Melaní Luraschi es una de las jóvenes exponentes que, a partir de una búsqueda constante, viene aportando nuevos aires a la música popular uruguaya. Es cantante, compositora, poeta y productora, originaria de Maldonado. Desde muy pequeña estuvo ligada a las artes escénicas. Su formación inicial la hizo con clases de teatro pero, a partir de sus 16 años, comenzó a estudiar música y a escribir sus primeras canciones. De permanente inquietud, y a partir de su incansable curiosidad, viene indagando en las raíces de la música, no solo uruguaya, sino de todo el continente, incluso de Europa, donde también transitó parte de su formación artística. Eduardo Larbanois, con quien trabaja actualmente en un proyecto de dúo, la define como una persona “muy rica para aportar muchísimo a la cultura”.
Lleva editados dos discos: Canto ancestral (2015) y Lumbral (2018), también posee un libro de poemas que se llama Día para pescar un sueño (2014), recientemente reeditado. En una entrevista exclusiva para De Coplas y Viajeros conversamos con la cantautora uruguaya para indagar sobre sus proyectos, su recorrido y su particular visión de sobre la música.
– Venís de una formación muy relacionada al teatro y a la poesía ¿la música en qué lugar aparece?, o ¿Cuándo aparece?
– Yo arranco desde muy niña haciendo teatro. Como que el arte de la escena siempre estuvo en mi vida, por eso es raro porque por un lado como que no tengo la formación musical desde niña, pero sí en el escenario. Como que siempre estuve arriba de un escenario. Ya de adolescente me invitan a participar de una obra musical. Ahí dije «bueno, me voy a poner a estudiar de verdad canto2. Empecé a ir a clases particulares y fue como que algo irrumpió en mi vida, como que «ta, yo quiero ser música». A partir de ahí nunca frené de estudiar música. De hecho siempre me quedó como la cosa esa de que abandoné el teatro y en algún momento me gustaría volver.
– ¿A qué edad fue?
– Eso fue a los 16 años. Yo, que hacía teatro desde los 5 años, a los 16 hice la escuela y, ponele, que estuve dos años ahí que era una formación bastante integral. Tenía de todo: escenografía, canto, de todo un poco. Cuatro horas por día. Era como ir a una escuela. Ahí como que cambié. Empecé a estudiar música, guitarra, poesía, de todo un poco.
– La poesía también estaba muy presente en todo tu trabajo. De hecho, publicaste un libro ¿cuándo fue?
– Eso fue en el 2014. Yo, que escribía mucho y publicaba cosas en Facebook, cuando todavía estábamos ahí re Facebook, y había una editorial que es miti cordobesa-uruguaya que me ofreció unos mini libros. Para mí fue re raro porque también era como que en realidad soy música, a la vez estudiaba teatro pero mi primera publicación era de poesía. Era como muy particular, pero ta, lo hice y la verdad que también la poesía es algo que está súper presente en mi vida. Esa fue la publicación que hice y ahora estoy por hacer una reedición de ese libro que escribí en ese momento.
– ¿Luego vino Canto ancestral, tu primer disco?
– Canto ancestral fue en 2015, al siguiente año. En 2014 saqué el libro y ahí me fui a viajar por Latinoamérica. Estuve ocho meses viajando por Latinoamérica. Hice Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador. Desde que volví de Latinoamérica empecé a grabar Canto ancestral con un amigo.
– En Canto ancestral hay una sonoridad latinoamericana muy presente ¿tiene que ver con ese viaje o ya venías amasando esa cuestión musical?
– Yo venía indagando un poco por esa área, porque mi profesor, con quien estudiaba guitarra, que es Fabián Marquisio, ya había hecho también un viaje muy grande -como 5 años estuvo él medio perdido por Latinoamérica-, y en todo ese tiempo él me compartía mucho sobre la música latinoamericana, entonces, para mí, como que ya venía un poco como palpando lo que es. Después, viajar fue como llevarlo más al cuerpo. Para mí es re importante. Por lo menos a mí como intérprete y compositora me gusta mucho el folklore de distintos países y conectar con eso. Me parece que es re importante ir al lugar y sentirlo para poder después transmitirlo de verdad.
– Se nota mucho, en este disco puntualmente, que hay como una explosión de sonoridades de todo el continente, un montón de cosas contenidas que querías mostrar y como que en ese primer disco se plasmó todo eso.
– Sí, es un menjunje. Hoy en día tengo otra estética, otra impronta, pero en ese momento era chica y todo lo que venía por ahí lo hacíamos y ta. Hoy en día tengo otro criterio de repente como para hacer un disco, pero en ese momento fue distinto.
– De todas formas quedó un buen material que, como decís vos, te pinta en otra etapa de tu vida, pero es muy lindo el resultado que quedó y nos sirve a los oyentes para ver por dónde viene la mano.
