El productor y músico, Andrés Mayo, editó Only Fans, un disco homenaje a Leo Maslíah. Se trata de canciones reversionadas e interpretadas colectivamente por diversos artistas -y fans- del compositor uruguayo: Kevin Johansen, Pablo Grinjot, Ana Prada, Mocchi, entre muchos otros. “Una de las cosas que más me gustan es lo auténtico que es”, dice.


Leo Maslíah es un artista auténtico, inclasificable y rebelde, único en su especie. El compositor, pianista y escritor uruguayo construyó una obra difícil de atrapar por la tradición musical de su país, y lo hizo en base a composiciones ingeniosas, lúcidas y lejos de la solemnidad. Si bien lo suyo no es una “canción humorística”, sí se sirvió de recursos expresivos como la ironía y el sarcasmo, como se refleja en canciones como La recuperación del unicornio, en “respuesta” al clásico de Silvio Rodríguez. En estas pampas, Maslíah tiene seguidores fieles y estudiosos de su obra. Uno de ellos es el ingeniero de audio, guitarrista y productor artístico argentino Andrés Mayo, un confeso admirador de Maslíah que tuvo la idea de hacer un disco de versiones con un espíritu colectivo.

Portada del disco Only Fans, ilustrada por Liniers.

Con producción general de Mayo y Mariano Agustín Fernández, Only Fans (2024) reúne ocho versiones de canciones –más una instrumental- registradas en los primeros discos de Maslíah –Cansiones Barias (1980), Falta un vidrio (1981) o Canciones de otra índole (1984)-, aquellas que integraban su repertorio en los conciertos que el uruguayo daba a guitarra y voz en bares de San Telmo a mediados de los ochenta. En esos mismos bares fue que Mayo se enamoró de la genialidad e irreverencia artística del autor charrúa, cuarenta años atrás. “Me pareció que era un buen desafío sacar nota por nota las canciones como él las tocaba en vivo. De hecho hay grabaciones en YouTube que no tienen imágenes, pero que están disponibles. Fuimos sacando nota por nota con Esteban Morgado”, cuenta Mayo, quien volvió a tocar la guitarra cuando cumplió 50 años.

“Yo me lo puse como desafío (este disco) para volver a tocar la guitarra lo más posible y al nivel que requiere una grabación. Ese fue el principal motor de esto: el desafío de algo que me guste hacer y que tenga una complejidad alta. Entonces, logré combinar ambas cosas”, precisa el ingeniero de audio, uno de los más importantes del país. “Eran canciones que yo había visto en vivo hace como cuarenta años y que son básicamente de interpretación con guitarra. Entonces, traté de no ir para el lado de temas que él hacía en piano, como Superman, por ejemplo, que está buenísimo pero no es para guitarra”, dice sobre el recorte del repertorio.

El homenaje tiene un aspecto que lo hace más interesante: la participación de más de cuarenta artistas de ambos lados del charco. El elenco incluye a Kevin Johansen, Ana Prada, Mocchi, Cucuza Castiello, Nahuel Briones, Delfina Cheb, Miau Trío, Darío Jalfin, Melina Moguilevsky, Pablo Grinjot, Alina Gandini, Mariana Bianchini, Carolina Peleritti, Sandra Corizzo, Lucía Riet y Nadia Szachniuk, entre otres. “Hubiera sido un disco bastante más aburrido si una sola persona interpretaba a Maslíah”, repara Mayo, sin vueltas. “Pensamos quién podía ir mejor en cada tema, quién se copaba y quién tenía algo que ver con Maslíah, es decir, que no fuera totalmente ajeno a su música”, explica sobre la convocatoria de los invitados.

“La verdad es que en la gran mayoría de los casos logramos exactamente lo que queríamos –continúa-. En otros casos fue una adaptación. Es muy complejo y difícil versionar a Maslíah. Hay canciones que al versionarlas adoptaron un espíritu distinto y hubo que tomar la decisión de que fuera así. De hecho, esos fueron los temas que más le gustaron a él, como La recuperación del unicornio, que no tiene nada que ver con la original y fue grabada en simultáneo con la participación de diecinueve músicos”, resalta sobre esa versión en clave cumbiera. Entre ellas, sobresalen la versión rioplatense de Biromes y servilletas, con las voces de Kevin Johansen, Mocchi y Delfina Cheb; la versión tanguera de El concierto con la garganta de Cucuza Castiello; la impronta lúdica que Miau Trio le imprimió a La moto; el aire valseado que Alina Gandini y Sandra Corizzo le dieron a Corriente alterna y la soltura de Pablo Grinjot al cantar Desubicado, por nombrar algunas.

En la música popular, cada versión siempre es una nueva obra. Después, las búsquedas artísticas tienen finalidades distintas: algunas versiones se acercan más a la obra original y otras intentan romper o proponer algo nuevo. En este caso, Mayo y Fernández optaron por buscar un equilibrio: primero trabajaron sobre los arreglos originales que Maslíah tocaba en vivo con su guitarra y luego cada cantante o intérprete invitado le aportó –irremediablemente- su impronta personal. “En mi opinión crecieron un montón (las canciones), porque teníamos una idea originalmente y los invitados las fueron enriqueciendo muchísimo; las fueron llevando a un punto muy alto de interpretación”, sostiene Mayo.

