Por Pedro Squillaci | pedrosquillaci@yahoo.com.ar
Ilustración: Enrique Figna
Juan entró fuera de foco esa noche a Radio Neptuno. Mirada esquiva, un poco huraño, se sacó el barbijo y lo tiró casi con enojo sobre la mesa del estudio, donde se apilaban diarios de ayer y de hoy, una libreta de anotaciones, una birome sin tinta, un paquete de Marlboro recién abierto que había dejado un invitado y un almanaque casi completo. «Es casi fin de año, la p#@&!#!», lo dijo un segundo antes de salir al aire. Tan cerquita de que se encienda la luz roja que El Panza lo miró con los ojos bien abiertos y con el dedo índice cruzando la boca, parecido a la clásica foto de la enfermera en los hospitales de los años 50. Juan se sentó, se acomodó los pelos, como casi siempre, y le hizo una seña inequívoca al Panza para que le habilite el micrófono:
«Hola gente de El foco de Foco, es inevitable confesarles que me atraviesa una suerte de bajón cada vez que viene el fin de año. ¿Qué es el fin si al otro día todo sigue igual? Habría que ponerse a pensar qué cosa terminamos cuando en realidad es la misma cosa pero con otro número distinto, que generalmente es superior al anterior y correlativo. Qué se yo, cosa de números; como mi amigo Gaby, el rosarino que vive en Barcelona, que siempre dice «estoy tan enamorado de Arantxa que me casaría cinco veces y me separaría cuatro». Sí, sí, usted dirá que es un chiste zonzo, pero el amor es así. El amor no es como el fin de año, sigue igual que como estaba antes. No es que vos querés a alguien en 2020 y en 2021 no lo querés más o lo querés un montón. No, lo seguís queriendo o te sigue siendo indiferente como siempre. Eso sí, con los que no se puede ser indiferente es con la gente de De Coplas y Viajeros. ¿Los tienen? Es un grupo de gente linda, de laburo, que ama lo que hace, y lo que hacen estos amigos es el folclore que mira para adelante. No, Panza, no es el de los Chalchaleros de la Zamba de mi esperanza y me atrevo a decir que tampoco se aproxima al Chaqueño Palavecino y mucho menos a Los Nocheros. Es otro palo, más sentido, esa cruza que va del Chango Farías Gómez a Raúl Carnota y su Grito santiagueño y se codea con El Dúo Salteño y también por qué no con el Chango Spasiuk o Franco Luciani, que es de acá nomás.
Bueno, el caso es que esta gente, esta buena gente, con el Ale D’Amari a la cabeza, el autor ideológico de la criatura digamos, festejaron el jueves pasado en El Aserradero los casi 400 programas de De coplas y viajeros. ¿Qué pasa, Zampa? Bueno, sí, es casi 400 porque cada vez que el programa de LT3, en el que colabora siempre el querido Mario Chiappino y Larita, una genia, digo, que cada vez que iban a llegar al 400 le zampaban un partido, vio, le zampaban, como Zampa Panza, je, bueno, entonces nunca llegaron, hasta ahora. Pero, bueno, ¿sabés qué hicieron? Festejaron igual. Y cómo. Fue ahí, en la cálida sala de calle Montevideo al 1500, una noche de calor terrible y ellos le pusieron toda la onda, entre IPAS rubias y rojas y pizzas especiales y de capresse. Claro, fue un golazo, y les cuento por qué: porque la música de tierra adentro es la que te saca el corazón afuera. Y estuvieron tocando los chicos de Ñaupa Cunan, que tienen un bombisto que ¡mamma mía!, creo que el tipo tocó con Carnota y ahora va a tocar con Joel Tortul, un fenómeno. En clave de zapada o de peña, como quieran llamarlo, tocaron al lado de una mesa, ni se subieron al escenario, y le dieron sin prisa pero sin pausa al bandoneón y al violín eléctrico, una maravilla, mire, vea.
Al toque, como si estuviese ensayado, arrancó otro trío, encabezado por Natalia Gómez Alarcón. Lo que canta esa chica, un dulce de leche es la piba, y le hicieron una oda al vino, porque parece que están armando un proyecto que se llama De Pura Cepa. Una pinturita, encima el violinista le daba duro y parejo y el guitarrista no pifiaba una, un lujo, bah. Para cerrar la noche cayó Luciano Jazmín, con remera de Abbey Road, el disco de Los Beatles; el tipo peló una voz increíble y se cantó todo, en onda folclórica pero más cancionera. Bueno, lo importante es que ese festejo, en el que también estuvo el Colo, un amigo de la casa que tiene la facilidad de convertirte en imágenes cada idea que se te cruza por la cabeza, digo, en ese encuentro se pudo festejar el casi fin de año. Entre abrazos, sonrisas, guitarreadas, birras, se respiró ese hasta luego, sin tanto aroma a balance ni despedidas. Un hasta luego, amigos, amigas, amigues, es eso. Esto sigue, como la rueda de la vida. Yo los voy a seguir viendo el año que viene, ahora bah, ojo, no me estoy despidiendo, mejor digamos, que casi me estoy despidiendo hasta el 2021. Les abrazo, sean felices, lo contrario casi que no sirve para nada».
Juan le hizo un gesto al Panza y, antes de ponerse el barbijo, lo llamó al estudio.
– El año que viene seguimos con el programa, vos estás no?
– ¿Qué me decís, Juan?
– Sí, digo, vos estás, vas a seguir viniendo, ¿no?
– ¿Y cuándo dije que me iba?
– No, como cuando termina el año parece que todo termina, digo.
– Pero dijiste todo lo contrario al aire, que justamente es casi un final, no un final.
– Claro, gil, era para ver si estabas atento, quería saber si habías escuchado el programa.
– Dale, casi casi, casi Parlante sos vos…
– Y vos un total Pecho Frío.
– Mirá quién habla, el Pecho sos vos, que no te definís con Maite. Estás arrugando, amigo.
– Bueno, casi estábamos bien y la cagaste.
– En el 2021 todo cambia, vas a ver.
– Casi que te estoy queriendo otra vez.
Los dos se largaron a reír y se fueron silbando bajito hacia el Focus de Juan. La imagen regalaba una postal de amistad casi perfecta, hasta que el ruido de alguna bocina les interrumpió la charla. De pronto alguien pasó tarareando una chacarera, una copla más para seguir de viaje, este viaje que siempre tiene una estación más que te aleja del ruido y te acerca a los buenos momentos. Momentos de coplas y viajeros, casi perfectos.
Gracias De coplas, hasta el 2021
Muchos nombres propios conocidos o reconocidos…
No sospecho que seas pecho…
Abrazo intenso
Creo que me suena este Gabriel