La continuidad del encuentro en Rosario ofrece una muestra de la riqueza musical argentina . En esta segunda jornada, la frontera se expandió con la presencia del uruguayo Fernando Cabrera.
En la bienvenida, Irene Rodríguez y Analuz Blanco recordaron gestiones iniciales y destacaron el apoyo de Chiqui González, Alejandro Tejeda y Jorge Llonch.
La presentadora formoseña anunció a su comprovinciano Matías Arriazu. “Estoy en el camino de la música argentina, que es tan rica en todo sentido”, dijo el guitarrista, agradecido por los primeros aplausos. Mostrando todas las posibilidades expresivas que brinda su particular instrumento (guitarra de ocho cuerdas), Arriazu interpretó en el arranque Breve flor, añadiendo un mínimo coro.
“Voy a presentar a un amigo de la vida”, dijo el guitarrista, convidando a Tiki Cantero, con quien grabaron juntos en un disco de Liliana Herrero. “Nos gustan mucho las cornisas y los precipicios musicales, vamos a ver qué tocamos”, expresó, antes de una chacarera dedicada a su padre, también guitarrista y cantor.
La propuesta intimista de Arriazu incluyó Pedacito de río, la obra de Carlos Aguirre cuya ejecución comenzó a aplaudirse ya antes del final del tema. Luego, en el cierre, destacó la influencia del creador entrerriano en su música y se despidió con Milonga negra, composición que le dedicó y que tocaron con Cantero por primera vez y que aún no está grabada.
Improvisando, Arriazu y Cantero establecieron una conexión que resultó una rítmica notable. En el discurso final, agradeció a la gente que hace posible el encuentro y manifestó que “es increíble que estemos tocando acá y que ustedes estén ahí escuchando”. En la pausa, mientras en la sala sonaba de fondo el Chango Spasiuk, Rodríguez recordó que Tiki Cantero estuvo en la primera edición integrando el trío Aca Seca.
“Cantante, compositor y amigo”, así fue presentado Oscar Simiani, nacido en Villa Constitución y radicado hace treinta y cinco años en La Plata. Simiani trajo temas de Río, su nuevo y conceptual disco. En formato de cuarteto, el artista santafesino cantó en el inicio la guarania Luna de mi río.
Manteniendo la temática vinculada con el río y su universo, sumó el chamamé Pescador y río. “Placer y honor de estar acá en este hermoso encuentro. Mis canciones hablan de la costa de Villa Constitución”, comentó, y además pidió por la sanción de la ley de humedales.
Sólo con acompañamiento de guitarra, Simiani mostró Madre río, la obra dedicada a su madre, que vive en la costa y también canta chamamé. Destacando su afecto por Rosario, donde están parte de su vida y de sus amigos, invitó a Juancho Perone para la zamba Infancia de agua. La última fue su versión de Peces de luz (Carlos Aguirre). “Otro gustazo que me quiero dar, es mi hermana del alma”, dijo convocando al escenario a Myriam Cubelos para cantar juntos este tema transformando el grupo en un sexteto.
La familia Farías Gómez está asociada a la rica historia de los grupos vocales. Sebastián, hijo de Pedro, miembro fundador de Los Huanca Huá, sigue esa tradición como director y arreglador de La Fortunata. Con arreglos originales y cuidado repertorio, interpretaron en el arranque La viajerita (Yupanqui) y Señor de los campos (Ayala).
“Vamos a tocar mucho y a hablar poco”, anunció el director, aunque terminó explayándose contento y agradecido por estar. Se instalaron en Cuyo y cantaron la cueca Niña cuyana. Antes de cantar Los obreros de Morón, destacaron a Jorge Marziali, el autor de la obra, cuyo hijo Simón forma parte del grupo como guitarrista. El tema nombra a Perón y es cuando brotan más aplausos y la sala se expresa ruidosamente.
Camila, percusionista, hermana de Sebastián, puso el pulso que necesitaba la zamba Carta a Perdiguero, tema que el director dedicó a Juan Llanos. Luego del tema contó aspectos de las ideas del grupo y presentó a Maxi Oliva y a Guadalupe Fleitas. Oliva lo presentó a Sebastián y finalmente invitaron a escuchar el disco que están presentando, en las redes y en las plataformas. Se despidieron con Don Comegente, la chacarera de Néstor Soria y Rubén Cruz, con palmas del público. Sebastián Farías Gómez sigue el camino trazado por su padre y sus tíos, militando y continuando la historia de los grupos vocales argentinos.
El encuentro sigue expandiendo fronteras geográficas y estilísticas. El cierre de la noche estuvo a cargo del cantautor uruguayo Fernando Cabrera, con canciones surgidas de su original universo creativo. Con guitarra eléctrica, para este concierto escogió doce canciones de su exquisita obra.
Incluyó Agua, Imposibles, Punto muerto, Manta y rocío y otros de sus clásicos. “Esta es de un rosarino del cual me hice amigo”, dijo presentando su versión de Dos polos, creación de José Galvano. Las más celebradas de la noche fueron El tiempo está después y La casa de al lado. También en un tramo cantó casi a capella.
Después del noveno tema agradeció la invitación expresando: “un encuentro de estas características suele ser para artistas jóvenes, conmigo se habrán confundido”. Luego de las risas agregó que “ustedes disfrutan desde la platea y nosotros acá atrás haciéndonos amigos, por eso me voy muy contento”.
Cabrera comenzó la despedida con Te abracé en la noche. Dulzura distante, la última, se la dedicó a la gente “de todo corazón y espero que volvamos pronto”. Transformado en un artista de culto en toda Latinoamérica, Fernando Cabrera cosechó numerosos vínculos y construyó en la Argentina una importante cantidad de fieles seguidores, producto de su excelente obra creativa.