Por Pedro Robledo | pedritoro@hotmail.com
Fotos: Eduardo Fisicaro
Raúl Barboza imprimió atmósferas litoraleñas en el arranque de la jornada. En el cierre, el dúo Orellana Lucca transformó la plaza en una gran patio santiagueño. La penúltima noche del festival fue diversa y dinámica.
Con un aceptable marco de público, la grilla artística permitió un viaje imaginario por varias regiones del país.
Luego de cinco años de ausencia, Raúl Barboza, en su breve estada en el país antes de regresar a París, ofreció clásicos y temas de más reciente composición.
Destacó a los músicos que lo acompañan desde hace cinco años: Nardo González (guitarra) y Cacho Bernal (percusión). De padres curuzucuatienses y guaraníes-parlantes, el notable acordeonista, aprovechó para reinvindicar el idioma guaraní de sus ancestros. Pidió por el respeto a los árboles y, antes de los bises, recibió el premio Camin por su trayectoria.
Néstor Garnica trajo novedades en el formato musical de la propuesta.
A su virtuosismo, le agregó la participación de un ensamble de cuerdas de la Sinfónica de Córdoba acercando lo popular a lo académico.
En dúo con Lucía Luque, concertino de la Sinfónica cordobesa, transformó un clásico en folklore.
Despidió al ensamble y dejó el formato camarístico para cerrar con dos de sus chacareras, con la participación de Los Lugones, los hermanos tucumanos criados en Santiago del Estero.
La brillante tarea de Diego Ramírez, operador de sonido del festival, multiplicó el lucimiento del Cuarteto Karé con Bruno Arias.
La agrupación rosarina que dirige el tenor Diego Petrelli, concretó un homenaje a los grupos vocales argentinos.
Sumó invitados al escenario: el riojano Pancho Cabral, el cañadense Nahuel Porcel de Peralta y Sebastián Farías Gómez (hijo de Pedro, de Los Huanca Huá e integrante de La Fortunata).
En un popurrí, reunieron once zambas y se despidieron con «Fuego en Anymaná» logrando una respuesta contundente del público.
Stella Maris «Teté» Coustarot regresó a Cosquín para presentar la delegación de su provincia: Río Negro.
También San Juan mostró su delegación oficial, con un cuadro atravesado por la música de Cuyo.
La pareja Passoni-Forlin, surgida del Pre Cosquín de Santo Tomé (Santa Fe), realizó una extraordinaria labor con su puesta de baile estilizado.
La originalidad de Picahueso Malambo con el cuadro argumental de homenaje a la gesta de San Martín, puso de manifiesto nuevamente el gran nivel de los artistas surgidos del certamen de nuevos valores.
Patricia Gómez (Reconquista), Gicela Méndez Ribeiro (Paso de los Libres), Natalia Pérez (Santa Fe) y Analuz Blanco (Formosa), se reunieron en el escenario de Cosquín para homenajear a «las damas del río».
«Lo dedicamos a las mujeres que dieron y dan su vida por la música del litoral», expresaron.
Tributaron a María Helena, Marta Quiles, María Ofelia, Paloma Valdez, Teresa Parodi, Ramona Galarza y Ofelia Leiva.
Con una obra de Ana Suñé simbolizaron el reconocimiento a todas las poetisas contemporáneas.
Manifestaron firmemente la consigna «por más mujeres en el escenario», se despidieron con «El cosechero» y, a pesar de la excelente respuesta de la plaza, no hubo tiempo para otro bis.
Otro proyecto compartido fue el dedicado a Chabuca Granda, en el año del centenario de su natalicio.
Mery Murúa, Paola Bernal y Juan Iñaki ofrecieron impecables versiones del repertorio creativo de la gran creadora peruana, con la dirección musical de Juan Murúa.
En la apertura, se mostró en pantalla un registro de Chabuca relatando la génesis de «La flor de la canela», una de sus obras cumbres. Mientras la pantalla mostraba la labor de un artista plástico creando una pintura con el rostro de Chabuca, el trío de artistas cordobeses concretaba su mirada interpretativa de esa rica obra.
Sumaron como invitados a Rubén «Mono» Izarrualde (flauta traversa) y a los bailarines riojanos Isadora Zerbini y Raúl Torres.
El tucumano Pablo «Poly» Argañaraz tuvo su chance de debutar en Cosquín. El ex-integrante de La Zapada obtuvo su derecho por haber sido el destacado de la peña oficial del año pasado.
El dúo Coplanacu, que este año celebra 35 años de historia, también preparó algo especial para regalarle a Cosquín.
Además de las canciones siempre pedidas por sus seguidores, fue artífice de dos visitas importantes.
Con Miguel Figueroa y su conjunto Amanecer Campero, ofrecieron música del litoral, cantando los temas que Los Copla grabaron como invitados del grupo chamamecero.
Miguel Figueroa y su equipo llevan registrados 34 discos ya y, curiosamente, nunca habían estado en el festival.
El paso del boliviano Manuel Monroy Chazarreta, otro invitado, no pasó desapercibido y dejó definiciones claras sobre la situación en su país. De madre santiagueña, padre boliviano y nieto de Don Andrés Chazarreta, el cantor pidió por la democracia en Bolivia con la máxima prudencia. «Yo vivo allá, tengo que volver, la situación es complicadísima», aclaró.
La noche cerró con Manuel Orellana y Rodolfo Lucca.
El armado musical llega a niveles altísimos. Además del desempeño de Manuel Orellana, uno de los mejores guitarristas del folklore, hay que considerar el notable ensamblado de voces, la labor de Alejandro Cortez (bajo) y la estupenda performance del percusionista friense Benito Serrano. Ya en la madrugada, decidieron poner a consideración dos chacareras nuevas que estarán en un nuevo disco, una de ellas compuesta con Demi Carabajal. También contaron con invitados especiales. La cantora santiagueña Patricia Herrera mostró sus virtudes y el ballet de Frías, que está cumpliendo 30 años, aportó la danza.
«Tienen algo que hacer mañana? Nosotros tenemos tiempo», anunció Orellana preparando el cierre de su extensa participación.