pendiente de lo que le pasa a ella?
– ¿Pero vos sos amigo mío o sos amigo de ella?
– De los dos, bolu, de vos soy amigo/hermano, ya lo sabés, en cualquier momento me pongo tu apellido o vos el mío, pero digo, ojo, digo, no te enojés, ¿vos la venís llamando para ver cómo le va en el negocio, si tuvo un día heavy o un día tranca, si necesita algo, o si discutió con un proveedor?, qué se yo, cosas cotidianas.
– Cosas cotidianas, no, la verdad que vengo bastante escaso de cosas cotidianas. Pero, digo, ojo, digo, me gustaría que como cosa cotidiana…
– Les dejo el cafecito chicos…¿con azúcar o edulcorante?
– Con azúcar, canallita.
– Erika, canallita, pero soy Erika, Panza.
– ¿Y cómo sabés que soy Panza?
– Porque Juan no para de decirte Panza esto, Panza lo otro, Zampa esto, Zampita lo otro, pero generalmente te dice Panza, por lo que deduzco que sos el Panza.
– Claro, la panza también me delata.
– A mí me delata el colgante de Central y mis anteojos y no me jode, todo bien, chicos, sigo laburando…
– Perdón, Juan, ¿en qué estábamos?
– En estas cosas, en las cosas cotidianas, viste vos cómo hablaste con Erika, con k, de cosas cotidianas…
– ¿Y cómo sabés que es Erika con k, me querés decir?
– Porque lo dice en el cartelito que tiene pegado en el chaleco, tampoco es una ciencia Panza, ponete las pilas si te la querés levantar.
– ¿Y yo cuándo dije que me la quería levantar?
– Dale, bolu, canallita, qué se yo, ¿desde cuando te gustan las canallitas?, leproso pecho frío, ¡¡¡dale!!!
– Uff, qué denso viniste hoy, bueno, ¿me contás qué tiene que ver la escasez de las cosas cotidianas con tu cara de culo?, y la puta madre, me trajo dulces y le pedí saladas…
– Dale, Panza, dejate de joder, escúchame de una buena vez, te las vas a comer igual. Bueno, eso, que me hubiese gustado que hoy Maite me sorprenda, que me desee buen programa, eso, un mensajito nada más, una boludez, yo con eso me servía para darme cuenta de algo…bah…
– ¿De qué te tenés que dar cuenta?
– De que uno no está tan solo, eso, si alguien se acuerda de vos, está en tus temas, te sabe, te conoce, sabe qué perfume te gusta, sabe qué color de remera te copa, qué música te gusta, qué comida te copa, qué disco te falta conseguir, esas cosas, cotidianas pero bellísimas e imprescindibles, hacen que uno no se sienta tan solo, eso, ya está, te lo dije.
– Bueno, basta, bajón, ¿arreglamos el programa de los diez años o no?
Al rato, de la nada, apareció Erika con un paquete grande, moño rojo, y colgado de un hilo grueso un papelito en el que se leía con letras en verde flúo: “Para Juan Foco”.
Juan empezó a transpirar. Se le empezó a mojar el pelo en la zona de la nuca, como le ocurre siempre que vive una situación de stress. Abrió tan desesperado la caja que hasta volcó el cortado y se manchó el jean, pero no le importó. El Panza miraba toda la escena haciéndose el distraído y se sonreía. Juan rompió el papel de regalo y adentro había diez compacts nuevos, cerraditos y con el celofán transparente. Led Zeppelin II, de Zeppelin; Banda en fuga, de McCartney y Wings; El lado oscuro de la luna, de Pink Floyd; Achtung Baby, de U2; Sinchronicity, de The Police; Yendo de la cama al living, de Charly; El amor después del amor, de Fito; Ten summoner`s tales, de Sting; Abbey Road, de Los Beatles y Actuar para vivir, de Baglietto. Y un sobre blanco, cerrado, en cuyo interior había otro papelito: “Tomate el cortado tranquilo con tu amigo y no prepares el programa de esta noche. Acá están tus diez discos preferidos para que celebres los diez años de El foco de Foco. Después del programa te espero en casa para festejar, sos el amor de mi vida, Maite”.
Juan casi no podía hablar. La llamó a Erika y le pidió el blend de Las Perdices de La Mesa de los Galanes. Erika lo miró al Panza, se sonrió y fue a buscar las copas.
– Sabías todo, ¿no?
– Y, claro, Juan, cuando vos te compraste el pantalón yo ya lo hice bermudas.
– Cómo te quiero, amiguito, y cómo la quiero.
– Lo decís vos o lo digo yo..
– No, lo digo yo…
– Dale, decilo y decítelo…
– No estoy tan solo.