– Sí, obvio. También tuvo su conexión. Si bien como que fue re latinoamericano, tuvo conexiones con Europa también, porque después yo me fui para allá y, por ejemplo, el videoclip que es de Piel de miel, que está en Youtube, lo grabé en Polonia. Bueno, después le canto una canción a mi amiga Rebeca, una saxofonista española que me acompañó mucho tiempo en el viaje por Latinoamérica. Después está Tom [Capko], que canta una canción que se llama La difference, que es en francés, y es un tema de él, que es francés-africano. Entonces, como que igual, si bien la mezcla es latinoamericana, hay una cosa un poco europea de conexión. Hoy en día puedo decir que también estoy un poco en esa investigación, incluso ahora que estuve en Italia, o que estuve en Portugal, como de intentar ver en qué se fusionan también esas cosas que, en realidad, para mí es el folklore del país, porque así como el fado es en Portugal, el flamenco en España, y sus diferentes cosas, pero todo ello llevado a lo contemporáneo, que me parece súper interesante.
– Después de Canto ancestral vino Lumbral ¿Qué es otra lo que tiene de significativo ese disco?
– También tiene como esa cosa. De hecho, en algún momento, lo categorizaron como folklore modernizado.
– ¿Por qué lo categorizaron así?
– No sé. Hubo unas críticas musicales que, acá en Uruguay, lo llamaron folklore modernizado. Me pareció un concepto súper interesante pero a la vez no se bien si me identifica. Es difícil como identificarme y categorizarme. Es tan complejo eso, porque, cuando aparte uno está todo el tiempo investigando y de repente eso muta, y bueno, ese disco también mezclaba mucho la poesía, viajes también, porque siempre son parte de mi vida. Como de venir de Latinoamérica, después de Europa; son cosas que van sucediendo por vínculos y personas que voy conociendo, de historias que me van pasando. No sé. Una canción que compuse en Francia, otra que compuse en Chile, otra que no sé qué. Como que hay mucho de eso. Lumbral tiene eso, lo que sí ahí ya se cuidó mucho más lo sonoro. En ese momento trabajé más en conjunto con la banda. Estaba Juanma [Juan Manuel Silva], que venía de la guitarra bien acústica y más brasilera; después, Mauro [Clavijo], que viene del mundo del flamenco, entonces tratábamos de fusionar eso del mundo árabe y cosas así. Después, Diego Janssen que viene más del mundo de la electrónica y de fusionar ese mundo con lo acústico y Oscar [Reta], que es argentino y más de la zamba, de la armonía, y del jazz, entonces tuve una banda de gente que me ayudó a que eso sucediera.
– Hay una impronta poética muy fuerte en tus canciones pero, ¿cómo laburás con respecto a la música a la hora de componer?
– Hoy en día estoy transitando un momento muy diferente a los momentos que transité con Lumbral y Canto ancestral. Esos fueron discos donde yo no sabía mucho de música y como que componía muy intuitivamente. Hoy en día me pasa que tengo muchos más conocimientos pero a la vez trato de no perderme de eso. Porque tenga conocimientos no voy a perderme de esa cosa más intuitiva que sigue existiendo, pero sí, para mí las canciones, incluso trabajando con Eduardo [Larbanois], me hicieron tomar un lugar de proceso creativo, de algo más intuitivo pero después un proceso muy meticuloso de cuidar la armonía, como lo voy a hacer sonar, muchas cosas que antes capaz no las tenía tanto en cuenta y ahora sí.
– Lo nombraste a Eduardo Larbanois. Sé que están proyectando un disco juntos. Ya subieron a las plataformas un sencillo con tres canciones que son del repertorio bien tradicional: Ky chororo, de Aníbal Sampayo, La nochera, de Jaime Dávalos y Ernesto Cabeza y Yo no soy de por aquí, de Washington Benavidez y Daniel Viglietti, ¿viene por ahí la idea?
– Sí. La idea es rescatar canciones más folklóricas, más tradicionales, pero con la idea de lo intergeneracional. Una voz joven y una voz mucho más grande y, a la vez, también composiciones nuestras que estamos haciendo con Eduardo. No es solamente canciones tradicionales.
– La versión de Ky chororo que hicieron junto a Eduardo es preciosa.
– Esa fue en vivo. En realidad, con La nochera y Yo no soy de por aquí fuimos al estudio. La queríamos grabar por estudio y dijimos ¡grabémosla tipo en vivo!, y Ky chororo la grabamos en otra instancia. Después juntamos eso, pero Ky chororo fue así. Hicimos dos tomas, esa fue la primera, y fue tipo ¡Pa, salió! Fue como muy bien al principio, como que recién estábamos empezando a hacer cosas con Eduardo y quedó una versión de esas súper espontánea, que no tenés que hacer casi ninguna modificación porque quedó así.
– Se siente mucho ese aire a río, a naturaleza en esa versión, y como que transmiten esa conexión tan fuerte entre Eduardo y vos a la hora de interpretarla.