“El caso de Darío Jalfin con Melina Moguilevsky, por ejemplo, en Las clases de guitarra. El chiste de la canción es que justamente Maslíah no llega (con la tonalidad), la canta cada vez más alto –explica-. Y ellos la cantaron tan perfectamente, con tanto nivel, que la transformaron en una canción diferente, perfectamente afinada, y el chiste está en otro lado, en otras cosas que van pasando, como en los arreglos de guitarra. Maslíah interpreta sus temas pero no es cantante. Y en este caso es un tema interpretado por cantantes”, distingue. “Buscamos mucho quién pudiera cantar cada canción, en muchos sentidos. Que tuviera la onda para cantar un tema de Maslíah, que es intangible. Kevin Johansen, por ejemplo, es un tipo que entiende el humor y que lo puede asociar en sus canciones. Lo mismo Liniers, que hizo el dibujo de la tapa. Pablo Grinjot es un mega fan de Maslíah de toda la vida. Hay gente que estaba metida de entrada y otra se fue sumando”.

– ¿Cómo fue el trabajo de coproducción con Mariano Agustín Fernández, quien también se encargó de los arreglos musicales y la ingeniería de grabación?

– Trabajamos en el estudio de él, Agustín es un gran arreglador, tiene muchas ideas y mucho conocimiento de los arreglos musicales. Proponíamos una idea y siempre aparecía un concepto. Por ejemplo, La chusma va por el lado del vals francés, entonces lo hicimos con un contrabajo, con un acordeón y una batería haciendo una cosa de jazz. Y la onda de quien cantaba le terminaba de dar el cierre. Lo que tienen las canciones de Maslíah es que son relatos con música. El relato siempre es de un nivel de perfección y precisión… y es difícil cantar eso. Cucuza Castiello, que no tenía tanto contacto con la obra de Maslíah, tuvo que hacer El concierto a partir de un pedido mío, porque cuando la cantaba me salía un poco tangueada. Se transformó en una versión de tango con arreglos de Bach. Sin embargo, lo que hace Morgado con la guitarra es hermoso y Cucuza canta con todo el arrastre y las demoras del tango. Es un tema distinto a la versión original. La cantó con atrevimiento.

– Es un disco de un fan para fans, ¿Pero creés que también es una forma de poner a circular de nuevo sus canciones y difundirla entre otros públicos?

– Para mí difundir la obra de Maslíah es un gran objetivo en sí mismo, así como cualquier otro compositor o escritor latinoamericano que me interese. Me parece que hay gente muy valiosa, relativamente poco conocida y es trabajo nuestro hacer que esa gente se conozca y llegue a las nuevas generaciones. Porque está buenísimo lo que hacen, es una enseñanza para gente más joven y porque están dejando un legado importantísimo. El objetivo está cumplido de manera doble o triple: yo pude lograr mi objetivo personal de tocar mucho mejor la guitarra y poder tocar en vivo. Más allá de eso el disco generó un pequeño movimiento de gente que se acercó a la obra de Maslíah y que incorporó a un nuevo artista a su conocimiento. Por otro lado, quedó un disco que es muy sincero y fue hecho con mucho respeto y cariño. Con el tiempo la gente va a ir descubriendo más este disco. Y eso hace que la obra de él se difunda más.

– ¿Por qué lo considerás uno de tus artistas favoritos?

– Una de las cosas que más me gustan es lo auténtico que es. Creo que nunca debe haber compuesto nada para agradar a alguien, tiene su perfil personal y nunca le importó demasiado para quién lo hacía o qué iba a pensar la gente. Eso lo vuelve alguien totalmente auténtico. Más allá de eso es original, no se parece a nadie que conozca. Original y auténtico son dos valores importantes en esta época. Hace la música que le interesa hacer. Más allá de eso, sus canciones son hermosas, como Biromes y servilletas, Golondrinas y muchísimas otras que no están en el disco. Su vuelo es exquisito: combina un nivel de poesía y redacción que no se puede creer. Yo creo que Maslíah a veces pasó por el costado de mucha gente porque su manera de cantar y de presentar las canciones es muy particular. Te tiene que gustar y si no te atrae eso, no te pasa nada. Pero sí mirás adentro de su forma de cantar las canciones son de una belleza increíble. Y eso es lo que a mí me atrajo.

 -Y además aporta esa cuota de humor y sarcasmo que no aparece tanto en otros artistas populares…

– Totalmente. Y creo que un poco fue su cruz. Porque mucha gente lo sigue identificando con Les Luthiers. Y nada que ver. No tiene nada que ver con ningún humorista. En todo caso es irónico, sarcástico, con una inteligencia descomunal. Pero no se parece a ningún humorista, porque no lo es. Quedó un poco atrapado en ese lugar y se hinchó las pelotas. A veces hace un concierto y toca el piano dos horas… y quizás no dice una palabra.

– ¿Qué dijo Maslíah de este homenaje?

– Maslíah no hizo ningún comentario negativo, le gustó el disco, quizás algunas cosas más que otras. Me dijo que se sentía honrado y le gusta que le hubieran hecho un homenaje.

 

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