– Fue una versión muy despojada y súper sentida. Como recién al principio con Eduardo trabajando y conectando un montón, entonces creo que eso se siente. Yo escucho esa versión y me gusta mucho. Como que no todo es espontaneidad y yo creo que, a veces, uno cree que el otro no lo siente, con el momento que estás conectando con la grabación, pero lo siente, o sea, las personas lo sienten de algún modo. A esa sensación de lo natural, esa imperfección que es natural.
– Yo creo que la música se completa ahí, cuando podés conectar con quien la escucha. Cuando esas partes conectan es ahí donde se completa la obra.
– Sí, totalmente.
– ¿Cómo te llevás, en general, con ese repertorio más tradicional?
– Bien. A mí me encanta. Yo tengo una faceta más moderna pero a mí me gusta mucho toda la música. Como que tengo un gusto por la música más tradicional y sobre todo por esa poesía que tienen a veces las letras más tradicionales. Para mí también este proyecto con Eduardo lo tomo como de mucho aprendizaje, él es una persona súper interesante además de músico es súper interesante, entonces, para mí ha sido súper importante también desde ese aspecto: el aprendizaje que es estar con él y conocer también su forma y creo que compartirnos entre otros músicos es lo mejor que podemos hacer los artistas porque a veces nos cansamos incluso de nosotros mismos. Como que llega un momento en que uno ¡Oh, bueno, dale! Y compartirse con otros artistas hace que se vuelva a renovar un poco la energía de uno como compositor, o ver cómo trabaja el otro, que uno puede sentirse aportado por eso.
– Más allá del disco con Eduardo ¿qué venís proyectando con tus canciones, con tu poesía?
– En el 2021 fui a una residencia en Italia que me había quedado pospuesta del 2020 y para mí fue re interesante. Yo ya venía produciendo cosas pero ahí con el tiempo, que teníamos un productor y nos ayudaba con algunas cosas, nos ayudábamos entre nosotros, como que pude darme cuenta que tengo la capacidad de producirme a mí misma, entonces, en este momento estoy produciendo cosas que para mí está buenísimo. Hoy, de hecho, salió este disco que hicimos con la residencia donde éramos ocho latinoamericanos en Italia y estoy trabajando en eso. Hoy en día está siendo mi investigación, por lo menos para este disco, la fusión de lo más acústico con lo electrónico. Estoy trabajando mucho en eso. La residencia fue de gente que estaba en el mundo de la electrónica y estoy metiéndome un poco en ese mundo. Me gusta mucho. La verdad que es algo que siempre me gustó y me parecía súper raro mezclarlo a mi música o hacerlo yo, pero hoy en día naturalmente me está saliendo, y estoy pudiendo lograr cosas que están naciendo todas de mí: las bases, las mix, las armonías, las voces, todo eso. De a poquito me estoy armando. Tengo cuatro, cinco temas casi semi prontos. Así que ando en eso.
– ¿Cuándo sale el disco con Eduardo?
– La idea sería sacarlo antes de mayo. Vamos a ver si llegamos. Queremos sacar un disco bastante despojado. No queremos que sea muy al estilo LP, sino con muy poquita cosa, o lo que haya que sea muy puntual, y creo que va a ser en un par de sesiones que lo vamos a terminar. Hicimos algunas grabaciones ahora, medio que a fin de año, y la idea es terminarlo ahora en estos meses.
– Y después a girar con ese disco…
– Ojalá que sí. La verdad es que tenemos muchas ganas. Yo también tengo muchas ganas, ahora que estuve allá en Europa, de moverme. Creo todos andamos medio así. Fueron dos años re complejos de tener que todo el tiempo frenarse y no poder hacer las cosas, y también quedás con esa sensación de ¿y si armo esto?, y después no se qué, y ¿si armo esto otro? Como que te queda esa sensación y es difícil. Yo, ahora que me revivió un poco el espíritu cuando estuve allá en Europa y pude, por suerte, hacer eso -porque también toqué en Madrid, en Barcelona y en París, e hice pila de cosas-, y se me renovó la energía, pero después volver acá y agarrar enero de vuelta, empezar con los casos de COVID, no sé qué, y yo decía ¡Ay no! ¡Ya basta! ¡No puedo más! Como decir ahora: bueno, voy en marzo a Buenos Aires y empezás a armar, y decís ¡ay, por favor, que no me pase nada! Es agotador. Es muy traumático. No conozco ningún artista, incluso de los más renombrados, que no haya quedado un poco traumado. Porque no es que no tengo trabajo, sino que no puedo realizar mi trabajo por algo que es externo a mí, y te empezás a preguntar ¿no? Porque yo creo que a todos les ha pasado. Y bueno, que hago, me empiezo a dedicar a otra cosa, que no estoy pudiendo con esto. Creo que muchos se lo han planteado y, al menos yo estoy tratando de resistir.